Durante los próximos tres días lo único que hago es estar en la cama, viendo la televisión o durmiendo. Sólo me muevo para ir al baño o ducharme y únicamente recibo las visitas de Amanda o Alyssa, y las de Richard, para cambiarme las vendas o traerme la comida; tampoco he vuelto a ver a Elizabeth desde que la eché de la cocina. Tyler me llama una vez al día para saber cómo estoy.
Ni siquiera he vuelto a hablar con Natalie y no sé nada de Sam desde que le tiré el café por encima.
Todos me preguntan cómo me he hecho lo de las manos, y siempre utilizo la misma excusa de siempre: me estallé un vaso. Sólo Tyler y Elizabeth saben la verdad, tal vez Richard también lo sepa, pero no me menciona nada al respecto.
Lo que más he hecho durante todos estos días ha sido pensar. Tengo demasiado tiempo libre y no hay algo especial que cubra las ho
Se levanta de la cama con dificultad y choca conmigo al hacerlo. Le dedico la sonrisa de los hoyuelos y niego con el dedo.Se está poniendo nervioso y sé que la anticipación lo está consumiendo. Vuelvo a alejarme, dándole su espacio mientras juego con el dobladillo de la camiseta.—No creo que tu reputación te importe, sino lo que pueda a llegar a pensar de ti, pero estoy segura de que quieres descubrir a este problema con problemas —lo desafío. Él contiene la respiración en respuesta.Lo miro una última vez antes de quitarme la camiseta por la cabeza y tirarla detrás de mí. Su expresión se endurece, intentando no mirarme, pero sus ojos siguen sus instintos.Frunce el ceño levemente y desvía la mirada mientras asiente levemente con la cabeza.—Y que te hace pensar atiqueyoquiero hacerlo —lanza de v
—Papá, no sé hacer este problema —dije con un infantil puchero.Las matemáticas no eran lo mío. Además, los problemas se me dan más que fatal. Nunca voy a aprender a hacer divisiones con tres divisores.Papá se levantó del sillón, sentándose a mi lado, y entonces se rio con suavidad mientras leía el problema, su ceño se frunció levemente. Papá siempre me ayudaba con los deberes, pero también era muy exigente con mis estudios.—Este es muy fácil, Becca —me cogió el lápiz de la mano y garabateó un montón de números en el cuaderno mientras jugueteaba con la goma. Lo observaba—, otra cosa es que no te apetezca pensar —añadió con una sonrisa.Papá siempre tenía una sonrisa para mí, hasta cuando era una vaga que no quería pensar cómo resolver un problema. Apoyé la mejilla en la palma de la mano y suspiré aburrida. Lo miré ceñuda, observando los números que me sonaban a chino.No entendía porque tenía que estudi
Entrecierra los ojos con determinación y se pellizca el puente de la nariz antes de clavarme con la mirada. Ahora sí parece realmente enfadado y agobiado ante mi respuesta, pero tengo mis razones para comportarme así, o al menos eso creo.Frunce el ceño y sus labios forman una fina línea mientras se encoge de hombros y suspira. No sé qué piensa en estos momentos, pero su expresión me confunde, haciendo que un nudo se forme en mi estómago.—Te miro como si me importaras porque me importas. —Suspira y me obliga a mirarlo—. Si no me interesaras no hubiera dejado que me gritaras, me insultaras, y mucho menos me utilizaras a tu antojo. —Intento hablar, pero una mirada es suficiente para hacerme callar—. Jamás me he molestado en buscar a nadie, ni quedarme bajo la lluvia con la esperanza que me abrieran la ventana. No dejaría que me tirara un café por encima y se
El ruido de gente subiendo y bajando escaleras me despierta al mismo tiempo que la puerta se abre de golpe, haciendo que me levante rápido y alerta. Anoche se me pasó cerrarla. Tengo la cabeza espesa y me cuesta enfocar la mirada en la figura que está a la puerta de mi cuarto.Nora está alternando la mirada entre mi cara y el cuerpo dormido de Sam. Le hago señas para que entre, obedece y cierra la puerta. Tiene una sonrisa permanente y una mueca divertida cruza su cara angelical.Se cruza de brazos y sus ojos grises inspeccionan la escena para luego volver a fijar la atención en mí.—Sabía que había algo entre tú y Sam —apremia mientras da palmadas de alegría—. ¡Lo sabía! —exclama, triunfante. Sus gritos me perforan los oídos e intensifican mi dolor de cabeza a niveles peligrosos.Me llevo los dedos a las sienes y las masajeo para intentar buscar una solución a mi problema.—Shh. Cállate, me levantas dolor de cabeza —gruño con los ojos cerrados.G
Amanda me sonríe detrás de la puerta y me mira con cara rara, pero la oculta rápidamente. Observo que va abrigada hasta los dientes, cuando yo en cambio tengo un calor que me muero.Esbozo una sonrisa forzada y empiezo a ponerme nerviosa. Esto tiene que ser una puta broma y Amanda no está delante de mí, revisando mi habitación por la apertura que tengo entre las puertas.—Oye, ¿vas a dejarme pasar? —inquiere con una sonrisa. Me hace a un lado y pasa como Pedro por su casa—. Gracias —musita con voz cantarina.Mira mi habitación con detenimiento, caminando de un lado a otro, como si fuera una revisión de desperfectos, consiguiendo que me ponga nerviosa con cada paso que da, pero al final sólo posa el abrigo y la bufanda sobre el diván. Me cruzo de brazos y hago todo lo posible para tranquilizarme y no arrancarme los pelos por lo irritada que estoy. Me sorprende su intromisión en mi habitación tanto como que esté aquí.Se sienta en la cama y mira por el balcón,
Esta vez no me permito una lágrima. Sé que he hecho lo correcto; es lo mejor para los dos. No sé si alguna vez he sentido un dolor semejante al que siento ahora. Tal vez, pero no tan vivo y vibrante. Prefiero que me peguen una paliza antes que el dolor que siento en el pecho; como si estuviera dándome un infarto.Nunca pensé que tuviera corazón. Para mí los únicos sentimientos y reacciones son la rabia, la ira y la autodestrucción, pero Sam acaba de enseñarme una nueva: El dolor. Lo había vivido antes, con mi padre, pero aprendí a sobrellevarla e ignorarla. No obstante, Sam acaba de abrirla de nuevo, haciendo que las sensaciones se desaten sin poder controlarlas.Supongo que es un dolor soportable y común en personas como yo, pero eso no significa que sea fácil; sólo lo he tenido una noche y he tenido que hacer que se aparte de mí. No me arrepiento de ello..., porque no debe importarme, y, por tanto, no debe doler.—¿Estás bien? —me pregunta Amanda.Está apoy
Las puertas del ascensor se abre con un sonoro «clic», dando la bienvenida a un espacioso y moderno recibidor. Desde el mismo instante en el que uno de los trabajadores del edificio nos abrió la puerta, deduzco que la madre de Amanda debe estar forrada en billetes.Cruza el recibidor hacia un enorme salón con vistas al resto de la ciudad.—¡Mamá, ya hemos llegado! —grita. Pone los ojos en blanco cuando no hay respuesta—. Alyssa ya debe de haber llegado —me informa.Tirotea de mi mano y me hace subir las escaleras a toda prisa, pero estoy demasiado nerviosa por la fiesta de esta noche como para andar rápido. No sé qué voy a hacer si Sam aparece por ahí; no seré capaz de soportarlo si lo veo con otra chica.Me arrastra por el largo pasillo y abre la puerta final de golpe. Joder, que espíritu tiene la jodida cuando yo estoy medio muerta.Alyssa pega un salto de la cama por el susto y se le cae la revista que tenía en la mano, pero me saluda con
Cuando Prescott estaciona frente a la mansión me sorprende ver la densidad de gente que cruza la verja principal, desde parejas hasta familias completas, de todas las etnias y colores.Amanda es la primera en salir del coche, con un elegante vestido blanco con escote en corazón y la parte trasera más larga que la delantera, después la sigo yo y finalmente, sale Alyssa con un elegante vestido azul que combina con sus ojos. Las tres vamos tan elegantes que me resulta extraño llevar miles de dólares en una sencilla gargantilla.Entrelazamos nuestros brazos y atravesamos la entrada, iluminada por unos farolillos de luz blanco nuclear. En los extremos de los jardines hay guardias firmes y serios, incluso me atrevería a decir que van armados. Prescott nos sigue un par de centímetros por detrás, vigilante.Alyssa se ríe, impresionada y se cubre la boca con la mano.—Esto es increí