Aitor
Cuento hasta diez para iniciar el juego de las escondidas junto a mis amigos, Romina, Roxana, Sergei, Michele y Alan. Sé que las que mejor se esconden son las chicas. Suelto una carcajada al encontrar al rubio detrás del árbol haciendo un puchero por ser el siguiente en hacer el conteo. No dudo en mirar al tejado cerca del arbusto para ver al pelinegro tomando una rama para no caer, mientras mi mejor amigo se esconde tras el carro del director. Sigo buscando en todos lados las chicas, hasta que me he quedado en una sola pieza al verlas escondidas junto a la fuente besándose en un beso inocente. Las dos al verme se sorprenden mucho.
— No debes decirle a nadie, Aitor, es nuestro secreto, por favor — Balbucea Romí a punto de estallar en llanto. La miro aun sorprendido por lo que vi cerrando mis ojos creyendo que fue una visión de lo que he visto — Te lo ruego, Aitor.
—&
Aitor No entendí las palabras de esa monja que me ha tirado la puerta en la cara sin darme la oportunidad de darle los nombres de las chicas. Sergei ha intentado comunicarse con su tío para ayudarme siendo inútil. Estoy desesperado. Algo me dice que no están bien, que algo les ha pasado.Trato de buscar sobre mi Minions en redes sociales para dar con un familiar solo encuentro una nota de periódico de hace poco donde se ve a Maciel abrazada de la cintura de un chico sonriendo como dos eternos enamorados. Tiro mi móvil frustrado y a la vez celoso. No puedo creer que la Minions me ha ocultado que ha estado con otros chicos mientras estaba conmigo. Se veía tan elegante y sonriente que me parece mentira que pueda salir con ella.¿Acaso nuestro amor es un mentira?El sonido de la puerta me hace remover de mi cama para abrirla encontrándome a mi padre con una sonrisa en sus
Vivimos de las aventuras, de los miedos, de la felicidad, de lo que nos venden sin querer indagar más allá porque creemos a verlo conocido todo sobre aquella persona que esboza de sus labios un Te Amo, sin embargo, es verdadero o es falso esa corta palabra que tiene tanto significado para las personas.Tenemos amores que nos acostumbran a las personas, ese amor de los padres y ese amor que no puedes olvidar jamás. Ese que te marca para toda la vida, y ese amor que te disfrazan en una mentirapara cubrir sus cosas. Con Damir aprendí que debes desconfiar hasta de lo que llevas puesto, tal vez, en cualquier momento te puede dejar en la calle.Acompáñame en mi aventura de amor, desamor, mentiras y algo de dolora comprender que todo lo que brilla no es oro y que a veces las palabras son eso, palabras.
Desde las entrañas de mi madre jugueteaba mucho, era un almidón indomable, eso decía mama cada vez que me contaba sobre mi estado en su barriga. No me quedaba quieta en ningún momento, era peor que el loco de Tazmania dando brincos en su panza. No se la hice fácil en la escuela, constantemente mis maestras la llamaban por mi comportamiento. Eran algo dramáticas mis profesoras. No veía nada grave pegarle chicle a una en su silla, encenderle unos cuantos mechones con una vela, y mordisquear algunas frutas de mis compañeros. Eso me ocasiono muchos problemas llevándome a un internado de niñas comandado por monjas.Yo creyendo que las monjitas eran buenas por ser misioneras del señor, que va, nos levantaban a las cinco de la mañana a realizar el desayuno, luego de eso asear todo el lugar, lavar los baños, cosa que en mi vida hice, estudiar y rezar como locas dementes y dormir tem
Ese chico me ha dado un susto del carajo, mi corazón late a mil por hora, observo de nuevo por la ventana y no lo veo por ningún lado. Me he quedado fría al abrirse mi puerta pensando que es Sor Josefa o Josefina quienes estén realizando la ronda, para mi sorpresa es el chico de la ventana que sonríe al verme. Tengo mis manos en mi pecho tratando de calmar mis nervios por el susto que me ha dado.— ¿Te asuste corderito de dios?— No. No mira como tiemblo, idiota. ¿Se puede saber quién rayos eres? ¿Qué haces en mi habitación?— No sabía que permitían ese vocabulario en este convento... Niña mala — Sonrió con picardía — Ahh niña.— Contesta pedazo de imbécil... ¿Qué haces en mi habitación? — Respondí un poco irritada.Él muy descarado no quita su risita de sus labios sentándose en mi cama sin verlo invitado hacerlo. Me repara de arriba abajo soltando una carcajada, le pido que haga silencio.— Es
Sonrió por lo bajo encontrándome con esos ojos cafés que sonríen con cierta picardía pasándome un casco indicando que suba a la motocicleta con él, al contrario de mí, Romí sube a la moto del chico que beso sus mejillas encantada. Acomodo el seguro del casco si debo o no subir con ese idiota en ese aparato. Pienso mejor las cosas, y ellos me pueden pasar la dirección de la casa y llego en un taxi. Estoy por decirlo cuando ese chantajista habla primero interrumpiendo mis pensamientos.— ¿No me digas que tienes miedo? — Esbozo enarcando una ceja mordiendo sus labios. — Tranquila que no muerdo... Ya mordí. — Ja, ja, ja — Solté mirándolo mal — Tras chantajista, bromista. Deberías pagar mi taxi con lo que ganaste por tu amada apuesta gracias a mi ayuda, idiota.— ¿Por qué
Todo de mí se aceleró. Mis manos, mis piernas y todo mi cuerpo temblaban del susto. No soy capaz de mirar a quien nos descubrió, mi cara de ponqué se fue al carajo, ahora solo tengo un de horror. Ni ver a lucifer sería tan terrorífico como ser descubiertas. Ahora mi abuela nunca me volverá a visitar jamás. Adiós a conocer a Damir Yankow, adiós escapadas de fin de semana, adiós idiota, adiós aventuras, adiós a todo.Romina toma mis manos tratando de calmar mis temores. Una carcajada de parte de la otra persona me hace mirarla a los ojos.— Su secreto está a salvo. Estamos a mano, Maciel. — Dijo Natalia con picardía. Al parecer no fuimos las únicas que escapamos del lugar esta noche. No me gustaba tener una desventaja. — Vuelvan a cama o serán descubiertas.— A mano. — Solté sintiendo que mi alma vol
Estoy temblando al ver al padrecito Cesar preguntándole al idiota de Aitor quien es la Minions. Él solo traga en seco quedando sin palabras, sabe que ha metido la pata hasta el fondo y no sé cómo ayudarlo en esto sin que me ponga en evidencia que soy yo esa chica. No sería justo mentirle al padre que nos está regalando un día agradable fuera de la rutina de la pocilga. Pero si digo que soy yo, estaré en problemas con Miranda y será peor.No, no puedo.No tiene que saberlo.Buscaremos otra forma.— Se refiere a mí, padre Cesar. — Menciona Romina, salvando mi culo — Aitor me dice así desde que nos conocemos hace año. Nos queremos como un par de hermanos. Se emocionó al ver que ganamos. Desde chica me dice Minions, aunque… ya crecí un poco.— ¿Es eso cierto, Aitor? ¿Conoces a Romina?— Si tí
Casi muero de un infarto creyendo que era pez globo que husmeaba mis pasos, no sería raro en ella, ya que su amor es único por mí. No puedo entender a esa mujer. Desde que llegue a la pocilga no ha dejado de joderme en todo momento, soy un angelito de dios que no rompe ni un plato, pero ella se ha encargado de sacar mi modo travieso por sus constante acosos conmigo, y yo, yo disfruto hacerle maldades.Para mi suerte quien husmeaba no era mi insoportable custodia, Sor Josefina, sino Sergei, el amigo del idiota que nos traía malas noticias. Hice un puchero de disgusto. No con él, sino por lo que nos comentó.— Siento arruinarles el rato. La reunión llego a su fin. Deben unirse a las demás chicas, antes que sospechen.— Gracias, amigo, te debo una. Es hora de despedirnos, mi Minions bello.— Eso creo.No quería irme, tampoco, quería ser descubierta y ca