Sonrió por lo bajo encontrándome con esos ojos cafés que sonríen con cierta picardía pasándome un casco indicando que suba a la motocicleta con él, al contrario de mí, Romí sube a la moto del chico que beso sus mejillas encantada. Acomodo el seguro del casco si debo o no subir con ese idiota en ese aparato. Pienso mejor las cosas, y ellos me pueden pasar la dirección de la casa y llego en un taxi. Estoy por decirlo cuando ese chantajista habla primero interrumpiendo mis pensamientos.
— ¿No me digas que tienes miedo? — Esbozo enarcando una ceja mordiendo sus labios. — Tranquila que no muerdo... Ya mordí. — Ja, ja, ja — Solté mirándolo mal — Tras chantajista, bromista. Deberías pagar mi taxi con lo que ganaste por tu amada apuesta gracias a mi ayuda, idiota. — ¿Por qué debo pagar algo que no utilizare? — Respondió encendiendo su moto con la intención de irse — Subes o te devuelves a tu habitación a soñar con tu hombre en cueros. Soltó una carcajada estruendosa, su amigo tampoco se contuvo. — ¡Cállate, idiota! Mejor conduce, chantajista, burlón, cretino. — Te han dicho que eres linda enojada, pitufina. — ¿Cómo has dicho? Pitufina tu... — No pude terminar mi frase él me gano al hablar. — Pitufina o prefieres... Minions. — Ninguno, idiota. — Dije subiendo a su motocicleta. Tome algo fuerte su cintura no quería caerme. No hubo más palabras entre los dos. El silencio reino durante el camino, algo que agradecí. La brisa golpea mis mejillas pálidas avivando algo de color. Podía sentir la libertad entre mis manos, mis alas imaginarias las podía extender a lo largo del camino sin que nadie las corte. Olía libertad pura. Sonreí por sentirme así. Después de tanto tiempo volaba sin miedo. Estaba tan feliz que recosté mi rostro en esa espalda gruesa aferrándome a esos brazos grandes. Cerré mis ojos, suspiraba como una loca enamorada de la vida, la libertad, fuera de las reglas, de tantos rezos, de Sor Josefa y Sor Josefina que no me dan tregua de nada. Era un ave libre fuera de su prisión. Fuera de esa aula que impuso mi madre para mí. Al fin pude abrir mis alas y salí volando tan lejos como pude. Un frenazo en seco me hizo despertar para darme cuenta que estábamos en una casa grande con muchos chicos de mi edad bailando y bebiendo a lo loco. — Llegamos, bella durmiente. Lo bueno es que no roncas. — Soltó carcajeándose. Lo ignore. Aún no puedo entender que hago en este lugar con este irritante chico. Recuerdo que necesitaba algo de libertad y me olvido que he venido con él o eso trato de hacer. Veo a Romina bajar de la moto del otro chico corriendo a los brazos de una chica de pelo azul besando sus labios con mucha pasión, me quedo en blanco al ver esa escena. El idiota me da la mano para bajar de su Ferrari último modelo (sarcasmo) — Disfruta de mi fiesta, Minions. Luego cobrare mi regalo. — Dijo acariciando mis mejillas. — Nos vemos. Él se adentró a la casa. Todos lo seguían como si de un rey se tratase, hasta mi amiga olvido mi presencia siguiendo sus pasos con su novia tomadas de la mano. — Sera integrarnos sola, Maciel — Bufe para mí misma — No queda de otra. ¡Maldición! Me dije olvidando mi más valioso regalo para este engreído, chantajista y sexy boy. Seguí a la fiesta como uno más de los invitados. Un chico muy amable me ofreció un ponche, agradeciéndole tal gesto con una sonrisa. Me integre con algunas chicas que no son fáciles. A veces las chicas podemos ser muy complicadas para integrarnos. Empezaba a mover mis piernas y cabeza al ritmo de la música. Termine mi bebida pasando a otra. El ritmo va en aumento al igual que mis movimientos. Un chico toma mi cintura moviéndose conmigo al compás de la música. Observo al idiota comiéndose la boca con una chica. No estaría mal interrumpir su encuentro, solo que no conté, que ni se inmutaron con mi presencia. Hago un puchero, tomando otro trago algo más fuerte subiéndose rápido a mi cabeza. No me importa. Me subo a una silla, empiezo a moverme lento aumentando el ritmo, mi ropa empieza a estorbar, escucho los bufidos de los chicos que me quite la camisa, me muevo haciendo que me la sacare de encima cuando alguien me toma como un bulto de papa sacándome de mi pista donde soy la reina de la noche quitándole el protagonismo a mi querido idiota. Los bufidos no se hicieron esperar para que me regresen a la pista, y yo quiero hacerlo, aunque, mi cabeza y todo me da vueltas. Siento mi cabeza grande, veo todo doble a mí alrededor. Vomito. Vomito. Vomito — Dijo mentalmente. Esa persona me suelta en un baño, entro corriendo dejando vacío mi estómago. Él sujeta mi cabello hasta sentir no sentir más nada, solo un vacío en mi barriga, y una enorme vergüenza con esa persona. No soy capaz de mirarla a la cara. Me gana la pena. Me sobresalto cuando habla al fin. — Vamos, Minions, no pasa nada. Todos hemos pasado por esto. — Esbozo con una risita cuando lo mire a la cara por uno de mis dedos que cubre mi rostro — Traeré una soda con limón, eso te ayudará a calmar el vómito y bajar algo tu borrachera. — Lo... Lo siento. — ¿Que has dicho? — Refuto con una mirada picara — Dilo más fuerte que no escuche. — Esta demorada mi soda — Suelto con chulería — Podrías también incluir dos aspirinas, por favor. — Algo más, su majestad — Espeto con una carcajada. Lo miro mal — Al menos, Minions, tienes educación. Ya nos vemos, iré por tu pedido. Nada de revisar mis cosas. No podía creerlo, estaba en el cuarto del idiota llamado Aitor. Todo es oscuro como él. Vi un stand de libros de literatura inglesa, una de mis favoritas. Algunos discos de Liking Park, Evanescence, The Killer, Paramore, entro otros artistas. Observe algunos afiches de metálica, unas cuantas fotografías con sus amigos incluyendo a Romí. Siento algo de envidia, pero de la buena. En todas tiene una sonrisa, una gigante y sincera. Envidio su grupo de amigos, su foto familiar, su libertad. Me detengo en una de sus fotos, analizo su rostro, sus labios, sus cejas, sus pelos castaño, sus six pack, sus pectorales. — Dios es guapo el idiota. Trazo mis dedos por la imagen como si pintara su rostro en la fotografía que no necesita ningún pincelazo, es perfecta. Me sobresalto cuando lo escucho hablar. — ¿Me estás haciendo algún hechizo de amor, Minions? — Balbuceo entrando a la habitación. — Hace dos años me tome esa foto. Salía de prácticas de rugby. Aquí está tu pedido para que no te quejes que soy mal anfitrión. Tome la soda y los analgésicos de un solo tirón. Él me observaba en silencio con una mirada indescifrable. Se acerca lento tomando el vaso de mis manos acomodándolo en la mesa de noche de la parte izquierda de su cama. Toma mi rostro juntando sus labios con los míos. Me quedo inmóvil. Me sentía torpe. No sabía cómo corresponderle. Es mi primer beso. Se separó de mis labios lento. Yo mantenía loso ojos cerrados, no sé cuándo los cerré. No quería mirarlo. — ¿Era tu primer beso, Minions? ¡Mierda! Se ha dado cuenta. — Yo... Yo... — No me salían las palabras. ¡Trágame Tierra! En estos momentos quería desaparecer por arte de magia y aparecer en mi cama, y no volver a verlo en mucho tiempo. Me sorprendieron sus palabras. — Me alegro ser el primero en besar esos labios dulces. — Soltó acariciando mi rostro — Si eres un angelito de dios, con un genio de un demonio. Solté una carcajada que él acompaño. Volvió a tomar mi rostro, esta vez toco mis mejillas viéndonos fijo a los ojos acercando sus labios de nuevo con los míos. Inicio con un movimiento lento para complementarnos el uno con el otro. El ritmo se intensifica. Aire. Aire. Necesito aire. Tomamos un respiro uniendo de nuevo nuestros labios, esta vez se unió nuestras lenguas a nuestra nueva batalla. Sus manos tomaron mi cintura para acercarme más a su cuerpo trabajado. Suelto una risita traviesa soltando nuestros labios. El idiota besa mi frente dándome un abrazo. Nos acomodamos en su cama quedándonos dormidos. Puse mi cabeza encima de su pecho escuchando los latidos de su corazón acelerado. Sus brazos arropan mi cuerpo en señal de protección. Me gusta esto, me gusta sentir que me protegen. Que no acortan mis alas, al contrario, me ayudan a volar más alto, a darme confianza a mí misma. No sé cuánto tiempo llevo en sus brazos, la verdad, no me importa. No quiero despertar jamás, no en estos momentos. Algunos movimientos bruscos incluidos con una voz ronca hacen que despierte pegando un brinco al ver a Romina a mi lado sorprendida, miro a mi alrededor, abriendo mis ojos de par en par, al ver al idiota a mi lado. — Debemos irnos, Maciel. — Bufa con una risita cómplice — Sino... Seremos ángeles muertos en esa pocilga a punta de pan y agua. — ¡Mierda! ¿Qué hora es? — Pregunte asueñada — Me quede dormida. — Eso veo. Son las tres de la mañana. Levanta tu trasero, Aitor, dulce galán de la noche. — Ya estas mejor, Minions — Susurro ignorando las palabras de Romí — Dime.—Mucho mejor gracias a ti, idiota. Ahora mueve tu lindo trasero y regrésanos de vuelta a ser angelitos de bien.
Todos soltamos una carcajada. Él tomo mi mano entrelazando nuestros dedos. Romí nos miró con cierto interés sin decir palabra alguna. Los hechos hablan por sí solos. Antes se irnos me presento a su novia Roxana quien beso mis mejillas al presentarse. Espere que se comiera la boca con su novia para irnos. Aitor me puso esta vez el casco besando mis labios, para luego dejar un beso pequeño en mi nariz. Sonreí como boba por ese tierno gesto. Sus amigos no dejaban de burlarse por ver que una Minions lo llevara loco en tan solo dos días. Tomamos rumbo al convento, debíamos volar de nuevo la pared y lograr que nadie nos vea entrando en la madrugada como ladronas. Aparte de mi bochornoso episodio del vómito, me la pase de mil maravillas. Jamás imagine que mi primer beso sería con el idiota, que en estos momentos abrazo su cintura rumbo a mi purgatorio. El viaje se me hizo muy corto. Ellos estacionan sus motocicletas en el mismo lugar que nos recogieron, nos despedimos de los chicos. Aitor me atrapa entre sus brazos besándome con pasión, con unas ganas de no parar nuestro beso fugaz. Es mejor este beso que los que sueño dándole a Cavill. — Te veo el próximo sábado, Minions. Quiero que vayamos a un lugar especial para mí. Aquí tienes mi número, escríbeme para saber de ti. — Cuanta confianza. ¿Estás seguro que quiero saber más de ti? — Solté con una risita — Dime, niño idiota. — Tus ojitos tiernos te delatan, mi Minions. Entra si no las cacharan. Me dio un último beso ayudándonos a saltarnos la pared cayendo de culo al piso. Debo admitirlo que valió la pena por todo lo vivido. Tengo una cara de ponqué que no puedo con ella. Romí camina cautelosamente revisando nuestros pasos a seguir. Yo cubría su espalda. Seguimos por las zonas verdes del lugar cubriéndonos con los arbustos pasando a los pasillos principales. Entre a la cocina por un vaso de agua, mientras Romina vigilaba. Salí casi corriendo por el pánico que nos descubran. Caminamos por los pasillos de nuevo, esta vez con los zapatos en las manos para no hacer ruido. Estamos llegando a nuestras habitaciones cuando vemos una sombra. — ¿Pilladas? — Dice haciendo que peguemos un brinco del susto. — Nos descubrieron. — Vocifere mirando a Romí. Era nuestro fin.Todo de mí se aceleró. Mis manos, mis piernas y todo mi cuerpo temblaban del susto. No soy capaz de mirar a quien nos descubrió, mi cara de ponqué se fue al carajo, ahora solo tengo un de horror. Ni ver a lucifer sería tan terrorífico como ser descubiertas. Ahora mi abuela nunca me volverá a visitar jamás. Adiós a conocer a Damir Yankow, adiós escapadas de fin de semana, adiós idiota, adiós aventuras, adiós a todo.Romina toma mis manos tratando de calmar mis temores. Una carcajada de parte de la otra persona me hace mirarla a los ojos.— Su secreto está a salvo. Estamos a mano, Maciel. — Dijo Natalia con picardía. Al parecer no fuimos las únicas que escapamos del lugar esta noche. No me gustaba tener una desventaja. — Vuelvan a cama o serán descubiertas.— A mano. — Solté sintiendo que mi alma vol
Estoy temblando al ver al padrecito Cesar preguntándole al idiota de Aitor quien es la Minions. Él solo traga en seco quedando sin palabras, sabe que ha metido la pata hasta el fondo y no sé cómo ayudarlo en esto sin que me ponga en evidencia que soy yo esa chica. No sería justo mentirle al padre que nos está regalando un día agradable fuera de la rutina de la pocilga. Pero si digo que soy yo, estaré en problemas con Miranda y será peor.No, no puedo.No tiene que saberlo.Buscaremos otra forma.— Se refiere a mí, padre Cesar. — Menciona Romina, salvando mi culo — Aitor me dice así desde que nos conocemos hace año. Nos queremos como un par de hermanos. Se emocionó al ver que ganamos. Desde chica me dice Minions, aunque… ya crecí un poco.— ¿Es eso cierto, Aitor? ¿Conoces a Romina?— Si tí
Casi muero de un infarto creyendo que era pez globo que husmeaba mis pasos, no sería raro en ella, ya que su amor es único por mí. No puedo entender a esa mujer. Desde que llegue a la pocilga no ha dejado de joderme en todo momento, soy un angelito de dios que no rompe ni un plato, pero ella se ha encargado de sacar mi modo travieso por sus constante acosos conmigo, y yo, yo disfruto hacerle maldades.Para mi suerte quien husmeaba no era mi insoportable custodia, Sor Josefina, sino Sergei, el amigo del idiota que nos traía malas noticias. Hice un puchero de disgusto. No con él, sino por lo que nos comentó.— Siento arruinarles el rato. La reunión llego a su fin. Deben unirse a las demás chicas, antes que sospechen.— Gracias, amigo, te debo una. Es hora de despedirnos, mi Minions bello.— Eso creo.No quería irme, tampoco, quería ser descubierta y ca
Estoy hecha puré por pez globo que mando a parar el autobús para pasar a mi lado a revisarme. Pedro me observa por el retrovisor, pudo notar en mi cara el pánico que tengo. Estoy perdida en estos momentos. Aceleró un poco el auto frenando en seco creando una distracción en pez globo para que pueda apagar el aparato.— Estás loco, Pedro. Pudiste lastimarnos. — Gruñe pez globo. — ¿Acaso olvido manejar?— Lo siento, Sor Josefina. Me pareció ver visto algo en la carretera. No volverá a pasar.— Eso espero. La próxima hago que lo despidan.¡Bruja!Eso quería gritarle en estos momentos a pez globo. Es irritante. Tiene un complejo de superioridad ante los demás que no lo soporto, sin darse cuenta que es una servidora más al igual que Pedro que se ha ganado mi cariño por este acto. No imagine que ese viejito cascarrab
Ver caer en cámara lenta los huevos pichos en la cabeza de Sor Josefina fue una de las mejores cosas que he visto en mi vida. Era como si los hubiera arreglado para que dieran justo en el blanco.Todos se parten de risa al verla tapando su nariz por el olor putrefacto que emana. Yo no soy la excepción. Festejo mi primer triunfo, porque le tengo algo más preparado a mi querido pez globo. Una sorpresa más para alegrar mí tarde.No se puede quejar Sor Josefina que la sorpresa fue única. Me mantendré algo alejada del pastel, no quiero que me salpique. Aitor me regala una mirada de complicidad acompañada de una carcajada traviesa. El olor apesta, al igual, que Sor Josefina.— Es mejor partir el pastel y se de una ducha, hermana Sor Josefina... Apesta — Esbozo nuestra madre superiora, Sor Josefa. — Por favor, cortemos el pastel.— Antes encendamos la vela. — Comenta Sor
— Pensé que sería el único en morir en esta aburrida fiesta, pero veo que no. — Refuto esa voz varonil — Tendré compañía con una linda dama.— Me invitaron a una fiesta de un chico de 18 años no a la de un anciano. — Exclame. Ese chico soltó una carcajada haciendo que lo mire fijo a los ojos. — Lo siento.— Será nuestro — Mencionó — Damir Yankow, un gusto. El anciano de 18 años.Mis mejillas se ruborizaron por completo. A veces soy una experta en meter la pata. Extiendo mi mano para estrecharla con el festejado.— Maciel Miranda, — Dije — Un gusto, Damir.— Así que tú eres la nieta de Anabel. Se ha quedado corta al decir que eres muy linda, eres hermosa.Veo que le ha hablado de mí a Damir. Anabel haciendo de las suyas.— Gracias. —
No me esperaba que Natalia se uniera a nuestra fuga. Tres son multitud, eso siempre he pensado, y no suelen salir siempre las cosas bien, algo me decía que esto no está bien. No podemos hacer nada más que llevarla con nosotras. Arriesgarnos a ser descubiertas por su intromisión. Han pasado meses escapando de este lugar sin ser descubiertas, ni sospechas hemos dejado de nuestros escapes nocturnos, para arruinarlo por alguien más.— Te buscaremos más tarde. Pendiente — Menciona Romina a Natalia que festeja su triunfo como una beba. — No me gusta esto, Maciel — Dijo ya un poco alejadas de la chica y a mí tampoco me agradaba compartir nuestro secreto con alguien más, y menos con ella, que en su momento nos quiso hacer la guerra en este lugar.— A mi igual, Romí. Esto me huele mal.Deje mis pensamientos de lado. Debía concentrarme en terminar mis asuntos, en espe
Quedamos heladas al escuchar esa voz. Creía estar en una pesadilla. Toda mi felicidad se acabó en menos de una hora. En unos cuantos minutos pase al dolor. Un dolor profundo. No era un sueño, menos un espejismo, como quería creer, era la cruda realidad que golpea mis mejillas. Estamos acabadas. Mi sonrisa se esfumo al igual que mis esperanzas de ver pronto a mi chico. Sabía lo que nos vendría encima, hasta el mismo Lucifer se escondió para no rendir cuentas.Somos las tres.Pez globo obtuvo lo que tanto quería, verme en el fango.Gano la guerra sin prever su ataque.Jugué mal mis cartas.Romí sujeta mis manos fuertes para darme seguridad, sabe que nadie nos salvara, no cuando fuimos vendidas por una intrigosa, mal compañera y víbora rastrera de los mil demonios que jugo bien sus cartas. Sello nuestro destin