Bárbara Summer.Yo estaba nerviosa, no sabía qué había ocurrido en mi tiempo del coma, pero no era fácil recordar que había perdido algo más de un año de mi vida, esa gran laguna en mi mente me causaba angustia, porque esa sensación de que me faltaba algo no se me quitaba, moví un brazo y Zucker, me ayudó a ponerlo en mi vientre.Y yo tuve la sensación de que antes tuve un bebé allí.—Zu… cker ¿tenemos… un hijo? —pregunté y él se quedó por un momento en silencio.—Bárbara, no creo que sea bueno que intentes recordar de esa manera, mejor vamos a esperar la evaluación de Taylor, ella va a ayudarte, y sabrá a qué ritmo debe hacerse —respondió sentándose a un lado de mí.Asentí levemente, sentía que moverme era un esfuerzo titánico.—Yo quiero… hablar contigo —comienzo a decir tratando de calmarme, pero siento que todo es una bomba de tiempo, la rabia de los hermanos de Zucker hacia mí es evidente.Sin embargo, a pesar de la confusión y la angustia que me invadían, sentía la necesidad de
Lawson HallCuando Taylor me sacó de la habitación junto con Levi, la rabia bullía furiosamente en mi interior, él había logrado sembrar la semilla de la duda en mi interior, numerosas eran las preguntas que rondaban mi cabeza.¿Sería verdad que no recordaba o es como decía Levi que era parte de su plan? Y como si no fuera suficiente con las dudas que me carcomían por dentro, mi hermano se encargó de reafirmarlas.—No le creas Lawson, esa mujer no es de fiar, nunca me ha dado buena espina, ya ha hecho mucho daño a la familia, va tras nuestro dinero, lo que debes hacer es pedir la custodia total sobre Kejsi, y que no tenga contacto con ella, porque esa mujer es como un huevo malo que daña la tortilla así la estés haciendo con huevos buenos —señaló con firmeza.—Pero… no dañó a Georgina—ante mis palabras mi hermano hizo una mueca.—Porque es trigo limpio, pero Bárbara no lo es —expresó.Cuando vi salir a Taylor y a Georgina, las palabras de mi hermano hicieron eco en mi mente, no entend
Bárbara Summer.Mis ojos se posaron en la pequeña niña que Georgina sostenía en brazos, y mi corazón dio un vuelco. Era una niña hermosa, con unos grandes ojos que parecían reflejar el cielo mismo. Su cabello oscuro y suaves rasgos la hacían parecer un angelito. Me quedé mirándola, embobada con admiración y asombro, completamente cautivada por su belleza. Respondí con dificultad, y voz entrecortada.—Es tan hermosa —susurré, incapaz de apartar la mirada de la niña.No podía controlar la inmensa emoción en mi pecho, el corazón se me apretó en mi pecho.Georgina sonrió y acercó a Kejsi para que pudiera verla mejor. La niña me miró con curiosidad y luego sonrió, mientras levantaba sus diminutas manitas, y la emoción se agitaba en mi pecho.—Sí, lo es. Tiene los ojos de su padre, como puedes ver —respondió Georgina con ternura.Mis ojos se encontraron con los de la niña, y en ese momento, sentí una extraña conexión ella. Era como si ella pudiera ver a través de mi y llegar a mi corazón.
Lawson Hall.Mis ojos se clavaron en Bárbara y Georgina mientras hablaban, esta última mantenía a Kejsi en sus brazos. Mi mandíbula se tensó al escuchar sus palabras, y le respondí de inmediato, porque no podía permitir que se llevaran a mi hija, tan fácilmente.—¡Se queda conmigo! —repetí con firmeza, sintiendo una oleada de rabia y determinación recorrer mi cuerpo.Bárbara me miró con sorpresa, como si no se esperara mi reacción. Georgina, por su parte, mantuvo su expresión serena, pero alerta.—Lawson, Bárbara es la madre biológica de Kejsi, y ella tiene derecho a estar con su hija, así que no le vas a impedir ejercer su derecho, no puedes simplemente quedarte con ella después de todo lo que ha sucedido —dijo Georgina, tratando de mantener la calma.—¡Es mi hija, Georgina! No permitiré que se la lleven de nuevo sin mi consentimiento. Ya la separaron de mí una vez, y no voy a dejar que se la lleven como si fuera un objeto —dije con molestia.—Lawson ¿Te has puesto a pensar que no t
Georgina Harper En ese momento cerré los ojos, tratando de tranquilizarme, porque no pude evitar sentir miedo, sabía que aún no cumplía el tiempo para que mi hijo naciera. —No te preocupes, déjame salir a buscar a Zucker —dije sosteniendo a la bebé con fuerza, mientras caminaba hacia la puerta. Justo en ese momento como si él hubiese estado pendiente de mí, apareció y al ver la expresión de dolor en mí, corrió a mi lado. —¿Qué ocurre Georgina? ¿Estás bien? —me preguntó con una expresión de temor. —Creo que son contracciones, el bebé quiere nacer —agregué sin poder contener un leve gemido que salió de mis labios. Zucker se acercó, tomó a la niña y la acostó a un lado de la cama con Bárbara. —Voy a llevarla al médico, le aviso a Taylor para que venga por Bárbara. Asentí débilmente y traté de caminar, pero las contracciones se hicieron más intensas, haciendo que me doblara de dolor. Zucker me sostuvo con cuidado, preocupado por mi bienestar. —No te preocupes, estoy bien —le dije
Georgina Harper El médico, que sostenía a nuestro recién nacido, frunció el ceño con preocupación mientras realizaba algunas maniobras para estimular al bebé a llorar. Mientras tanto, Zucker y yo observábamos la escena con angustia, rogando de que nuestro hijo se salvara. Después de un tiempo que a nosotros nos pareció eterno, y luego del esfuerzo del médico, el llanto de nuestro bebé, era débil y apenas audible. Zucker apretó mi mano con fuerza, su mirada reflejaba el pánico que sentía. Me sentí paralizada por la angustia mientras veía al médico realizar más procedimientos a nuestro bebé. —¿Qué está pasando? ¿Por qué no llora fuerte? —pregunté suplicante, con lágrimas en los ojos. El médico se esforzó por mantener la calma mientras continuaba trabajando en el bebé. —Estamos haciendo todo lo posible, pero el bebé está teniendo dificultades. Vamos a llevarlo, evaluarlo y proporcionarle la atención que necesita. Sin más explicaciones, el médico tomó al bebé en sus brazos y lo ret
Bárbara SummersMi cuerpo se quedó pasmado por un segundo, estaba por completo sorprendida por el inesperado beso de Lawson. Fue un beso apasionado y ardiente, pero también fue un recordatorio de todos los conflictos y el dolor que podía causarme una relación con ella.Mis emociones oscilaron entre el deseo y la ira mientras él me besaba, pero al final prevaleció la furia. Empujé con todas mis fuerzas, tratando de apartarlo de mí, aunque su agarre en mi nuca no cedía fácilmente y apenas pude moverlos unos escasos centímetros.—¡¡¡Detente, Lawson!!! —grité, finalmente logrando separarme de él—. ¿Qué te crees que estás haciendo? ¿Acaso has perdido la cabeza por completo?Mi corazón latía con fuerza, no solo por la sorpresa del beso, sino por la rabia que sentía ante su atrevimiento. No permitiría que jugara con mis emociones y se burlaran de mí o demostrara que soy una desvergonzada.Lawson retrocedió unos pasos, sus ojos llenos de deseo.—¿Qué pensarías si te dijera que se te hizo el
Zucker Hall.Ya había pasado un mes desde que nuestro bebé había nacido, y él continuaba luchando en la unidad de cuidados intensivos de Neonatos. La afección cardíaca que lo afectaba era un desafío formidable, y la incertidumbre seguía siendo nuestra compañera constante.Georgina y yo pasábamos la mayor parte del tiempo a su lado. Observábamos a nuestro pequeño luchador a través del cristal de la incubadora, con el corazón en la mano. Cada monitor y cada cable que lo rodeaban eran recordatorios constantes de su fragilidad.Nuestro hijo estaba conectado a máquinas que monitoreaban su ritmo cardíaco y su respiración. A veces, parecía que su pequeño corazón se cansaba y su respiración se volvía irregular. En esos momentos, sentíamos un nudo en la garganta y temíamos lo peor, y ese momento era uno de esos.—¡Se va a morir nuestro bebé Zucker! —exclamó Georgina desesperada, mientras yo la sostenía con fuerza, evitando que se derrumbara.Yo también sentía miedo, dolor, rabia, impotencia,