Lawson Hall.Mis ojos se clavaron en Bárbara y Georgina mientras hablaban, esta última mantenía a Kejsi en sus brazos. Mi mandíbula se tensó al escuchar sus palabras, y le respondí de inmediato, porque no podía permitir que se llevaran a mi hija, tan fácilmente.—¡Se queda conmigo! —repetí con firmeza, sintiendo una oleada de rabia y determinación recorrer mi cuerpo.Bárbara me miró con sorpresa, como si no se esperara mi reacción. Georgina, por su parte, mantuvo su expresión serena, pero alerta.—Lawson, Bárbara es la madre biológica de Kejsi, y ella tiene derecho a estar con su hija, así que no le vas a impedir ejercer su derecho, no puedes simplemente quedarte con ella después de todo lo que ha sucedido —dijo Georgina, tratando de mantener la calma.—¡Es mi hija, Georgina! No permitiré que se la lleven de nuevo sin mi consentimiento. Ya la separaron de mí una vez, y no voy a dejar que se la lleven como si fuera un objeto —dije con molestia.—Lawson ¿Te has puesto a pensar que no t
Georgina Harper En ese momento cerré los ojos, tratando de tranquilizarme, porque no pude evitar sentir miedo, sabía que aún no cumplía el tiempo para que mi hijo naciera. —No te preocupes, déjame salir a buscar a Zucker —dije sosteniendo a la bebé con fuerza, mientras caminaba hacia la puerta. Justo en ese momento como si él hubiese estado pendiente de mí, apareció y al ver la expresión de dolor en mí, corrió a mi lado. —¿Qué ocurre Georgina? ¿Estás bien? —me preguntó con una expresión de temor. —Creo que son contracciones, el bebé quiere nacer —agregué sin poder contener un leve gemido que salió de mis labios. Zucker se acercó, tomó a la niña y la acostó a un lado de la cama con Bárbara. —Voy a llevarla al médico, le aviso a Taylor para que venga por Bárbara. Asentí débilmente y traté de caminar, pero las contracciones se hicieron más intensas, haciendo que me doblara de dolor. Zucker me sostuvo con cuidado, preocupado por mi bienestar. —No te preocupes, estoy bien —le dije
Georgina Harper El médico, que sostenía a nuestro recién nacido, frunció el ceño con preocupación mientras realizaba algunas maniobras para estimular al bebé a llorar. Mientras tanto, Zucker y yo observábamos la escena con angustia, rogando de que nuestro hijo se salvara. Después de un tiempo que a nosotros nos pareció eterno, y luego del esfuerzo del médico, el llanto de nuestro bebé, era débil y apenas audible. Zucker apretó mi mano con fuerza, su mirada reflejaba el pánico que sentía. Me sentí paralizada por la angustia mientras veía al médico realizar más procedimientos a nuestro bebé. —¿Qué está pasando? ¿Por qué no llora fuerte? —pregunté suplicante, con lágrimas en los ojos. El médico se esforzó por mantener la calma mientras continuaba trabajando en el bebé. —Estamos haciendo todo lo posible, pero el bebé está teniendo dificultades. Vamos a llevarlo, evaluarlo y proporcionarle la atención que necesita. Sin más explicaciones, el médico tomó al bebé en sus brazos y lo ret
Bárbara SummersMi cuerpo se quedó pasmado por un segundo, estaba por completo sorprendida por el inesperado beso de Lawson. Fue un beso apasionado y ardiente, pero también fue un recordatorio de todos los conflictos y el dolor que podía causarme una relación con ella.Mis emociones oscilaron entre el deseo y la ira mientras él me besaba, pero al final prevaleció la furia. Empujé con todas mis fuerzas, tratando de apartarlo de mí, aunque su agarre en mi nuca no cedía fácilmente y apenas pude moverlos unos escasos centímetros.—¡¡¡Detente, Lawson!!! —grité, finalmente logrando separarme de él—. ¿Qué te crees que estás haciendo? ¿Acaso has perdido la cabeza por completo?Mi corazón latía con fuerza, no solo por la sorpresa del beso, sino por la rabia que sentía ante su atrevimiento. No permitiría que jugara con mis emociones y se burlaran de mí o demostrara que soy una desvergonzada.Lawson retrocedió unos pasos, sus ojos llenos de deseo.—¿Qué pensarías si te dijera que se te hizo el
Zucker Hall.Ya había pasado un mes desde que nuestro bebé había nacido, y él continuaba luchando en la unidad de cuidados intensivos de Neonatos. La afección cardíaca que lo afectaba era un desafío formidable, y la incertidumbre seguía siendo nuestra compañera constante.Georgina y yo pasábamos la mayor parte del tiempo a su lado. Observábamos a nuestro pequeño luchador a través del cristal de la incubadora, con el corazón en la mano. Cada monitor y cada cable que lo rodeaban eran recordatorios constantes de su fragilidad.Nuestro hijo estaba conectado a máquinas que monitoreaban su ritmo cardíaco y su respiración. A veces, parecía que su pequeño corazón se cansaba y su respiración se volvía irregular. En esos momentos, sentíamos un nudo en la garganta y temíamos lo peor, y ese momento era uno de esos.—¡Se va a morir nuestro bebé Zucker! —exclamó Georgina desesperada, mientras yo la sostenía con fuerza, evitando que se derrumbara.Yo también sentía miedo, dolor, rabia, impotencia,
Georgina HallVeía de rodillas a Zucker con sus ojos brillantes de la emoción, me parecía mentira, tenía la sensación de que me había quedado dormida y estaba en un sueño, porque la otra opción es que él se hubiese vuelto loco.Me llevé la mano a la boca y cerré los ojos con fuerza, mientras mi corazón golpeteaba en mi pecho como si se trataran del repique de las campanas de una iglesia, me llevé la mano al pecho y por fin abrí los ojos de nuevo y sí, él continuaba allí, de rodillas, esperando mi respuesta.Quizás lo lógico sería mandarlo a la porra, de todas maneras duró un tiempo que no creyó en mí, pero el sentido común prevaleció, desde que volví y sobre todo el último mes de nacimiento de nuestro hijo, él se había portado no solo como un buen padre para mi hijo, sino también se había comportado como un perfecto caballero para mí, y mi gran apoyo, sin embargo, lo que pesaba aún más es que me amaba y yo… me había enamorado en ese tiempo de él.Lo veía como trataba a nuestro pequeño
Bárbara SummersDurante el poco de un mes, mi salud había mejorado significativamente. Gracias a la fisioterapia y al apoyo de Taylor que se había convertido en una gran amiga.Había recuperado mi movilidad. Aunque aún enfrentaba desafíos, me sentía agradecida por cada pequeño avance que lograba.Había estado en contacto con Georgina durante ese tiempo, preguntándole por el estado de su pequeño hijo, a quien yo quería como si fuera de mi propia sangre, porque lo había amado desde que llegué junto a su madre.Nuestro pequeño Diallo había nacido con una afección cardíaca, y Georgina y Zucker habían estado luchando juntos, por su salud. Constantemente mis pensamientos y oraciones estaban con ellos, esperando que nuestro pequeño guerrero se recuperara.Estaba en la sala jugando con mi pequeña hija, cuando escuché que el celular de Lawson repicó y lo escuché hablar.—¿Pero qué tiene el bebé? —preguntó y enseguida se escuchó su respuesta—Voy para allá.Cuando cortó la llamada, yo no pude ev
Lawson HallComo estaba pendiente de todo lo que hacía Bárbara, no pude evitar observar cuando ella se escabulló detrás de Zucker. La visión encendió un fuego lento en mi pecho y mis manos se cerraron en puños. Cada paso que ella daba hacia Zucker era una provocación deliberada, así que no dudé en seguirla y en la terraza del edificio, vi cómo sus cuerpos se unieron en un abrazo, fue como si ella hubiera encendido una cerilla contra mi contención.Así que decidí entrar, la miré con desprecio, no podía creer lo descarada que había sido, siguiendo a mi hermano en un momento tan vulnerable, para ofrecérsele. Por eso cuando entré, le dije que se quedara conmigo, que necesitaba hablar con ella, mi hermano salió y nos dejó solo.—¿Qué quieres, Lawson? Estamos pasando por un momento muy difícil, y no tengo tiempo para discusiones —respondió con firmeza, aunque su voz temblaba un poco.Me acerqué a ella, mis ojos clavados en los suyos, llenos de hostilidad.—No te hagas la inocente, Bárbar