Georgina Harper El médico, que sostenía a nuestro recién nacido, frunció el ceño con preocupación mientras realizaba algunas maniobras para estimular al bebé a llorar. Mientras tanto, Zucker y yo observábamos la escena con angustia, rogando de que nuestro hijo se salvara. Después de un tiempo que a nosotros nos pareció eterno, y luego del esfuerzo del médico, el llanto de nuestro bebé, era débil y apenas audible. Zucker apretó mi mano con fuerza, su mirada reflejaba el pánico que sentía. Me sentí paralizada por la angustia mientras veía al médico realizar más procedimientos a nuestro bebé. —¿Qué está pasando? ¿Por qué no llora fuerte? —pregunté suplicante, con lágrimas en los ojos. El médico se esforzó por mantener la calma mientras continuaba trabajando en el bebé. —Estamos haciendo todo lo posible, pero el bebé está teniendo dificultades. Vamos a llevarlo, evaluarlo y proporcionarle la atención que necesita. Sin más explicaciones, el médico tomó al bebé en sus brazos y lo ret
Bárbara SummersMi cuerpo se quedó pasmado por un segundo, estaba por completo sorprendida por el inesperado beso de Lawson. Fue un beso apasionado y ardiente, pero también fue un recordatorio de todos los conflictos y el dolor que podía causarme una relación con ella.Mis emociones oscilaron entre el deseo y la ira mientras él me besaba, pero al final prevaleció la furia. Empujé con todas mis fuerzas, tratando de apartarlo de mí, aunque su agarre en mi nuca no cedía fácilmente y apenas pude moverlos unos escasos centímetros.—¡¡¡Detente, Lawson!!! —grité, finalmente logrando separarme de él—. ¿Qué te crees que estás haciendo? ¿Acaso has perdido la cabeza por completo?Mi corazón latía con fuerza, no solo por la sorpresa del beso, sino por la rabia que sentía ante su atrevimiento. No permitiría que jugara con mis emociones y se burlaran de mí o demostrara que soy una desvergonzada.Lawson retrocedió unos pasos, sus ojos llenos de deseo.—¿Qué pensarías si te dijera que se te hizo el
Zucker Hall.Ya había pasado un mes desde que nuestro bebé había nacido, y él continuaba luchando en la unidad de cuidados intensivos de Neonatos. La afección cardíaca que lo afectaba era un desafío formidable, y la incertidumbre seguía siendo nuestra compañera constante.Georgina y yo pasábamos la mayor parte del tiempo a su lado. Observábamos a nuestro pequeño luchador a través del cristal de la incubadora, con el corazón en la mano. Cada monitor y cada cable que lo rodeaban eran recordatorios constantes de su fragilidad.Nuestro hijo estaba conectado a máquinas que monitoreaban su ritmo cardíaco y su respiración. A veces, parecía que su pequeño corazón se cansaba y su respiración se volvía irregular. En esos momentos, sentíamos un nudo en la garganta y temíamos lo peor, y ese momento era uno de esos.—¡Se va a morir nuestro bebé Zucker! —exclamó Georgina desesperada, mientras yo la sostenía con fuerza, evitando que se derrumbara.Yo también sentía miedo, dolor, rabia, impotencia,
Georgina HallVeía de rodillas a Zucker con sus ojos brillantes de la emoción, me parecía mentira, tenía la sensación de que me había quedado dormida y estaba en un sueño, porque la otra opción es que él se hubiese vuelto loco.Me llevé la mano a la boca y cerré los ojos con fuerza, mientras mi corazón golpeteaba en mi pecho como si se trataran del repique de las campanas de una iglesia, me llevé la mano al pecho y por fin abrí los ojos de nuevo y sí, él continuaba allí, de rodillas, esperando mi respuesta.Quizás lo lógico sería mandarlo a la porra, de todas maneras duró un tiempo que no creyó en mí, pero el sentido común prevaleció, desde que volví y sobre todo el último mes de nacimiento de nuestro hijo, él se había portado no solo como un buen padre para mi hijo, sino también se había comportado como un perfecto caballero para mí, y mi gran apoyo, sin embargo, lo que pesaba aún más es que me amaba y yo… me había enamorado en ese tiempo de él.Lo veía como trataba a nuestro pequeño
Bárbara SummersDurante el poco de un mes, mi salud había mejorado significativamente. Gracias a la fisioterapia y al apoyo de Taylor que se había convertido en una gran amiga.Había recuperado mi movilidad. Aunque aún enfrentaba desafíos, me sentía agradecida por cada pequeño avance que lograba.Había estado en contacto con Georgina durante ese tiempo, preguntándole por el estado de su pequeño hijo, a quien yo quería como si fuera de mi propia sangre, porque lo había amado desde que llegué junto a su madre.Nuestro pequeño Diallo había nacido con una afección cardíaca, y Georgina y Zucker habían estado luchando juntos, por su salud. Constantemente mis pensamientos y oraciones estaban con ellos, esperando que nuestro pequeño guerrero se recuperara.Estaba en la sala jugando con mi pequeña hija, cuando escuché que el celular de Lawson repicó y lo escuché hablar.—¿Pero qué tiene el bebé? —preguntó y enseguida se escuchó su respuesta—Voy para allá.Cuando cortó la llamada, yo no pude ev
Lawson HallComo estaba pendiente de todo lo que hacía Bárbara, no pude evitar observar cuando ella se escabulló detrás de Zucker. La visión encendió un fuego lento en mi pecho y mis manos se cerraron en puños. Cada paso que ella daba hacia Zucker era una provocación deliberada, así que no dudé en seguirla y en la terraza del edificio, vi cómo sus cuerpos se unieron en un abrazo, fue como si ella hubiera encendido una cerilla contra mi contención.Así que decidí entrar, la miré con desprecio, no podía creer lo descarada que había sido, siguiendo a mi hermano en un momento tan vulnerable, para ofrecérsele. Por eso cuando entré, le dije que se quedara conmigo, que necesitaba hablar con ella, mi hermano salió y nos dejó solo.—¿Qué quieres, Lawson? Estamos pasando por un momento muy difícil, y no tengo tiempo para discusiones —respondió con firmeza, aunque su voz temblaba un poco.Me acerqué a ella, mis ojos clavados en los suyos, llenos de hostilidad.—No te hagas la inocente, Bárbar
Bárbara Summers.La silueta de Georgina enmarcaba las luces fluorescentes mientras avanzaba, con sus tacones chasqueando sobre las baldosas estériles del hospital. Se acercó a mí, que permanecía tirada en el suelo, llorando y con las manos temblorosas, sintiendo la peor vergüenza de mi vida.Los ojos expectantes de todos en la sala de espera, se posaron en Georgina y en mí, esperando seguramente que ella arremetiera en mi contra, y yo la observé con dolor en mi mirada, con miedo, porque no soportaría que ella le creyera a él.Georgina se mantuvo firme frente a la mirada acusatoria de Lawson, su voz era inesperadamente suave, un murmullo tranquilizador en medio del caos cuando me habló.Extendió la mano, y con el pulgar apartó las lágrimas que corrían por mis mejillas, luego con sus dedos levantó suavemente mi barbilla para obligarme a mirarla a los ojos.—No te preocupes, Bárbara. Yo confío en ti. Lawson tiene la mente nublada por la rabia y eso no lo deja pensar con claridad. No per
Bárbara Summers Hay un momento en la vida que te das cuenta de que tarde o temprano lo malo que hiciste te alcanza, yo había tratado de redimirse, pero me daba cuenta de que no había redención sin castigo y yo merecía el mío.También que a veces por mucho que buscabas cambiar, el pasado te perseguía y era inclemente. Sentí el frío mordisco de las esposas al colocarlas en mi muñeca. Tenía las manos extendidas, un gesto de rendición que contradecía mi determinación interior. El murmullo de la multitud crecía como un mar enfurecido mientras me llevaban, sin embargo, mi atención se centró en la figura decidida de Georgina, que caminaba hacia mí con el rostro marcado por la preocupación, abriéndose paso entre la masa de cuerpos en un intento por llegar hasta mí.—Por favor, no se la lleven… ella no está bien de salud. —sollozó—¡No pueden hacerle esto! La voz de Georgina se quebró de desesperación.—Tranquila Geo, todo estará bien, tarde o temprano, tenía que rendir cuenta a la justicia