Massimo Crane La presencia repentina de Emma en la habitación trajo un cambio inesperado en el ambiente. Su semblante, aunque mostraba señales de preocupación y fatiga por lo que estaba pasando, irradiaba una férrea determinación al enfrentarse a Lila. —No tienes derecho a estar aquí, Lila. Has causado suficiente daño a mi familia. Emerith es mi madre, y la de Lissa, jamás permitiré que te la lleves contigo —dijo Emma, su voz temblaba ligeramente, pero su inflexibilidad era evidente mientras se acercaba a su madre y esta se abrazaba aferrándose a ella buscando protección como si fuera una niña. Lila, sorprendida por la entrada de Emma y su declaración, trató de mantener su postura, aunque era evidente que su confianza se tambaleaba. —Estoy aquí porque soy la pariente más cercana legalmente de Emerith. La ley está de mi lado, Emma, tú en este momento no puedes atenderla… —trató de justificarse. —¡Tú no eres nada! Tú solo eres la perra que se hizo pasar por su amiga y le montó una t
Massimo CraneLo que Lila afirmaba era inverosímil. Mis pensamientos se agolparon en mi mente, rechazando con fuerza esa idea que a mí me resultaba repugnante. No podía ser cierto. Después de haber estado con Emerith, nunca estuve con ninguna mujer, porque ella era el único amor de mi vida, y la idea de haber tenido algo con Lila me resultaba inaceptable.—¡Es mentira! ¡Tú estás mintiendo! —exclamé, mi voz temblaba de furia y desconcierto, sentía que el aire me faltaba.No podía creer que esa maldita mujer continuara aun destruyendo mi vida después de tantos años. Lila soltó una risa despiadada, disfrutando de mi angustia.—Lo siento, Massimo, pero es la verdad. Leyna es nuestra hija, no hay forma de que lo niegues. Si lo deseas, puedes hacer una prueba de ADN, si no me crees, te vas a sorprender con los resultados.Sentí cómo el mundo se desmoronaba a mí alrededor. Mis manos se encogieron en puños, mi mente era un caos de negación y desesperación. ¿Cómo podía ser posible? Era inconc
Tarah KontosCuando llegamos que Emma, corrió a agarrar a Max y le dijo que lo necesitaba, no pude evitar reírme ante la alegría que demostró él, diciéndole que era de ella en el momento, cómo y en el lugar que quisiera, Emma se quedó viéndolo extraño, por unos segundos no lo entendió y de pronto fue como si por fin comprendiera la emoción de su voz.—No te alegres mucho, que a mí no me sirves de mucho, sino a tu padre —dijo y enseguida Max puso su expresión de tristeza y a pesar de mi burla hacia él me causó lástima, porque en verdad le había dado duro el amor.—Ah, claro, señorita Leyton ¿Para qué soy bueno? Aunque creo que no debería agitarse, porque usted está en observación por unos puntos y tiene un estado psicológico complicado —le respondió con aparente indiferencia, pero ella hizo una seña con la mano en señal de que no le importaba eso.—Ah, ya no, yo misma me di de alta, pero necesito algo tuyo y tuyo —dijo señalando a Max y también a Alexis y enseguida yo me engrinché. —¿
Emma Leyton Lloré durante unos minutos más, sintiendo los brazos reconfortantes de Maxwell rodeándome, sus palabras eran dulces y cálidas, y aunque en ese momento no podía calmar mi dolor, me ofreció un consuelo que valoraba profundamente. Finalmente, logré recomponerme poco a poco, secando mis lágrimas con la manga de mi suéter. Miré a Max, sus ojos mostraban preocupación y comprensión, y por eso estaba allí apoyándome, eso me emocionó profundamente. —Siento mucho haberte dicho eso y haberte hecho llorar, después de todo tienes razón, soy un bruto —expresó Maxwell molesto consigo mismo. —No te preocupes, es que ando a la defensiva y todo lo ocurrido me ha tenido desconcertada y abrumada. Más bien gracias, Max. Aprecio mucho tu apoyo y tus palabras de hace pocos segundos. Sé que las dijiste de corazón —le agradecí con sinceridad, tratando de sonreír a pesar de la tristeza que pronto me embargaba. Max me miró con ternura y asintió, luego se colocó de nuevo frente al volante del con
Alexis KontosTal y como le había prometido a Tarah, después de una ajetreada semana salimos a visitar a su familia, acompañados de Zachary y de Thalía, porque me negaba a dejar sola a mi hija, mientras este no dejaba de protestar. —¿Acaso crees que no voy a saber cuidar bien a mi esposa y a mi hijo? —protestó Zachary —, es que hasta mi vida soy capaz de darla por ellos.—Precisamente por eso debo cuidarlos y deja de protestar, jamás dejaré de proteger a mi hija, así tenga cien años, y tú no te creas con mucho derecho sobre ella, porque aún no he visto boda, ¡No es tu esposa! ¿Dónde está el anillo? —pregunté mostrando la mano de mi hija.—¿Es eso lo que ocurre? Entonces ¡Pide desviar este aparato para Las vegas! —exclamó Zach.—¿Qué carajos pretendes? ¿Casarte con mi hija en Las vegas? —pregunté en tono de sorpresa.—Me estás diciendo que no tengo derecho a opinar nada sobre Thalía porque no soy su esposo, entonces quiero resolver esa situación lo más pronto posible —alegó Zachary y
Thalía Kontos.Llegamos a Las Vegas con una sensación de emoción y alegría que fluía en el aire. Mi entusiasmo era contagioso mientras recorríamos el bullicio de la ciudad, admirando los carteles luminosos y las extravagantes construcciones.Zachary y yo estábamos en nuestro propio mundo, disfrutando de cada momento juntos. Nuestra complicidad era palpable, una chispa que iluminaba cada paso que dábamos, cada gesto y mirada que compartíamos.Vi a mi padre, a mi hermanito y a Tarah que nos observaban con una sonrisa.—¿Estás lista para esto? —me preguntó Zachary, tomando mi mano con ternura mientras caminábamos hacia la pequeña capilla.—Más lista de lo que he estado nunca —respondí sin poder contener la sonrisa radiante en mi rostro.Nos acomodamos en la capilla, rodeados de luces brillantes y música alegre. El amor estaba en el aire, palpable y casi tangible. La ceremonia fue sencilla, aunque llena de emoción y significado. Intercambiamos nuestros votos conmovedores, prometiéndonos,
Tarah KontosAntes de que yo pudiera decirle algo a mi esposo me había callado con un beso, que fue interrumpido cuando mi madre nos pasó al amplio comedor y nos fue indicando donde sentarnos a cada uno, cuando vi a Sarah corrí hacia ella y la abracé.—Amiga, me alegra tanto que estés de nuevo aquí y con mi hermano, ¿Viste? Sabía que eras lo más importante para él —expresé y mi amiga, asintió.—Tenemos que ponernos al tanto de muchas cosas que sucedieron… no hemos aún dicho nada a los demás sobre mi condición y, por otra parte, tengo mis sospechas que esa tal Suzanne junto con Bárbara fraguaron un plan en mi contra —susurró bajito para que solo yo la escuchara y así me contó todo lo que había pasado.—Con eso que me dices, es muy probable que esas brujas se hayan confabulado con el médico para ese diagnóstico y la información no es cierta —dije sin dejar de sorprenderme por lo que eran capaces algunas mujeres.—Fue lo mismo que sospechamos nosotros.—¿Y entonces, qué esperas para ir a
Sarah FarfánCuando mi teléfono sonó, no pude evitar saltar de la impresión, como si estuviera a punto de recibir una mala noticia y segundos después escuché la voz al otro lado de la línea.“Señorita, Farfán, la llamo desde el Hospital General de Montreal, para informarle que su madre, la señora Serafina Farfán, ha ingresado hospitalizada a nuestro centro de salud, sufrió un infarto”, cuando escuché esas palabras, sentí que el cuerpo me empezó a temblar.—¡No puede ser! ¡Por Dios! —no entendía cómo mi madre estaba ingresada en un hospital de Quebec, cuando ella no vivía en Canadá, sino en los Estados Unidos— ¿Cómo es eso posible?“La señora estaba de visita en el país, y el primer número de contacto que tenía era el suyo”, sentí marearme un poco y la preocupación instalarse en mi interior.—Está bien, allí estaré.Cuando corté la llamada, todos me estaban rodeando, en primer lugar Michael, quien me miraba de manera interrogativa.—Es mamá, no sé las razones por las que estaba aquí en