Thalía Kontos.Llegamos a Las Vegas con una sensación de emoción y alegría que fluía en el aire. Mi entusiasmo era contagioso mientras recorríamos el bullicio de la ciudad, admirando los carteles luminosos y las extravagantes construcciones.Zachary y yo estábamos en nuestro propio mundo, disfrutando de cada momento juntos. Nuestra complicidad era palpable, una chispa que iluminaba cada paso que dábamos, cada gesto y mirada que compartíamos.Vi a mi padre, a mi hermanito y a Tarah que nos observaban con una sonrisa.—¿Estás lista para esto? —me preguntó Zachary, tomando mi mano con ternura mientras caminábamos hacia la pequeña capilla.—Más lista de lo que he estado nunca —respondí sin poder contener la sonrisa radiante en mi rostro.Nos acomodamos en la capilla, rodeados de luces brillantes y música alegre. El amor estaba en el aire, palpable y casi tangible. La ceremonia fue sencilla, aunque llena de emoción y significado. Intercambiamos nuestros votos conmovedores, prometiéndonos,
Tarah KontosAntes de que yo pudiera decirle algo a mi esposo me había callado con un beso, que fue interrumpido cuando mi madre nos pasó al amplio comedor y nos fue indicando donde sentarnos a cada uno, cuando vi a Sarah corrí hacia ella y la abracé.—Amiga, me alegra tanto que estés de nuevo aquí y con mi hermano, ¿Viste? Sabía que eras lo más importante para él —expresé y mi amiga, asintió.—Tenemos que ponernos al tanto de muchas cosas que sucedieron… no hemos aún dicho nada a los demás sobre mi condición y, por otra parte, tengo mis sospechas que esa tal Suzanne junto con Bárbara fraguaron un plan en mi contra —susurró bajito para que solo yo la escuchara y así me contó todo lo que había pasado.—Con eso que me dices, es muy probable que esas brujas se hayan confabulado con el médico para ese diagnóstico y la información no es cierta —dije sin dejar de sorprenderme por lo que eran capaces algunas mujeres.—Fue lo mismo que sospechamos nosotros.—¿Y entonces, qué esperas para ir a
Sarah FarfánCuando mi teléfono sonó, no pude evitar saltar de la impresión, como si estuviera a punto de recibir una mala noticia y segundos después escuché la voz al otro lado de la línea.“Señorita, Farfán, la llamo desde el Hospital General de Montreal, para informarle que su madre, la señora Serafina Farfán, ha ingresado hospitalizada a nuestro centro de salud, sufrió un infarto”, cuando escuché esas palabras, sentí que el cuerpo me empezó a temblar.—¡No puede ser! ¡Por Dios! —no entendía cómo mi madre estaba ingresada en un hospital de Quebec, cuando ella no vivía en Canadá, sino en los Estados Unidos— ¿Cómo es eso posible?“La señora estaba de visita en el país, y el primer número de contacto que tenía era el suyo”, sentí marearme un poco y la preocupación instalarse en mi interior.—Está bien, allí estaré.Cuando corté la llamada, todos me estaban rodeando, en primer lugar Michael, quien me miraba de manera interrogativa.—Es mamá, no sé las razones por las que estaba aquí en
Sarah FarfánEntonces, dejé atrás la tensión de aquel momento y me encaminé hacia la habitación de mi madre. Al entrar, la vi recostada en la cama del hospital, con una expresión serena, aunque cansada.—Mamá, ¿Cómo estás? ¿Qué pasó? ¿Por qué estás aquí en Montreal? —le pregunté, preocupada.Ella me sonrió débilmente y tomó mi mano con ternura.—Querida, siento haberte preocupado así. Estoy bien ahora… solo fue un susto. Venía a verte, a conversar contigo. Porque… hay cosas que no te había contado y ahora necesito decírtelas, Sara —dijo en voz baja, con una mirada que reflejaba una mezcla de tristeza, arrepentimiento y determinación.Me senté junto a ella, ansiosa por escuchar lo que tenía que decirme.—El mismo día que te fuiste de casa fue un investigador a preguntar por la hija que había tenido, iba de parte de tu padre… Sarah, yo te dije que tu padre había muerto, pero eso no es cierto... tu padre era un hombre casado y tuvimos una aventura, volvió con su esposa, y nunca le dije q
Sarah FarfánMi determinación no menguó a pesar de la reacción de Zucker. Y me urgía saber de mi hermana, así que me acerqué a una enfermera cercana y pregunté por la esposa de Gregorio Harper.—¿Habla de Georgia? —preguntó con tristeza, mientras negaba con la cabeza—, no está, la señora sufrió un infarto después de llegar del velatorio de su esposo, y su hija no aparece por ningún lado.—¿Y dónde está la señora? —interrogó.—Ella fue trasladada a la morgue —respondió la enfermera.Antes de que yo pudiera hablar lo hizo Michael.—No se preocupe, nosotros nos vamos a encargar del sepelio de la señora, llamaremos a alguien para que arregle todo.Tomó su teléfono y marcó a alguien, a quien le dio las instrucciones, nos despedimos de la enfermera y comenzamos a caminar por donde habíamos entrado.—Mi amor, ahora vamos a la estación policial a buscarla —me propuso y me tomó de la mano mientras caminábamos.—¿Necesitan ayuda? —preguntó Alexis cuando llegamos donde estaba él y nosotros negam
Georgina Harper —¡Hermana! ¡No puedo creerlo! ¡Quería tanto tener una hermana! —exclamé sin poder contener mis sollozos, aferrándome a ella como si temiera que desapareciera si me soltaba.—Yo también, Georgina, siempre quise tener una hermana, por eso este momento es tan especial para mí. Siento mucho todo lo que ha pasado, la pérdida de tu papá, bueno de nuestro padre y de tu mamá... —respondió mi hermana entre lágrimas, devolviéndome el abrazo con igual intensidad.Tarah y Michael se acercaron con gestos de apoyo y comprensión. Mi amiga también se unió al abrazo.—Soy Tarah, amiga y cuñada de Sarah. Estamos aquí para apoyarte en este momento tan difícil. Lo siento mucho por todo lo que ha sucedido. Estamos contigo, Georgina —expresó la mujer con calidez.—Gracias, no sé cómo agradecerles esto... Es tan abrumador —dije entre lágrimas, mostrando un atisbo de gratitud en medio del dolor que me embargaba.—¿Cómo te encuentras? ¿Necesitas algo? ¿Podemos ayudarte en algo más? —me pregun
Emma Leyton—Gracias por traerme, espero estén bien —expresé despidiéndome.—Emma, ¿Podemos bajarnos? Es que en verdad deseo ver a tu madre —manifestó el padre de Maxwell.Por un momento me quedé pensativa y al final accedí. Caminamos hasta la casa, y encontramos a Gregory, Lissa y mi madre, quien al vernos sonrió y se levantó a recibirnos.—Emma, llegaste… te extrañé—, me dijo mientras me abrazaba.—Mamá, también te he extrañado mucho, traje visitas Maxwell y su padre Massimo ¿Te acuerdas de él? —le pregunté y ella asintió.—Sí, es el señor papá de la hija de la bruja —respondió con seriedad mientras nosotros nos mirábamos con sorpresa.—Lo siento Emerith, yo no sé si en verdad esa joven es mi hija… vamos a esperar los resultados de la prueba de ADN —respondió Massimo.—En esa mujer mala, nunca confíes —dijo ella con seriedad.Él se acercó y se arrodilló frente a ella.—¿Te hizo daño? ¿Puedes recordar lo que te hizo? —le preguntó y ella se quedó pensativa.Se abrazó a sí misma mientr
Emma LeytonDías despuésHabía llegado el día que teníamos que buscar los resultados de la prueba de ADN, me levanté temprano, y preparé la comida para mi madre y a mi hermana.—Hola, hermanita, veo que te caíste de la cama ¿Estás bien? —me preguntó Lissa con preocupación.—Estoy bien, solo quería prepararles la comida antes de ir con los Crane a buscar los resultados.—¿Y vas a darle hoy la respuesta a Max? —no esperó respuesta y siguió hablando—. Ese pobre hombre no deja de venir todos los días a buscar respuesta ¿Cuándo se la vas a dar? —preguntó mi hermana.—¿Estás intercediendo por tu hermano? —inquirí con curiosidad.Lissa se rió suavemente.—Tal vez un poco, pero es que me preocupa. Yo que lo conozco desde hace un tiempo no lo había visto nunca así. Está como un alma en pena, Emma. Y honestamente, creo que es verdad que siente algo muy genuino por ti.Sus palabras resonaron en mi mente mientras continuaba con mis quehaceres matutinos. Había estado pensando mucho en las palabra