Amigável

Creo que no fui un caballero.

Boca arriba en la cama sudado y con el corazón galopando, la mente despierta y el resto de mi virilidad también, sentí a Yvonne respirando a prisa a mi lado. Quería decirle muchas cosas, quería decirle lo que me había fascinado estar con ella, tocarla, besarla, poseerla. En toda mi edad, mis años modernos, no pensé que me sucedería algo así. Estar justo donde quería estar y querer quedarme, que fuera mi decisión. Ayarit no cabía en ese momento simplemente porque este momento en mi mundo era perfecto. Giré a la derecha y la vi. Vi sus senos descubiertos, pequeños y redondos, subían y bajaban con los pezones adormecidos. Su piel ni tan blanca ni tan trigueña brillaba de sudor, el sudor del sexo, el sudor de nuestro primer encuentro. Sus ojos se encontraron con los míos, apenas si podía respirar pero sonrió rubo

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