Oscuridad. Total oscuridad, ni una abertura en las nubes por donde una estrella brillara o la luna iluminara.
Al principio de mi carrera, la euforia, el miedo y las ganas de alejarme de ahí me guiaron en una carrera en línea recta, al principio solo tierra y grama, luego monte, alto, cortante, mojado monte. En mi carrera, a mis espaldas, escuché ruedas sobre la tierra ¿uno? no, dos autos se acercaban a esa…por primera vez me detuve, tomé aire, me doble con las manos en las rodillas y respiré, inhala, exhala, que no te marees, olía a tierra mojada, eso lo noté ahora que me calmaba, que creí que podía calmarme para poder seguir. Me enderecé y vi hacia atrás. Aparté las ramas, ahí estaba la casa, un granero grande y apenas cuidado, volví a ocultarme ¿Dónde estaba? ¿Hacia dónde debía ir? No podía seguir caminando sin
Tuve que ayudarla a bajar de la camioneta, viajamos en completo silencio desde su casa hasta aquí, un lugar remoto lejos en Betel, donde según papá el abuelo solía traer ciertas aventurillas. La verdad no tenía nada más que hablar con ella, en mi cabeza solo existían pedazos de películas donde a Yvonne pudiera sucederle algo, donde la golpeara, donde muriera, donde se preguntara porque yo no la encontraba, conociéndola podía pensar lo peor de mí, sobre todo después de tantas discusiones.Fue mamá a quien se le ocurrió que podrían estar ahí porque nadie vio pasar ningún carro rumbo a la casa. Dejé atrás a los muchachos, a los hombres y mujeres de la búsqueda y fui solo con Ayarit. Ella no tenía mucho que decir, y si tenía no podía, sé que me miraba de a ratos pero no era mi intención intercambiar miradas
Desperté tan cansada como quien no duerme en una larga vigilia. Los ojos tan pesados por lo hinchado de los parpados y un ardor en sus comisuras.Sentía como el pecho me dolía quizás por el llanto contenido y luego expulsado, hubiese querido gritar y llorar llevándome todo por el medio pero no lo hice. Todavía no sé porque. Había perdido a mi esposo el mismo día de nuestra boda. Era terrible esta sensación. Ver su expresión, rememorar su silencio, su saliva pasando gruesa por su garganta, su cuerpo alejándose, era agotador el solo recuerdo.Sola no estaba en la habitación de eso me había dado cuenta también.Sin abrir las cortinas, parado con las manos tomadas atrás mirando por una abertura hacia afuera estaba mi padre. Con ellos no sabía cómo describir la vergüenza, yo no era una niña, ya ese tiempo en que se cometen locuras
Descubrí que llevaba un monólogo treinta segundos después. O a mi mujer le aburría mi charla con reproches de sus actuaciones o estaba rendida, agotada, asustada y obviamente no le importaba lo que yo dijera en ese momento, su defensa: quedar completamente rendida, con el cuerpo relajado arrimado de medio lado, el cabello mojado cayéndole en la cara enredado, ella…ahí.Bajé corriendo, la noche era fría, ella estaba fría, yo mojado y herido.Yvonne nunca fue liviana, sacarla de la camioneta me costó un poco, apenas si abrió un poco los ojos y volvió a aletargarse, su cabeza de aquí para allá en mi carrera hacia nuestra casa, con la suerte que atrás llegaron mamá, Leo, Liborio y otros a caballo.Mamá corrió para ayudarme abrir, luego tenderla sobre la cama.– ¿Qué te dijo?–Nada.
Quería mantenerme despierta pero resultó imposible. El sueño me venció otra vez. Jasper me dijo que Ensuan había salido a declarar sobre lo sucedido en sus tierras, Isabel trasladó lo que tenía que cocinar a mi casa y junto con otras mujeres preparó todo para recibir el año nuevo, a esta mujer no la detenía nada, lo malo ya había pasado, pensaba seguramente.Recuerdo haber visto los ojos curiosos de las niñas al borde de la puerta pero los míos se cerraban después de tomar un caldo de la mano de mi suegra, la cual no paró de sentirse avergonzada por lo sucedido, me besó varias veces las mejillas, me abrazó, me prometió su protección y dijo que me quería, no necesitaba nada más para ser feliz aquí.Me molestó enterarme que llevaba dormida más que minutos, la ventana estab, cerrada pero podía a&uacu
Betel. Este lugar era otra cosa. No habíamos parado de sembrar y recoger, seguir el camino desde el portón, ahora pintado y siempre cerrado por los acontecimientos del pasado, era más fácil. Había accedido a tener una sociedad con mi mujer y creo que papá no se quejaría. Depositamos la confianza en la crianza de animales que produjeran leche y carne y caballos fuertes que llevaran y trajeran a los campesinos y hacendados por el pueblo, mamá estaba feliz solo por eso, le gustaba que el pueblo, las haciendas se mantuvieran vírgenes en sus costumbres, ver a los hombres llegar a caballo le recordaban a su esposo, así que ayudaba en la crianza de estos caballos.Después de lo ocurrido hace un año y medio ella concedió plantas de café a los trabajadores para que sembraran en sus tierras. No le dieron gran importancia, era algo común oler y ver crecer el café de mamá
–Disculpe señorita, usted… ¿el doctor tardará mucho?-El doctor salió a una emergencia hace dos horas, no sé sí tardará o no. –Terminó con una bomba de su chicle. –Eso me dijo hace tres horas cuando pasé por aquí.–Las emergencias son emergencias señor ¡lo suyo es una emergencia?No supe que responder, para mí no lo era, serpientes me habían picado muchas. Miró la venda en mi brazo, hizo otra bomba y al mismo tiempo la puerta de la entrada se abrió de golpe.– ¡Doctor Rubén! –Lo saludé y él nos miró.–Ensuan. ¿Qué se te ofrece?–Llevo un rato esperándolo –La miré a ella –Me mordió una serpiente hace…cuatro horas.– ¿Cuatro horas? Pasa muchacho ¿por qu&
Tres toques en la puerta: María de Lourdes. No respondí. Llevaba casi dos horas arreglándome, convirtiéndome en lo que veía en el espejo, una dama de cortejo. Pasé las manos por mis caderas y luego alisé el frente del traje de seda color carmesí. Era un poco ceñido y también mostraba un tanto los senos pero hacía meses que no me interesaban muchos asuntos y uno de esos era este vestido para la boda de mi hermanita menor: María de Lourdes. De nuevo tres toques en la puerta de mi habitación.–¿Yvonne? –era su vocecita.–Enseguida te abro.Respiré, tomé compostura y fui a la puerta atravesando mi habitación toda pintada de rosa con apliques verdes, espaciosa, gran ventanal, baño privado, enorme cama, total soledad y decepción propia.Abrí.–¡Ahhh!¡Estas preciosa!Salt&oac
Todavía no obedecía a mamá en eso de ir y venir a caballo por la hacienda, estaba acostumbrado a mi moto y a mi ritmo. Sentía gran arrepentimiento al pensar en el tiempo que papá tuvo que sortear solo todos los compromisos.Salía temprano de la casa y regresaba bien tarde en la tarde. A veces solo iba a comer o mamá me mandaba la comida con Leo o el otro muchacho que había podido contratar. La hacienda no daba para grandes ahorros pero si iba bien, esperaba que el banco viera lo sólido que estábamos después de casi dos años y nos diera un préstamo.– ¡Recoge las gallinas Liborio!Le gritaba mamá al muchacho nuevo, había servido de mucho, conocía de reces y pude concretar la venta de leche por un tiempo adquiriendo doce vacas.– ¡Mamá me voy a la casa!– ¡Te estan esperando!Aceler&ea