Todavía no obedecía a mamá en eso de ir y venir a caballo por la hacienda, estaba acostumbrado a mi moto y a mi ritmo. Sentía gran arrepentimiento al pensar en el tiempo que papá tuvo que sortear solo todos los compromisos.
Salía temprano de la casa y regresaba bien tarde en la tarde. A veces solo iba a comer o mamá me mandaba la comida con Leo o el otro muchacho que había podido contratar. La hacienda no daba para grandes ahorros pero si iba bien, esperaba que el banco viera lo sólido que estábamos después de casi dos años y nos diera un préstamo.
– ¡Recoge las gallinas Liborio!
Le gritaba mamá al muchacho nuevo, había servido de mucho, conocía de reces y pude concretar la venta de leche por un tiempo adquiriendo doce vacas.
– ¡Mamá me voy a la casa!
– ¡Te estan esperando!
Aceleré hasta mi casa. Una tarde mamá me gritó eso y se trataba del doctor Rubén, pensé que estaría más alterado por lo de Ayarit pero me habló muy sereno en la entrada, no quiso entrar, me pidió que le diera tiempo a su hija y yo no refuté sus razones. Otro día era Don Silvestre de nuevo, venía a buscar ese café que había dejado pendiente, mamá le regaló un poco de mala gana y dice ella que amablemente le aclaró que no le daría más. Otro día eran las hermanas Rosales, me llevaron duraznos deliciosos, yo no tenía duraznos en mis tierras, no quería que pasaran pero eran coquetas y provocativas, tardé en deshacerme de ellas. Otro día, y creo que se repetía esa visita, se trataba de mi amigo Jasper, ahí estaba su camioneta, apagué la moto y corrí a abrazarlo.
–¡Qué buena sorpresa tú por acá!
–Vengo a llevarme los mejores plátanos, cambures y guanábanas de todo el país.
–Agrega a eso el mejor maíz, café y limón.
– ¡Claro que sí!
Volvimos a abrazarnos, me alegraba ver a alguien de la ciudad, alguien distinto.
–Pasa a la casa. –Abrí y entramos. –Deja que me asee y estoy contigo.
Fui al baño a lavarme la cara o más bien los pelos de la cara, pasé las manos por el cabello y salí.
–Me costó llegar a tu casa. –Me habló desde la sala. –esquivando vacas, toros, gallinas y unos patos locos.
–Es que a mamá le encanta ver a los animales sueltos. –Fui directo a la nevera – ¿Cerveza?
–Sí por favor. Tu siembra se ve muy bien.
–Nos ha ido bien, trabajamos mucho pero da frutos.
–Te gusta.
–Me gusta estar aquí, es la verdad. ¡Salud!–Chocamos las botellas frías.
–¿Y dinerito en el banco?
–Ya comenzó a aparecer, no fue fácil pero ya los hay y no me ha hecho falta tocarlo.
– ¡Salud por eso también! –Volvimos a chocar y bebimos. –Te falta es hacerle un cariñito a la casa. –Con la vista buscó donde sentarse.
–Sí, tenía unas sillas pero se fueron rompiendo, no soy buen carpintero.
–Pero habrán unos buenos por ahí, que también comen. –Se sentó entonces en el borde de la ventana, ahí lo refrescó a brisa y la trinitaria fucsia le tapaba del sol.
–Casi no me siento.
Rió.
– ¿Y la compañía?
–¿Te refieres a mujeres?
–Esa compañía.
Fui por un par de cervezas más.
–Nada, inexistente.
–Ayarit no se reporta.
–Técnicamente…terminamos hace un año cuando te conté.
Le entregué la nueva cerveza y bebió el fondito de la anterior antes de entregármela.
–Y estoy mejor así. Dedicado a mi trabajo, disfrutando de la tierra, solo.
–Pero el tiempo se te pasa Ensuan.
–Ha estado haciendo eso hace bastante, dicen que lo importante es estar en paz con uno mismo y trato de estarlo. No veo posibilidades con Ayarit y nunca fui bueno para conquistar, así que trato de no complicarme.
–Sí ya me di cuenta de eso, te he escrito al teléfono y enviado e–mails y ni siquiera los respondes
–A pues verás que el teléfono no sé dónde está, hace tiempo que le agarré miedo.
– ¿Miedo?–Reímos y fui por otras cervezas para los dos.
–Sí, tenía ya rato con el aparato apagado, días y decidí investigar en F******k que ocurría en el mundo exterior, aquí ni televisor tengo, lo enchufé, esperé, lo prendí, me saludó tu sabes: Hola Ensuan y luego comenzaron a llegar mensajes de voz, uno detrás de otro.
– ¿Y eso? Yo te envié varios debo estar anotado ahí.
–No escuché ninguno tuyo, le di prioridad a cuatro mensajes de W******p de Ayarit.
–Naturalmente.
– ¡Maldito desgraciado inseguro, falto de palabra, ojala la lluvia inunde cada pedazo de tierra de Betel! Ese fue el primero.
Comenzó a reír a carcajadas y tuvo que levantarse.
–Te buscaré queso hecho aquí por mamá. El segundo decía: Que la sequía consuma el techo de tu casa y no puedas salvar nada. Obviamente no seguí con el tercero ni el cuarto. Apagué el teléfono y no vi ni escuché más.
–Está dolida Ensuan. Compréndela.
–Le temo a sus deseos, no sé qué sería peor: la inundación o esa sequía pero le temo a ambas.
Casi se ahoga con el queso amarillo blando que mamá hacía.
–Bueno ya no importa que no hayas escuchado mis mensajes, ni leídos mis e–mails aquí te lo diré.
–Viejo no puedo trabajar contigo, me quitaría tiempo, ya viste como es.
–Lo entiendo, soy yo el que quiere trabajar contigo, bueno eso era una de las cosas, comprar las legumbres frescas, que me dieras prioridad para asumir un negocio con un encargado que pondré.
–Claro que sí, solo dime la cantidad y resuelto. Te puedo dar una lista de mis productos, hasta de los duraznos de mis coquetas vecinas.
– ¿Te quieren atrapar?
–Todo el tiempo. –Fui por otra cerveza y más queso, entre los dos nos comimos la primera tanda. –te pido disculpas por no haber visto tus mensajes, enmendaré mi error.
–Acepto tus disculpas. Y ya que no pude presumir de mi viaje por Europa contigo te mostraré algunas fotos en mi teléfono.
–Quiero verlas. – Me acomodé a su lado mientras el sacaba el I phone 5 impecable que tenía y buscaba la galería. –No me irás a mostrar pornografía.
–Algo de eso hay aquí pero no voy a mostrártelo. Estas son las de Alemania. –Comenzó a desplazar el dedo por cada imagen, lugares que visitó, luego abrió espacio para Francia, España, Italia y Portugal. –Estas son de una fiesta de boda a la que asistí. –El haciéndose selfies en mitad de la decoración, con los novios, con grupos de hombres, grupos numerosos brindando.
– ¿Quién es ella? –Le señalé una chica con traje ciruela que posaba junto a él y un hombre rubio.
–Ah esta era la dama de honor de la boda, hermana de la novia.
– ¿Y este el esposo?
–No, es su hermano mayor.
–Ummm.–Cambió la foto y también aparecía ella con un grupo de chicas, tenía bonita nariz, creo que era eso en su cara lo que se notaba, como el gancho. Ojos miel, si se acercaba la foto cosa que hizo Jasper y de esas bocas que no saben sonreír. –Hay mujeres bonitas en Portugal.
–Oh si, buenas piernas, mujeres fuertes, brazos de hierro, manos firmes.
–Vaya que descripción. –Pasó la siguiente foto y era de los novios pero en el fondo estaba ella mirándolos con tristeza. –¿Estaba enamorada del novio?
–No, estaba feliz pero un poco nostálgica También se casó y su matrimonio no duró nada así que esos recuerdos la mantuvieron alejada del grupo.
–Entonces es una divorciada amargada.
–Puede ser que en eso se convierta, siempre estuvo dedicada a trabajar con su padre y no se dio mucho tiempo, tuvo mala suerte nada más. –Pasó la siguiente y eran un par de viejos.
–Este es su padre ¿verdad?
–Sí, ella es idéntica a él. –Jasper giró la cara para verme. –Se llama Yvonne.
–Yvonne.
–Habla cuatro idiomas, no sé qué hace con tantas lenguas, es agrónoma, divorciada, tiene creo treinta años. Su hermanita, la novia es más bonita y huele muy bien, ella es más bien…
–Del campo. –Dije y le tomé el teléfono, retrocedí dos fotos.
– ¡Eso mismo! Del campo. ¿Recuerdas al profesor Arnaldo? Ese que no envejecía pero si era viejo y no se casaba.
–Aja.
– ¿Recuerdas que mandó a traer a una solterona de Portugal para hacerla su esposa y le dio cuatro hijos?
–Ajaaa. –Ese fue más largo, ¿qué me quería decir mi amigo?
–Yo me tomé la atribución de hablarle de ti a Yvonne.
– ¿De mí?–Le devolví el teléfono.
–Sí, ella desea salir de Madeira, lo de su matrimonio la ha marcado para mal, pero no puede salir así nomás de su casa, es una familia de compromisos.
– ¡Estás loco! ¿De qué hablas?
–De que tú estás solo y ella sola, a la larga ambos se amargarán.
–Bueno quizás esa soledad fue lo que la diferenció del resto en las fotos, pero yo no podría casarme con alguien sin conocerla.
–Conócela entonces.
–Está en Portugal Jasper.
–Está tan cerca como prendas tu computador y escribas un e–mail a su dirección.
–Para, para, para, no sigas inventando cosas.
– ¿Qué pierdes Ensuan? Ya viste su apariencia, sal de la monotonía y habla con alguien del mundo exterior aunque sea por e–mail. –Lo miré sin creer que yo estuviera considerándolo. –Eso si…nada de cámaras, estas que asustas y sabrá que apestas.
Jasper se marchó tarde, hasta compartimos, la comida que mamá llevó, dejamos por un momento de hablar del tema de la divorciada portuguesa y tratamos de concretar la necesidad que tenía de que le surtiera mercancía.
Antes de irse me dio un abrazo de hermano y luego me tomó por los hombros.
–Sé que no te interesa este asunto dela chica pero igual como de todos los rostros preguntaste fue por el de ella te envié una con acercamiento a tu celular, tendrás que correr el riesgo y encenderlo.
Solo le sonreí y correspondí a su afecto, ya los alimentos iban acomodados en su camioneta así que partió. Yogui lo siguió ladrando hasta el camino de piedra y luego regresó a la puerta conmigo. Acaricié su cabeza gris con negro y entré.
Entré el pozo que la bomba ahogaba, la lluvia que voló el techo de las gallinas, los patos que se dieron a la fuga e ir con mamá a visitar a papá pasó una semana.
No quería envejecer como un amargado, tampoco sin hijos, tampoco quería obligar a nadie a permanecer conmigo y entonces se amargara. Día tras día desechaba la idea de ver el teléfono, mucho menos encender mi laptop para enviar un e–mail. Cuatro idiomas, ¿uno de esos sería el español? Yo no hablaba portugués ¿qué podía decirle de entrada: Hola¿qué tal tu vida de divorciada?¿cómo te sientes al ver que a los demás si les dura la felicidad?No, ni pensarlo, era una locura.
Sin embargo, la siguiente semana apenas tenía un descanso veía su rostro triste detrás de los novios. ¿Y si yo era su salvación? La manera de escapar de la cercanía de un ex esposo. ¿Estaría dispuesta como la esposa del profesor Arnaldo? ¿Me gritaría loco? ¿Cómo se dice loco en portugués?: Louco. Quizás estaría eternamente agradecida y sería mi sumisa. ¿Cómo saberlo? ¿Era por ella o por mí? ¿Tenía miedo a envejecer seco y amargado? Lo mejor era olvidar el asunto.
–Mira que desvergonzadas esas mujeres.
Llegó mamá a los maizales con su bandeja de limonada y cara de sorprendida.
– ¿Qué mujeres mamá?
–Esas hermanas Rosales, invitándose aquí para el día de San Juan.
–¿Aquí?–Tomé mi vaso y pasé el de Liborio y Leo.
–Yo les dije ¿acaso nos ven cara de barloventeños?
Reímos divertidos.
– ¿Cómo piensan repartirte? Una noche cada una debe ser.
– ¡Mamá!
–No están tan mal señor Ensuan. –Liborio puso cara de pícaro.
–Están más que mal. –Afirmé.–Ni por todos los duraznos del mundo aceptaría.
–Yo no te dejaría tocar una sola de mis sábanas.
–No te preocupes mamá yo no te haría eso.
–Es mejor estar solo hijo que mal acompañado.
Así que esa noche tomé un baño, uno bueno, como hacía tiempo no los tomaba, a mis pies les hacía falta un tratamiento urgente. Acomodé el espejo y rebajé la barba con la tijera, los pelos rojizos y duros caían en el lavamanos, parte de los bigotes entre negro amarillo y rojo y hasta cabello. Me convertí en un peluquero y no quedé tan mal, ella igual no iba a verme, era yo quien veía su foto pero igual mi apariencia avergonzaba.
Encontré el teléfono pero no el cargador así que por un momento me exasperé. Se había caído detrás de la cama y luchando con una telaraña lo saqué y puse a cargar mi tan inteligente teléfono. Antes de encenderlo pensé en la posibilidad de que Ayarit dejara otros diez mensajes deseándome el holocausto pero me atreví. Lo encendí y en la pantalla apareció Yoli, bonita y preñada mi vaca.
Comenzaron a caer mensajes, whatsap, actualizaciones, correos, videos. Los fui eliminando sin escuchar ni ver, ni responder, eso era el mundo exterior pero yo no quería contacto con él. Encontré entonces los mensajes de Jasper. Eran siete. Unos tenían casi el año, envió fotografías que había visto ese día desde su teléfono. Los dos mensajes más recientes eran la fotografía y el otro era el correo de ella.
Abrí la fotografía. Tenía cabello ondulado en la punta, castaño oscuro, tez bronceada, muy bonita, de nuevo su nariz era el gancho. Era muy bonita y tenía la mirada melancólica.
Tenía catorce correos. Desaparecí de inmediato las propuestas de trabajo, siempre me llovieron aún sin graduarme. Tres eran de Jasper ya me imaginaba que me hablaba de su viaje y dos con una dirección desconocida: Vonne@g***l.com no lo conocía y estuve a punto de eliminarla cuando la relacioné con la que me diera Jasper. Abrí el primero: en blanco.
Quedé perplejo con el teléfono en la mano. ¿Fecha? 02 de junio, tenía veintidós días de haberlo enviado. Busqué el otro. 15 de junio, lo abrí:
Me disculpo por las molestias ocasionadas, fue una equivocación.
Y.T.
¿Equivocación? Seguramente creyó que lo vi y me fastidió o que era una locura eso de intercambiar sentimientos a través de las redes. Dejé el teléfono en la cama y fui por la laptop, la encendí y esperé con paciencia, mejor conectarme a través de ella, el teléfono me parecía pequeño y la inseguridad me mataba. Sobre la cama pensaba que decirle, estaba en la distancia, muy muy distante y no nos veíamos ¿qué podía perder?
Entré a mi correo y anoté su dirección. Miré la pantalla por minutos, quizás no era tan loco comprar un pasaje a la compañía, ayudar a alguien a escapar. Sobé mi barba ahora menos abundante y me decidía responder el último correo que envió, el otro estaba en blanco.
Buenas noches, mi nombre es Ensuan López Marrero, mi amigo Jasper me dio su dirección y ya veo que a usted le dio la mía, no ha sido una equivocación como dijo en su correo, simplemente tenía o tengo muchas dudas con respecto a las ideas de mi querido amigo. Estoy aquí por sí desea responder.
Le di enter antes de arrepentirme, seguro estaba que a la velocidad de la luz el mensaje ya había llegado a su destino.
– ¡Leo guarda los cabellos bajo techo, esta noche va a llover fuerte!
–Ya lo hago señor, ayúdame Liborio.
Apenas eran las cuatro de la tarde y ya había oscurecido, el cielo estaba encapotado desde medio día y trabajamos sin almuerzo, solo una chupeta de chicle que le robara a Liborio tenía luego del desayuno. Dormí incomodo todavía cuestionándome si enviar el correo había estado bien. Corrí a la casa, comería y reposaría.
– ¡Ensuan ya llegaste!
–Sí, comeré y ya no trabajo más.
–Yo no sé qué máquina del demonio tienes en tu casa, entré a limpiar y sonaba un pitico, después una voz de mujer dijo algo.
¡Correo! Corrí allá.
– ¡Lo que sea, apágalo!
Entré corriendo a la casa, mamá había dejado todo a medias, seguramente corrió después que la computadora avisó del correo.
Moví el sensor táctil de la laptop y ahí estaba el aviso como de película: Tienes un correo. Lo abrí.
Las primeras horas de la mañana fueron pesadas en la oficina de papá. Fernando era perfeccionista, revisaba cualquier cosa, aunque siempre lo había soportado creo que ahora yo estaba muy irritable, harta de saber que José ya tenía pretensiones de boda y que en mi casa me veían como una fracasada.Hacía semanas había escrito un correo al amigo de Jasper. La verdad días antes se me escapó uno en blanco, él no si quiera se preocupó, lo que me llevó a escribir un segundo mensaje casi disculpándome.La foto que mandara Jasper a mi teléfono era borrosa, hasta parecía robada en un momento en que él se volteó. Lo tenía de perfil, un poco buenmozo, mucho pelo pero ojos bonitos, pequeños y lo mejor: estaba lejos y soltero. Si tenía que someterme a dormir con un viejo hediendo, amargado y solitario lo haría con tal de salir de M
Esperé impaciente la respuesta, estaba en línea pero no escribía. ¿La asusté? Si, seguramente había sido eso, la asusté, estaba divorciada, alguien se comió el bocado y luego lo escupió, casarse de nuevo no era una opción fácil. Pero Jasper dijo que si no era así no vendría y yo era como su pasaporte, un pasaporte con el que tendría que tener sexo, ¿cómo le iría en el sexo en su matrimonio? No, la verdad no estaba fácil responder. Ya no se encontraba en línea. Oh Dios ¿por qué te apresuraste Ensuan? Pero no me apresuré, me dije, es solo que un tal Joao, el verdadero con nombre Joao, no de apodo portugués la estaba pretendiendo y yo tenía semanas, dos meses para ser exactos hablando con ella y me gustaba hablarle. Ya yo no estaba para dudar sobre una mujer y ella repetía que quería salir de Madeira.
Sé que parecía infantil, que a mi edad la mayoría estaban ya enviando niños a los niños a los pre–escolares, atendiendo la casa, haciendo listas de tareas del hogar, devolviendo las carnes con un mal corte o el pescado pasado de días. Sin contar que también a mi edad encontrar a otro hombre de la misma que se interesara era un poco difícil, de paso sin hijos o sea, que esperaba a una mujer joven y sana que le diera hijos y yo a los treinta lo había encontrado pero a cientos de miles de kilómetros, cruzando el mar, volando muy alto, casi una ilusión, casi nada.Hace días cuando me dijo que lo pensara bien sentí esa espina en mi corazón, ¿él lo había pensado bien y no se atrevía a decírmelo para no hacerme sentir mal y abandonada? Sentí como las mejillas se coloreaban de calor y una picazón extraña en la cabeza me
Cuando vi que se hicieron las dos y nadie llegó ni con comida, ni café, ni ayuda, decidí regresar a la casa, algo tenía que haber pasado, estaba a siete minutos en moto esquivando los charquitos de las lluvias de octubre y los restos rezagados de noviembre. Las siembras lucían de un verde hermoso, todo parecía una creación frondosa ahora que había salido el sol y no solo floreaban los arboles sino que las aves hacían sus nidos tranquilas. Justo hacía tres días tuvimos que armar de nuevo los hombres de madera con cabezas de jojoto y una ropa vieja de papá porque algunos pájaros picoteaban las caraotas y otras guacharacas comían a placer las hojas del brócoli. Hasta el olor era perfecto, a tierra húmeda todavía, a veces a limón cuando la brisa alborotaba las matas. Creo que papá estaría feliz si viera como el agua del pozo fluía
De las ocho horas de vuelo dormí cinco, y eso porque Vanda me dio unas pastillas relajantes que ella usaba y las tomé en cuanto subí al avión, sin agua. Pensé que iría sola desde la casa pero no fue así, Fernando y papá me llevaron y eso me alegró un tanto, en la casa busqué a mamá en su cuarto y la abracé fuerte, ella ni movió los brazos pero yo hasta la besé y le sonreí, estaba feliz, muy feliz de alejarme de ella aunque me diera mucha pena si quiera pensarlo. Ensuan no había estado en línea todo el día, inclusive su teléfono parecía muerto de señal. Con quien si hablé antes de subir al avión fue con Jasper, atendió en el primer repique y con voz agradable.–Estoy por subir al avión Jasper.–Eso me alegra mucho ¿estas nerviosas?–Mucho ¿has hablado con &eac
A de ser porque siempre tuve fácil el tema del amor, junto con el compromiso, luego la compañía, el sexo, la costumbre de estar donde la otra persona estaba, de afirmar cuando algo Ayarit deseaba, que ahora estar frente a otra mujer, que era mi esposa además, me parecía muy extraño, incómodo, irreal, equivocado ¿estaba listo para esto? A pesar de haberla visto más de cincuenta veces en las fotografías, cuando salió entre la gente quedé paralizado, más que nada porque nuestras charlas eran de como ella saldría de Madeira y lo que haría yo para no convertirme en un ermitaño, sin embargo, mamá ya esperaba que la cama sonara y que yo la besara y para que eso sucediera yo debía tocarla, tomarla, desearla y sentir además que ella me deseaba, creo que no podría hacerle nada de no ser así. ¿Tendría miedo de que yo la abusara? Bueno, a eso había venido, no íbamos a rezar o algo parecido. De todas maneras yo quería gustarle y no supe descifrar su mirada, sé que se
Estaba aquí, frente a él, ya no me sometía por la espalda y me miraba directo sorprendido y tenso. No era un secreto para nadie en Madeira que José me abandonara el mismo día aunque nuestro divorcio se realizara dos semanas después, pero Ensuan no lo sabía y ahora su mirada estaba a la expectativa. Jasper me pidió que no aclarara nada, total Ensuan no le daría importancia y ahora veía que si cambiaría en algo las cosas.–Dime Yvonne que es. –Insistió, no sé cuánto rato tardé callada.–No es nada escalofriante ni nada escabroso Ensuan. –Seguía mirándome interrogante y yo quería que me mirara como lo había estado haciendo desde que me besara, así como si yo le interesara y que no había nada que lo forzara.–Dilo ya y yo juzgaré que tan escalofriante puede ser.&nda
De repente sentí que a mis treinta años conocía muy poco a las mujeres. Sus mejillas se coloreaban cada vez que defendía alguna de sus posiciones en la vida, sus cejas las subía y eran muy pobladas aunque bien arqueadas. Por otro lado todas mis hipótesis de cómo tratarla o como la habían tratado en el pasado se fueron al caño, era una señorita de treinta años, en mi lengua una niña vieja. En el llano a esa edad ya una mujer llevaba un largo kilometraje.Sentía tanta curiosidad que la miraba toda y seguido. Ella no sabía que quería hasta que me vio, estoy seguro, y yo a ella no sabía que quería que me mirara desde abajo sí no hasta que la tuve cerca, la olí, vi su piel o cuando llenó mi soledad.Por fin se calló y yo no quise alborotar su lengua por temor a que recordara el tema de la novia, o sea, tener que hablarle de Ayari