Descubrí que llevaba un monólogo treinta segundos después. O a mi mujer le aburría mi charla con reproches de sus actuaciones o estaba rendida, agotada, asustada y obviamente no le importaba lo que yo dijera en ese momento, su defensa: quedar completamente rendida, con el cuerpo relajado arrimado de medio lado, el cabello mojado cayéndole en la cara enredado, ella…ahí.
Bajé corriendo, la noche era fría, ella estaba fría, yo mojado y herido.
Yvonne nunca fue liviana, sacarla de la camioneta me costó un poco, apenas si abrió un poco los ojos y volvió a aletargarse, su cabeza de aquí para allá en mi carrera hacia nuestra casa, con la suerte que atrás llegaron mamá, Leo, Liborio y otros a caballo.
Mamá corrió para ayudarme abrir, luego tenderla sobre la cama.
– ¿Qué te dijo?
–Nada.
Quería mantenerme despierta pero resultó imposible. El sueño me venció otra vez. Jasper me dijo que Ensuan había salido a declarar sobre lo sucedido en sus tierras, Isabel trasladó lo que tenía que cocinar a mi casa y junto con otras mujeres preparó todo para recibir el año nuevo, a esta mujer no la detenía nada, lo malo ya había pasado, pensaba seguramente.Recuerdo haber visto los ojos curiosos de las niñas al borde de la puerta pero los míos se cerraban después de tomar un caldo de la mano de mi suegra, la cual no paró de sentirse avergonzada por lo sucedido, me besó varias veces las mejillas, me abrazó, me prometió su protección y dijo que me quería, no necesitaba nada más para ser feliz aquí.Me molestó enterarme que llevaba dormida más que minutos, la ventana estab, cerrada pero podía a&uacu
Betel. Este lugar era otra cosa. No habíamos parado de sembrar y recoger, seguir el camino desde el portón, ahora pintado y siempre cerrado por los acontecimientos del pasado, era más fácil. Había accedido a tener una sociedad con mi mujer y creo que papá no se quejaría. Depositamos la confianza en la crianza de animales que produjeran leche y carne y caballos fuertes que llevaran y trajeran a los campesinos y hacendados por el pueblo, mamá estaba feliz solo por eso, le gustaba que el pueblo, las haciendas se mantuvieran vírgenes en sus costumbres, ver a los hombres llegar a caballo le recordaban a su esposo, así que ayudaba en la crianza de estos caballos.Después de lo ocurrido hace un año y medio ella concedió plantas de café a los trabajadores para que sembraran en sus tierras. No le dieron gran importancia, era algo común oler y ver crecer el café de mamá
–Disculpe señorita, usted… ¿el doctor tardará mucho?-El doctor salió a una emergencia hace dos horas, no sé sí tardará o no. –Terminó con una bomba de su chicle. –Eso me dijo hace tres horas cuando pasé por aquí.–Las emergencias son emergencias señor ¡lo suyo es una emergencia?No supe que responder, para mí no lo era, serpientes me habían picado muchas. Miró la venda en mi brazo, hizo otra bomba y al mismo tiempo la puerta de la entrada se abrió de golpe.– ¡Doctor Rubén! –Lo saludé y él nos miró.–Ensuan. ¿Qué se te ofrece?–Llevo un rato esperándolo –La miré a ella –Me mordió una serpiente hace…cuatro horas.– ¿Cuatro horas? Pasa muchacho ¿por qu&
Tres toques en la puerta: María de Lourdes. No respondí. Llevaba casi dos horas arreglándome, convirtiéndome en lo que veía en el espejo, una dama de cortejo. Pasé las manos por mis caderas y luego alisé el frente del traje de seda color carmesí. Era un poco ceñido y también mostraba un tanto los senos pero hacía meses que no me interesaban muchos asuntos y uno de esos era este vestido para la boda de mi hermanita menor: María de Lourdes. De nuevo tres toques en la puerta de mi habitación.–¿Yvonne? –era su vocecita.–Enseguida te abro.Respiré, tomé compostura y fui a la puerta atravesando mi habitación toda pintada de rosa con apliques verdes, espaciosa, gran ventanal, baño privado, enorme cama, total soledad y decepción propia.Abrí.–¡Ahhh!¡Estas preciosa!Salt&oac
Todavía no obedecía a mamá en eso de ir y venir a caballo por la hacienda, estaba acostumbrado a mi moto y a mi ritmo. Sentía gran arrepentimiento al pensar en el tiempo que papá tuvo que sortear solo todos los compromisos.Salía temprano de la casa y regresaba bien tarde en la tarde. A veces solo iba a comer o mamá me mandaba la comida con Leo o el otro muchacho que había podido contratar. La hacienda no daba para grandes ahorros pero si iba bien, esperaba que el banco viera lo sólido que estábamos después de casi dos años y nos diera un préstamo.– ¡Recoge las gallinas Liborio!Le gritaba mamá al muchacho nuevo, había servido de mucho, conocía de reces y pude concretar la venta de leche por un tiempo adquiriendo doce vacas.– ¡Mamá me voy a la casa!– ¡Te estan esperando!Aceler&ea
Las primeras horas de la mañana fueron pesadas en la oficina de papá. Fernando era perfeccionista, revisaba cualquier cosa, aunque siempre lo había soportado creo que ahora yo estaba muy irritable, harta de saber que José ya tenía pretensiones de boda y que en mi casa me veían como una fracasada.Hacía semanas había escrito un correo al amigo de Jasper. La verdad días antes se me escapó uno en blanco, él no si quiera se preocupó, lo que me llevó a escribir un segundo mensaje casi disculpándome.La foto que mandara Jasper a mi teléfono era borrosa, hasta parecía robada en un momento en que él se volteó. Lo tenía de perfil, un poco buenmozo, mucho pelo pero ojos bonitos, pequeños y lo mejor: estaba lejos y soltero. Si tenía que someterme a dormir con un viejo hediendo, amargado y solitario lo haría con tal de salir de M
Esperé impaciente la respuesta, estaba en línea pero no escribía. ¿La asusté? Si, seguramente había sido eso, la asusté, estaba divorciada, alguien se comió el bocado y luego lo escupió, casarse de nuevo no era una opción fácil. Pero Jasper dijo que si no era así no vendría y yo era como su pasaporte, un pasaporte con el que tendría que tener sexo, ¿cómo le iría en el sexo en su matrimonio? No, la verdad no estaba fácil responder. Ya no se encontraba en línea. Oh Dios ¿por qué te apresuraste Ensuan? Pero no me apresuré, me dije, es solo que un tal Joao, el verdadero con nombre Joao, no de apodo portugués la estaba pretendiendo y yo tenía semanas, dos meses para ser exactos hablando con ella y me gustaba hablarle. Ya yo no estaba para dudar sobre una mujer y ella repetía que quería salir de Madeira.
Sé que parecía infantil, que a mi edad la mayoría estaban ya enviando niños a los niños a los pre–escolares, atendiendo la casa, haciendo listas de tareas del hogar, devolviendo las carnes con un mal corte o el pescado pasado de días. Sin contar que también a mi edad encontrar a otro hombre de la misma que se interesara era un poco difícil, de paso sin hijos o sea, que esperaba a una mujer joven y sana que le diera hijos y yo a los treinta lo había encontrado pero a cientos de miles de kilómetros, cruzando el mar, volando muy alto, casi una ilusión, casi nada.Hace días cuando me dijo que lo pensara bien sentí esa espina en mi corazón, ¿él lo había pensado bien y no se atrevía a decírmelo para no hacerme sentir mal y abandonada? Sentí como las mejillas se coloreaban de calor y una picazón extraña en la cabeza me