El alma quebrada, el corazón endurecido y una rabia que penetraba mis huesos.
Este Ensuan estaba ciego.
Si mi mujer se había ido por cuenta propia la encontraría y la traería, mía era su nombre, pedirle perdón, mil veces si quería, pero hablar y estar juntos era lo único que hacía falta para solucionar esto y estar juntos, ¡juntos! Porque vino aquí desde lejos para estar así…juntos. Los caminos de Betel estaban solitarios, corría una brisa pegajosa como si fuese a llover, yo iba a toda velocidad en la moto sin que alguna rama me detuviera.
Salí de ahí al pueblo, derecho a la policía, aquí alguien tenía que explicarme porque no había explicación, porque si mi esposa no se fue por sí misma, ¿Quién y donde la tenía?
Matar
Él había salido. No sé cuánto se tardó pero para mí fue una eternidad, una en la que traté de soltar mis manos y pies y solo logré aflojar un poco una mano pero la pata de la silla no me ayudaba. Había sentido en mi vida pocas veces miedo y esta era en verdad la primera en la que me enfrentaba a uno digno de sentirlo. Era un sentimiento que, sin embargo, no me dejaba llorar. Ya las ganas de orinar se habían intensificado pero no dije nada, el estómago estaba apretado imagino lo tenso que estaba mi bebé y por eso respiraba profundamente y miraba alrededor, las mismas cosas que había visto al principio, sacos, bolsas, herramientas, olor fuerte a café. ¿Dónde estaba? ¿Por qué no llegaba Ensuan? ¿Habría creído mi nota? No, eso no podía ser ¿esperaría que yo me comunicara con él? No, no Ensuan yo nunca te dejar&iacu
Desde que su padre salió había estado muy nerviosa. La noche, desde que se fuera él, llegó en un pestañear y el doctor no le respondía el teléfono. Sus intentos de acercarse a Ensuan habían sido un fracaso y así de alguna manera lo había perdido luego de tantos años de estar juntos y sin que él le diera ningún tipo de explicación, no toleraba que esta mujer ocupara su lugar en Betel, aunque ella nunca se imaginó ahí viviendo. Tenía que haberse muerto su padre para que Ensuan cambiara de esa manera. Todo lo que le costó encaminarlo a la ciudad, que se adaptara a la practicidad y la comodidad para que éste hecho lo hiciera pensar que su lugar estaba ahí, en mitad de los animales y plantas, con una madre sobradamente irrespetuosa que durante todo sus años de noviazgo trató de arrastrarlo a que siguiera siendo un campesino. La pr
Oscuridad. Total oscuridad, ni una abertura en las nubes por donde una estrella brillara o la luna iluminara.Al principio de mi carrera, la euforia, el miedo y las ganas de alejarme de ahí me guiaron en una carrera en línea recta, al principio solo tierra y grama, luego monte, alto, cortante, mojado monte. En mi carrera, a mis espaldas, escuché ruedas sobre la tierra ¿uno? no, dos autos se acercaban a esa…por primera vez me detuve, tomé aire, me doble con las manos en las rodillas y respiré, inhala, exhala, que no te marees, olía a tierra mojada, eso lo noté ahora que me calmaba, que creí que podía calmarme para poder seguir. Me enderecé y vi hacia atrás. Aparté las ramas, ahí estaba la casa, un granero grande y apenas cuidado, volví a ocultarme ¿Dónde estaba? ¿Hacia dónde debía ir? No podía seguir caminando sin
Tuve que ayudarla a bajar de la camioneta, viajamos en completo silencio desde su casa hasta aquí, un lugar remoto lejos en Betel, donde según papá el abuelo solía traer ciertas aventurillas. La verdad no tenía nada más que hablar con ella, en mi cabeza solo existían pedazos de películas donde a Yvonne pudiera sucederle algo, donde la golpeara, donde muriera, donde se preguntara porque yo no la encontraba, conociéndola podía pensar lo peor de mí, sobre todo después de tantas discusiones.Fue mamá a quien se le ocurrió que podrían estar ahí porque nadie vio pasar ningún carro rumbo a la casa. Dejé atrás a los muchachos, a los hombres y mujeres de la búsqueda y fui solo con Ayarit. Ella no tenía mucho que decir, y si tenía no podía, sé que me miraba de a ratos pero no era mi intención intercambiar miradas
Desperté tan cansada como quien no duerme en una larga vigilia. Los ojos tan pesados por lo hinchado de los parpados y un ardor en sus comisuras.Sentía como el pecho me dolía quizás por el llanto contenido y luego expulsado, hubiese querido gritar y llorar llevándome todo por el medio pero no lo hice. Todavía no sé porque. Había perdido a mi esposo el mismo día de nuestra boda. Era terrible esta sensación. Ver su expresión, rememorar su silencio, su saliva pasando gruesa por su garganta, su cuerpo alejándose, era agotador el solo recuerdo.Sola no estaba en la habitación de eso me había dado cuenta también.Sin abrir las cortinas, parado con las manos tomadas atrás mirando por una abertura hacia afuera estaba mi padre. Con ellos no sabía cómo describir la vergüenza, yo no era una niña, ya ese tiempo en que se cometen locuras
Descubrí que llevaba un monólogo treinta segundos después. O a mi mujer le aburría mi charla con reproches de sus actuaciones o estaba rendida, agotada, asustada y obviamente no le importaba lo que yo dijera en ese momento, su defensa: quedar completamente rendida, con el cuerpo relajado arrimado de medio lado, el cabello mojado cayéndole en la cara enredado, ella…ahí.Bajé corriendo, la noche era fría, ella estaba fría, yo mojado y herido.Yvonne nunca fue liviana, sacarla de la camioneta me costó un poco, apenas si abrió un poco los ojos y volvió a aletargarse, su cabeza de aquí para allá en mi carrera hacia nuestra casa, con la suerte que atrás llegaron mamá, Leo, Liborio y otros a caballo.Mamá corrió para ayudarme abrir, luego tenderla sobre la cama.– ¿Qué te dijo?–Nada.
Quería mantenerme despierta pero resultó imposible. El sueño me venció otra vez. Jasper me dijo que Ensuan había salido a declarar sobre lo sucedido en sus tierras, Isabel trasladó lo que tenía que cocinar a mi casa y junto con otras mujeres preparó todo para recibir el año nuevo, a esta mujer no la detenía nada, lo malo ya había pasado, pensaba seguramente.Recuerdo haber visto los ojos curiosos de las niñas al borde de la puerta pero los míos se cerraban después de tomar un caldo de la mano de mi suegra, la cual no paró de sentirse avergonzada por lo sucedido, me besó varias veces las mejillas, me abrazó, me prometió su protección y dijo que me quería, no necesitaba nada más para ser feliz aquí.Me molestó enterarme que llevaba dormida más que minutos, la ventana estab, cerrada pero podía a&uacu
Betel. Este lugar era otra cosa. No habíamos parado de sembrar y recoger, seguir el camino desde el portón, ahora pintado y siempre cerrado por los acontecimientos del pasado, era más fácil. Había accedido a tener una sociedad con mi mujer y creo que papá no se quejaría. Depositamos la confianza en la crianza de animales que produjeran leche y carne y caballos fuertes que llevaran y trajeran a los campesinos y hacendados por el pueblo, mamá estaba feliz solo por eso, le gustaba que el pueblo, las haciendas se mantuvieran vírgenes en sus costumbres, ver a los hombres llegar a caballo le recordaban a su esposo, así que ayudaba en la crianza de estos caballos.Después de lo ocurrido hace un año y medio ella concedió plantas de café a los trabajadores para que sembraran en sus tierras. No le dieron gran importancia, era algo común oler y ver crecer el café de mamá