Un doctor llegó a la mansión para darle sutura al hombro de Viktor, quien no hizo gesto alguno durante todo el proceso. Era como si estuviera acostumbrado al dolor, pensé al verlo. Sus ojos se mantenían fijos en la pared, su rostro inmutable mientras la aguja perforaba su piel una y otra vez.Después de que el doctor terminara, Viktor se levantó sin decir palabra y se dirigió al baño. Yo lo seguí con la mirada, notando la tensión en sus hombros antes de que cerrara la puerta tras de sí.Esperé a que terminara de ducharse y, cuando salió con una toalla alrededor de la cintura, me armé de valor.—¿Qué pasó realmente en esa reunión? —pregunté con voz firme.Viktor exhaló un suspiro pesado y se pasó una mano por el cabello aún mojado. Caminó hasta el borde de la cama y se sentó, apoyando los codos en sus rodillas.—Nos tendieron una emboscada —respondió al fin—. Pensábamos que íbamos a negociar por información sobre quién intentó matarte, pero lo único que querían era eliminarme.Me mordí
Viktor Volkov El olor a sangre impregnaba el aire del sótano. Era un aroma metálico y denso que se mezclaba con el hedor del sudor y el miedo. Las paredes de piedra apenas reflejaban la luz tenue de una lámpara colgada en el techo, proyectando sombras alargadas en el suelo de cemento. En el centro de la habitación, atado a una silla de acero, estaba el desgraciado que habíamos capturado antes de escapar de la emboscada.Estaba desnudo, su piel cubierta de hematomas y cortes superficiales que apenas comenzaban a sangrar. Sus muñecas y tobillos estaban sujetos con gruesas cadenas, y su respiración era pesada, trabajosa. Su mirada desafiante se clavó en la mía cuando me acerqué a la mesa donde tenía todo dispuesto para convertirlo en una miseria viviente.—Voy a volverte una maldita mierda, ¿lo sabes? —le dije con voz fría, sin emoción—. Cuando termine contigo, vas a desear estar muerto.El hombre escupió al suelo con desprecio y dejó escapar una risa ronca.—Vete al infierno.Dmitry so
Alina PetrovnaRecogí mi cabello en una coleta alta y me coloqué una camiseta junto con unos jeans ajustados y unos tenis deportivos. Hoy desperté y Viktor no estaba a mi lado. Se suponía que debía permanecer en cama por su herida en el hombro, pero claro, mafioso tenía que ser.Bajé hasta su oficina, encontrándolo revisando algunos documentos. Su ceño estaba fruncido en concentración, y la luz que entraba por los ventanales resaltaba la tensión en su mandíbula.—Buenos días, malyshka —su voz grave me hizo sonreír. Que me llamara pequeña siempre sería algo divino. Mis ojos recorrieron su figura, deteniéndose en la camisa de lino blanco que llevaba, con las mangas remangadas hasta los codos, dejando a la vista sus abultados bíceps que parecían tensar la tela. Me acerqué lentamente, sintiendo su mirada recorrer cada uno de mis movimientos. Viktor giró su silla para quedar frente a mí y colocó sus manos firmes en mis caderas, atrayéndome hacia él. Deslicé mis manos con suavidad por sus h
La cena transcurría en un silencio tenso. Frente a mí, Viktor cortaba su carne con la precisión meticulosa de siempre, sin prisa, sin emoción aparente, pero yo conocía demasiado bien su lenguaje corporal. Estaba tenso. Y la razón de ello se encontraba sentada al otro extremo de la mesa.Iván Volkov, el padre de Viktor.Antes de bajar, Viktor me lo advirtió, me detuvo en la habitación. Se estaba colocando la chaqueta cuando se giró hacia mí con su mirada impasible.—Cenaremos con mi padre —dijo sin rodeos.Fruncí el ceño con sorpresa. Hasta donde sabía, Iván Volkov no era precisamente un visitante habitual.—¿Por qué? —pregunté con cautela.Viktor se tomó un momento antes de responder.—Quiere conocerte.Y ahora nos encontramos aquí todos reunidos.Era la primera vez que lo veía de cerca. La sombra de su hijo estaba en él, pero su presencia era mucho más pesada. Su mirada calculadora analizaba cada detalle, cada movimiento, cada gesto. No había abierto la boca desde que se sentó, simpl
Maldito desde este momento a todos los creadores del sushi ¡¿En que estaba pensando?! Me aferro con fuerza a los bordes del baño mientras una nueva arcada me sacude. Dios que asco… creo voy a morir en medio de este mar de vomito.—¿Alina?—¡No entres! —grito antes de volver a devolver todo lo que he comido, Dios como quiero llorar en este momento. Sentí como alguien o más bien Viktor recogía mi cabello para evitar que lo manche—. Te dije que no entraras —susurró desganada, le tiro a la palanca para bajar todo el desastre y me siento en el suelo tratando de no verlo.—¿Te encuentras bien? ¿Llamo al doctor? —cuestionó con evidente preocupación plasmada en su rostro.—Solo es una mala ingestión —digo antes de ponerme de pie con su ayuda. Me lavo la boca, mojo mi cuello con agua disminuyendo la fatiga en mi cuerpo.—¿Segura?—Ya dije estoy bien —no quería ser grosera, pero la sobreprotección me está asfixiando, Viktor asintió ignorando mi recién ataque de mal humor—. Lo siento… es solo qu
No sabía qué hora era, pero Viktor tenía su cabeza apoyada en mi vientre desnudo. Se había quedado allí durante horas, besándolo de vez en cuando antes de volver a apoyarse. Me ama, me lo ha dicho, y esas palabras han sido un mar de emociones que han inundado mi alma. Lo amo, nos amamos tanto que ahora el fruto de ese amor crece dentro de mí.—¿Sabes que esto solo hará que aumente tu seguridad? —interrogó de repente, rompiendo el prolongado silencio—. Por mi bienestar psicológico —agregó con seriedad.—Bien —susurré. No me opondré, no ahora que este bebé está creciendo, y no después de haber perdido el primero por un intento de asesinato. Ella sigue por ahí. Viktor se mantiene tenso todos los días y sale cada mañana en cuanto encuentran una pista. Sé que no descansará hasta dar con ella.Su cabeza se alejó de mi vientre antes de dejarla sobre su almohada. Por mi parte, apoyé la mía en su torso desnudo. Lo acaricié despacio, al mismo ritmo en que su mano recorría mi espalda. No sé en q
Despertar rodeada de Viktor siempre será lo mejor del mundo. Su pierna atrapando la mía y un brazo en mi cintura, manteniéndome pegada a su torso detrás de mi espalda, es relajante. Incluso su mano descansa sobre mi vientre plano, como si también protegiera a nuestro bebé con su cuerpo.En la mesa de noche descansan las pastillas prenatales junto a su máscara. Espero que algún día decida no utilizarla más, pero tampoco siento que deba obligarlo a hacerlo. Todavía le cuesta estar sin ella conmigo, pero yo me enamoré de cada parte de él, incluyendo esa marca en su rostro.Observo el anillo con un gran diamante en mi dedo, recordándome que anoche dije que sí a su propuesta de matrimonio. Cenamos y luego me trajo hasta la habitación, donde me hizo el amor. Verlo tan decidido a cuidarme, con miedo de lastimarme, fue lo que hizo que nuestra noche fuera aún más especial.Le dije muchas veces que no iba a dañarme, lo suficiente como para que confiara y me diera mucho más.Suspiro antes de pas
Mi corazón empezó a bombear sangre con fuerza en mi pecho; sentí los latidos incluso en la boca y los oídos, ahogándome con una presión inmensa. No podía creer lo que este vil hombre me decía. Iván Volkov no podía estar diciéndome la verdad. Negué enseguida, mirándolo con desprecio.—¿Por qué lo haría? —interrogué. No existen razones para hacerle daño a mis padres.—Cuando le dije que pedí a un médico que aliviara el dolor de su madre y que este se excedió con la dosificación de morfina hasta detener su corazón, lo enfureció tanto que ordenó la muerte de ese hombre… tu padre —lo dijo con tanta seriedad que un escalofrío me recorrió. Viktor sabía quiénes eran mis padres cuando me investigó. ¿Cómo pudo ocultarme esto todo este tiempo?—No te creo. Viktor nunca haría algo así —susurré, apretando mis uñas contra la carne de mis palmas hasta formar un puño.—Es mi hijo. Lo crié para ser el más cruel… para que se convirtiera en un rey en este imperio de dinero y muerte —habló con cierto dej