Viktor VolkovEl oleaje golpeaba con fuerza contra las rocas que rodeaban mi casa en la isla. Su sonido constante llenaba el silencio de la noche, acompañado solo por el leve crujir del cigarro entre mis dedos. Dmitry estaba apoyado en la baranda frente a mí, jugando con su copa de vino mientras su mirada vagaba por el horizonte. Podía sentir que estaba preparando sus palabras, siempre cuidadoso pero con ese tono que me irritaba: el de quien creía saberlo todo.—No lo entiendo, Viktor —dijo finalmente, rompiendo el silencio con esa sonrisa ladeada que usaba para provocar—. Llevas años manejando mujeres como piezas en tu tablero, pero con esta… hay algo diferente.Exhalé una bocanada de humo antes de responder. Mis ojos, ocultos tras la máscara, seguían fijos en él. Dmitry podía leer a los hombres como nadie más, pero conmigo se había enfrentado a un muro una y otra vez. No iba a ser diferente ahora.—¿Diferente? —repetí, dejando que la palabra cayera con la misma indiferencia que sent
Alina PetrovnaDesde mi ventana, la escena se desplegaba ante mis ojos con una claridad inquietante. El jardín de Viktor estaba iluminado por luces tenues que colgaban de los árboles, creando un ambiente casi mágico, como si la oscuridad de la noche pudiera ser ignorada por un momento. El aire estaba impregnado con risas apagadas y murmullos que se mezclaban con el sonido de los cristales al chocar, el perfume de la exclusividad flotando entre la brisa. Era una fiesta privada, tan lujosa como decadente, y aunque estaba a una distancia prudente, no podía evitar sentirme como una espectadora involuntaria.El coronel estaba allí, de pie en el centro de su propio dominio. Su figura alta y poderosa destacaba incluso en la penumbra. Había algo en su postura, en la forma en que se mantenía erguido, que me recordaba a un depredador que sabía exactamente lo que hacía, alguien que había nacido para comandar. A su lado, Dmitry, observaba todo con una sonrisa impasible, como si nada le sorprendie
La vergüenza era un ardor persistente en mi pecho.Había pasado la noche odiando la imagen de Viktor con aquellas mujeres, sintiendo un enojo corrosivo ante su indiferencia. Pero ahora lo entiendo. Todo había sido para provocarme. Para ponerme celosa. Y lo peor de todo es que lo había logrado.No podía borrar de mi mente su mirada impasible cuando me encontré en el pasillo esa mañana, ni su tono burlón cuando insinuó que me importaba. Porque sí me importaba. Y esa era la verdadera humillación.Decidí no bajar a desayunar inmediatamente, no quería verlo, no quería que viera en mi rostro lo obvio que había sido su victoria. Pero el hambre terminó por obligarme a salir de la habitación. Cuando entré en el comedor, mi estómago se revolvió al ver a Dmitry ya otro hombre conversando con Viktor.Lucien.No lo había visto antes, pero su presencia era imposible de ignorar. Tenía una mirada afilada y un aire de confianza sucia, como alguien que nunca ha conocido un "no" por respuesta. Sus
El aire de la tarde estaba cargado con el aroma salado del mar, pero a pesar de la brisa fresca, el calor ardía dentro de mí. No por el clima, sino por la furia que me consumía desde dentro. Cada latido de mi corazón martillaba en mis oídos, sincronizado con el eco de mis pensamientos.Viktor me había usado. Me había dejado en manos de Lucien sabiendo lo que iba a pasar, todo para tener una excusa perfecta para eliminarlo sin que nadie pudiera cuestionarlo. Cada mirada suya, cada acto de aparente protección, todo había sido parte de su estrategia. No me salvó. Me sacrificó.Cuando nos alejamos de la casa y llegamos a la playa, rodeados por sus hombres que nos custodiaban con la disciplina de soldados entrenados, me detuve de golpe. No podía seguir caminando sin enfrentar esto, sin exigirle respuestas.Viktor giró apenas la cabeza, mirándome con esa expresión impasible, como si ya supiera lo que iba a hacer. Como si hubiera estado esperando mi reacción, pero no podía haber esperado est
El ambiente dentro de la mansión se sentía más pesado que nunca. Desde la muerte de Lucien hace dos semanas, todo había cambiado. Viktor no había vuelto a mencionarlo, pero el eco de su sangre aún flotaba en los pasillos como un recordatorio de lo que era capaz de hacer. Y, sin embargo, no era el miedo lo que me consumía. Era la furia.Me había utilizado. Me había hecho sentir como una pieza descartable en su juego. Y yo no iba a permitir que eso se repitiera. Si Viktor creía que podía manipularme a su antojo, iba a demostrarle que estaba equivocado.(…)Esa noche había una reunión importante en la mansión. Varios de sus aliados más cercanos estaban presentes, incluidos Dmitry y algunos rostros que no reconocía. Decidí que era el momento perfecto para actuar.En lugar de encerrarme en mi habitación como solía hacer, elegí con cuidado mi atuendo: un vestido negro ajustado, elegante pero con un toque provocativo, dejando ver lo suficiente para captar la atención sin parecer desesperada.
El sol apenas comenzaba a asomar por la ventana de la cocina, bañando la mesa con una luz suave y cálida. Me encontraba sentada frente a un plato de desayuno, los pequeños rayos de luz iluminando los bordes de la porcelana mientras tomaba un sorbo de café, intentando comenzar el día con calma. El aroma a pan recién horneado se mezclaba con el café, creando una sensación de tranquilidad, pero algo en el aire me decía que esta paz no duraría mucho.La guerra con Viktor seguía en pie desde hace dos semanas después de que me advirtió que debía dejar de jugar con fuego si no quería quemarme. No había vuelto a mover fichas para molestarlo, ya que este parecía estar muy ocupado con cosas de su la mafia.Estaba absorta en mis pensamientos cuando escuché unos pasos apresurados por el pasillo, seguidos de voces masculinas que se acercaban rápidamente. Mi cuerpo se tensó al instante, el café que estaba a punto de llevar a mis labios se quedó suspendido en el aire. Podía sentir la vibración en el
El aire en la mansión parecía más pesado que nunca. Cada rincón estaba lleno de ecos de palabras no dichas, de decisiones que ya no podía deshacer. Las horas que habían seguido a la aparición de Viktor y su padre, y a la revelación de Evelyn como su prometida, pasaron como un borrón confuso, y todo lo que podía sentir era un vacío abrumador.No podía dejar de pensar en Viktor. ¿Cómo había podido? ¿Cómo me había hecho creer que podíamos construir algo juntos, solo para destrozarlo con una verdad que yo nunca había imaginado? Él nunca fue libre. Su vida estaba trazada por otros, por su familia, por el destino que no podía evitar. Y yo era solo una distracción. El golpe de esa realidad me estaba destruyendo por dentro.Mi cuerpo estaba sumido en una especie de pesadez. Las lágrimas que había contenido finalmente comenzaron a caer, aunque mi mente se mantenía confusa, incapaz de procesar todo lo que estaba sucediendo. ¿Cómo podía seguir adelante después de esto?De repente, la puerta se a
Ocho meses.Ocho largos meses habían pasado desde que dejé la mansión, desde que Viktor me envió al penthouse que compró para mí, un regalo envuelto en una envoltura de frialdad y distancia. Los primeros días fueron los más difíciles. La transición de vivir a su lado, de tenerlo cerca, a no saber nada de él fue más dolorosa de lo que podría haber imaginado. El vacío que me dejó su ausencia era insoportable, y aún no había encontrado una manera de llenarlo.Los meses siguientes fueron una mezcla extraña de avanzar y quedar atrapada en un mismo lugar. Cada día parecía una repetición del anterior, pero de alguna manera, algo en mí empezó a cambiar. Al principio, intenté olvidar, intentar sumergirme en mi universidad, en las clases que tomaba, en la rutina que Viktor me había permitido crear al ponerme en este lujoso penthouse. No podía negar que el lugar era impresionante, lleno de detalles de buen gusto que me hacían sentir fuera de lugar, pero al mismo tiempo me ofrecía el espacio pa