Capítulo 85

Soltó una risa burlona, se despidió de mí y se fue de mi oficina dejando atrás el aroma de su perfume; ella tiene razón, dudo mucho que solo dormir en cuartos separados sea lo suficiente para mantenerme a raya, tener un enlace humano es muy complicado.

Termino de revisar mis documentos y estoy por levantarme de mi asiento cuando la puerta se abre, alcanzo a ver los inconfundibles rizos cafés rojizos de mi Ginebra, enseguida camino en su dirección y abro la puerta, ella soltó un pequeño gemido de sorpresa y da un paso atrás disculpándose por su intromisión y que no quería molestarme.

—No molestas querida, de hecho, estoy sorprendido por tu presencia, creí que ya se habrían ido.

—Silva llevó al niño a la aldea, yo no pude ir porque se me torció el tobillo mientras baja las escaleras y para no arruinar la visita del niño dejé que fueran los dos.

Antes de que pueda cargarla y llevarla a uno de los sillones para revisarla, ella me dijo que estaba bien y que ya no le dolía, que no me preocu
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