A lo lejos, el reloj dio la media noche y el hombre soltó una risa apagada.
—La hora de las brujas. Tiempo de quitarse las máscaras. Y de que yo regrese al baile —dijo Daniela con brusquedad, buscando una zapatilla.
Antes que pudiera encontrarla, el hombre se acercó a ella, se arrodilló con la cabeza inclinada mientras rescataba el zapato y lo deslizaba en su pie. Ella sintió sus dedos rozando su empeine y se mordió el labio inferior sin aliento, al mirar los hombros forrados de satén y el negro sombrero de tres picos. El deseo de ver el rostro del desconocido de pronto la abrumó.
—¿Te quitarás la máscara si lo hago yo también? —preguntó ella.
—Si en verdad lo deseas —el hombre de elevada estatura se puso de pie y se quitó el sombrero.
Daniela jadeó y llevó una mano al cuello, mientras la luz de la luna revelaba en detalle al desconocido. Desde sus zapatos con hebillas, hasta el espumoso encaje de la corbata, su compañero era el exquisito arquetipo del siglo dieciocho. Pero del cuello hacia arriba, usaba la máscara de una bestia felina apócrifa, con aberturas a través de las cuales brillaban sus ojos y delicados colmillos se adivinaban arriba de la abertura que le permitía mostrar sus propios dientes blancos entre el oscuro y sedoso cabello que cubría su rostro y cabeza.
—Dije que vengo de un cuento diferente, alteza —le indicó, con una reverencia—. Máscara o no, tú solo puedes ser la Bella, mientras que yo… permíteme presentarme… soy la Bestia —se irguió, riendo con voz apagada y hueca dentro de la máscara.
Daniela se puso de pie, sacudiendo la falda, mientras que los latidos de su corazón se normalizaban gradualmente.
—No hay duda que lo disfrutas, señor Bestia. ¿Te gusta atemorizar a doncellas indefensas?
Él se quedó quieto, después sacudió su fantástica cabeza.
—No, alteza, no tengo tamaños para eso. Lo cual, en parte, es la razón por la que uso antifaz.
—¿Eres tan feo?
—La belleza vive en los ojos del que ve, según dicen, —encogió los hombros—. Para mi madre no soy feo. Los demás… los demás pueden pensar diferente.
El silencio cayó una vez más, mientras las figuras vestidas de brocado se enfrentaban iluminados por la luna.
Maracay, Ciudad jardín, El Castaño. — ¡POR FAVOR!, ¡Di que sí, Mari, por favor! Marianela Castillo miró la cara brillante de Daniela y el rostro esperanzado de Gabriela, sus hermanas gemelas y sacudió la cabeza. — Lo siento mucho. — Pero Mari, ¡Piensa en ello! Serán unas excelentes vacaciones, un apartamento con vista al mar, además, te urge tener un tiempo libre, sabes que las necesitas. ¡Por favor, di que vendrás! Mamá no nos dejará viajar solas — Le exclamó Gabriela. — No hay nada que hacer. Ni hablar, estoy convaleciente. Además, estamos en vísperas de la boda de Daniela y Víctor Manuel. Gabriela hizo un gesto de disgusto y le contestó bruscamente. —¡No estamos hablando de la boda!... digo ya todo estaba previsto para tener el tiempo justo realizar las vacaciones antes de que Dani se case. — Pero lamentablemente, mi amiga Verónica, la persona que iba a ser de su chaperona, se enfermó de
Distrito Capital, Caracas, Las Colinas de Tamanaco. En las cimas de las montañas, en los valles caraqueños, apreciando la ciudad desde una posición privilegiada, existían impresionantes Mansiones que se alzaban con gran poderío en uno de los espacios más agradables de la ciudad, con clima montañoso, Las Colinas de Tamanaco. En este maravilloso lugar, apartados de todos, se encontraba Juan Carlos Quintana, el millonario y famoso periodista de televisión y corresponsal de guerra, nadando en su inmensa piscina. Una espectacular mansión que se abría paso en medio de un hermoso y extenso jardín, que era el escenario principal de cada uno de los espacios emblemáticos de esta obra y el contraste de los colores con los reflejos que se generaban entre la piscina y las fachadas de vidrio creaban una atmósfera un tanto fantasiosa. Juan Carlos disfrutaba de los pocos momentos de relax que su agitada agenda le permitía. Se sentía agotado, había tenido que cubrir dos conflictos bélicos con diferen
Daniela, se recostó de la baranda del balcón, cerró los ojos y suspiró pensando. “¡Más nunca me haré pasar por Gabi! No después de lo que ocurrió en la boda de mi hermano Óscar el año pasado” Detrás de sus párpados cerrados, la escena de la boda de Óscar se repetía una y otra vez. “Los discursos habían terminado, se había cortado el pastel de bodas y los invitados se arremolinaban en el comedor y el salón de baile. La orquesta tocaba algo lento y romántico para las personas mayores y Daniela, con un vestido largo de seda color de rosa y capullos de rosa en el pelo, se acercó a Víctor Manuel. Sus ojos brillaban con una invitación que él aceptó tomándola en brazos para bailar al ritmo lento de la música. Daniela sintió escalofríos al recordar la pasión en los ojos de él cuando ella le susurró al oído que se escabulleran un rato para ir a su habitación del hotel. — ¿A mi habitación, Daniela? — ¡No soy Daniela! ¡Soy Gabi! Es increíble que a pesar de que nos conoces desde niñas, todav
Las hermanas Castillo disfrutaban de una merienda con una jarra de jugo de naranja y sándwiches de jamón y queso, en unos de los balcones del apartamento. — ¡Huummm que rico! —exclamó Marianela. — Pero no comas demasiado — le aconsejó Daniela — Los Ferrero nos han invitado a su hotel para la cena-baile de esta noche y quieren que seamos sus invitadas. — Es muy amable de su parte, pero me siento un poco cansada — comenzó Marianela con dudas. — ¡Por favor, ven, Mary! — rogó Gabriela — Acaban de dar las seis. Puedes echarte un par de horas y luego darte un baño, y te sentirás mucho mejor. Mateo y Gael vendrán a recogernos a las nueve, así que hay tiempo de sobra. Marianela ya se sentía mucho mejor después de la merienda. Sonrió a las dos caras suplicantes. — De acuerdo. Descansaré una hora más o menos en mi cama leyendo y para entonces ustedes dos pueden bañarse y darme tiempo para relajarme. Cuando los chicos de Ferrero vin
Marianela miraba preocupada en dirección del baño, Daniela llevaba bastante rato en el tocador. “¿Será que ha tenido una emergencia femenina? O salió a tomar el aire, bueno no debería preocuparme, de las gemelas Daniela es la que siempre ha demostrado ser la más juiciosa, a la que tengo que mantener vigilada, es Gabriela, que siempre se mete en problemas y arrastra a la pobre Daniela cada vez que se “enamora”. Aunque tengo que admitir que se ha portado bastante bien hasta ahora." Marianela la observó bailando en la pista con Gael. — ¿No crees que Daniela se está tardando mucho en el tocador? — Mateo se inclinó hacia ella preguntando. —Sí, la voy a buscar — le dijo sonriendo. Se puso de pie y fue directo al baño y después de buscar por debajo de las puertas de cada uno de los baños individuales las sandalias rojas de Daniela, al no encontrarla decidió buscarla fuera del hotel, pero al salir del tocador, la encontró pa
Tres años después… Sergio Ramos se encontraba en su oficina en las instalaciones de ORQUIDEATV, cuando llamaron a la puerta. — ¡Adelante! —dijo Sergio en voz alta. La puerta se abrió, era su secretaria, la señora Eva. —Hola Eva, te dije que estoy ocupado, si son los productores de la novela “Mi primer amor”, diles que la reunión se pospuso para mañana en la tarde. Por favor tráeme un café… —Si enseguida se lo traigo, señor, pero no son los productores de la novela, a ellos ya les envíe un mensaje de que se pospuso la reunión. Es otra persona… Súbitamente, la puerta se abrió y entró una mujer hermosísima, con una figura glamorosa y seductora, que le dijo. — Buenas tardes, Señor Ramos. Disculpe la intromisión, mi nombre es Gabriela Castillo, necesito hablar con usted, es importante, es sobre su amigo Juan Carlos Quintana. —Señor, disculpe, yo le dije que esperara afuera un momento…—explicó Eva. Serg
—¡Entonces demuéstralo! Lucha por salir de este bache emocional, y si no puedes regresar a tu profesión de Corresponsal de guerra, ¡No importa hermano!, eso demuestra que eres humano, ¡Te explotó una bomba cerca de ti! ¡Por dios! Tú siempre has demostrado ser un periodista inteligente y Zagas, y llegaste a ser exitoso por lo que tienes por dentro, no por tu exterior. ¡Por favor hermano busca ayuda psicológica! —¿Sabes? Desde el accidente me he levantado cada día hurgando en mi vida, buscando algo que me motive para seguir viviendo, pero me he dado cuenta de que aparte de mi familia y mi carrera, desperdicié el tiempo en tonterías. Antes no me importaba la idea de formar una familia, pero desde que me ocurrió esto, he tenido que poner en una balanza mis defectos y al perder mi éxito y las mujeres hermosas que me rodeaban, llegué a la conclusión que me equivoqué al involucrarme con mujeres frívolas. Si hubiera tenido una relación estable con una mujer que me ama
siete años después… La luna de mediados del verano fulguraba, brillante y complaciente, como si hubiera sido contratada para la ocasión. Plateaba el césped y pintaba negras lagunas de sombra bajo los árboles en los jardines de la casa de festejo La Rosa Blanca, mientras dentro de la vieja casa, los candiles relucían como el escenario de un salón de baile sacado de la fantasía de una niña precoz. Personajes enmascarados pertenecientes a todos los cuentos bailaban con garbo y transpiraban al pesado ritmo del último éxito musical, Caperucita Roja, el Flautista de Hamelin, Blanca Nieves y una selección de enanos, Hansel y Gretel, Jack y Jill, Ricitos de Oro e innumerables osos, traveseaban en la pista de baile, rugiéndose unos a otros, divirtiéndose en grande, La única excepción parecía ser la dama que debía, por derecho, disfrutar más el baile. Daniela, disfrazada de Cenicienta de elevada estatura vestida de brocado, con una castaña y larga melena, con una máscara de satén dorada, se