Capítulo 118
Más tarde, después de cenar y tomar chocolate caliente, lo pasaron fenomenal bañando a Lucas con agua tibia, el niño que estaba encantado con que fueran a vivir los cuatro juntos. Cuando lo acostaron en su habitación de invitados, agarró la mano de Daniela y le preguntó.

—¿Juan va a ser mi papá para siempre? —preguntó con ansiedad.

—Para siempre —le aseguró Juan Carlos, con el corazón encogido—. Ya no vas a librarte de mí.

—No quiero librarme de ti —dijo Lucas solemne—. Yo quiero que seas mi papá. Pero no me gustó que se pelearan —añadió nervioso.

—No nos peleábamos —explicó Juan Carlos—. Pero yo había sido malo y Daniela me estaba regañando —dijo, sonriéndole a ella por encima de Lucas.

—A mí no me da patadas cuando he sido malo —señaló Lucas, con típica lógica masculina.

—Pero tú eres distinto. Eres especial.

—¿Serás ahora especial tú?

—¡Oh, sí, muy especial!—replicó Daniela—. ¿Por qué no le cuentas un cuento a tu hijo?

—¡Siii! ¡Él de tío tigre y tío conejo!—gritó L
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