Capítulo 123

La rabia que Julio irradiaba la obligó a guardar silencio durante todo el trayecto. Luego él se volvió a mirarla y ella se quedó como una estatua, soportando la lenta inspección de Julio.

No necesitaba un espejo para imaginar su deplorable aspecto. Ella alzó una mano de manera instintiva hacia el escote del vestido para tocar la desgarradura sobre sus senos, y como si el movimiento lo hubiera liberado de un hechizo. Encendió la luz del auto.

—¿Qué ha pasado, Daniela? —inquirió, sus ojos brillaban frente al vestido roto y las manchas de sangre en las piernas arañadas—. ¿Qué te ha hecho ese desgraciado?

Ahora que estaba a salvo y relativamente cómoda, ella solo quería descansar sobre su pecho y dormir.

—No me violó —estaba demasiado cansada para escoger las palabras.

—A juzgar por tu apariencia... ¡Lo intentó!

Él buscó en su guantera y sacó un pote de agua mineral.

Daniela bebió un poco de agua, con una sonrisa de agradecimiento, le devolvió el pote.

—Gracias. Ahora me siento mejor...
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