SOLO FUE UN SUSTO

Francesco salió de la habitación, la preocupación y el cansancio se notaban en su rostro, pero se esforzaba por mantener la calma. —Chicos, pueden pasar, pero traten de no agitarla mucho.

Charly y Alessa, asintieron y pasaron a ver a Isabella.

Alessa entró con pasos temblorosos. Sus ojos estaban rojos e hinchados por las lágrimas. Se acercó a la cama de Isabella y, con voz quebrada, comenzó a hablar.

—Isa, lo siento mucho. Nunca quise que esto pasara. Estoy tan arrepentida. No puedo creer lo que ha pasado. —Las lágrimas caían por sus mejillas, y su voz se ahogaba en sollozos.

Isabella levantó una mano débilmente para tocar el rostro de su hermana.

—No es solo tu culpa, Alessa. Todos cometemos errores. Lo importante es que estoy aquí, y el bebé está bien. —Isabella intentó sonreír, pero el esfuerzo la agotó.

Charly, con el rostro marcado por la culpa, se acercó también. Sus ojos estaban llenos de remordimiento.

—Isabella, me equivoqué. No debí haber llevado a Alessa al departamento de
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