La recepción nupcial estaba llegando a su fin. Las luces del jardín titilaban suavemente bajo la brisa nocturna, mientras los últimos invitados se retiraban. Salvatore, con su habitual sonrisa calculada, sostenía la mano de Rebecca, quien parecía feliz, ajena a las intrigas que rodeaban a su nuevo marido. Francesco los observaba desde la distancia, sintiendo un peso creciente en su pecho, como si algo estuviera fuera de lugar.—Bueno familia creo que ha llegado el momento de despedirnos, nos vamos, no sin antes agradecer su asistencia a pesar de todo lo que les ha ocurrido; realmente se tiene que ser muy fuerte para pasar de un secuestro a un entierro y posteriormente a una boda. — dijo Salvatore en voz alta, asegurándose de que todos lo escucharan. —Espero que disfruten su estancia. Mientras tanto, Rebecca y yo disfrutaremos de... nuestra luna de miel. —Su tono era dulce, pero la mirada que dirigió a Francesco estaba cargada de una malicia oculta.Francesco apretó los puños, pero Is
La primera noche en la Toscana fue tranquila, o al menos lo parecía. Mientras Francesco dormía profundamente a su lado, Isabella se levantó para tomar un vaso de agua. El silencio de la casa de campo era reconfortante, hasta que su teléfono vibró.Miró la pantalla, extrañada. Un mensaje de un número desconocido.—Cuidado con lo que deseas. Los que crees que están lejos, están más cerca de lo que imaginas.Isabella frunció el ceño, su corazón comenzó a latir más rápido. ¿Quién podía estar enviando ese mensaje? ¿Qué significaba?Guardó el teléfono, sin despertar a Francesco. Pero no podía quitarse de la cabeza que, aunque estuvieran en la Toscana para encontrar paz, las sombras de sus enemigos estaban siempre cerca, acechando.En la mañana los primeros rayos del sol que filtraban a través de los robustos cipreses. El aire fresco y crujiente de la mañana estaba impregnado de la fragancia de la lavanda y el romero, creando una atmósfera de calma absoluta. El suave murmullo de la fuente en
Los días en la Toscana avanzaban lentamente, cada amanecer parecía bañado en una luz dorada que se extendía sobre los viñedos. Tras el inquietante mensaje, Isabella decidió no compartirlo con Francesco, al menos por ahora. No quería empañar el ambiente de tranquilidad que habían venido a buscar, y confiaba en que esa distancia de las tensiones de la ciudad podría brindarles un respiro.Luego del desayuno, cumpliendo su promesa, Francesco e Isabella salieron al viñedo. Paseaban tomados de la mano, mientras Francesco le susurraba dulces palabras al bebé, acariciando con suavidad la barriga de Isabella. La emoción en sus ojos hacía que el corazón de ella latiera más fuerte.—Imagino cómo será nuestra vida cuando el bebé llegue. —murmuró Francesco, mirándola con ternura—. Me gustaría pasar más tiempo en lugares como este, alejados de todo.—Sí, Francesco, yo también lo imagino. Siento que todo esto es un sueño, pero sé que contigo será una realidad hermosa.Mientras ellos compartían este
Al llegar a la mansión Moretti, el jardín estaba lleno de movimiento y flores. Decoradores trabajaban con rapidez, mientras la madre de Max, la señora Revetti, supervisaba cada detalle con un rostro tan rígido como impecable. Apenas vio a Alessa, se acercó con una enorme caja entre sus brazos, y, sin perder tiempo, exclamó con un tono autoritario pero emocionado— ¡Alessa, querida! gracias a Dios ya estás de regreso, este es el vestido. Debes probártelo ahora mismo y luego descansar, tienes que estar radiante para el gran día, finalmente mañana mi pequeño Max y tú se unirán en matrimonio.Alessa, un poco sorprendida y sin saber si replicar, recibió la caja, sintiendo el peso de las expectativas de la señora Revetti y la solemnidad del momento. Isabella, que estaba a su lado, intercambió una mirada de impaciencia con su hermana y cuando iba a intervenir para poner en su lugar a la desagradable señora, Alessa negó con un simple movimiento de cabeza.—Claro, señora Revetti —respondió Ale
La villa en Verona estaba iluminada solo por la tenue luz que se colaba desde las ventanas altas, la suave brisa de la tarde acariciaba el lugar, trayendo consigo un aire frío que contrasta con el calor del momento.La llegada de Alessa contrasto con Leonardo, despertando, aturdido, sin entender cómo había terminado ahí. Y justo cuando sus ojos lograron enfocar, escuchó una puerta abrirse, y vio a Alessa, igual de sorprendida y confundida.Los dos se miraron en silencio, entendiendo que estaban atrapados, que no había escapatoria, y que, por fin, tendrían que enfrentar sus sentimientos uno frente al otro.Alessa y Leonardo se quedaron mirándose en silencio, ambos atrapados en la villa, sin posibilidad de escapar ni de esconder lo que sentían. Alessa fue la primera en romper el silencio, sus ojos lanzando dagas de ira contenida.— ¡¿Qué clase de broma es esta, Leonardo?! —le espetó, cruzando los brazos en señal de desafío—. ¿No tienes suficiente con haberme dicho todo lo que dijiste? ¡
Ahora, la calma en la villa, estaba inmersa en una quietud especial, con la suave luz de la luna colándose a través de las ventanas altas y creando sombras delicadas en las paredes. El aire tenía una frescura sutil, mezclada con el aroma a jazmín que se filtraba desde los jardines exteriores. Una calma envolvía la habitación, casi como si el propio ambiente entendiera la importancia de lo que estaba a punto de suceder.Leonardo y Alessa se miraron en silencio, parados uno frente al otro en una especie de tregua emocional. Ambos sentían cómo sus corazones latían con fuerza, resonando en el silencio de la villa. Aunque cada uno lidiaba con sus propias dudas, el momento parecía haber tomado vida propia, guiándolos con una suavidad que ninguno esperaba.—Alessa… —murmuró Leonardo, con una voz que temblaba ligeramente, mientras alargaba la mano para acariciar su mejilla con una ternura que nunca había mostrado, sus dedos trazando el contorno de su mejilla, memorizando cada línea de su pie
Mientras Alessa y Leonardo estaban sumergidos en su hermoso idilio…En la mansión Rossi Moretti, el aire parecía pesado, cargado de una tensión casi eléctrica que recorría cada pasillo. La noche estaba en calma afuera, con un cielo despejado que contrastaba con el ambiente turbulento que se vivía dentro de la casa. Isabella caminaba de un lado a otro en el salón, como una fiera enjaulada. Sus pasos eran rápidos, irregulares, y cada tanto se llevaba una mano a la frente, intentando controlar una mezcla de ansiedad y furia que le hacía temblar el cuerpo. La temperatura en la habitación parecía subir con cada segundo que pasaba.Francesco la observaba en silencio, su rostro reflejaba una profunda preocupación. Charly y Carter intercambiaban miradas, intentando medir el momento adecuado para hablar, aunque ambos sabían que cualquier intento sería en vano; Isabella no los dejaría decir una palabra.— ¡¿Cómo es posible que se hayan llevado a mi hermana frente a todos y nadie haya hecho nada?
Mientras la familia iba rumbo a la constructora, en la villa Alessa despertaba, el sol apenas empezaba a filtrarse a través de las ventanas. La mañana era tranquilizadora, pero su corazón latía desbocado al recordar las circunstancias de su llegada. No pudo evitarlo, la felicidad de estar con Leonardo se mezclaba con un profundo miedo a lo que les podría suceder.Alessa miró a su alrededor, la belleza rústica de la villa contrastaba con la incertidumbre que la consumía, tenía tanto miedo de que algo pasara y la alejara de esa felicidad que la hacía sentir como si flotara en el aire. Vio a su lado y Leonardo seguía dormido, observarlo así tan tranquilo, sin angustias, sin problemas le daba una paz única, ver ese rostro que parecía tallado por los dioses era algo que definitivamente quería ver todas las mañanas al despertar.Sumergida en sus pensamientos, dejo escapar una tierna sonrisa de sus labios, de pronto escucho la voz de Leonardo que le hablaba con los ojos entrecerrados y sonr