Desde aquella noche, las semanas siguientes transcurrieron con una calma inusual en la mansión Moretti, mientras Isabella y Francesco se sumergían en los últimos preparativos para la llegada del bebé. Las mañanas comenzaban con un desayuno en la terraza, donde el viento fresco traía consigo el aroma de las flores recién regadas. A pesar de los pequeños desacuerdos y preocupaciones, habían aprendido a encontrar un equilibrio en su nueva rutina.Entre risas y expectativas, compartían experiencias nuevas, como las clases prenatales, que rápidamente se convirtieron en parte esenciales de sus días. En una de esas clases, Isabella intentaba contener la risa mientras Francesco luchaba por dominar una técnica de respiración.—Inhala… exhala… Francesco, estás respirando como si estuvieras corriendo un maratón —bromeó Isabella, mordiéndose el labio para no soltar una carcajada.Francesco entrecerró los ojos, frunciendo el ceño con fingida indignación.— ¿Sabes lo difícil que es concentrarse con
Era un sábado perfecto, con el cielo despejado y una brisa suave que llenaba el ambiente de frescura. En la mansión Rossi, Alessa y Chiara lideraban la transformación del salón principal, mientras Leonardo, Carter y Arthur se encargaban de los detalles más prácticos. El lugar estaba irreconocible: guirnaldas de colores pastel colgaban del techo, globos en tonos suaves flotaban por todo el salón, y un mural en la pared principal anunciaba: "Bienvenido al mundo, Marco Antonio."Don Marcos, siempre impecable en su porte, se paseaba entre los preparativos con una sonrisa orgullosa. Aunque no participaba directamente, supervisaba con su presencia imponente, dejando escapar algún que otro consejo.—Asegúrense de que los globos no estén tan altos. Queremos que Isabella los note de inmediato, no que se pierdan en el techo. —dijo con su tono autoritario, pero lleno de ternura.Finalmente, todo estuvo listo. Cuando Isabella y Francesco llegaron, creyendo que asistirían a una reunión de negocios
El aire estaba cargado de una mezcla de emoción y ansiedad mientras Isabella y Francesco se dirigían al último control prenatal. El sol de la mañana iluminaba el camino, pero en el interior del automóvil, el ambiente estaba impregnado de una expectante tensión. Francesco mantenía una mano firme sobre el volante y la otra descansaba sobre la pierna de Isabella, acariciándola con el pulgar en un gesto inconsciente de protección.— ¿Estás bien? —preguntó él, sin apartar la vista del camino, pero con el ceño ligeramente fruncido.—Sí… solo un poco nerviosa —confesó Isabella, entrelazando sus dedos con los de él. Su voz apenas era un susurro, como si al decirlo en voz alta se hiciera más real.Francesco giró la cabeza brevemente para mirarla. Sus ojos reflejaban una mezcla de orgullo, amor y una pizca de inquietud.—Lo estamos haciendo bien, Isa —le aseguró, llevándose su mano a los labios para depositar un beso en sus nudillos—. Falta poco para que lo tengamos en brazos.El hospital tenía
El día transcurría con intensidad en la constructora. Francesco, junto a los chicos, estaba sumergido en reuniones y supervisando el avance de la obra. Había sido una jornada agotadora, llena de decisiones y planificación. Mientras tanto, Isabella permanecía en casa, disfrutando de un merecido descanso. Sin embargo, un antojo repentino de pastel de chocolate la hizo levantarse de la cama.Se dirigió a la cocina, abrió la nevera y cortó un generoso trozo de pastel, acompañándolo con un vaso de jugo. Se sentó en la mesa, disfrutando cada bocado con calma. Al terminar, llevó los platos al fregadero y los lavó. Pero justo cuando estaba a punto de regresar a la sala, un punzante dolor en la espalda la hizo detenerse en seco.Llevó una mano a su vientre, respirando hondo para controlar la incomodidad. Entonces, sintió una repentina humedad recorrer sus piernas y, en cuestión de segundos, comprendió lo que estaba sucediendo. Su bolsa se había roto.— ¡Vicenzo! —gritó con urgencia, sosteniénd
El sol de la mañana se filtraba por las amplias ventanas de la habitación del hospital, proyectando una luz cálida sobre Isabella, quien sostenía en brazos a su hijo recién nacido. Francesco estaba sentado a su lado, observando cada pequeño gesto del bebé con una devoción absoluta. La quietud del momento fue interrumpida cuando la puerta se abrió lentamente y un grupo de personas entró con pasos silenciosos y sonrisas expectantes.Alessa fue la primera en acercarse, sus ojos brillaban con emoción contenida mientras miraba al pequeño envuelto en una manta azul.—Es tan pequeño… y perfecto —susurró, llevando una mano temblorosa a la mejilla del bebé.Leonardo se colocó al otro lado de la cama y sonrió con ternura.—Bienvenido al mundo, pequeño Rossi. No tienes idea de lo afortunado que eres de tener a estos dos como padres y a mí como tío, ya verás que te enseñaré a jugar fútbol y a conquistar chicas lindas, pero no se lo digas a la tía Alessa.Alessa le dio un golpe en el brazo a Leona
Las semanas que siguieron fueron una verdadera aventura. Francesco e Isabella pasaban los días en casa disfrutando de su pequeño y las noches pasaban entre arrullos, cambios de pañal y canciones de cuna. Ambos estaban tan comprometidos que Francesco atendía al bebe para que Isabella descansara. Muchas veces, amanecía dormido con el bebe sobre su pecho.Una de tantas mañanas, Isabella despertó y allí estaba Francesco justo a su lado con el bebe sobre su pecho. Ambos estaban sumergidos en un sueño profundo. Isabella los observó durante varios minutos, era adorable verlos así. Con cuidado tomó el celular y capturó el momento. No solo quería que quedara guardado en su mente, también quería que Marcos viera el amor tan grande que su padre sentía por él.Isabella los vio un poco más y de pronto escuchó la voz somnolienta de Francesco. —Si continúas viéndonos de esa manera, no vas a desgastar mi hermosa reina.—Buen día, amor, y tú sabes que si continúas dejándolo dormir sobre tu pecho, lo v
La tarde cayo tiñendo el cielo de tonos naranjas, el grupo dejo del club con gran emoción no podían esperar a llegar a la mansión y que se sortearan los equipos para la los preparativos de los eventos de ese fin de semana.En cuanto entraron a la gran sala vieron a Chiara un poco pálida y desencajada, Charly se acercó y deposito un tierno beso sobre sus labios y se sentó a su lado. — Que sucede preciosa te noto algo pálida estas bien. —pregunto Charly.Chiara sonrió y coloco su cabeza cerca del hombro ajeno antes de responder. —Sí, comí algo y no me cayó bien; además mi día en la academia fue extenuante, y que tal su día, hoy vi la noticia de que la obra del resort estaba lista para ser inaugura.El grupo tomo asiento mientras Ana se llevaba al pequeño para cambiarlo. —Así es Chiara, de hecho le pedimos a Charly que te llamara porque el sábado será la inauguración y el bautizo de Marco así que formaremos equipos, de esa manera no habrá preferencia y cubriremos los eventos. —respondi
El sol aún no había salido completamente cuando la familia Rossi Moretti comenzó a prepararse para el gran día. La mansión estaba en completo movimiento, con el personal organizando cada detalle y los familiares vistiéndose para el bautizo de Marcos. Isabella, con su elegante vestido en tonos crema, sostenía a su hijo en brazos mientras Francesco ajustaba su corbata frente al espejo.—Te ves hermosa —dijo él, acercándose y besando suavemente su mejilla.Isabella sonrió y miró a su pequeño. —Hoy es un día especial para nuestra familia.Francesco acarició la cabecita del bebé con ternura. —Sí, estoy tan emocionado siento que estoy completo no podría pedirle nada más a Dios. Nuestro pequeño está siendo bendecido y presentado ante Dios y la familia.Alessa y Chiara entraron en la habitación con expresiones radiantes. —Ya es hora, los padrinos están listos y el abuelo está esperándonos —anunció Chiara.Minutos después, un cielo despejado y un aire fresco auguraban un día perfecto. La famil