Capítulo 17El sonido de las olas rompiendo contra las rocas era lo único que rompía el silencio pesado que reinaba en aquella casa de la costa. Bianca bajó lentamente del auto, sus pasos resonaron sobre la grava mientras sus ojos se alzaban para observar la imponente estructura de piedra frente a ella. No era solo una casa, parecía una fortaleza. Grandes ventanales, muros altos y una ubicación aislada que dominaba la vista sobre el mar, como si el mundo entero quedara a sus pies, y al mismo tiempo, tan lejos.Alessio descendió del auto sin prisa, dándole espacio para asimilar aquel lugar que, al menos por un tiempo, sería su refugio.—Aquí estarás segura. —dijo con firmeza, mientras dejaba caer las llaves en su bolsillo.Bianca no respondió de inmediato. Había algo abrumador en esa casa: la distancia, el aislamiento, la soledad. En otro momento de su vida habría soñado con despertar en un lugar como ese, lejos del ruido, frente al mar. Pero ahora no era un sueño, era un escondite, y
Capítulo 18El amanecer en la costa tenía algo hipnótico, como si el mar supiera ocultar todos los secretos que la noche había dejado suspendidos en el aire. Bianca despertó con la luz filtrándose a través de las cortinas, los primeros rayos acariciando su piel mientras el eco de las olas marcaba el ritmo de un día que prometía ser igual de incierto que el anterior.El lugar, a pesar de su belleza, seguía oliendo a encierro. Una jaula disfrazada de paraíso. Y Alessio, siempre tan atento a cada detalle, parecía más un guardián que un amante.Cuando Bianca bajó a la cocina, él ya estaba allí, revisando el móvil con el ceño fruncido, café en mano. Sus ojos, oscuros y vigilantes, se suavizaron apenas la vieron entrar.—¿Dormiste bien? —preguntó, su voz grave acariciando el aire.—Lo intenté. —respondió ella con sinceridad mientras se servía una taza de café. —Es difícil dormir cuando no sabes qué pasará mañana.Él no respondió de inmediato, solo se acercó y depositó un suave beso en su fr
Capítulo 19El amanecer en la costa fue menos apacible que el anterior. El canto de las gaviotas sonaba lejano, como si el mar mismo supiera que algo en esa casa había cambiado. Bianca se levantó temprano, incapaz de encontrar descanso en medio de la tormenta silenciosa que se había instalado en su pecho.Mientras bajaba las escaleras, el olor a café recién hecho llenaba el ambiente, pero también flotaba algo más: la tensión. Alessio estaba de pie junto a la ventana, con el teléfono en la mano, hablando en un tono bajo, casi imperceptible, como si cada palabra que pronunciaba fuera un secreto que ni las paredes debían escuchar.Bianca no necesitó escuchar cada frase para saber que la situación era más grave de lo que Alessio había intentado hacerle creer la noche anterior. Algo se movía en la sombra. Algo que ni siquiera él parecía capaz de controlar.Cuando él colgó, sus ojos se encontraron con los de ella, y por un segundo, su expresión se suavizó. Pero fue solo un segundo.—Buenos
Capítulo 20El viento soplaba fuerte esa mañana, golpeando las ventanas de la casa como si el mismo mar quisiera advertirles que la calma que tanto buscaban era solo un espejismo. Bianca despertó temprano, sus pensamientos revueltos, y una inquietud clavada en el pecho que no la dejaba respirar en paz.El día anterior, la revelación de Alessio la había dejado con el alma partida en dos. Luca, ese nombre que apenas significaba algo en su memoria, ahora se convertía en la sombra que amenazaba todo lo que empezaba a construir con Alessio. Ya no era solo el miedo a la mafia, ni la huida constante. Ahora era personal.Bajó a la cocina, donde Alessio ya la esperaba con una taza de café en la mano, vestido con su eterna camisa negra, impecable y elegante, como si incluso en la guerra necesitara mantener su armadura intacta.—Buenos días, amor. —murmuró él, observando sus pasos desde la puerta. Pero su voz no tenía la misma ligereza de otros días. Había una preocupación que no lograba disimul
capitulo 1La ciudad de Nápoles respiraba con la misma intensidad de siempre, como un organismo vivo que nunca descansaba, ni siquiera en la calidez de la tarde. Alessio Moretti se apoyó en la baranda del balcón de su penthouse, mirando la ciudad que lo había visto crecer. La vista del puerto era impresionante, pero sus ojos no se enfocaban en la belleza del lugar. Su mente, siempre alerta, parecía estar en otra parte, repasando las jugadas del día y, quizás, anticipando lo que vendría.Nápoles era su reino, sí. Y en este reino, Alessio era su rey. A lo largo de los años, había forjado su poder con manos de hierro, en la penumbra de un mundo de mafias y sombras. Había conseguido lo que todos temían y pocos lograban: el control absoluto. Sin embargo, el trono era solitario.Dejó el vaso de whisky sobre la mesa, sin beberlo, y observó cómo las olas golpeaban las rocas del puerto, como si el mar mismo tratara de reclamar lo que por derecho le pertenecía. El viento le acariciaba la cara,
capitulo 2El tren se detuvo con un suave crujido en la estación central de Nápoles, y Bianca Rossi sintió una extraña punzada en el pecho. Había regresado al lugar que había intentado olvidar durante más de diez años. Nápoles, con su belleza desgarrada, su caos incesante y su esencia de ciudad vieja, estaba igual que siempre. Y, sin embargo, ella no era la misma.Había vivido fuera durante tanto tiempo, intentando borrar los recuerdos, construir una vida limpia, alejada de las sombras del pasado. Londres le había ofrecido la distancia que necesitaba, el anonimato y, lo más importante, la oportunidad de reinventarse. Había dejado atrás a su familia, sus amigos, el viejo barrio… y sobre todo, a él.Pero Nápoles nunca olvida. Y el destino, siempre impredecible, la había traído de vuelta.Bianca arrastró su maleta por el vestíbulo de la estación, mirando las caras familiares, las tiendas abarrotadas, y las viejas estructuras que tanto la habían marcado. El ruido de la ciudad la envolvía,
capitulo 3El sonido del tráfico y las voces distantes se desvanecieron cuando Alessio la vio alejarse rápidamente por la calle. Su figura, aunque ahora más adulta, seguía siendo la misma en su mente: Bianca Rossi, la niña que una vez había sido su todo.Era imposible no reconocerla, incluso después de tanto tiempo. Aunque la Bianca que se alejaba ahora era diferente, había algo en su porte, en su andar, que seguía siendo la misma. Los años habían transformado su cuerpo, su rostro, pero en su mirada… en sus ojos, aún brillaba la misma chispa que había encendido su mundo cuando eran niños. La chispa que él había perdido, que había dejado ir.Alessio apretó los puños involuntariamente. No podía dejarla escapar otra vez. Había pasado demasiado tiempo buscando una razón para salir de la oscuridad que lo había consumido, y ahora, el destino le había ofrecido esa oportunidad.Bianca.La vio alejarse con determinación, como si quisiera evitarlo, como si temiera lo que podía ocurrir si se enc
capitulo 4Bianca caminó a paso firme, pero sus pensamientos seguían atrapados en la conversación con Alessio. Aquel encuentro había dejado una marca profunda en su mente, una grieta en la que los recuerdos se colaban como agua en una vieja pared. ¿Por qué lo había vuelto a ver? Se preguntaba una y otra vez, intentando encontrar una razón lógica. Pero no la había.Alessio no era solo una sombra del pasado. Era el pasado. Y al mirarlo, Bianca no podía evitar sentir que estaba siendo arrastrada nuevamente a su mundo, un mundo del que había huido, un mundo lleno de caos, de promesas rotas y de pasiones que nunca se apagaron.El aire de Nápoles parecía más pesado ahora, como si la ciudad misma hubiera sido testigo de lo que acababa de ocurrir. Cada paso que daba la alejaba de Alessio, pero también la acercaba a algo mucho más peligroso. Lo sabía, lo sentía en sus entrañas. Y sin embargo, no podía evitarlo.Alessio Moretti no solo gobernaba Nápoles, gobernaba sus recuerdos, sus emociones.