Edward se reunió con su equipo y les agradeció por estar ahí, reconociendo que aquel logro era de todos. Mientras uno de sus empleados compartía su experiencia con los demás, Edward desvió la mirada buscando a Grace. La encontró sentada junto a Lorenza, quien hablaba animadamente, mientras Grace la escuchaba con atención.— ¿Puedo robarle un momento al CEO de la empresa? —preguntó Giselle, acercándose a Edward. Todos quedaron embelesados por su belleza y su acento italiano, que consideraban sumamente sensual.—Regreso en un momento —respondió Edward.Se acercó a Giselle y se alejaron del grupo. Cuando encontraron un lugar más apartado para conversar, Edward no pudo evitar buscar nuevamente a Grace con la mirada.— ¿Está todo bien?— siguió la mirada de él, luego ella se cruzó de brazos.Edward regresó la mirada hacia ella.—Está todo bien. ¿Quién te ha informado acerca de este evento? Por qué yo recuerde, no había una invitación para ti.— ¿Crees que eres el único con influencias?—ella
Un suave sonido de estática precedió a la voz firme del maestro de ceremonias, resonando en todo el salón elegantemente decorado.—Damas y caballeros, el evento está por comenzar. Por favor, les pedimos que tomen asiento.Un murmullo recorrió a los invitados mientras se dirigían a sus lugares. Edward ajustó el nudo de su corbata y respiró hondo, preparándose para dar inicio a una noche que simbolizaba años de esfuerzo y sacrificio. Justo cuando iba a moverse hacia su mesa, un ruido inesperado lo detuvo: un aplauso solitario, nítido y decidido.Miró hacia la fuente del sonido y vio a su madre, Lorenza, de pie. Sus ojos brillaban con orgullo, y aunque su sonrisa era serena, su aplauso resonaba con fuerza. Edward frunció el ceño, confundido, incapaz de entender qué estaba pasando.Entonces, otro aplauso, más fuerte y seguro, surgió desde el otro extremo del salón. Al girarse, su mirada se cruzó con la de su hermano Stefano, impecablemente vestido en un traje oscuro, aplaudiendo con una d
Edward llegó a la mesa donde su familia lo esperaba, recibiéndolo con efusivos abrazos y cálidos deseos. Risas y murmullos llenaban el aire, creando una burbuja de felicidad que parecía, por una noche, envolverlo todo. Pero en su mente, solo existía un pensamiento: Grace.Cuando finalmente llegó el momento de dirigirse a ella, la encontró de pie, con los ojos brillantes por un mar de emociones contenidas. La fuerza de su discurso había atravesado sus defensas, dejando en ella una vulnerabilidad que pocas veces se permitía mostrar. Edward avanzó hasta quedar frente a ella. Antes de que pudiera pronunciar una sola palabra, Grace negó con la cabeza suavemente, luchando contra las lágrimas que amenazaban con escapar. Una sonrisa temblorosa se dibujó en sus labios mientras se limpiaba los ojos.—Ese discurso… fue perfecto —susurró Grace, su voz apenas audible, como si temiera romper el momento con cualquier sonido demasiado fuerte.Con una ternura que parecía destinada solo para ella, Edwa
Edward volvió a mirar el asiento vacío a su lado cuando terminó de conversar con el alcalde. Con gesto discreto, se dirigió a su jefe de seguridad vía texto y miró en su dirección.“¿Dónde está Grace?” —preguntó.El hombre inclinó ligeramente la cabeza y respondió rápidamente desde su lugar:“La señora Langford está en el servicio de damas”Edward asintió, y esperó por ella; pero el hombre, en traje elegante, desvió su atención hacia el pasillo al notar movimiento. Su rostro se tensó al ver a Giselle salir del baño de damas. La elegancia y frialdad de la mujer lo hicieron suponer lo peor: ¿Había ocurrido un enfrentamiento? Sin perder tiempo, cruzó el pasillo rápidamente, esquivando a Giselle, decidido a verificar que Grace estuviera bien.Llamó a la puerta con firmeza.— ¿Señora Langford, todo está bien? —La puerta se abrió de inmediato, y el hombre retrocedió ligeramente, sorprendido.—Estoy bien, tranquilo —respondió Grace con una sonrisa divertida—. Si esperabas ver cabellos voland
Grace tomó otro sorbo de su botella de agua mientras esperaba a Edward en el despacho. Habían llegado juntos, y él le había pedido que lo esperara ahí. Una llamada urgente lo había apartado, y el tiempo seguía pasando sin que él regresara. Los nervios le crispaban cada fibra del cuerpo. Imaginó todos los escenarios posibles, las respuestas que podría darle a sus preguntas. Pero había una certeza: no quería desaparecer por completo de su vida.Repasó en su mente cada momento compartido con Edward. Su transformación, cómo había sido con ella, y cómo todo había fluido de forma tan natural. Sin embargo, una sombra persistía: aquello de lo que aún no habían hablado. El último acontecimiento.Inconscientemente, se llevó una mano al vientre. Una punzada de decepción, dolor y nostalgia la atravesó. Nunca había deseado ser madre, pero cuando lo perdió, comprendió que sí había sido real. Ese vacío le estremecía. ¿Solo era yo? ¿Edward no sintió el mismo dolor al perder a nuestro hijo?La puerta
Nota de autora: ¡Hola queridos lectores! ¡Sorpresa! Aquí comienza la segunda temporada de esta novela, trataré de actualizar lo más seguido posible. Me debatí bastante, ya que, por mi salud, estaba cortando esta historia y evitar tenerlos esperando tanto tiempo, pero al final, eso pasó. Bueno, ya mejor de salud, con muchas ganas de escribir la continuación, (Escuché varias veces este libro desde el comienzo hasta el final -Final/Parte 2- y efectivamente, necesitan continuar esta pareja conforme lo iba escuchando, hay aún mucho que hacer con Edward y Grace, tampoco la alargaré muchooooo, digamos que unos veinte capítulos más, ¿Qué dicen?, en este mismo libro seguiré la continuación. ) Así que en este capítulo 1, segunda temporada, se las publico a continuación: Edward permaneció allí, frente a ella, el corazón latiendo con fuerza. Había dado un paso hacia lo desconocido, pero sentía que era el único camino a seguir. La mirada de Grace le confirmaba que, aunque las palabras no se hab
EdwardLa luz tenue de la mañana se filtraba a través de los ventanales, bañando la habitación en un resplandor dorado. El silencio era espeso, interrumpido solo por la respiración pausada de Grace. Desde el sillón, la observé con una intensidad que me asustaba.Su cuerpo se hundía en el colchón, una parte de su espalda desnuda expuesta por la sábana que apenas cubría el resto de su figura. Su cabello rubio y ondulado se esparcía sobre la almohada, enredado en suaves bucles que parecían atrapados entre la penumbra y la luz.Tragué con dificultad.Había algo sagrado en verla así, vulnerable, descansando después de las tormentas que habíamos atravesado.Todo esto era nuevo. Para ella, para mí. Para lo que habíamos construido. Para lo que habíamos perdido.Llevé una mano a mi rostro, masajeando mi sien. Me sentía agotado, como si cada fibra de mi ser cargara un peso invisible. Habíamos pasado la madrugada juntos, sin prisa, sin barreras, dejando que nuestras palabras llenaran los silenci
GraceEstaba sentada frente al espejo en la habitación del ático de Edward, observando mi reflejo con una mezcla de emociones difíciles de definir. Todo lo que había sucedido desde que acepté el acuerdo con Edward me había llevado a lugares que jamás imaginé. Mi vida, antes predecible y estructurada, ahora estaba teñida de incertidumbre y sentimientos que no terminaba de comprender.Me mordí el labio, inquieta. Edward había salido a desayunar con su familia en el hotel donde estaban hospedados, y desde entonces, no había recibido noticias suyas. Cada minuto que pasaba en silencio solo alimentaba mi ansiedad. No quería admitirlo, pero la sensación de no saber qué estaba haciendo o pensando me descolocaba.El sonido de mi teléfono me sacó de mis pensamientos. Al desbloquear la pantalla, vi un mensaje de mi madre, Marie, invitándome a almorzar. Durante un instante, dudé. Aún no confiaba del todo en ella; después de todo, había pasado años resentida por su abandono. Pero también sabía que