Edward se había quedado intrigado acerca de la última conversación con Grace, se miró en el espejo todo empañado por el calor de la habitación de baño, y luego su mano barrió el vapor para de nuevo mirarse con más claridad. Soltó un suspiro largo, cansado y cargado de irritación.—Estás metido en un lío, Edward. —susurró a su reflejo, se pasó una toalla por el cabello húmedo, luego salió hacia la habitación, se detuvo bruscamente bajo el marco de la puerta cuando vio de espaldas a Grace que se estaba cambiando de ropa, alzó sus cejas cuando vio como ella subió la tela de la pijama por sus piernas delgadas, notó que tenía un trasero redondeado, luego ella se retiró la blusa para quedarse en sostén, se lo retiró y él miró su espalda desnuda, desde ahí notó un par de lunares, luego, tomó la camiseta a juego con tirantes, él presionó sus labios al darse cuenta que dormiría sin sostén, imaginó de manera inesperada, sus protuberancias resaltando en aquella tela. Pasó saliva con dificultad,
Alessandro terminó de arreglarse para bajar a desayunar con toda la familia, aún estaba un poco desvelado por su esposa y, esperaba que este día fuese mejor que ayer, no necesitaba alejarse de Edward por culpa de ella, ya muchos años han pasado desde que él se había mudado y alejado de la familia, ya había un año recién de ausencia, no necesitaba más. Al bajar las escaleras, se detuvo a medio camino cuando vio a su hijo menor caminar en dirección a la salida con una maleta en mano, luego detrás de él, Grace.— ¿Qué es lo que pasa? ¿A dónde van con esas maletas? —preguntó Alessandro bajando a toda prisa el resto de las escaleras.—Nos vamos a un chalet a las afueras del pueblo. Estaré para los eventos familiares, no te preocupes.—Me importa un bledo los eventos, ¿Por qué tienen que irse? ¿Qué ha pasado? —preguntó empezando a molestarse, pensó que su esposa debía de ser la culpable de su salida de la casa.—No respetan mi privacidad, así qué, es mejor tener mi espacio con mi prometida,
Grace guardó silencio por el momento, aunque su expresión dejaba claro su descontento. Decidió, sin embargo, optar por la calma y sacó su celular, manteniendo su mirada fija en Edward mientras se lo entregaba, arqueando una ceja.—Ahí lo tienes. ¿Satisfecho? —su tono llevaba un toque de sarcasmo que no pasó desapercibido para Edward. Se dio cuenta de que tal vez estaba cruzando una línea entre ellos dos, como ella insinuaba, al meterse en su privacidad. Pero no le importó. Tomó el celular y revisó la última llamada.—Así que tu ex te está buscando —murmuró para sí, confirmando sus sospechas. Levantó la mirada para encontrarse con la de Grace, quien seguía frente a él, sin retroceder hacia atrás. — ¿Sabes que es lo que quiere? —preguntó.—No lo sé, y sinceramente, no me interesa. ¿Es todo? ¿Puedes devolverme mi celular? —terminó su pregunta justo cuando la llamada entraba en la mano de Edward. Grace abrió un poco más los ojos al ver que era Marlon quien llamaba.— ¿Vamos a averiguarlo?
Edward estaba pensando en que vestido sería el apropiado para el evento familiar, Grace no pareció ser tan fan de obtener un vestido de noche, pero estaba dentro del acuerdo: Eventos y reuniones, así demostraría que su compromiso era real ante su familia. Moría porque termine toda esta farsa, quería volver a tener su libertad, a tener a todas las mujeres que deseaba en su cama, sin un total compromiso. Pero al parecer, a Grace le estaba tomando sabor el estar rodeada de las comodidades que la familia Langford tenía. “Grace no es interesada, solo tiene un destino desafortunado” pensó una vez que dio el último trago a su copa de licor. Nat Portobello, ese era el nombre de la asesora de moda que había llegado de Roma exclusivamente para vestir a Grace. Edward, con una distracción apenas perceptible, le había indicado a Nat que el costo no era un problema, que deseaba lo mejor de lo mejor para Grace y que no se limitara en nada. El vestido deslumbra con su elegancia atemporal y sofisti
Edward estaba sumido en un silencio incómodo mientras regresaban al chalet. Desde las palabras de Grace sobre su virginidad, no habían intercambiado ninguna otra conversación. Aquel breve pensamiento que lo había asaltado lo dejó inquieto y sin palabras en ese momento. El hombre de seguridad abrió la puerta del lado de Grace, sin dirigir ni una mirada hacia Edward, y descendió del vehículo en silencio. El sonido de la puerta al cerrarse resonó en el aire, dejando a Edward con una sensación de vacío. Quizás aquel golpe de puerta contenía un mensaje oculto, o quizás no significaba nada en absoluto. Pero para Edward, el silencio que lo envolvía era ensordecedor. —Maldita sea—murmuró entre dientes, pensando que la situación podría salirse de sus manos, bajó del auto, y caminó detrás de ella, quien pareció alejarse lo más posible de Edward. Al llegar a las escaleras, él la detuvo al llamarla. —Espera—Grace ya tenía el pie en el primer escalón y se giró hacia él. —Creo que ha sido culpa d
Lorenza caminó de un lado a otro, sintiendo una profunda desaprobación ante la decisión de Edward de romper el compromiso con Giselle. Y aún más preocupante para ella, el hecho de que se hubiera comprometido con una mujer que, a simple vista, parecía no tener ningún estatus o importancia.— ¿Podrías dejar de caminar por la habitación? Vas a arruinar tu preciosa alfombra, querida —dijo Alessandro con una sonrisa amplia en los labios, notando que por primera vez su esposa cedía.—Necesito organizar los preparativos del compromiso temprano mañana, el fin de semana está a la vuelta de la esquina —respondió ella.—Querida, el fin de semana es el evento de la vendimia —le recordó Alessandro—. No podemos superponer un evento tan importante con otro, especialmente cuando uno de ellos es nuestro hijo.—El compromiso será el domingo. Una cena íntima con familiares y amigos cercanos. También habrá algunos medios para anunciar que el último soltero de la familia Langford ha decidido comprometerse
Edward no pudo más, se levantó de un movimiento elegante y lanzó la servilleta de tela a lado del plato, en señal de enfado, todos detuvieron la conversación y dirigieron sus miradas a él, Grace, sintió que estaba a nada de explotar contra su familia, así que fue rápida: Tomó su mano, y con eso, atrajo su atención por completo, ella le sonrió de manera sutil, y entendió que estuvo a nada de descubrir la farsa, miró a los demás y apenas les sonrió.― ¿Qué pasa, hijo? ―preguntó Alessandro con el ceño arrugado, mientras que Lorenza, miró detenidamente el agarre de la mano de Grace, luego miró a Edward a la cara.― ¿Quieres decirnos algo, Edward? ―lo motivó Lorenza, preparándose para poder escuchar lo que tanto ruido le había empezado hacer desde que anunció que se casaría con ella.―Sí, quiero decirles que… gracias, gracias por querer hacer que estemos cómodos en esta casa y acerca de la boda, ―Edward miró a Grace y apenas pudo sonreír, ―Nos casaremos. ―luego miró al resto de la familia,
Edward sintió como el agua fresca cayó por su rostro, mientras sus ojos estaban cerrados. Estaba analizándose mentalmente para no dejar ningún cabo suelto y puedan irse de Italia. Pero, ahora, una boda civil se había metido entre sus pies. Abrió sus ojos y soltó un golpe contra el frio azulejo azul, soportó el dolor de su mano y negó repetidamente para sí mismo sin decir una palabra.Terminó su ducha y se envolvió en su cintura una toalla y se sacudió su cabello para retirar un poco de agua. Pasó una mano por el espejo empañado y luego se miró reflejado. Tomó aire y lo soltó entre dientes. El toque de la puerta del baño, lo sacó de sus pensamientos, hasta había dado un respingo tomándolo por sorpresa.― ¿Qué? ―preguntó, irritado.― ¿Te falta mucho? Necesito entrar. ―dijo Grace al otro lado de la puerta.―Dame cinco minutos. ―respondió, Edward. Recordó haber estado más de una hora desde que había entrado a darse un baño. Se apuró, se cambió y salió del baño con un pijama de cuadros col