Lorenza caminó de un lado a otro, sintiendo una profunda desaprobación ante la decisión de Edward de romper el compromiso con Giselle. Y aún más preocupante para ella, el hecho de que se hubiera comprometido con una mujer que, a simple vista, parecía no tener ningún estatus o importancia.— ¿Podrías dejar de caminar por la habitación? Vas a arruinar tu preciosa alfombra, querida —dijo Alessandro con una sonrisa amplia en los labios, notando que por primera vez su esposa cedía.—Necesito organizar los preparativos del compromiso temprano mañana, el fin de semana está a la vuelta de la esquina —respondió ella.—Querida, el fin de semana es el evento de la vendimia —le recordó Alessandro—. No podemos superponer un evento tan importante con otro, especialmente cuando uno de ellos es nuestro hijo.—El compromiso será el domingo. Una cena íntima con familiares y amigos cercanos. También habrá algunos medios para anunciar que el último soltero de la familia Langford ha decidido comprometerse
Edward no pudo más, se levantó de un movimiento elegante y lanzó la servilleta de tela a lado del plato, en señal de enfado, todos detuvieron la conversación y dirigieron sus miradas a él, Grace, sintió que estaba a nada de explotar contra su familia, así que fue rápida: Tomó su mano, y con eso, atrajo su atención por completo, ella le sonrió de manera sutil, y entendió que estuvo a nada de descubrir la farsa, miró a los demás y apenas les sonrió.― ¿Qué pasa, hijo? ―preguntó Alessandro con el ceño arrugado, mientras que Lorenza, miró detenidamente el agarre de la mano de Grace, luego miró a Edward a la cara.― ¿Quieres decirnos algo, Edward? ―lo motivó Lorenza, preparándose para poder escuchar lo que tanto ruido le había empezado hacer desde que anunció que se casaría con ella.―Sí, quiero decirles que… gracias, gracias por querer hacer que estemos cómodos en esta casa y acerca de la boda, ―Edward miró a Grace y apenas pudo sonreír, ―Nos casaremos. ―luego miró al resto de la familia,
Edward sintió como el agua fresca cayó por su rostro, mientras sus ojos estaban cerrados. Estaba analizándose mentalmente para no dejar ningún cabo suelto y puedan irse de Italia. Pero, ahora, una boda civil se había metido entre sus pies. Abrió sus ojos y soltó un golpe contra el frio azulejo azul, soportó el dolor de su mano y negó repetidamente para sí mismo sin decir una palabra.Terminó su ducha y se envolvió en su cintura una toalla y se sacudió su cabello para retirar un poco de agua. Pasó una mano por el espejo empañado y luego se miró reflejado. Tomó aire y lo soltó entre dientes. El toque de la puerta del baño, lo sacó de sus pensamientos, hasta había dado un respingo tomándolo por sorpresa.― ¿Qué? ―preguntó, irritado.― ¿Te falta mucho? Necesito entrar. ―dijo Grace al otro lado de la puerta.―Dame cinco minutos. ―respondió, Edward. Recordó haber estado más de una hora desde que había entrado a darse un baño. Se apuró, se cambió y salió del baño con un pijama de cuadros col
Grace estaba sentada en el suelo, notó que su mirada vagaba por el patio, recordó aquellas macetas con flores que siempre su padre mantenía para su madre. Ella entró de repente y estaba callada, cuando la miró, se acercó y acarició su cabeza suavemente, una sonrisa apareció en sus labios.―Cuídate mucho, hija. ―Grace miró aquella mujer que se dirigió a la puerta que daba a la calle, ella no supo que hacer, el recuerdo de su rostro, seguía vivo y latente durante muchos años. Apareció su padre corriendo detrás de ella, pero todo era lejano, Grace lloró de manera desconsolada como si el saber que su madre la estaba abandonando. El grito desesperante que salió de su boca, hizo que Edward despertara sobresaltado, encendió de inmediato la luz de la mesa de noche y miró a su lado a Grace que estaba empapada de sudor, se removió como si fuese un pez fuera del agua, lo primero que hizo, fue llamarla, pero al parecer eso no funcionó, su voz era bastante baja y adormilada, así que fue más fuerte
El toque de la puerta hizo que aquella conexión de miradas, en silencio, se rompiera.―No salgas de la tina, debe de ser el doctor. ―Edward le dijo y se puso de pie para ir a ver, cuando salió del baño, Grace regresó su rostro para dejar su frente contra sus rodillas.Edward abrió la puerta y era su jefe de seguridad.―Señor, el doctor ha llegado, lo haré subir cuando me lo autorice.―Hazlo pasar, en un momento saldrá Grace de la tina, ―el hombre arrugó su ceño―La metí en una tina con agua tibia para bajar su temperatura, ―luego Edward se dio cuenta de que estaba dando explicaciones de manera innecesaria, negó, y miró cuando su jefe de seguridad se marchó para avisar al doctor que subiera, momentos después, el hombre con su maletín y apurado entró a la habitación, Edward le permitió entrar al baño y aunque estaba renuente por un momento a que la viese semidesnuda, el doctor fue profesional. Edward la vistió con ayuda y la recostó en la cama, y minutos después, la mujer del servicio, h
Lorenza bajó al recibidor lista para lo que tenía planeado, sus nueras esperaban abajo, conversando entre los colores que podrían usar en sus vestidos de damas de honor, cuando llegó al último escalón, se dio cuenta de que Grace no se encontraba entre las demás.― ¿Dónde está la futura novia? ―preguntó en un tono sarcástico.―Aquí estoy―se escuchó la voz de Grace saliendo de la sala principal, Lorenza alzó brevemente una ceja y sonrió a medias.―Pensé que todas íbamos a ir deportivas―comentó Grace mirando a las demás que lucieron conjuntos veraniegos muy elegantes, a excepción de ella, que iba deportiva.―No hemos traído ropa deportiva, como tenemos más eventos, solo está empacado, vestidos de noche, ropa interior sexy…―dijo una de ellas sonriendo de manera pícara, Lorenza sonrió.―Entonces, solo tardaré unos minutos en cambiarme―dijo Grace, pero Lorenza la detuvo.―Está bien, puedes ir así. ―luego la dirigió a la salida junto con las demás mujeres.Mientras tanto, Edward disfrutaba d
Cuando Lorenza escuchó esas palabras salir de la boca de Grace, una opresión se apoderó de su pecho. Su mente retrocedió a los momentos en los que ninguna de las mujeres que había escogido como nueras habría pronunciado algo así por alguno de sus hijos. Era evidente que nunca lo habría escuchado, pues el amor no estaba presente al inicio de esas relaciones. Su propia historia con Alessandro comenzó de la misma manera. Tanto la familia de él como la suya propia no conocieron el amor al principio de cada matrimonio, sino que fue una tarea ardua de ambos lados hacer que ese amor echara raíces.―Se me hace muy amable que lo menciones ―dijo Giorgia, tratando de aliviar la tensión en el ambiente.―Sí, es cierto, aunque nuestras historias no comenzaron como la tuya con Edward, puedo decir que somos felices, ¿no es así? ―preguntó Lucía, mientras todas tomaron rápidamente un sorbo de vino.―Bueno, bueno, espero que tu amor por él siga floreciendo, porque no está de más recordarte que en la fam
Edward entró al gran comedor principal y encontró a toda la familia ya sentada para el desayuno.― ¿Y Grace? ―preguntó Alessandro al ver que Edward había entrado solo al lugar.―Bajará en unos minutos ―anunció, tomó asiento en la mesa y observó al resto de la familia. Las mujeres lucían demacradas, como si cada una estuviera lidiando con su propio infierno personal. ¿Pero quién las había llevado a beber más de cinco botellas del vino más fuerte de la familia? Edward se sirvió una taza de café y la preparó. ―Y hablando de eso, ¿Tienen el vestido? ¿O solo fueron a emborracharse con la modista del pueblo? ―su tono era sarcástico y, para su sorpresa, nadie respondió. Algunas se masajeaban las sienes con las yemas de los dedos, otras simplemente perdían la mirada en las copas de agua, mientras que los hermanos de Edward se divertían con la fachada de sus esposas.―Creo que optaron por el vino―dijo Alessandro antes de sonreír y dar un sorbo a su taza de café humeante, lanzando una mirada di