Sarah Brown Notaba algo blando debajo de mi cuerpo, estaba tan cómoda y calentita. No deseaba abrir los ojos, no quería salir de aquí. Todo estaba en silencio, no había ningún ruido. Lo único que escuchaba, era el silbido del viento golpear contra la ventana. Pero algo me hizo borrar todo de la cabeza, recordé lo que me había pasado ayer o antes de ayer, no lo sé con seguridad. Pero abrí los ojos de golpe y me incorpore, escaneé la habitación con muchos detalles. Era grande, elegante y olía a lavanda. Pero seguía observando todo, con lujos de detalles. Hasta que mis ojos captaron la figura de un hombre, sentando en una esquina de la habitación. Era de pelo castaño, con barba, sus ojos marrones y penetrantes. Su nariz puntiaguda y su mandíbula cuadrada, perfecta para su rostro. Sus labios era finos, pero algo gordos.Tenía un traje negro, tenía muchos anillos y pulseras. Me miraba fijamente, me sentía pequeña tras su mirada fría y sería. Tenía miedo,
Sarah BrownMe mantenía en aquella habitación, encerrada sin saber nada de nadie, sin saber de mis padre y de Catalina. Tenía miedo que le hubieran hecho daño, ese sicópata, era un puto demente. En aquel balcón sentada, sintiendo el aíre fresco calar mi piel. Miraba el campo y el sonido de las ramas de los árboles. Mi padre siempre me decía que me mantuviera fuerte, que no dejara que nadie me intimidara. Siempre fui fuerte, alegre. Pero estar aquí, me estaba matando lentamente. Necesito saber de mis padres, necesito llamarles y escuchar sus voces. Tengo miedo de no volverles a ver, miedo de morir aquí y nadie lo supiera. Quiero un consejo de mi padre, los abrazos cálidos de mi madre, los besos cariñosos de mi abuela. Necesito saber de Catalina, saber que está bien y no la hicieron daño. Miré al cielo gris y cerré los ojos, pidiendo a Dios por mi, por mi familia y Catalina. Me acurreque en el sofá, abrazando el cojín y cerré mis ojos. Me encantaba res
Vladimir SokolovCuando la vi caer al suelo en seco, me hizo correr hacia ella y ponerme de rodillas. Me acerqué a su rostro por si respiraba, pero no sentía nada. Tomé su muñeca, comprobé su pulso y no sentía nada. Empecé hacerle la reanimación cardiorrespiratorias. No podía perderla, tenía que vivir.—Vamos, cardiaca. — dije iniciando, las compresiones torácicas. —Abre los ojos.Seguí así, varía veces, no iba a rendirme hasta que abriera los ojos. De repente, ella abrió sus ojos y abriendo su boca, cogiendo aire. Su respiración agitada y su pecho subía y bajaba con rapidez. Me observó asustada, sus ojos tristes me miraban y no sabía si interpretar aquello como un "gracias." La cogí en brazos, para llevarla a la habitación.—¡Llamad al médico, ya! — ordené y subí las escaleras del sótano. Fui con ella a toda rapidez para ir a la habitación, subí las escaleras y al llegar a su habitación, la dejé en la cama. Ella se acurrucó abrazando su cuerpo, dánd
Sarah BrownDesperté tras el incidente que ocurrió, fue la presión más fuerte en mi pecho. Sentí como me iba, como mis días acababan. Aún sinceramente, deseo morir, aquí estoy muerta en vida. Mi libertad acabó, mis ganas de vivir al máximo, terminaron. Estando aquí, solo deseo que mi vida acabe y que acabe todo esto. Pero sería egoísta hacerle eso a mí familia, el suicidio es la cobardía de muchas cosas, es huir de tus miserias, en vez de luchar y seguir adelante. Abro mis ojos y me encuentro metida en esta habitación, como siempre lo hacía desde que estoy aquí. Esta habitación es mi casa, como aquí, vivo aquí... Sin poder tocar la calle. Respirar el aire puro, desde el balcón, hago todo aquí. Solo veo a María, es mi confidente, mi amiga por llamarla de alguna manera. Tampoco sé si le envío el vídeo a mi padre, eso es lo que más me preocupa, que mi padre arriesgue su vida. Si él conocerá a mí padre, se convencería que es inocente. Me incorporo en
Vladimir Sokolov Llegué a casa después de una mañana dura, después de tantas complicaciones. No escuchaba ningún ruido, todo estaba en silencio. Me pareció extraño, ya que a estás horas, todos iban de aquí para allá. Caminé hasta el fondo del salón, pero paré en seco, cuando escuché unas risas, una risa dulce. Me acerqué hasta donde venía las risas y desde la ventana, vi como ella reía. Cómo enseñaba sus dientes, se la veía feliz, calmada y relajada. Era como si se sintiera en su casa, como si estuviese agusto. Tenía ganas de acercarme, pero sé, que si le acerco, ella dejaría de reir. No quiero perturbar su tranquilidad, sé que me odia. Yo a ella no, porque no me ha hecho nada. Conmigo era una fiera, sacaba las uñas y no reía. Pero con María, era dulce y sonriente. Tenía carácter y eso me gustaba, ella no lloraba y no se dejaba intimidad.Me alejé de allí para dejarla tranquila.En el despacho me encontré con mi hermano hablando por teléfono, discutía
Sarah Brown En aquel balcón, donde siempre estaba, se había vuelto mi paz. Me encantaba las vistas desde ahí, era maravillosas. Al menos mirando aquellas vistas, me hacían tener la mente en blanco. El sicópata no me dejó hablar con mis padres, tenía que saber de ellos, si me buscaban, no sabía absolutamente nada. Empecé ha tener frío y decidí entrar para tumbarme y taparme. Me sentía triste, cabizbaja, sin ánimos, sin fuerzas. Me sentía tan agotada, que solo quería dormir e incluso de morir. De hecho, pensé muchas veces en suicidarme y que todo esto, acabará de una puta vez. Cerré los ojos y dejé que el sueño, me llevará a lo más profundo. Sentía que me observaban, no sé si era un sueño o solo eran paranoias mias. Pero sentía una presencia mirándome, no sabía si abrir los ojos y verlo. Pero tenía miedo, yo ya me estaba volviendo loca. Cuando abrí los ojos, no vi nada. Si, eran paranoias. Me levanté de la cama y un mareo, se apoderó de mi y caí al suelo en seco. —Cada vez está
Vladimir Sokolov Dejé a la chica sola, ordené que le hicieran el desayuno. Tenía que salir de allí, tuve unas ganas enormes de besarla. No sé qué me pasó, pero tenerla cerca de aquella forma, me descontroló. Me asusté tanto cuando la vi otra vez sin respirar, que tenía que estar a su lado y ver cómo pasaba la noche. No dormí bien, pero no me importó. Ella me preocupó y demasiado. Fui a mi habitación y me metí en el baño, nada que no arregle una buena ducha. Encendí la llave de la ducha y me desnudé, dejé todo en el cesto y entre en la ducha. El agua empezó a golpear mi cuerpo, mojándola y relajándome. El agua caliente, me aliviaba, me quitaba todo y relajaba cada músculo de mi cuerpo. Apoyé mis manos en los azulejos y bajé la cabeza, observando mis pies. Cerré los ojos y me dejé llevar por placer del agua. Poco después salí y me enredé una toalla en la cintura, cogí otra para ir sacándome el pelo. Salí del baño y una ráfaga de aire frío, caló mi piel. Fui hacía el clóset, cog
Sarah Brown El muy cabrón me quiere tener vigilada, algo normal, claro esta. Pero le veía más simpático, un poco más cercano. No sé comportó como un hijo de puta, si no, todo lo contrario. Estuvo conmigo toda la noche, me dejó salir más tiempo al jardín y por primera vez, me sonrió. También logro entenderle, perdió a su mujer, con la que iba a compartir toda su vida. Perdió a la mujer que amaba, la mujer que él eligió como madre de sus hijos. Pero a mí, no me entraba en la cabeza que mi padre fuese capaz de matarla. Le conozco, él jamás mataría a nadie. Es un hombre bueno, dulce y cariñoso. Vladimir de equivocaba de hombre y de eso, puedo estar segura. Algún enemigo quiso hacerle daño y tal vez a mí padre le tendieron una trampa y todas las pruebas iban hacia él. Cuando me encontró en el sofá de su salón, creía que me iba a gritar, por eso mi instinto fue irme. Pero no, me dijo que no le importaba, que no le molestaba. Juro que por dentro tenía ganas de abrazarle y decirle el p