Vladimir Sokolov
Cuando la vi caer al suelo en seco, me hizo correr hacia ella y ponerme de rodillas. Me acerqué a su rostro por si respiraba, pero no sentía nada. Tomé su muñeca, comprobé su pulso y no sentía nada. Empecé hacerle la reanimación cardiorrespiratorias. No podía perderla, tenía que vivir.—Vamos, cardiaca. — dije iniciando, las compresiones torácicas. —Abre los ojos.Seguí así, varía veces, no iba a rendirme hasta que abriera los ojos.De repente, ella abrió sus ojos y abriendo su boca, cogiendo aire. Su respiración agitada y su pecho subía y bajaba con rapidez. Me observó asustada, sus ojos tristes me miraban y no sabía si interpretar aquello como un "gracias." La cogí en brazos, para llevarla a la habitación.—¡Llamad al médico, ya! — ordené y subí las escaleras del sótano.Fui con ella a toda rapidez para ir a la habitación, subí las escaleras y al llegar a su habitación, la dejé en la cama. Ella se acurrucó abrazando su cuerpo, dándome la espalda.Sentir que no tenía pulso, me aterrizó. Recordé cuando tuve a mi esposa en mis brazos, llena de sangre. La diferencia, es que ella se salvó y mí esposa no.La dejé tumbada, estaba a un lado de ella, alejado. Ya no me fiaba de si la volvería a pasar, pero. ¿Si tomaba la pastilla, por qué la pasaba los desmayos y la debilidad?La pregunta aquí, ¿Por qué me preocupé por ella? ¿Por qué tuve tanto miedo?Me fui al balcón, mientras esperaba al médico y me senté en el sofá. No sé cómo explicar la sensación que tuve al verla en el suelo sin pulso, pero la piel se me erizó y recordé a mi esposa. Ver la cardíaca en el suelo, fue volver atrás.Mi hermano apareció delante de mí y le miré seriamente.—El médico ya está de camino. — asentí. —¿Ves? Mira lo que ha ocurrido. — sentenció. —Vamos acabar con ella, Vlad.—Déjalo, Andrei. — exclamó. —Es normal por su enfermedad, ya está bien y su corazón late.—Si, y llegará un día en el que ya no lo haga más. — puse los ojos blancos. —Además, ¿Qué te hace pensar que él vendrá?—Ama a su adorada hija, vendrá a por ella. — respondí.—Te puede tender una trampa, imbécil. — apretó los dientes. —Puede venir con gente que tú no tengas compradas.—Relájate, que no ocurrirá nada. La mantendremos sana, sin que la dé más brotes de corazón. — se rio.—Como tú has dicho, son normales su paradas de corazón. — lame mis labios. —Si la das más disgustos, en cualquier momento, morirá.Escuchamos la puerta y mi hermano, dio el pase. Por ella entró María, apareció y miró a la cardíaca. Le había cogido cariño, la cuidaba como una hija.—Hijo, el médico ya está aquí.—Que pase y la revise. — ella asintió.Poco después pasó el médico y miró a la chica, se acercó a ella y dejó su maletín encima de la cama.—Señor, tengo que estar a solas con ella. — dijo el médico y salimos de la habitación.Nos quedamos fuera, esperando a que nos dijera algo. Me apoyé en la pared, cruzándome de brazos. María lloraba, con sus manos entrelazadas sobre su pecho y Andrei, daba vueltas de aqui para allá, por el pasillo.—¿Qué le ha pasado? — preguntó María. —Estaba bien está mañana.—Mi hermano, que se le va la cabeza. — exclamó mi hermano.—Por el amor de Dios, está enferma, es lógico que le dé eso. — los dos me miraron.—Si, es normal. Pero si la das esos disgustos y la tienes encerrada como una criminal, más brotes le dará. — resoplé.—Hijo, ella está enferma... Déjala libre. — pidió María en súplica.—No, María, ella está aquí por culpa de su padre. — exclamé. —Asi que dejad de decirme que hacer o hacer yo soy el jefe y aquí mando yo.—¡¿Qué culpa tiene ella, de la muerte de Anna?! — miré a mi hermano con rabia. —¡Abre los putos ojos! Estás cegado por la venganza.—¡Basta! — grite. —Callad de una puta vez, ella se queda y punto.—Hijo, una vez me dijiste que pedías a Anna una señal para volver a reír y ser feliz. — María se acercó a mi. —No has pensado, ¿Que esa señal que tanto pedías, la tienes justamente detrás de esa puerta?—Nana, por favor. — Rei. —Anna no me daría esa señal, es la hija de su asesino.—Es aquí el problema, que no sabes si ella es tu felicidad o si ese hombre, realmente sea su asesino. — arrugué mi ceño.Me había quedado sin palabras, observé a mí hermano, que seguía dando vueltas como una peonza. Escuché la puerta y miré al médico salir.—¿Que tiene? ¿Cómo está? — preguntó María acercándose al doctor.—Esta mejor, el latido de su corazón va bien y su ritmo va normal. — habló. —Vlad, te conozco desde que eras un niño y he sido el doctor de confianza de tu familia. No sabía que los secuestros, estaban en tu ADN. — le miré con una ceja alzada. —Pero os diré lo que tenéis que hacer para que esté bien. Qué siga con su medicación, que descanse y que no se lleve emociones fuertes. — asentí. —Tambien salir y que le dé el aire, le vendrá bien, salir y dar paseos por el jardín.—Bueno, tiene un balcón muy grande ahí. — respondí y todos me miraron.—No se preocupe, yo me encargaré que la chica salga y no sé lleve disgustos. — dijo María, observándome.—Perfecto, María. — dijo el doctor.El doctor se fue y miré a María con seriedad, no había dado la autorización para dejarla salir. Ella sabía perfectamente que ella no salía de la habitación, que era mi rehén.—Maria, ¿Qué coño haces? — inquirí. —Ella no sale de la habitación, ella se queda aquí y punto. Es una secuestrada, no una invitada. Si quiere salir que salga al balcón y si quiere andar, que ande por la habitación. — exclamé.—Escuchame muy bien, Vladimir Sokolov. — malo, ella ha dicho mi nombre completo. —Ella saldrá con o sin tu autorización, ella no tiene la culpa de tu venganza. Ella saldrá y punto.Entró a la habitación y me dejó en del pasillo, ahí parado.María me levanto la voz, iba a sacar a esa niña al jardín. Muy bien, saldrá, pero tendrá miles de ojos puestos en ella.Sarah BrownDesperté tras el incidente que ocurrió, fue la presión más fuerte en mi pecho. Sentí como me iba, como mis días acababan. Aún sinceramente, deseo morir, aquí estoy muerta en vida. Mi libertad acabó, mis ganas de vivir al máximo, terminaron. Estando aquí, solo deseo que mi vida acabe y que acabe todo esto. Pero sería egoísta hacerle eso a mí familia, el suicidio es la cobardía de muchas cosas, es huir de tus miserias, en vez de luchar y seguir adelante. Abro mis ojos y me encuentro metida en esta habitación, como siempre lo hacía desde que estoy aquí. Esta habitación es mi casa, como aquí, vivo aquí... Sin poder tocar la calle. Respirar el aire puro, desde el balcón, hago todo aquí. Solo veo a María, es mi confidente, mi amiga por llamarla de alguna manera. Tampoco sé si le envío el vídeo a mi padre, eso es lo que más me preocupa, que mi padre arriesgue su vida. Si él conocerá a mí padre, se convencería que es inocente. Me incorporo en
Vladimir Sokolov Llegué a casa después de una mañana dura, después de tantas complicaciones. No escuchaba ningún ruido, todo estaba en silencio. Me pareció extraño, ya que a estás horas, todos iban de aquí para allá. Caminé hasta el fondo del salón, pero paré en seco, cuando escuché unas risas, una risa dulce. Me acerqué hasta donde venía las risas y desde la ventana, vi como ella reía. Cómo enseñaba sus dientes, se la veía feliz, calmada y relajada. Era como si se sintiera en su casa, como si estuviese agusto. Tenía ganas de acercarme, pero sé, que si le acerco, ella dejaría de reir. No quiero perturbar su tranquilidad, sé que me odia. Yo a ella no, porque no me ha hecho nada. Conmigo era una fiera, sacaba las uñas y no reía. Pero con María, era dulce y sonriente. Tenía carácter y eso me gustaba, ella no lloraba y no se dejaba intimidad.Me alejé de allí para dejarla tranquila.En el despacho me encontré con mi hermano hablando por teléfono, discutía
Sarah Brown En aquel balcón, donde siempre estaba, se había vuelto mi paz. Me encantaba las vistas desde ahí, era maravillosas. Al menos mirando aquellas vistas, me hacían tener la mente en blanco. El sicópata no me dejó hablar con mis padres, tenía que saber de ellos, si me buscaban, no sabía absolutamente nada. Empecé ha tener frío y decidí entrar para tumbarme y taparme. Me sentía triste, cabizbaja, sin ánimos, sin fuerzas. Me sentía tan agotada, que solo quería dormir e incluso de morir. De hecho, pensé muchas veces en suicidarme y que todo esto, acabará de una puta vez. Cerré los ojos y dejé que el sueño, me llevará a lo más profundo. Sentía que me observaban, no sé si era un sueño o solo eran paranoias mias. Pero sentía una presencia mirándome, no sabía si abrir los ojos y verlo. Pero tenía miedo, yo ya me estaba volviendo loca. Cuando abrí los ojos, no vi nada. Si, eran paranoias. Me levanté de la cama y un mareo, se apoderó de mi y caí al suelo en seco. —Cada vez está
Vladimir Sokolov Dejé a la chica sola, ordené que le hicieran el desayuno. Tenía que salir de allí, tuve unas ganas enormes de besarla. No sé qué me pasó, pero tenerla cerca de aquella forma, me descontroló. Me asusté tanto cuando la vi otra vez sin respirar, que tenía que estar a su lado y ver cómo pasaba la noche. No dormí bien, pero no me importó. Ella me preocupó y demasiado. Fui a mi habitación y me metí en el baño, nada que no arregle una buena ducha. Encendí la llave de la ducha y me desnudé, dejé todo en el cesto y entre en la ducha. El agua empezó a golpear mi cuerpo, mojándola y relajándome. El agua caliente, me aliviaba, me quitaba todo y relajaba cada músculo de mi cuerpo. Apoyé mis manos en los azulejos y bajé la cabeza, observando mis pies. Cerré los ojos y me dejé llevar por placer del agua. Poco después salí y me enredé una toalla en la cintura, cogí otra para ir sacándome el pelo. Salí del baño y una ráfaga de aire frío, caló mi piel. Fui hacía el clóset, cog
Sarah Brown El muy cabrón me quiere tener vigilada, algo normal, claro esta. Pero le veía más simpático, un poco más cercano. No sé comportó como un hijo de puta, si no, todo lo contrario. Estuvo conmigo toda la noche, me dejó salir más tiempo al jardín y por primera vez, me sonrió. También logro entenderle, perdió a su mujer, con la que iba a compartir toda su vida. Perdió a la mujer que amaba, la mujer que él eligió como madre de sus hijos. Pero a mí, no me entraba en la cabeza que mi padre fuese capaz de matarla. Le conozco, él jamás mataría a nadie. Es un hombre bueno, dulce y cariñoso. Vladimir de equivocaba de hombre y de eso, puedo estar segura. Algún enemigo quiso hacerle daño y tal vez a mí padre le tendieron una trampa y todas las pruebas iban hacia él. Cuando me encontró en el sofá de su salón, creía que me iba a gritar, por eso mi instinto fue irme. Pero no, me dijo que no le importaba, que no le molestaba. Juro que por dentro tenía ganas de abrazarle y decirle el p
Sarah Brown Desperté y sentí algo o mejor dijo a alguien pegado a mi, abrí mis ojos y la vi a ella. Estaba frente a mi, con sus ojos cerrados y su boca entreabierta. Tenía su rostro a centímetros del mío, sintiendo su respiración tocar mi cara. Sonreí porque anoche probé sus labios, esos labios que tanto me tentaron cuando la vi. Me encantó besarla, saber cómo besaba y me encantó hacerlo. No me arrepiento, al contrario, lo volvería hacer. Después de tanto tiempo, bese a una mujer, dejé dormir a una mujer conmigo... En mi cama. No sé porque lo hice, no tengo la respuesta, pero si sé, que la volvería a besar más veces. No me molestas que duerma conmigo, que deje su olor en mi casa. Sinceramente, me encanta tenerla aquí conmigo. No sé si María tenía razón, si está ella, es la señal que tanto pedí a mi esposa. Dejé de observarla y con mucho cuidado, salí de la cama. La quise dejar dormir más tiempo, se veía tan indefensas. Pero durmiendo, cuando de
Sarah BrownOtro día más, otro día aquí. Pero todo ha cambiado, él ha cambiado. Conmigo lo ha hecho, me trata bien y me cuida o al menos así lo veo yo. Aquella noche, esa noche está clavada en mi cabeza. Cuando el me besó, cuando probé sus labios, dios, no sé cómo sentirme al respecto. Me encantó que me besara, me encantó sentir sus labios en los míos. Si lo volviera hacer, no me resistiría.Camino hacia el jardín, hoy lo hago sola. Caminó lentamente por aquel camino de piedras. El aire fresco cala mi piel, erizandola por completo. Ha salido el sol, aunque haga frío, el sol se deja ver. Camino observando todo, mientras mi cabeza divaga. Mis padres, mis hermosos padres. Cómo les extraño, como deseo verle y abrazarles. Escuchar sus voces, verles reír. Sé que me están buscando, se que no pararan hasta lo lograrlo. Mi padre es tan recto y caliente, que arriesgaría su vida por su familia y sobretodo por mi. Unas lágrimas, caen por mis mejillas y me
Vladimir Sokolov Salí de casa, necesitaba salir un poco y desahogarme. Esa niña era imposible de quitarle la idea de la cabeza, de que su padre era un asesino. También la entiendo, era imposible creerlo, pero sé que fue él. Había huellas en el lugar del crimen, había huellas de él en el cuerpo de mi mujer y por eso fue detrás de él. Si no fuese así, jamás habría ido detrás de él. De hecho, si esto lo hubiese ocurrido, jamás la hubiese conocido. Me agrada verla y cuidarla, ver cómo saca su carácter sin miedo, sin morderse la lengua. Me encantan las mujeres con carácter, que sean capaces de enfrentarse sin miedo. Aunque también creo que perdió todo, cuando descubrió su enfermedad. Saber que tienes los días contados, no es un plato de buen gusto.Llegué al lugar y estacioné, salí del coche y una furgoneta negra estacionó detrás de mi coche, mis escoltas no se alejaban de a mí... Para eso les pagaba. Fui hacia la puerta y una señora salió, la sonreí y entr