Sarah Brown El muy cabrón me quiere tener vigilada, algo normal, claro esta. Pero le veía más simpático, un poco más cercano. No sé comportó como un hijo de puta, si no, todo lo contrario. Estuvo conmigo toda la noche, me dejó salir más tiempo al jardín y por primera vez, me sonrió. También logro entenderle, perdió a su mujer, con la que iba a compartir toda su vida. Perdió a la mujer que amaba, la mujer que él eligió como madre de sus hijos. Pero a mí, no me entraba en la cabeza que mi padre fuese capaz de matarla. Le conozco, él jamás mataría a nadie. Es un hombre bueno, dulce y cariñoso. Vladimir de equivocaba de hombre y de eso, puedo estar segura. Algún enemigo quiso hacerle daño y tal vez a mí padre le tendieron una trampa y todas las pruebas iban hacia él. Cuando me encontró en el sofá de su salón, creía que me iba a gritar, por eso mi instinto fue irme. Pero no, me dijo que no le importaba, que no le molestaba. Juro que por dentro tenía ganas de abrazarle y decirle el p
Sarah Brown Desperté y sentí algo o mejor dijo a alguien pegado a mi, abrí mis ojos y la vi a ella. Estaba frente a mi, con sus ojos cerrados y su boca entreabierta. Tenía su rostro a centímetros del mío, sintiendo su respiración tocar mi cara. Sonreí porque anoche probé sus labios, esos labios que tanto me tentaron cuando la vi. Me encantó besarla, saber cómo besaba y me encantó hacerlo. No me arrepiento, al contrario, lo volvería hacer. Después de tanto tiempo, bese a una mujer, dejé dormir a una mujer conmigo... En mi cama. No sé porque lo hice, no tengo la respuesta, pero si sé, que la volvería a besar más veces. No me molestas que duerma conmigo, que deje su olor en mi casa. Sinceramente, me encanta tenerla aquí conmigo. No sé si María tenía razón, si está ella, es la señal que tanto pedí a mi esposa. Dejé de observarla y con mucho cuidado, salí de la cama. La quise dejar dormir más tiempo, se veía tan indefensas. Pero durmiendo, cuando de
Sarah BrownOtro día más, otro día aquí. Pero todo ha cambiado, él ha cambiado. Conmigo lo ha hecho, me trata bien y me cuida o al menos así lo veo yo. Aquella noche, esa noche está clavada en mi cabeza. Cuando el me besó, cuando probé sus labios, dios, no sé cómo sentirme al respecto. Me encantó que me besara, me encantó sentir sus labios en los míos. Si lo volviera hacer, no me resistiría.Camino hacia el jardín, hoy lo hago sola. Caminó lentamente por aquel camino de piedras. El aire fresco cala mi piel, erizandola por completo. Ha salido el sol, aunque haga frío, el sol se deja ver. Camino observando todo, mientras mi cabeza divaga. Mis padres, mis hermosos padres. Cómo les extraño, como deseo verle y abrazarles. Escuchar sus voces, verles reír. Sé que me están buscando, se que no pararan hasta lo lograrlo. Mi padre es tan recto y caliente, que arriesgaría su vida por su familia y sobretodo por mi. Unas lágrimas, caen por mis mejillas y me
Vladimir Sokolov Salí de casa, necesitaba salir un poco y desahogarme. Esa niña era imposible de quitarle la idea de la cabeza, de que su padre era un asesino. También la entiendo, era imposible creerlo, pero sé que fue él. Había huellas en el lugar del crimen, había huellas de él en el cuerpo de mi mujer y por eso fue detrás de él. Si no fuese así, jamás habría ido detrás de él. De hecho, si esto lo hubiese ocurrido, jamás la hubiese conocido. Me agrada verla y cuidarla, ver cómo saca su carácter sin miedo, sin morderse la lengua. Me encantan las mujeres con carácter, que sean capaces de enfrentarse sin miedo. Aunque también creo que perdió todo, cuando descubrió su enfermedad. Saber que tienes los días contados, no es un plato de buen gusto.Llegué al lugar y estacioné, salí del coche y una furgoneta negra estacionó detrás de mi coche, mis escoltas no se alejaban de a mí... Para eso les pagaba. Fui hacia la puerta y una señora salió, la sonreí y entr
Sarah Brown ¡Dios mío! Aún no asimilo lo que acaba de ocurrir en el despacho. Vlad estuvo encima de mi, besándome e intentando que algo ocurriese, yo estaba dispuesta, si, pero no podía. No tengo experiencia con los hombres, no hice nada con ellos. Vlad es mi primer beso, mi primer hombre. Siempre pasé de los hombres, me centré mucho en mis estudios y en mi enfermedad. Además, ¿que hombres estaría con una mujer que está condenada a muerte? Vlad es el único que se acerca, que me besa y me atrae, si, ese hombre me atrae. Me gusta mucho como es, si personalidad, si mirada fría. Me sonríe, a su manera, pero lo hace. Ya no me encierra como antes, ya me grita o me trata mal. No sé lo que le hizo cambiar, pero sinceramente, prefiero a este Vladimir que al otro que conocí cuando llegué. Por inercia, mordí mi labio recordando sus labios con los míos. Me gusta que me bese, que gusta tener su mirada en la mía, me gusta tenerle cerca mía y respirar su perfume.
Vladimir Sokolov Llegué a casa y no vi a Sarah, ella siempre estaba por aquí. Fui en busca de ella y cuando quise abrir, la puerta estaba cerrada. Eso sí, me pareció raro, ella nunca cierra con llave.Di dos toques en la puerta y lo que escucho, me desgarra el alma.—¡Déjame en paz! Déjame, por favor. — suplicó entre llanto y coraje.—Sarah, soy yo. — respondí desde la puerta. Escucho la puerta abrirse, me abrazó con tanta fuerza, como si yo fuese su salvavidas. —¿Qué te ocurre? —No te vayas, no me dejes sola. — sollozó. No entiendo absolutamente nada.—Sarah. — la hice mirarme, agarrando su rostro. —¿Qué pasa? ¿Es tu corazón?Ella no respondió, me volvió abrazar. ¿Qué cojones había ocurrido? Pasé con ella abrazada a mi a su habitación y cerré. La senté en la cama, la observé y limpié sus lágrimas. —Sarah, ¿Dime qué te ha ocurrido? — pregunto de nuevo. —Si no me dices que te ha pasado, no podré ayudarte. ¿Es tu corazón? ¿Te dio otro ataque? — negó. —
Sarah Brown Me desperté y me encontraba mal, me sentía débil, como si el cuerpo me pensara. Tenía frío, temblaba no tenía ganas de nada, solo de estar en la cama y no moverme. Las cortinas estaba cerradas y la luz traspasaba la tela de esas cortinas beige. Pero sinceramente, no quería salir de esta cama, quería seguir durmiendo. María había entrado con el desayuno, pero mi estómago no deseaba comer. Tampoco supe de Vladimir desde ayer, desde que me dio las buenas noches. Pero tampoco deseaba hablar con nadie, solo quería cama. Cerré los ojos para seguir durmiendo, pero escuché la puerta. No me moví, escuchaba esos pasos acercándose a mí y de pronto, sentí una mano sobre mi frente. Juro que sentir esa mano, sobre mi piel, me dio tranquilidad y paz. Sabía de quién. Se trataba y quién había pasado a mi habitación, no era difícil adivinarlo. —Maria, me ha dicho que no has probado bocado. - la voz de Vladimir, rompió aquel silencio. -¿Te encuentras mal?Me gi
Vladimir Sokolov Sé que tiene miedo a mi hermano, pero no dejaré que le haga daño. Si me llegará a enterar, sabría conocerme como enemigo y no se lo recomiendo. Le dejé claro, que ella era intocable. Allá él si quiere arriesgarse a tocarme los cojones. Ella muchas veces no habla, pero te pide ayuda con la mirada o con un gesto. Sarah le tiene miedo, se le ve en la cara cuando lo tiene cerca. Baja la mirada y tiembla y mira con pidiéndome ayuda. Sé que que de mi lado, no sé apartará, no dejará que me aparte de ella. Estoy casi seguro, que querrá dormir conmigo, no querrá dormir sola. Cuando terminó de desayunar, la cogí de la mano y nos fuimos a su habitación, ella entró primero y yo detrás de ella. Me acerqué y la abracé, me abrazaba apoyando su cabeza en mi pecho. —No dejaré que se acerque a tí. — la susurré. —No tengas miedo.—No siempre estás en casa, ¿Cómo lo harás? — preguntó.—Aunque esté lejos, siempre estaré pendiente de tí, pequeña. — ella me