Sarah Brown ¡Dios mío! Aún no asimilo lo que acaba de ocurrir en el despacho. Vlad estuvo encima de mi, besándome e intentando que algo ocurriese, yo estaba dispuesta, si, pero no podía. No tengo experiencia con los hombres, no hice nada con ellos. Vlad es mi primer beso, mi primer hombre. Siempre pasé de los hombres, me centré mucho en mis estudios y en mi enfermedad. Además, ¿que hombres estaría con una mujer que está condenada a muerte? Vlad es el único que se acerca, que me besa y me atrae, si, ese hombre me atrae. Me gusta mucho como es, si personalidad, si mirada fría. Me sonríe, a su manera, pero lo hace. Ya no me encierra como antes, ya me grita o me trata mal. No sé lo que le hizo cambiar, pero sinceramente, prefiero a este Vladimir que al otro que conocí cuando llegué. Por inercia, mordí mi labio recordando sus labios con los míos. Me gusta que me bese, que gusta tener su mirada en la mía, me gusta tenerle cerca mía y respirar su perfume.
Vladimir Sokolov Llegué a casa y no vi a Sarah, ella siempre estaba por aquí. Fui en busca de ella y cuando quise abrir, la puerta estaba cerrada. Eso sí, me pareció raro, ella nunca cierra con llave.Di dos toques en la puerta y lo que escucho, me desgarra el alma.—¡Déjame en paz! Déjame, por favor. — suplicó entre llanto y coraje.—Sarah, soy yo. — respondí desde la puerta. Escucho la puerta abrirse, me abrazó con tanta fuerza, como si yo fuese su salvavidas. —¿Qué te ocurre? —No te vayas, no me dejes sola. — sollozó. No entiendo absolutamente nada.—Sarah. — la hice mirarme, agarrando su rostro. —¿Qué pasa? ¿Es tu corazón?Ella no respondió, me volvió abrazar. ¿Qué cojones había ocurrido? Pasé con ella abrazada a mi a su habitación y cerré. La senté en la cama, la observé y limpié sus lágrimas. —Sarah, ¿Dime qué te ha ocurrido? — pregunto de nuevo. —Si no me dices que te ha pasado, no podré ayudarte. ¿Es tu corazón? ¿Te dio otro ataque? — negó. —
Sarah Brown Me desperté y me encontraba mal, me sentía débil, como si el cuerpo me pensara. Tenía frío, temblaba no tenía ganas de nada, solo de estar en la cama y no moverme. Las cortinas estaba cerradas y la luz traspasaba la tela de esas cortinas beige. Pero sinceramente, no quería salir de esta cama, quería seguir durmiendo. María había entrado con el desayuno, pero mi estómago no deseaba comer. Tampoco supe de Vladimir desde ayer, desde que me dio las buenas noches. Pero tampoco deseaba hablar con nadie, solo quería cama. Cerré los ojos para seguir durmiendo, pero escuché la puerta. No me moví, escuchaba esos pasos acercándose a mí y de pronto, sentí una mano sobre mi frente. Juro que sentir esa mano, sobre mi piel, me dio tranquilidad y paz. Sabía de quién. Se trataba y quién había pasado a mi habitación, no era difícil adivinarlo. —Maria, me ha dicho que no has probado bocado. - la voz de Vladimir, rompió aquel silencio. -¿Te encuentras mal?Me gi
Vladimir Sokolov Sé que tiene miedo a mi hermano, pero no dejaré que le haga daño. Si me llegará a enterar, sabría conocerme como enemigo y no se lo recomiendo. Le dejé claro, que ella era intocable. Allá él si quiere arriesgarse a tocarme los cojones. Ella muchas veces no habla, pero te pide ayuda con la mirada o con un gesto. Sarah le tiene miedo, se le ve en la cara cuando lo tiene cerca. Baja la mirada y tiembla y mira con pidiéndome ayuda. Sé que que de mi lado, no sé apartará, no dejará que me aparte de ella. Estoy casi seguro, que querrá dormir conmigo, no querrá dormir sola. Cuando terminó de desayunar, la cogí de la mano y nos fuimos a su habitación, ella entró primero y yo detrás de ella. Me acerqué y la abracé, me abrazaba apoyando su cabeza en mi pecho. —No dejaré que se acerque a tí. — la susurré. —No tengas miedo.—No siempre estás en casa, ¿Cómo lo harás? — preguntó.—Aunque esté lejos, siempre estaré pendiente de tí, pequeña. — ella me
Sarah Brown Abrí mis ojos y todo estaba oscuro, miré hacía la ventana y aún era de noche. Encendí la lámpara de la mesita de noche y miré la hora, eran las cuatro de la mañana. Me giré y Vlad no estaba a mi lado, de hecho, no la había tocado. Me levanté de la cama y salí de la habitación, fui en su busca. En el salón no estaba, así que, caminé hasta el despacho. Por la parte de abajo de la puerta, salía luz. Llamé, pero no hubo respuesta, así que abrí y cuando metí mi cabeza, me encontré con Vlad tumbado en el sofá durmiendo, con unos papeles sobre su pecho. Fui cercando a él y me puse a su altura. —¿Vlad? — le despertaba con cautela. —Vlad. — mi voz salía en un susurro, el abrió sus ojos y me observó con esos ojos que me descontrolan. —Hola. — le sonreí. —Hola. — me respondió. —¿Qué haces despierta? —Pues no te noté a mí lado y me desperté. — respondí. —Ven, vamos a la cama. — él solo asintió.Cogió sus papeles y los dejo sobre el escritorio, apa
Sarah Brown Hace dos días que Vlad se fue, se despidió de mi y no volví a saber de él. No sé si está bien o sí le ha pasado algo, pero espero que esté bien y llegue sano y salvo. ¿Por qué me preocupo por él? Fácil, porque me cuida, porque me trata bien y es súper cariñoso. También como se comportó aquella noche, cuando me hizo suya, cuando me entregué a él. No me arrepiento, no me arrepiento de nada. Me cuidó, me trató bien, dulce y amable. Vlad es un hombre serio, pero con un corazón de oro. Puede ser que por fuera tenga esa actitud de hombre frío, serio y destructivo. Pero por dentro, es dulce, carismático y amable. Noto como se me dibuja una sonrisa en los labios, muerdo mis labios con excitación. Camino hacia la ventana, me abrazo a mi misma y observo todo nevado. Cómo caen los copos de nieve al suelo y cuaja, toda la calle está cubierta de blanco y el frio se nota. Lo malo, que así no puedo salir, no puedo coger una pulmonía. Después de un ra
Sarah Brown El médico revisaba a Vlad, yo me mantenía alejada, sufriendo por como sacaba la bala. Vlad no dejó que me fuese, quiso que me quedase en la habitación. Ver cómo el doctor le sacaba la bala, me erizaba la piel, sufría en mis adentros. Pero no quiero separarme de él, quiero cuidarlo, no se merece morir.El médico le vendo el hombro y guardó todo en su maletín, se acercó a mi limpiándose las manos con papel.—Le extraído la bala y pondrá bien. — asentí agradecida y aliviada. —Te he dejado unos botes para calmar el dolor. Se va a recuperar, pero tendrá que estar en cama unos días —Gracias, doctor, yo me ocuparé de él. — el hombre asintió con una sonrisa.—Me alegro que te encuentres bien, Vlad se preocupó mucho por ti. — le sonreí. —Pues ahora me toca a mí. — respondí, él asintió y salió de la habitación. Fui hacia la cama y me puse a su lado, la herida la tenía vendada y dormía profundamente. Lo bueno, que dijo que se recuperaría y eso, es
Vladimir Sokolov Desperté por un fuerte dolor sobre mi hombro, gemi antes aquel dolor intenso. Me incorporé un poco sobre la cama y al mirar hacia mi lado, me encuentro con la imagen que más deseaba ver. Sarah duerme como un bebé, su cabello esparcido por la almohada, su boca entreabierta y su respiración es tranquila. La observé unos segundos, mirando cada detalle de su rostro. Tiene un lunar sobre su mejilla derecha, no me había fijado en eso. Pero lo que más me sorprendió fue si labio rojo, tenía una herida sobre su labio. Arrugué mi ceño y me acerqué a un más, su pómulo estaba hinchado, morado y rojo. Apreté mis labios con rabia, la ira entraba por mis venas. Alguien la había golpeado, le habían hecho daño y conociéndola, no me lo iba a decir. Pero tengo una leve sospecha de mi hermano, él había cambiado la opinión sobre ella y se volvió más rebelde. Sarah empezó a moverse y abrió sus ojos, esos ojos conectaron con los míos y su sonrisa, se dejó v