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‗‗‗ ❍ [ CAPÍTULO 02] ❍ ‗‗‗

❍[ NOCHE DE PASTEL]❍

Ese día llegó muy tarde a su apartamento, la oscuridad y el silencio le dieron la bienvenida. Encendió las luces, y después de cerrar la puerta se quitó los zapatos. Caminó descalza hasta el sofá en donde dejó su cartera, y su chaqueta. Luego se dirigió  hasta la cocina, vio en la encimera una manzana. Su estómago gruñó, fue cuando hizo un pequeño recuento de su día. recordó que no había comido en todo el día. Dando un mordisco a la fruta se fue a su habitación. Se daría una ducha con agua caliente, para relajar toda la tensión que había tenido durante la jornada laboral, y luego estaría lista para verse con su amiga Karen.

Sabía Dios qué disparate se le había ocurrido a su amiga, para esa noche. Su cumpleaños número veintiséis. Aún era joven, pero se sentía como de cincuenta. Con tantas cosas que habían pasado en su vida que habían madurado antes de tiempo.

No había día en que no mirara al cielo, para exclamar lo mucho que le hacía falta su madre. Tampoco un día en que dijese que extrañaba mucho a su padre. Si ellos aún estuvieran vivos, tal vez su vida sería muy diferente. Suspiró, y una lágrima rodó por su rostro. Eran muy pocas las personas, que sabían lo que había detrás de su cara bonita, y que con los años se había vuelto severa.

Estaba adormecida cuando el sonido del timbre retumbó por todos los ciento ochenta metros cuadrados de construcción de su apartamento. Ella sabía que solo una persona podría ser tan escandalosa. Su amiga y casi hermana. La única persona que había estado para ella en los momentos más oscuros de su vida.

Con mucha somnolencia, y cansancio se dispuso a abrir la puerta. Estaba seguro que si no se apuraba, muy pronto se iban a escuchar sus gritos. Preguntando si estaba usando su consolador que no movía su trasero rápidamente.

—¿Por qué demonios no te has vestido aún? —preguntó la joven atravesando el umbral de la puerta, como si fuera la dueña del lugar.

—Estaba un poco cansada, y me recosté un poco —contestó sin ánimos

—Te conozco, Caramelito de sábila —su amiga se giró para verle a la cara—. Sé lo que significa el día de hoy para ti. —Le abrazó fuertemente. Karen siempre había estado ahí para ella.

—Han pasado más de veinte años desde que nos conocemos, y sigues llamándome de esa forma —Alessa entornó los ojos.

—Al menos hice que cambiaras esa horrible cara que tenías —su amiga le dio una sonrisa inocente, y se encogió de hombros—. Como dije antes… es tú cumpleaños. Solo cumples veintiséis una sola vez en la vida. ¡Vamos a celebrarlo a lo grande!

—Voy a vestirme, entonces —alzó sus manos en rendición.

Karen tenía razón. Había vivido con mucha presión desde que su padre había muerto. Abrió su armario, y removió toda su ropa. Quería algo que le recordara que era joven aún. Que era una chica como cualquiera de su edad. Durante mucho tiempo no le importó su apariencia. Sus queridas hermanastras se habían encargado de que ella desapareciera de toda la parte social de su familia. Estaba harta de eso, de estar escondida detrás de sus sombras.

El abogado, y amigo incondicional de su padre. Además de ser su padrino, David Morgan. Le había comentado que faltaba muy poco para completar todas las pruebas para hacer la demanda final en contra de Gissel Smith, por e****a y malversación de fondos. Le recomendó esperar un poco más para lograr que la sentencia fallara a su favor. Era cierto, que por ser su esposa ella tiene mayor porcentaje en el dinero de su padre, pero no la empresa y su patrimonio. La herencia era por parte de su madre. De repente estaba de muy buen humor, al recordar que ya faltaba muy poco para terminar aquel calvario y sacar de su vida definitivamente a Gissel y a las arpías de sus hijas.

A su mente vino con amargura el día que cumplió quince años. Estaba feliz, ilusionada como cualquier otra chica de su edad. Ella había preparado su fiesta con mucho esmero e ilusión, pero no se celebró como ella quería. Mariana y Amanda habían destruido todo para que no se hiciera la fiesta.

Gracias a Dios tenía a su amiga Karen. Cuando Alessa llegó a su casa llorando, y le contó lo que había pasado. Ella resolvió explicando a sus padres, quienes lamentaban la situación. Ellos permitieron que se celebrara en su casa. La fiesta estuvo buena, y fue muy mencionada al lunes siguiente en la escuela.

Lo que provocó la ira de sus queridas hermanas, y cuando llegó a casa ese día después de las clases se las encontró en su cuarto. Lo habían destruido todo, y cuando Alessa les reclamó. Mariana por ser dos años mayor la sujetó fuertemente, y le pidió a Amanda que le cortase el cabello. Al final tuvo que pasarse la máquina por la cabeza, y escuchar los malos comentarios con burlas en la escuela. 

Días después no pudo soportarlo más; fue a casa de su padrino, y abogado de su padre. Para pedirle ayuda. Desde entonces había decidido tomar clases de taekwondo, y comenzar la lucha sin descanso en contra de su madrastra y sus hijas.

Sacudió la cabeza, para volver al presente. Encontró lo que estaba buscando, un vestido que la hiciera sobresalir entre las personas. A fin de cuentas era la homenajeada. Su cumpleaños, así que sin perder mucho tiempo comenzó a vestirse.

Era un cuerpo simple negro cerrado en la parte delantera hasta el cuello. Sin mangas y el escote en su espalda trazado con finas tiras del mismo color. La falda era simplemente transparente. Así que pudo ver perfectamente lo torneada de sus piernas, sus voluptuosas caderas, su gran trasero de infarto, y su cintura pequeña. Combinada con unas sandalias altas de finas tiras cruzadas. Se dejó el cabello rubio oscuro suelto a media espalda, que con el maquillaje resaltando sus ojos color chocolate eran todo un contraste.

—Wow Aless… —su amiga la miraba asombrada—. La verdad estás sexy, te ves muy hermosa.

—¿Tú crees? —cuestionó incrédula, negando con la cabeza.

 —Claro que sí —Karen le pasó su bolso de mano— ¡Estamos listas!

—Pediremos un Uber —se echó a reír cuando vio la cara de Karen.

—¡¿Qué?! —chilló su amiga de la infancia. 

—Esta noche es de pura diversión —Alessa contestó encogiéndose de hombros.

—Me gusta esa actitud en ti —Karen le hizo saber. 

Apagaron las luces de la habitación y salieron a celebrar el cumpleaños de Alessa. Estaba muy decidida a que su vida diera un cambio. Lástima que no tenía el poder de la premonición. Así que habría estado preparada, para el cambio que se le venía a continuación.

Se fueron en el taxi conversando muy de manera casual. Karen le comentaba que Víctor, su novio desde el último año de la universidad por fin le había pedido matrimonio. Pero por alguna extraña razón ella estaba muy asustada. Alessa le dijo que si ya tenían dos años viviendo juntos, el papel firmado solo era una formalidad. Un mensaje de texto en su teléfono celular interrumpió su conversación.

"Disfruta tu noche de cumpleaños, mi niña".

Era un mensaje de su padrino, David. Al cual ella desde que era una niña le llamaba: "Tío".

"Gracias. Tío David".

"No lo digo en broma, tienes que disfrutar tu noche mi querida niña. Mañana nos espera un día muy ajetreado".

Horas antes, Alessa le había enviado toda la información, y ya entre los dos habían trazado un plan de cómo intervenir en la asociación con la empresa del medio oriente. Estaba claro que era conveniente. Pero requería ser cuidadosa con eso. Gissel tenía casi el total de las acciones. Así que ella seguía teniendo la última palabra.

"Lo sé".

"¿A qué hora es la reunión?"

"A las nueve y treinta de la mañana".

"Me parece bien. Pasaré por ti a las ocho para desayunar juntos, y luego iremos a la reunión. No puedes ir sola a enfrentarte a ellas. Para eso me tienes a mí. Soy tu abogado además de tu padrino".

Ella sonrió al leer aquello, David Morgan había cumplido al pie de la letra el juramento que había hecho al bautizar. Cumplir la función de su padre, en caso de que faltara.

"No te preocupes, tío. Nos vemos mañana temprano".

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