❍[ NOCHE DE PASTEL]❍
Ese día llegó muy tarde a su apartamento, la oscuridad y el silencio le dieron la bienvenida. Encendió las luces, y después de cerrar la puerta se quitó los zapatos. Caminó descalza hasta el sofá en donde dejó su cartera, y su chaqueta. Luego se dirigió hasta la cocina, vio en la encimera una manzana. Su estómago gruñó, fue cuando hizo un pequeño recuento de su día. recordó que no había comido en todo el día. Dando un mordisco a la fruta se fue a su habitación. Se daría una ducha con agua caliente, para relajar toda la tensión que había tenido durante la jornada laboral, y luego estaría lista para verse con su amiga Karen.
Sabía Dios qué disparate se le había ocurrido a su amiga, para esa noche. Su cumpleaños número veintiséis. Aún era joven, pero se sentía como de cincuenta. Con tantas cosas que habían pasado en su vida que habían madurado antes de tiempo.
No había día en que no mirara al cielo, para exclamar lo mucho que le hacía falta su madre. Tampoco un día en que dijese que extrañaba mucho a su padre. Si ellos aún estuvieran vivos, tal vez su vida sería muy diferente. Suspiró, y una lágrima rodó por su rostro. Eran muy pocas las personas, que sabían lo que había detrás de su cara bonita, y que con los años se había vuelto severa.
Estaba adormecida cuando el sonido del timbre retumbó por todos los ciento ochenta metros cuadrados de construcción de su apartamento. Ella sabía que solo una persona podría ser tan escandalosa. Su amiga y casi hermana. La única persona que había estado para ella en los momentos más oscuros de su vida.
Con mucha somnolencia, y cansancio se dispuso a abrir la puerta. Estaba seguro que si no se apuraba, muy pronto se iban a escuchar sus gritos. Preguntando si estaba usando su consolador que no movía su trasero rápidamente.
—¿Por qué demonios no te has vestido aún? —preguntó la joven atravesando el umbral de la puerta, como si fuera la dueña del lugar.
—Estaba un poco cansada, y me recosté un poco —contestó sin ánimos
—Te conozco, Caramelito de sábila —su amiga se giró para verle a la cara—. Sé lo que significa el día de hoy para ti. —Le abrazó fuertemente. Karen siempre había estado ahí para ella.
—Han pasado más de veinte años desde que nos conocemos, y sigues llamándome de esa forma —Alessa entornó los ojos.
—Al menos hice que cambiaras esa horrible cara que tenías —su amiga le dio una sonrisa inocente, y se encogió de hombros—. Como dije antes… es tú cumpleaños. Solo cumples veintiséis una sola vez en la vida. ¡Vamos a celebrarlo a lo grande!
—Voy a vestirme, entonces —alzó sus manos en rendición.
Karen tenía razón. Había vivido con mucha presión desde que su padre había muerto. Abrió su armario, y removió toda su ropa. Quería algo que le recordara que era joven aún. Que era una chica como cualquiera de su edad. Durante mucho tiempo no le importó su apariencia. Sus queridas hermanastras se habían encargado de que ella desapareciera de toda la parte social de su familia. Estaba harta de eso, de estar escondida detrás de sus sombras.
El abogado, y amigo incondicional de su padre. Además de ser su padrino, David Morgan. Le había comentado que faltaba muy poco para completar todas las pruebas para hacer la demanda final en contra de Gissel Smith, por e****a y malversación de fondos. Le recomendó esperar un poco más para lograr que la sentencia fallara a su favor. Era cierto, que por ser su esposa ella tiene mayor porcentaje en el dinero de su padre, pero no la empresa y su patrimonio. La herencia era por parte de su madre. De repente estaba de muy buen humor, al recordar que ya faltaba muy poco para terminar aquel calvario y sacar de su vida definitivamente a Gissel y a las arpías de sus hijas.
A su mente vino con amargura el día que cumplió quince años. Estaba feliz, ilusionada como cualquier otra chica de su edad. Ella había preparado su fiesta con mucho esmero e ilusión, pero no se celebró como ella quería. Mariana y Amanda habían destruido todo para que no se hiciera la fiesta.
Gracias a Dios tenía a su amiga Karen. Cuando Alessa llegó a su casa llorando, y le contó lo que había pasado. Ella resolvió explicando a sus padres, quienes lamentaban la situación. Ellos permitieron que se celebrara en su casa. La fiesta estuvo buena, y fue muy mencionada al lunes siguiente en la escuela.
Lo que provocó la ira de sus queridas hermanas, y cuando llegó a casa ese día después de las clases se las encontró en su cuarto. Lo habían destruido todo, y cuando Alessa les reclamó. Mariana por ser dos años mayor la sujetó fuertemente, y le pidió a Amanda que le cortase el cabello. Al final tuvo que pasarse la máquina por la cabeza, y escuchar los malos comentarios con burlas en la escuela.
Días después no pudo soportarlo más; fue a casa de su padrino, y abogado de su padre. Para pedirle ayuda. Desde entonces había decidido tomar clases de taekwondo, y comenzar la lucha sin descanso en contra de su madrastra y sus hijas.
Sacudió la cabeza, para volver al presente. Encontró lo que estaba buscando, un vestido que la hiciera sobresalir entre las personas. A fin de cuentas era la homenajeada. Su cumpleaños, así que sin perder mucho tiempo comenzó a vestirse.
Era un cuerpo simple negro cerrado en la parte delantera hasta el cuello. Sin mangas y el escote en su espalda trazado con finas tiras del mismo color. La falda era simplemente transparente. Así que pudo ver perfectamente lo torneada de sus piernas, sus voluptuosas caderas, su gran trasero de infarto, y su cintura pequeña. Combinada con unas sandalias altas de finas tiras cruzadas. Se dejó el cabello rubio oscuro suelto a media espalda, que con el maquillaje resaltando sus ojos color chocolate eran todo un contraste.
—Wow Aless… —su amiga la miraba asombrada—. La verdad estás sexy, te ves muy hermosa.
—¿Tú crees? —cuestionó incrédula, negando con la cabeza.
—Claro que sí —Karen le pasó su bolso de mano— ¡Estamos listas!
—Pediremos un Uber —se echó a reír cuando vio la cara de Karen.
—¡¿Qué?! —chilló su amiga de la infancia.
—Esta noche es de pura diversión —Alessa contestó encogiéndose de hombros.
—Me gusta esa actitud en ti —Karen le hizo saber.
Apagaron las luces de la habitación y salieron a celebrar el cumpleaños de Alessa. Estaba muy decidida a que su vida diera un cambio. Lástima que no tenía el poder de la premonición. Así que habría estado preparada, para el cambio que se le venía a continuación.
Se fueron en el taxi conversando muy de manera casual. Karen le comentaba que Víctor, su novio desde el último año de la universidad por fin le había pedido matrimonio. Pero por alguna extraña razón ella estaba muy asustada. Alessa le dijo que si ya tenían dos años viviendo juntos, el papel firmado solo era una formalidad. Un mensaje de texto en su teléfono celular interrumpió su conversación.
"Disfruta tu noche de cumpleaños, mi niña".
Era un mensaje de su padrino, David. Al cual ella desde que era una niña le llamaba: "Tío".
"Gracias. Tío David".
"No lo digo en broma, tienes que disfrutar tu noche mi querida niña. Mañana nos espera un día muy ajetreado".
Horas antes, Alessa le había enviado toda la información, y ya entre los dos habían trazado un plan de cómo intervenir en la asociación con la empresa del medio oriente. Estaba claro que era conveniente. Pero requería ser cuidadosa con eso. Gissel tenía casi el total de las acciones. Así que ella seguía teniendo la última palabra.
"Lo sé".
"¿A qué hora es la reunión?"
"A las nueve y treinta de la mañana".
"Me parece bien. Pasaré por ti a las ocho para desayunar juntos, y luego iremos a la reunión. No puedes ir sola a enfrentarte a ellas. Para eso me tienes a mí. Soy tu abogado además de tu padrino".
Ella sonrió al leer aquello, David Morgan había cumplido al pie de la letra el juramento que había hecho al bautizar. Cumplir la función de su padre, en caso de que faltara.
"No te preocupes, tío. Nos vemos mañana temprano".
❍[LA LLEGADA]❍Alessa suspiró, era la hora de salir de su cueva de ratón que era su zona de confort. También era ya la hora de arriesgarse. El momento de vivir de una vez por todas. ¡Por Dios! Estaba cumpliendo veintiséis años, y durante todo ese tiempo sus experiencias sexuales habían sido un total y completo desastre. Al punto que decidió renunciar a disfrutar la sexualidad en pareja cuando Karen le regaló un juego de tres consoladores. Ya que eran cien veces mejor que los hombres que la abordaban. Aún no sabía porque le había hecho caso a su amiga. Lo cierto era que no podría decirle que no, desde aquella fiesta de cumpleaños número quince. Karen se había convertido en su organizadora de fiestas personales. Cuando el taxi estacionó en frente del club abarrotado de gente se cuestionó una vez más si era una buena idea arriesgarse. —Conozco esa mirada, Caramelito —soltó de pronto su amiga, jalándola del brazo, para mirarla a los ojos—. Tienes cara de arrepentimiento, Aless —negó co
❍[CAZADOR]❍Él la había estado observando, desde que apareció su imagen por casualidad en una de las cámaras de seguridad. Lo que estaba haciendo en ese momento, se llamaba acoso, él lo sabía, y muy poco le importaba. No era nada atípico para el cazador que él era. No sentía ningún tipo de culpa, ella era preciosa. Aquellas piernas torneadas, que resaltaba en aquel jodido vestido. Eran de infarto, y por un instante se las imaginaba alrededor de sus caderas mientras la chica le encajaba los talones en su trasero.Tomó un sorbo de su trago, sacudió la cabeza. No podía creerlo, tenía una semi-erección, no le quedaba duda que se volvería un problema. ¿Qué lo causaba? Gruñó de malestar, cada vez que observaba ondear aquella maldita falda transparente. Si ella fuera suya, no dejaría de ninguna manera que saliera a la calle vestida así. No permitiría que otro hombre deseara lo que era total, y completamente de él. No podía dejar de mirarla. Menos, cuando el hombre alto y rubio se le acercó.
❍[LO OBVIO] ❍Yasir lo miró entrecerrando los ojos, como si no hubiera entendido bien lo que dijo. —¿Qué quieres decir?—Lo sabes perfectamente —se encogió de hombros—. Lo obvio, sé cuando te atrae mucho una mujer, al punto de jugar al gato y al ratón. Él soltó una carcajada, para luego expresar con sorna:—Nunca podré deshacerme de ti. ¿Cierto, hermano? —Ni en tus más remotos sueños —contestó su amigo y confidente. —Ese hombre que está con ella —señaló con el dedo a la pantalla:— ¿Tienen algo?—Hasta ahí no llego, eso vas a tener que descubrirlo por ti mismo —respondió alzando las manos en rendición, y soltando un resoplido. Yasir de nuevo soltó otra gran carcajada.—¡Definitivamente no, Yasir! —exclamó Camilo.—¡¿Qué?! —preguntó de manera inocente—. Aún no te he pedido nada. —Conozco esa risa —su amigo negó con la cabeza. —Envía a su mesa tres botellas del más fino champagne que tengamos.—Y aquí vamos —replicó su jefe de seguridad.—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Yasi
❍[LA CONFIANZA]❍La mujer caminó hasta él y se dejó caer de rodillas a sus pies; comenzó a acariciarlo. Debería ser un poco más fuerte. Un hombre no se mide por la cantidad de sexo que tenga, si no por la responsabilidad que tenga a la hora de hacerlo.—Ya sabes lo que quiero —respondió ella con un susurro relamiéndose los labios.Yasir descruzó las piernas, para darle más espacio. Con voz gutural expresó:—No —negó con la cabeza—, yo no lo sé ¿Por qué no me lo muestras?Triunfante por haber creído que había ganado sonrió.—Claro que te mostraré —esa vez comenzó a acariciar su paquete con mucha destreza, y habilidad le desabotonó su pantalón. Colocó la cabeza sobre sus rodillas—. Te aseguro que lo vamos a disfrutar más que antes, bebé.No podría quitarle mérito. La mujer tenía conocimiento a la hora de dar una mamada. Tenía apretados los dientes. No quería que ella supiera que le estaba dando placer. Sentía como su miembro entraba, y desaparecía en las profundidades de su garganta. Te
❍[EL PASILLO]❍Todas las cosas absurdas tenían que pasarle a ella. ¡Oh Dios ! Si tan solo el lugar dejara de girar. Las náuseas eran cada vez más fuertes. Quería dirigirse al baño pero al parecer estaba perdida, siempre le sucedía. Caminó por un pasillo oscuro agarrándose de las paredes. Encontró lo que buscaba justo a tiempo. Solo lo necesario para abrir la puerta del cubículo y echar en el inodoro hasta la bilis. Nunca más volvería a tomar licor de esa forma, tampoco era que había bebido demasiado.Se enjuagó la boca y luego se lavó la cara.«¡Gracias, Dios! Ahora me siento un poco más humana», se dijo.Se miró en el espejo, al menos ya le había bajado el alcohol del cerebro. Se acomodó el vestido, bueno en verdad era el pedazo de tela que le cubría el trasero. Salió del cuarto de baño con mejor semblante y sobre todo sobria. Estaba pasando descuidada. Tratando de que sus ojos se acostumbraran de nuevo a la oscuridad. Cuando…—Uff esto se siente muy bien…Escuchó una voz grave y lo
❍[COINCIDENCIA]❍Ella le propinó un golpe en la ingle que lo hizo removerse un poco por el golpe, sin perder tiempo le dio un puñetazo en la nariz. Al ver que se levantó de encima de ella encogiéndose de dolor.—¿Qué cojones ha sido eso? —preguntó mirándola aturdido.—Te lo ganaste por abusador, te dije que no estaba aquí para follar contigo.Le dio una patada en el estómago. Cayó al suelo y aprovechó el momento para salir corriendo como alma que lleva el diablo por el lugar. Como pudo tomó sus zapatos del suelo, y corrió hasta donde estaban sus amigos. John tampoco se veía por el lugar.—Alessss... —gritó su amiga— ¿Dónde te habías metido? —hablo un poco con la lengua enredada. Era obvio que estaba un poco pasada de tragos.—Debemos irnos —le tomó del brazo.—Nena, ¿por qué si lo estamos pasando bien?—Ahora, Karen —dijo casi gritando—. ¡Quiero irme ahora mismo de aquí!Su amiga parpadeó dos veces y negó con la cabeza.—Sabes que te quiero— le dio un beso rozando sus inocentes labios
❍[PRESENTACIÓN]❍Todo el mundo quedó en silencio ante la presentación de Yasir, que nunca dejó de mirar a Alessa. La vida a veces sorprende de manera inesperada. Acarició su nariz de manera sutil sin dejar de mirarla, un recordatorio del puñetazo que le había dado la noche anterior, y que estaba seguro de que no dejaría pasar por alto. Se preguntó si en ese momento iba a escaparse de nuevo.—No creo que su presencia sea relevante —la voz de Mariana lo sacó de sus pensamientos.—Al contrario —habló Alessa—, pienso que la que sobra eres tú. Ella iba a reprochar las palabras, pero ella levantó la mano y la cortó en el acto duciendo: —Tengo entendido que no eres accionista.—Mi madre es la dueña de esta empresa —se defendió.—Te recuerdo Mariana; que tu madre acaba de venderme el treinta y cinco por ciento de las acciones, quedándose con una mínima parte. Lo que significa que ella no tiene la última palabra al respecto, tampoco el control de esta empresa —Yasir estaba dejando claro su a
❍[CURIOSIDAD]❍En ese instante no supo qué decir. El saber que ella estaba al otro lado de la línea lo puso nervioso.—Disculpe la hora… Señor Morgan.—Llámeme David —le corrigió.—De acuerdo, David. Me quedé un poco desconcertado con la participación de la señorita Sinclair esta mañana.—Entiendo, al parecer usted no estaba al tanto de que ella es una accionista también.—La verdad que no. De hecho. No sé nada en realidad de la empresa.—¡Vaya! —exclamó—. Para ser el tan nombrado magnate mestizo, ahora el desconcertado soy yo.—Disculpe de nuevo, yo no tenía conocimiento de lo que pasaba en la empresa. Lo vi solo como una oportunidad para un buen negocio.—Suele suceder.—¿Es muy tarde para usted? —preguntó.—¿Tarde como para qué?—Para entrevistarme con usted. Si gusta puedo ir a donde usted se encuentra —era la excusa perfecta así sabría un poco más acerca de Alessa y al mismo tiempo no pondría a Mariana sobre aviso de su investigación.—La verdad es que aún es temprano. ¿Le gusta