❍[LA LLEGADA]❍
Alessa suspiró, era la hora de salir de su cueva de ratón que era su zona de confort. También era ya la hora de arriesgarse. El momento de vivir de una vez por todas. ¡Por Dios! Estaba cumpliendo veintiséis años, y durante todo ese tiempo sus experiencias sexuales habían sido un total y completo desastre. Al punto que decidió renunciar a disfrutar la sexualidad en pareja cuando Karen le regaló un juego de tres consoladores. Ya que eran cien veces mejor que los hombres que la abordaban.
Aún no sabía porque le había hecho caso a su amiga. Lo cierto era que no podría decirle que no, desde aquella fiesta de cumpleaños número quince. Karen se había convertido en su organizadora de fiestas personales. Cuando el taxi estacionó en frente del club abarrotado de gente se cuestionó una vez más si era una buena idea arriesgarse.
—Conozco esa mirada, Caramelito —soltó de pronto su amiga, jalándola del brazo, para mirarla a los ojos—. Tienes cara de arrepentimiento, Aless —negó con la cabeza, y después la señaló con el dedo, diciendo con ese gesto que no iba a tolerar alguna negación de su parte—. Te prohibí rotundamente que me dañes la noche que preparé para ti, eso no sería justo para mi.—De acuerdo —manifestó Alessa y luego dio una respiración profunda—, trataré de comportarme, aunque debo ser sincera. Estoy muy cansada, hoy fue un día de m****a en la oficina.
—No aceptaré esa terrible excusa —replicó Karen.
Alessa se encogió de hombros, y sonrió. Tampoco le pareció justo arruinarlo todo y menos podía dejar a un lado todo el esfuerzo que su mejor amiga había hecho. Miró las instalaciones y un escalofrío recorrió su cuerpo al pensar en lo que podía encontrar en “Babylone”. Un club con ese nombre era algo a considerar.
Cuando llegaron a la puerta, pudieron observar que había un gran número de gente haciendo fila para entrar. Algunos las miraban con desaprobación, se notaba que muchos estaban ahí desde temprano. Se escuchaban murmullos a sus alrededores. Lo que esas personas no sabían, era que Karen se tomaba su papel de organizadora muy en serio. Había reservado una mesa con un mes de anticipación, y la tarde anterior había ido al lugar a dejar una comisión y la lista de los invitados a los porteros, para que los dejara pasar sin ningún tipo de contrariedad.
—¡Vamos, Aless! Nos están esperando. —la tomó de la mano, y la hizo acelerar el paso.
Karen se acercó a uno de los chicos de seguridad y le saludó; este se inclinó un poco porque ella quería decirle algo en el oído. De repente el joven miró a Alessa de arriba a abajo, después de soltar un silbido, y hacerle señas para que se acercara le deseó un feliz cumpleaños, y una muy buena noche. Las dos chicas se echaron a reír como tontas, y se apresuraron a entrar. Al hacerlo tuvieron que parpadear varias veces, para que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad del lugar. Sin embargo, el ambiente era espectacular. No era lo que ella esperaba.
La música era urbana. El local era inmenso, tenía las paredes de color negro, gris plomo y azul. Las mesas eran modernas en acero y vidrio templado. Las sillas tenían un toque vintage con la elegancia de muebles modulares. Alessa relajó un poco los hombros.
Realmente todo era lujo y opulencia. Quedaba sobreentendido que no entraba cualquier persona a ese club. Lo que menos se esperaba esa noche era que Karen hubiera reservado una mesa grande en el área VIP. Continuaba sintiendo las miradas sobre ella, a pesar de la oscuridad. Por un momento dudó en haberse puesto ese vestido.
«¡Al carajo todos! ¡Es tu noche, Aless!», se dio animos.
Minutos después giró la cabeza de un lado a otro, pues tenía la sensación de que alguien la observaba. Esa percepción le penetraba en la espina dorsal, al mismo tiempo que le erizaba la piel. Cuando la sensación se hizo más insoportable, se levantó de su asiento y giró lentamente, escaneando el lugar todo lo que la oscuridad le permitía. Lamentablemente no pudo ver a nadie, en el instante que iba a comentarlo con Karen llegó Víctor con unos amigos a celebrar con ellas.
Entre ellos un compañero de trabajo de él, John Fierro. Ellos habían coincidido un par de veces en alguna que otra celebración, y compartían un muy buen rato charlando. Realmente le agradaba, era muy buena compañía. Pero esa noche notó algo diferente en él, eso la confundió un poco. La miraba de pies a cabeza, de repente la tomó de la cintura y la abrazó.
—¡Feliz cumpleaños Aless! —Le dio un beso en la comisura de los labios.
«¿Qué demonios significa esto?», pensó ella sorprendida por el atrevimiento.
—Gracias por venir, John —se aclaró un poco la garganta, y se obligó a sonreírle con cordialidad, y de manera imperceptible se soltó de su abrazo.
—No podría perderme esta celebración —dijo el joven acercándose un poco más de la cuenta e inclinándose un poco a su oído.
—¡Feliz cumpleaños, Caramelito! —Esa vez fue Víctor quien la felicitó.
—¡Oh, gracias! —Alessa le devolvió el abrazo riendo por su apodo desde niña, pero que Victor conocía desde la universidad.
—Vamos a pedir algo —anunció Karen emocionada.
—Me parece una gran idea —agregó John sin dejar de mirar a Alessa, lo que hizo sentir incómoda.
Alessa se sorprendió en el momento en que comenzaron a llegar más y más amigos. Hasta completar un grupo de veinte personas. No tenía idea de lo que Karen se había esmerado en organizarle una fiesta. Las personas más cercanas de los tres estaban ahí, incluso habían compañeros de la universidad. A pesar de que estaba pasando un rato agradable, y diferente con personas que sabía que la apreciaban de manera sincera. Sentía que no llenaba el vacío que tenía, le faltaba algo. Eran muchos cumpleaños celebrados sin su familia.
Hubo un momento en el que el recuerdo de esa falta a pesar de los tantos años transcurridos, hizo que su pecho doliera. El lugar comenzó a girar, y el sonido en sus oídos era muy lejano. Sintió que le faltaba el aire.
«¡Oh Dios! No ahora», exclamó ese ataque de ansiedad no lo necesitaba en ese momento.
—¿Te pasa algo? —John se le acercó frunciendo el ceño.
Ella negó con la cabeza, dio una respiración profunda y contestó:
—No te preocupes, no es nada —lo miró a los ojos para hacerle saber que todo estaba bien—, voy un momento al baño.
❍[CAZADOR]❍Él la había estado observando, desde que apareció su imagen por casualidad en una de las cámaras de seguridad. Lo que estaba haciendo en ese momento, se llamaba acoso, él lo sabía, y muy poco le importaba. No era nada atípico para el cazador que él era. No sentía ningún tipo de culpa, ella era preciosa. Aquellas piernas torneadas, que resaltaba en aquel jodido vestido. Eran de infarto, y por un instante se las imaginaba alrededor de sus caderas mientras la chica le encajaba los talones en su trasero.Tomó un sorbo de su trago, sacudió la cabeza. No podía creerlo, tenía una semi-erección, no le quedaba duda que se volvería un problema. ¿Qué lo causaba? Gruñó de malestar, cada vez que observaba ondear aquella maldita falda transparente. Si ella fuera suya, no dejaría de ninguna manera que saliera a la calle vestida así. No permitiría que otro hombre deseara lo que era total, y completamente de él. No podía dejar de mirarla. Menos, cuando el hombre alto y rubio se le acercó.
❍[LO OBVIO] ❍Yasir lo miró entrecerrando los ojos, como si no hubiera entendido bien lo que dijo. —¿Qué quieres decir?—Lo sabes perfectamente —se encogió de hombros—. Lo obvio, sé cuando te atrae mucho una mujer, al punto de jugar al gato y al ratón. Él soltó una carcajada, para luego expresar con sorna:—Nunca podré deshacerme de ti. ¿Cierto, hermano? —Ni en tus más remotos sueños —contestó su amigo y confidente. —Ese hombre que está con ella —señaló con el dedo a la pantalla:— ¿Tienen algo?—Hasta ahí no llego, eso vas a tener que descubrirlo por ti mismo —respondió alzando las manos en rendición, y soltando un resoplido. Yasir de nuevo soltó otra gran carcajada.—¡Definitivamente no, Yasir! —exclamó Camilo.—¡¿Qué?! —preguntó de manera inocente—. Aún no te he pedido nada. —Conozco esa risa —su amigo negó con la cabeza. —Envía a su mesa tres botellas del más fino champagne que tengamos.—Y aquí vamos —replicó su jefe de seguridad.—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Yasi
❍[LA CONFIANZA]❍La mujer caminó hasta él y se dejó caer de rodillas a sus pies; comenzó a acariciarlo. Debería ser un poco más fuerte. Un hombre no se mide por la cantidad de sexo que tenga, si no por la responsabilidad que tenga a la hora de hacerlo.—Ya sabes lo que quiero —respondió ella con un susurro relamiéndose los labios.Yasir descruzó las piernas, para darle más espacio. Con voz gutural expresó:—No —negó con la cabeza—, yo no lo sé ¿Por qué no me lo muestras?Triunfante por haber creído que había ganado sonrió.—Claro que te mostraré —esa vez comenzó a acariciar su paquete con mucha destreza, y habilidad le desabotonó su pantalón. Colocó la cabeza sobre sus rodillas—. Te aseguro que lo vamos a disfrutar más que antes, bebé.No podría quitarle mérito. La mujer tenía conocimiento a la hora de dar una mamada. Tenía apretados los dientes. No quería que ella supiera que le estaba dando placer. Sentía como su miembro entraba, y desaparecía en las profundidades de su garganta. Te
❍[EL PASILLO]❍Todas las cosas absurdas tenían que pasarle a ella. ¡Oh Dios ! Si tan solo el lugar dejara de girar. Las náuseas eran cada vez más fuertes. Quería dirigirse al baño pero al parecer estaba perdida, siempre le sucedía. Caminó por un pasillo oscuro agarrándose de las paredes. Encontró lo que buscaba justo a tiempo. Solo lo necesario para abrir la puerta del cubículo y echar en el inodoro hasta la bilis. Nunca más volvería a tomar licor de esa forma, tampoco era que había bebido demasiado.Se enjuagó la boca y luego se lavó la cara.«¡Gracias, Dios! Ahora me siento un poco más humana», se dijo.Se miró en el espejo, al menos ya le había bajado el alcohol del cerebro. Se acomodó el vestido, bueno en verdad era el pedazo de tela que le cubría el trasero. Salió del cuarto de baño con mejor semblante y sobre todo sobria. Estaba pasando descuidada. Tratando de que sus ojos se acostumbraran de nuevo a la oscuridad. Cuando…—Uff esto se siente muy bien…Escuchó una voz grave y lo
❍[COINCIDENCIA]❍Ella le propinó un golpe en la ingle que lo hizo removerse un poco por el golpe, sin perder tiempo le dio un puñetazo en la nariz. Al ver que se levantó de encima de ella encogiéndose de dolor.—¿Qué cojones ha sido eso? —preguntó mirándola aturdido.—Te lo ganaste por abusador, te dije que no estaba aquí para follar contigo.Le dio una patada en el estómago. Cayó al suelo y aprovechó el momento para salir corriendo como alma que lleva el diablo por el lugar. Como pudo tomó sus zapatos del suelo, y corrió hasta donde estaban sus amigos. John tampoco se veía por el lugar.—Alessss... —gritó su amiga— ¿Dónde te habías metido? —hablo un poco con la lengua enredada. Era obvio que estaba un poco pasada de tragos.—Debemos irnos —le tomó del brazo.—Nena, ¿por qué si lo estamos pasando bien?—Ahora, Karen —dijo casi gritando—. ¡Quiero irme ahora mismo de aquí!Su amiga parpadeó dos veces y negó con la cabeza.—Sabes que te quiero— le dio un beso rozando sus inocentes labios
❍[PRESENTACIÓN]❍Todo el mundo quedó en silencio ante la presentación de Yasir, que nunca dejó de mirar a Alessa. La vida a veces sorprende de manera inesperada. Acarició su nariz de manera sutil sin dejar de mirarla, un recordatorio del puñetazo que le había dado la noche anterior, y que estaba seguro de que no dejaría pasar por alto. Se preguntó si en ese momento iba a escaparse de nuevo.—No creo que su presencia sea relevante —la voz de Mariana lo sacó de sus pensamientos.—Al contrario —habló Alessa—, pienso que la que sobra eres tú. Ella iba a reprochar las palabras, pero ella levantó la mano y la cortó en el acto duciendo: —Tengo entendido que no eres accionista.—Mi madre es la dueña de esta empresa —se defendió.—Te recuerdo Mariana; que tu madre acaba de venderme el treinta y cinco por ciento de las acciones, quedándose con una mínima parte. Lo que significa que ella no tiene la última palabra al respecto, tampoco el control de esta empresa —Yasir estaba dejando claro su a
❍[CURIOSIDAD]❍En ese instante no supo qué decir. El saber que ella estaba al otro lado de la línea lo puso nervioso.—Disculpe la hora… Señor Morgan.—Llámeme David —le corrigió.—De acuerdo, David. Me quedé un poco desconcertado con la participación de la señorita Sinclair esta mañana.—Entiendo, al parecer usted no estaba al tanto de que ella es una accionista también.—La verdad que no. De hecho. No sé nada en realidad de la empresa.—¡Vaya! —exclamó—. Para ser el tan nombrado magnate mestizo, ahora el desconcertado soy yo.—Disculpe de nuevo, yo no tenía conocimiento de lo que pasaba en la empresa. Lo vi solo como una oportunidad para un buen negocio.—Suele suceder.—¿Es muy tarde para usted? —preguntó.—¿Tarde como para qué?—Para entrevistarme con usted. Si gusta puedo ir a donde usted se encuentra —era la excusa perfecta así sabría un poco más acerca de Alessa y al mismo tiempo no pondría a Mariana sobre aviso de su investigación.—La verdad es que aún es temprano. ¿Le gusta
❍[EL ASOMBRO]❍ Al cerrar la puerta de su apartamento encendió el interruptor de la luz. Dejó los zapatos a un lado de la puerta, y caminó descalza hasta su habitación. La vida a veces era una m*****a perra con ella. Era mucha casualidad que el hombre con quién ella estuvo a punto de tener sexo antes de golpearlo era quien había comprado las acciones de su empresa. Lo peor era que lo había dejado conversando de manera amena en casa de su tío. No sabía cuál era el tema de conversación, pues el momento estaba acompañado de una botella de whisky. Se desnudó, y entró al baño para darse una ducha rápida. Después se vistió con un pijama de seda color rosa vieja, y el cabello recogido en un moño flojo. Estaba acomodando su cama cuando sonó el timbre de una manera escandalosa. Como si se estuviera acabando el mundo. Entornó los ojos la única persona que tocaba el timbre de esa manera, y que el hombre de recepción no la llamara, era Karen. No le dio importancia y caminó descalza hasta la puert