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‗‗‗ ❍ [ CAPÍTULO 05] ❍ ‗‗‗

❍[LO OBVIO] ❍

Yasir lo miró entrecerrando los ojos, como si no hubiera entendido bien lo que dijo. 

—¿Qué quieres decir?

—Lo sabes perfectamente —se encogió de hombros—. Lo obvio, sé cuando te atrae mucho una mujer, al punto de jugar al gato y al ratón. 

Él soltó una carcajada, para luego expresar con sorna:

—Nunca podré deshacerme de ti. ¿Cierto, hermano? 

—Ni en tus más remotos sueños —contestó su amigo y confidente. 

—Ese hombre que está con ella —señaló con el dedo a la pantalla:— ¿Tienen algo?

—Hasta ahí no llego, eso vas a tener que descubrirlo por ti mismo —respondió alzando las manos en rendición, y soltando un resoplido. 

Yasir de nuevo soltó otra gran carcajada.

—¡Definitivamente no, Yasir! —exclamó Camilo.

—¡¿Qué?! —preguntó de manera inocente—. Aún no te he pedido nada. 

—Conozco esa risa —su amigo negó con la cabeza. 

—Envía a su mesa tres botellas del más fino champagne que tengamos.

—Y aquí vamos —replicó su jefe de seguridad.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Yasir un poco serio. 

Camilo acarició el puente de su nariz, y le cuestionó:

—¿En serio? ¿Usarás ese viejo truco?

—Soy de la vieja escuela —Yasir respondió, mostrándole todos sus dientes. 

—Por qué no te creo una m****a —le respondió él sinceramente.

Yasir suspiró y se aflojó la corbata, y el primer botón de su traje de tres piezas de diseñador.

—A veces siento miedo de ti.

—¿Por qué dices eso? —Camilo sacudió la cabeza.

—Porque me conoces mejor que yo. 

—¿Será porque eres un cabrón transparente? 

—Quizás tengas razón, hermano —ladeó la cabeza y le sonrió—. Me siento tranquilo al saber que eres mi conciencia. 

Camilo dio un resoplido, para luego decir algo. Pero en ese momento, Yasir le pasó por un lado y  de nuevo le palmeó el hombro. 

—Hemos terminado aquí —se metió la mano en uno de los bolsillos de sus pantalones, para agregar:— Regreso a divertirme con la mujercita que pretende engatusarme.

—Ten cuidado —le señaló con el dedo—, no tengo duda de que esa mujer es toda una profesional en el arte del engaño.

—Tienes razón, lo es. Pero también es cierto que esta negociación me beneficia demasiado como para no tomar este riesgo. 

—Espero que uses esa inteligencia que tienes de la mejor forma —Camilo dijo aquello con sinceridad.

—No te preocupes, puedes contar con ello, tomaré tu consejo al pie de la letra.

Le hizo una inclinación de cabeza, y pasó por su lado para irse a reunir con su acompañante. Sin embargo; se detuvo frente a las cámaras de seguridad. Escaneando rápidamente cada uno de los puntos que le daban la completa visión del  club. Quería saber  si podría ver de nuevo, a la mujer que había llamado su atención esa noche. Pero una vez más no obtuvo los resultados que esperaba. Dio una respiración profunda, antes de salir de su oficina, y caminar por el largo pasillo que daba al área VIP en donde había estado minutos antes. Miró a los lados, como esperando que por arte de magia la chica que lo tenía apareciera de golpe. 

No tenía idea de cómo iba a deshacerse de su acompañante esa noche, estaba claro para él que ella quería algo más. Lamentablemente ese algo no podía dárselo, en el pasado tal vez. Pues la conocía lo suficiente y ella pudo haber obtenido de todo lo que quisiera, pero en ese momento, era otra cosa muy diferente. 

Era una mujer hermosa, al punto de que no iba  a negar que una vez lo volvió loco de deseo por ella. Pero Yasir Asrlan había aprendido la lección, de la manera más dura y cruel. La llama de la pasión por ella se había apagado hacía un tiempo. Solo la estaba usando para asegurar la negociación, después se iba a deshacer de ella. 

Una vez más respiró de manera profunda, antes de dar un paso más.

—Tardaste mucho —se quejó la joven, con tono de voz de enojo.

Yasir ladeó la cabeza, y de manera arrogante dijo: 

—Ya sabes, cosas de negocios que no puedo posponer solo porque me estoy divirtiendo.

—Tienes razón —la mujer cambió de actitud—, solo me sentí abandonada. 

«¡¿De qué cojones va esta mujer?!», él se cuestionó.

—No tienes porque  sentirte de esa manera, ya estoy aquí —se acercó y le acarició la mejilla.

—No lo entiendo —sacudió ella la cabeza, en señal de confusión, levantándose del cómodo sofá.

—¿Qué no entiendes? —quiso saber él. 

—¿Por qué tienes un club en esta ciudad? No lo necesitas, eres inmensamente rico, y además no vienes mucho a América. No creo que este sea un negocio rentable para ti. 

Yasir gruñó de exasperación, pero tenía que hacer un mejor esfuerzo. Por eso sin perder tiempo, él la tomó de la cintura. 

—Si vamos a hacer negocios juntos —besó la comisura de sus labios, y vio como la chica se estremecía de anticipación—, vendré más a menudo. Ya sabes que me gusta mucho divertirme, y como dices soy inmensamente rico. Por tanto; mi vida no es tan privada como quisiera, y por eso no puedo estar visitando clubes nocturnos —pasó la lengua por el lóbulo de su oreja—. Tampoco se ajusta a lo que necesito, esa es la razón principal por la cual tengo mi sitio propio. Para disfrutarlo como, cuando y con quien me gusta. 

La mujer gimió, su cuerpo se calentó.

—Es una respuesta muy lógica —se puso de puntillas, e hizo el intento de besarlo.

De manera educada, Yasir alejó el rostro y soltó una risita.

—Ya sabes, querida —dijo con voz sexy y acarició la nariz de la chica con el dedo índice—. Las reglas las pongo yo.

—No es justo, Yasir —ella se quejó.

Él entornó los ojos.

«¡De nuevo el drama con esta mujer!», exclamó para sí mismo. 

Se alejó por un momento de ella, y después le hizo señas para que le preparara un trago de whisky. Mientras él se sentaba en el sillón de los sillones grandes. Se quitó el saco, y dobló las mangas de la camisa hasta los codos, extendió un brazo por encima del respaldo y cruzó las piernas. Esperando a que le sirvieran su bebida, cuando ya tenía el vaso en su mano, enarcó una ceja.

—¿Qué no es justo? —inquirió, pero más por curiosidad, muy poco le importaba lo que ella pudiera pensar, mucho menos decir. 

—La forma en que me haces esperar por ti —respondió la mujer con cierto tono de reproche.

—¿A qué viene eso ahora? —él dio un resoplido—. Me conoces, y sabes como soy. 

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