❍[CAZADOR]❍
Él la había estado observando, desde que apareció su imagen por casualidad en una de las cámaras de seguridad. Lo que estaba haciendo en ese momento, se llamaba acoso, él lo sabía, y muy poco le importaba. No era nada atípico para el cazador que él era. No sentía ningún tipo de culpa, ella era preciosa. Aquellas piernas torneadas, que resaltaba en aquel jodido vestido. Eran de infarto, y por un instante se las imaginaba alrededor de sus caderas mientras la chica le encajaba los talones en su trasero.
Tomó un sorbo de su trago, sacudió la cabeza. No podía creerlo, tenía una semi-erección, no le quedaba duda que se volvería un problema. ¿Qué lo causaba? Gruñó de malestar, cada vez que observaba ondear aquella m*****a falda transparente. Si ella fuera suya, no dejaría de ninguna manera que saliera a la calle vestida así. No permitiría que otro hombre deseara lo que era total, y completamente de él. No podía dejar de mirarla. Menos, cuando el hombre alto y rubio se le acercó. Los miró interactuar durante largo tiempo, podía darse cuenta perfectamente que eran solo amigos. Además de los intentos fallidos de seducción.
Por más que lo veía con sus propios ojos, el hombre posesivo en él, no.
«¿De dónde carajo viene esto?», se cuestionó ya que no tenía derecho a sentir tal cosa.
Una vez más, sacudió su cabeza en negación. Posesivo con una mujer, y de América. Eso no podría ser, ni en un millón de años. Pero la rabia de ver al hombre detrás de la pequeña mujer con intentos de conseguirla, estaba nublando la mente, y eso le causaba de cierta manera incomodidad.
—¿Yasir? —La voz melosa de su acompañante esa noche, hizo que girara la cabeza.
—Uhmm —fue lo único que pudo decir.
—Estás ausente, tal parece que no estás conmigo esta noche —se quejó la chica.
—Disculpa, no fue mi intención ser descortés.
Él no sabía qué decir, no podía decirle abiertamente que había perdido su interés en ella de repente. Sin embargo; ella sonrió como si estuviese en un anuncio de crema dental, y manifestó:
—No te preocupes, entiendo que estés un poco desorientado. Con el cambio de horario, y del clima.
—Lo dices sabiendo que no es la primera vez que vengo a América —replicó él— ¿Recuerdas que estudiamos en la misma universidad?
—Claro que lo recuerdo —la joven respondió con una sonrisa pícara—, hacíamos mucho más que los trabajos de clases. ¿Lo recuerdas todavía?
¿Cómo olvidarlo? La muy astuta se había hecho pasar por su amiga incondicional, para acercarse a él. Por un momento creyó que tenía algo con ella más que una amistad, algo real y especial. Pero cuando la vio con otro chico, dos semestres más avanzados que él. Se dio cuenta de la clase de mujer que era. Una cualquiera, aunque no usaba ese calificativo en una mujer que vendía su cuerpo, para obtener el sustento y mantener a su familia. Si no se refería al tipo de mujer que era extremadamente interesada, y que para lograr sus objetivos no le bastaba con tener a un solo hombre en su cama. Para él, su acompañante de esa noche era una simple trepadora.
Ella se acercó más a él, y comenzó a acariciar su amplio pecho, y con voz baja casi como un ronroneo expresó:
—Deberíamos recordar los buenos momentos juntos en la universidad, para romper un poco la tensión entre nosotros.
Tal vez no era mala idea desaprovechar su oferta. Era un hombre que nunca desperdiciaba una oportunidad. Además de tener una erección desde que había aparecido aquella pequeña bruja en la pista de baile, y que le había hechizado con solo contonear sus caderas. Por eso entendió que no estaba mal que su supuesta amiga incondicional se hiciera cargo de la incomodidad que tenía.
Miró de nuevo a la pared de la oficina en donde estaban las cámaras, pero sin ningún resultado a esa distancia en donde se encontraba. Ya que el club estaba oscuro y abarrotado de gente. Eso muy poco le importó, ajustó la mirada hacía donde estaba la última vez, y ahí la encontró. ¿De nuevo?, la chica estaba bailando con aquel hombre que estaba claro como un cristal, que quería entre sus piernas. Apretó los dientes al imaginarlos en escena.
«¡Maldición! Esto es una locura», se regañó.
—¿No me ha respondido? —insistió la mujer acariciando el paquete que estaba dentro de sus pantalones, y sacándolo de sus pensamientos de manera abrupta.
—No deberías tentar a la bestia —él se aclaró un poco la voz, para usar un tono de advertencia.
—¡Vamos, Yasir! —habló como una niña malcriada—. Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos en Londres, y nos divertimos a lo grande. ¿Qué nos detiene ahora para pasarla bien esta noche?
—No siempre todo se trata de diversión —él le aclaró.
Ella resopló, y replicó:
—Siento que soy solo un negocio para ti.
«¡Oh, la chica! Es que no estás muy lejos de la verdad», pensó en responder.
Porque estaba en lo cierto, ella era solo eso. Un proyecto con grandes beneficios económicos. Sin embargo; tenía que aparentar otra cosa. La tomó de forma un poco ruda de la barbilla. La miró a los ojos, y notó cómo brillaban por el deseo.
—Eres más que eso —le aseguró y cubrió sus labios con los de ella.
A pesar de todo, tenía que darle crédito a la mujer que estaba en sus brazos en ese momento. Ella era una experta a la hora del sexo, lo sabía de primera mano. Había disfrutado de su cuerpo más de una vez. En algunas ocasiones las mujeres podían convertirse en armas tan letales; que podrían acabar con un imperio. Para muestra un botón, Troya. Un país que había caído por la lucha del amor de una mujer, Helena.
—Sabes que me gusta estar contigo, jamás te lo he ocultado. Siempre has sido un excelente amante —ella con su voz dulce, creyó que podría cautivarle, pero estaba muy lejos de la realidad.
Él sabía qué le gustaban otras cosas también, como su dinero y también la opulencia. La extravagancia del lujo, y la gran cantidad de propiedades que poseía. Yasir Arslan era un hombre solitario, marcado por una tragedia familiar. Todas las personas con quien se relacionaba, por más que tuvieran fortuna igual que él, fama y poder, querían un pedazo de él. Así como la mujer que estaba en sus brazos en ese preciso momento. Eso en muchas ocasiones, le hacía actuar de manera desconfiada casi llegando a lo descortés.
Un carraspeo resonó en el lugar en ese momento.
—¿Yasir? —Una voz grave y fuerte interrumpió aquella conversación.
—Espérame un momento aquí —suavemente soltó a su acompañante.
Caminó hasta el recién llegado. Quien era su asistente, mano derecha, amigo, casi hermano y confidente, Camilo. Fueron hasta un pasillo en donde se encontraba la oficina. Abrió la puerta y se colocó donde siempre, detrás de su escritorio.
—¿Qué sucede? —preguntó.
—Tengo la información que me pediste —dejó el folder con los detalles sobre el escritorio.
—Escucho —puso las manos sobre su pecho.
—Estabas en lo correcto, la empresa está muy mal.
—¿Qué tanto? —Estaba un poco intrigado.
—Lo mucho como para necesitar de manera desesperada un socio capitalista.
—¿No entiendo? ¿Es una empresa familiar, si o no? —Yasir estaba un poco confundido, abriendo el folder que le había entregado el hombre, dándole un rápido vistazo.
—Al parecer, sí lo es. Pero no he encontrado ninguna conexión familiar entre los fundadores de la empresa y la actual junta directiva,
De la boca de Yasir se escapó un silbido, y luego inquirió:
—Esta empresa está casi al borde de la quiebra, pero que prefieran perder un treinta y cinco por ciento de acciones, es lo que no me cabe en la cabeza.
—A mi también, es algo que se me hace muy raro —Su asistente miró hacía la puerta, como si esperara que la acompañante de Yasir les estuviera escuchando, y luego le miró.
—Sé lo que me quieres decir —se levantó de su sillón y palmeó el brazo de su amigo—. No pienso dejar que pase de una negociación.
—Debes de tener cuidado, Yasir. Algo me dice que esta gente oculta algo.
—Tomaré tu consejo —afirmó a Camilo mostrando los dientes—, pero primero me divertiré un poco.
—Estás jugando mucho con tu suerte, amigo.
—Para eso estás tú ahí, hermano —sonrió—. Para salvar mi trasero.
Yasir miró los diferentes puntos de la cámara de seguridad, que estaban al lado de su escritorio. Ya que ahí era el monitor más grande y completo. Él estaba buscando a la bruja que tenía hipnotizado con su gracia y belleza.
—Está de cumpleaños —comentó Camilo de golpe.
—¿Cómo sabes a quién estoy buscando? —preguntó a su asistente incrédulo.
—Una mujer como esa no pasa desapercibida, nunca.
—¿Cómo sabes qué está de cumpleaños? —quiso él saber.
—Su amiga vino la semana pasada, para confirmar la reservación —Camilo cruzó los brazos, al ver como los ojos de Yasir brillaron con avaricia al escuchar aquella información.
—Entiendo —sonrió él con picardía.
—No ha sido tu amigo por años de gratis, Yasir.
❍[LO OBVIO] ❍Yasir lo miró entrecerrando los ojos, como si no hubiera entendido bien lo que dijo. —¿Qué quieres decir?—Lo sabes perfectamente —se encogió de hombros—. Lo obvio, sé cuando te atrae mucho una mujer, al punto de jugar al gato y al ratón. Él soltó una carcajada, para luego expresar con sorna:—Nunca podré deshacerme de ti. ¿Cierto, hermano? —Ni en tus más remotos sueños —contestó su amigo y confidente. —Ese hombre que está con ella —señaló con el dedo a la pantalla:— ¿Tienen algo?—Hasta ahí no llego, eso vas a tener que descubrirlo por ti mismo —respondió alzando las manos en rendición, y soltando un resoplido. Yasir de nuevo soltó otra gran carcajada.—¡Definitivamente no, Yasir! —exclamó Camilo.—¡¿Qué?! —preguntó de manera inocente—. Aún no te he pedido nada. —Conozco esa risa —su amigo negó con la cabeza. —Envía a su mesa tres botellas del más fino champagne que tengamos.—Y aquí vamos —replicó su jefe de seguridad.—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Yasi
❍[LA CONFIANZA]❍La mujer caminó hasta él y se dejó caer de rodillas a sus pies; comenzó a acariciarlo. Debería ser un poco más fuerte. Un hombre no se mide por la cantidad de sexo que tenga, si no por la responsabilidad que tenga a la hora de hacerlo.—Ya sabes lo que quiero —respondió ella con un susurro relamiéndose los labios.Yasir descruzó las piernas, para darle más espacio. Con voz gutural expresó:—No —negó con la cabeza—, yo no lo sé ¿Por qué no me lo muestras?Triunfante por haber creído que había ganado sonrió.—Claro que te mostraré —esa vez comenzó a acariciar su paquete con mucha destreza, y habilidad le desabotonó su pantalón. Colocó la cabeza sobre sus rodillas—. Te aseguro que lo vamos a disfrutar más que antes, bebé.No podría quitarle mérito. La mujer tenía conocimiento a la hora de dar una mamada. Tenía apretados los dientes. No quería que ella supiera que le estaba dando placer. Sentía como su miembro entraba, y desaparecía en las profundidades de su garganta. Te
❍[EL PASILLO]❍Todas las cosas absurdas tenían que pasarle a ella. ¡Oh Dios ! Si tan solo el lugar dejara de girar. Las náuseas eran cada vez más fuertes. Quería dirigirse al baño pero al parecer estaba perdida, siempre le sucedía. Caminó por un pasillo oscuro agarrándose de las paredes. Encontró lo que buscaba justo a tiempo. Solo lo necesario para abrir la puerta del cubículo y echar en el inodoro hasta la bilis. Nunca más volvería a tomar licor de esa forma, tampoco era que había bebido demasiado.Se enjuagó la boca y luego se lavó la cara.«¡Gracias, Dios! Ahora me siento un poco más humana», se dijo.Se miró en el espejo, al menos ya le había bajado el alcohol del cerebro. Se acomodó el vestido, bueno en verdad era el pedazo de tela que le cubría el trasero. Salió del cuarto de baño con mejor semblante y sobre todo sobria. Estaba pasando descuidada. Tratando de que sus ojos se acostumbraran de nuevo a la oscuridad. Cuando…—Uff esto se siente muy bien…Escuchó una voz grave y lo
❍[COINCIDENCIA]❍Ella le propinó un golpe en la ingle que lo hizo removerse un poco por el golpe, sin perder tiempo le dio un puñetazo en la nariz. Al ver que se levantó de encima de ella encogiéndose de dolor.—¿Qué cojones ha sido eso? —preguntó mirándola aturdido.—Te lo ganaste por abusador, te dije que no estaba aquí para follar contigo.Le dio una patada en el estómago. Cayó al suelo y aprovechó el momento para salir corriendo como alma que lleva el diablo por el lugar. Como pudo tomó sus zapatos del suelo, y corrió hasta donde estaban sus amigos. John tampoco se veía por el lugar.—Alessss... —gritó su amiga— ¿Dónde te habías metido? —hablo un poco con la lengua enredada. Era obvio que estaba un poco pasada de tragos.—Debemos irnos —le tomó del brazo.—Nena, ¿por qué si lo estamos pasando bien?—Ahora, Karen —dijo casi gritando—. ¡Quiero irme ahora mismo de aquí!Su amiga parpadeó dos veces y negó con la cabeza.—Sabes que te quiero— le dio un beso rozando sus inocentes labios
❍[PRESENTACIÓN]❍Todo el mundo quedó en silencio ante la presentación de Yasir, que nunca dejó de mirar a Alessa. La vida a veces sorprende de manera inesperada. Acarició su nariz de manera sutil sin dejar de mirarla, un recordatorio del puñetazo que le había dado la noche anterior, y que estaba seguro de que no dejaría pasar por alto. Se preguntó si en ese momento iba a escaparse de nuevo.—No creo que su presencia sea relevante —la voz de Mariana lo sacó de sus pensamientos.—Al contrario —habló Alessa—, pienso que la que sobra eres tú. Ella iba a reprochar las palabras, pero ella levantó la mano y la cortó en el acto duciendo: —Tengo entendido que no eres accionista.—Mi madre es la dueña de esta empresa —se defendió.—Te recuerdo Mariana; que tu madre acaba de venderme el treinta y cinco por ciento de las acciones, quedándose con una mínima parte. Lo que significa que ella no tiene la última palabra al respecto, tampoco el control de esta empresa —Yasir estaba dejando claro su a
❍[CURIOSIDAD]❍En ese instante no supo qué decir. El saber que ella estaba al otro lado de la línea lo puso nervioso.—Disculpe la hora… Señor Morgan.—Llámeme David —le corrigió.—De acuerdo, David. Me quedé un poco desconcertado con la participación de la señorita Sinclair esta mañana.—Entiendo, al parecer usted no estaba al tanto de que ella es una accionista también.—La verdad que no. De hecho. No sé nada en realidad de la empresa.—¡Vaya! —exclamó—. Para ser el tan nombrado magnate mestizo, ahora el desconcertado soy yo.—Disculpe de nuevo, yo no tenía conocimiento de lo que pasaba en la empresa. Lo vi solo como una oportunidad para un buen negocio.—Suele suceder.—¿Es muy tarde para usted? —preguntó.—¿Tarde como para qué?—Para entrevistarme con usted. Si gusta puedo ir a donde usted se encuentra —era la excusa perfecta así sabría un poco más acerca de Alessa y al mismo tiempo no pondría a Mariana sobre aviso de su investigación.—La verdad es que aún es temprano. ¿Le gusta
❍[EL ASOMBRO]❍ Al cerrar la puerta de su apartamento encendió el interruptor de la luz. Dejó los zapatos a un lado de la puerta, y caminó descalza hasta su habitación. La vida a veces era una m*****a perra con ella. Era mucha casualidad que el hombre con quién ella estuvo a punto de tener sexo antes de golpearlo era quien había comprado las acciones de su empresa. Lo peor era que lo había dejado conversando de manera amena en casa de su tío. No sabía cuál era el tema de conversación, pues el momento estaba acompañado de una botella de whisky. Se desnudó, y entró al baño para darse una ducha rápida. Después se vistió con un pijama de seda color rosa vieja, y el cabello recogido en un moño flojo. Estaba acomodando su cama cuando sonó el timbre de una manera escandalosa. Como si se estuviera acabando el mundo. Entornó los ojos la única persona que tocaba el timbre de esa manera, y que el hombre de recepción no la llamara, era Karen. No le dio importancia y caminó descalza hasta la puert
❍[CONFUNDIDA]❍ Alessa iba a tener que contarle parte de la verdad, era mejor lograr que se fuera de su apartamento lo más rápido posible. —Fui al baño, creo que me desoriente un poco. No me sentía bien, él me encontró en mal estado. Me dijo que caminara por el pasillo y abriera la tercera puerta. —Corroboraré la historia —tenía un brillo peligroso en los ojos—. Por supuesto, si no te importa. Ella hizo un gesto sin importancia. —Si no me crees, ese es tu problema. Yo estoy diciendo la verdad. —Quiero saber más, porque aún estoy muy curioso. Sobre todo quiero saber por qué demonios estabas tan asustada. No sé por qué pensaste que iba a abusar de ti, hasta el punto que me golpeaste. —Te dije que pararas —ella le recordó. —Pensé que me estabas esperando, y que estábamos en un juego de rol —le contestó de manera sincera. Ella se levantó del sofá furiosa. —Te dije que yo no te estaba esperando, y que no soy ese tipo de mujer —movió los brazos—. Pero claro… pensaste que era la m