❍[LA NOTIFICACIÓN]❍
Años después ...
—¡Feliz cumpleaños! —La voz de Karen, su mejor amiga, retumbaba a través del teléfono celular.
—No digas tan alto que te van a escuchar —Alessa le regañó, bajando el tono de su voz.
—No me importa, Aless. Solo cumples veintiséis años una sola vez en la vida —le dijo riendo.
—Tienes razón —afirmó.
—Entonces no tengo más nada que decirte, sólo que iré por ti. Tenemos fiesta en ese club del que todo el mundo habla en la ciudad esta noche.
Alessa no tuvo tiempo a nada, su amiga simplemente le colgó la llamada, dejándola un poco confundida y sacudiendo la cabeza. Siguió con lo estaba haciendo. Se desempeñaba en la parte de informática de la empresa petrolera de su padre, pero asignada al departamento de contabilidad. Desde ahí sabía muy bien cómo se movía el dinero. Desde hacía tres años trabajaba en esa posición con un perfil bajo. Aún continuaba su lucha por los derechos a la herencia de sus padres. Que prácticamente había comenzado desde que había salido de la adolescencia.
Estaba consciente de que Gissel por ser su esposa, le correspondía un poco más del dinero. Pero estaba muy segura que ella no había tenido la totalidad, como le había hecho creer durante tantos tiempo. Cuando cumplió dieciocho años, tuvo que acudir al abogado de su padre para que le ayudara a pagar sus estudios. Ya que su madrastra se negaba a hacerlo. La malvada era muy astuta; una vez le dijo que la empresa no era para ella. Que le aconsejaba que se dedicara a otra cosa, como por ejemplo a ser una mujer de hogar. Como si eso era lo que ella deseaba en su vida.
Alessa no le hizo caso, porque deseaba ir a la universidad. Inició los trámites legales pertinentes, y cuando estaba a la mitad de sus estudios ganó su primera demanda legal en contra de Gissel. Para poder manejar su fideicomiso a los veintiún años. Regresó a casa con un título en Administración de Empresas, y hacía solo un año que había terminado su maestría en Economía y Finanzas. Disfrutó de ver su rostro cuando celebró en grande su triunfo sobre ella. Dos meses después anunció a través de una rueda de prensa que después de muchas dificultades, y amenazas había ganado otra demanda, para poder trabajar en la empresa que era su patrimonio familiar. Su madrastra decidió ceder un poco, y llegaron a un acuerdo.
Luego de eso tuvo que hacer muchos cursos personalizados, para poder adaptar su conocimiento universitario con la informática. Ya que Gissel se negaba a darle el puesto de trabajo que le correspondía en la alta gerencia. En ese instante se encontraba en su pequeña y modesta oficina cuando la puerta se abrió pronto.
—Veo que estás de muy buen humor —dijo la recién llegada.
—¿Qué se te ofrece, Mariana? —Alessa no se molestó en alzar la vista del monitor de su computador, pues sabía de quién se trataba.
—Solo vine a decirte que mamá no quiere que aparezcas en la reunión de la junta directiva mañana —además de advertencia en el tono de su voz había burla.
—¿Cuál es la razón? —preguntó ella dejando de teclear, y conteniendo la respiración para no explotar en ese momento.
—Viene una persona muy influyente del ramo petrolero —respondió la arpía mirándose el color rojo de sus uñas
—Te recuerdo que soy accionista de esta empresa —expresó Alessa con la voz firme, recordándole su derecho de estar al tanto de todo lo que ocurría en la empresa.
Mariana se acercó con rabia, y colocó las manos sobre su escritorio e inclinó la cabeza hacia ella. La miró fijamente a los ojos.
—¡No! Tu no eres nadie —exclamó con asco, después chasqueó los dientes—. Eres solo basura, un incordio del cual aún no podemos deshacernos.
Alessa al escuchar tal cosa. se levantó de la silla inmediatamente. Inclinó también la cabeza, se acercó un poco más a su hermanastra hasta quedar nariz con nariz.
—¡Soy Alessa Sinclair! —expresó con tono firme—. Creo que te olvidas de ese gran detalle. La única hija de Jonathan Sinclair. Algo que ni tu hermana, ni tu madre y ni tú llegarán a ser algún día, por más que traten de encajar en la familia —las últimas palabras salieron de la boca de la joven en un tono despectivo.
—Eres una idiota, Aless. Te juro que algún día acabaré contigo —su hermanastra dio un paso hacía y caminó hacía la salida.
—Te hago una promesa también, Mariana —ella hizo que se detuviera—. Todo lo que me han hecho ustedes tres, lo van a pagar muy caro.
El cuerpo de Mariana temblaba de rabia.
—No queremos verte en esa reunión —fue lo único que le respondió.
Alessa sonrió con suficiencia.
—Te equivocas, es la empresa de mi familia y tengo el veintiocho por ciento de las acciones. Así que estaré en esa reunión, quieran ustedes o no.
—Mi madre tiene la mayoría de las acciones, por tanto es de mi familia. —Mariana replicó apretando los dientes.
—Claro que es la accionista mayoritaria, pero no por derecho —aseguró Alessa de forma sarcástica—. Sino por todas las artimañas que ella ha usado a lo largo de estos años. Para quedarse con mi patrimonio familiar. No dudo que ella se sienta que es la dueña de todo.
Mariana recobró un poco la compostura, estiró la mano y giró el pomo de la puerta. Se detuvo un momento para hablarle por encima del hombro.
—Mamá no quiere que te aparezcas en esa reunión —antes de que Alessa dijera algo ella agregó:— Más te vale hacer caso, puede que te arrepientas después.
—¡Lárgate de una vez de mi oficina! —exclamó Alessa furiosa.
—Tranquila hermanita —la burla era notoria en su voz—. Lo menos que quiero es hacerte enfadar.
—¡Maldita víbora, fuera de aquí! —gritó Alessa.
Mariana solo tuvo tiempo de salir, y cerrar la puerta tras ella. Pues, Alessa le había lanzado el portalápices, que quedó estrellado en la gruesa madera. Respiró profundamente para calmarse, y lograra que las lágrimas que tenía oprimidas en el pecho no salieran. Caminó y agarró de la pequeña repisa una botella de agua y se tomó la mitad de un sorbo.
Aún la rabia invadía su cuerpo. Por poco había perdido la paciencia con Mariana. Lo cierto era que quería cruzar su cara con dos buenas bofetadas. Era una estúpida, cómo se atrevía a decir que era la empresa de su familia. Eso no era cierto, porque todo el consorcio le pertenecía a ella de manera directa desde que era una niña. Ya que había sido la herencia de su madre. Su padre, solo se encargó de hacer el trabajo arduo de hacerla prosperar. Gissel pretendía quedarse con manipulaciones y engaños todo lo que le habían dejado sus padres, sin importar a quien se llevaba por delante en el proceso.
—¡Por supuesto que iré a esa reunión! —exclamó en voz alta.
Un amigo muy cercano; un experto en informática. Le había enseñado cómo acceder a cualquier tipo de ordenador. Así que iba a usar ese conocimiento, para saber de qué se trataba dicha reunión. Con tanto misterio lo que percibía era que su madrastra estaba un poco nerviosa al respecto. Estaba molesta, al tener que utilizar algunos métodos no muy legales, para ponerse al tanto de lo que sucedía en su propia empresa. Mientras sus dedos de manera hábil tecleaba en el computador. Su mente repetía:
«¡Papi, ayúdame! Dónde quieras que te encuentres».
Luego de hacer varios intentos, por casi media hora. Lo había logrado, y al entrar al sistema un jadeó brotó de su pecho. Cuando se dio cuenta de lo que ocurría. La empresa estaba casi en la quiebra. ¿Cómo pudo haber pasado? Se preguntaba una y otra vez. Sabía que Gissel era una interesada, arribista incluso despiadada, pero todos esos años había luchado por mantener la empresa a flote. Algo no cuadraba; además de los números. Sentía que había algo muy turbio.
Continuó buscando más información al respecto. Al parecer la única opción era una asociación con una empresa del medio oriente con nada más, y nada más y nada menos que con un treinta y cinco por ciento de las acciones. Era mucho, la piel de la joven se erizó. Eso significaba que la vieja bruja de su madrastra iba a quedarse solo con el diecisiete por ciento de las acciones, y eso era perder el control de la empresa.
Fue cuando entonces comprendió, que esa era la razón principal por la cual no quería que asistiera, porque ella no estaría de acuerdo con esa venta de acciones. Ya que eso significaba que ya no sería de la familia. Se reclinó en su asiento, la cosa no pintaba para nada favorable. Estaba claro que debía hacer algo, y por eso sus instintos le indicaban que necesitaba presentarse en esa reunión. Así las tres brujas no quisieran.
Su jornada laboral fue muy ajetreada. Entre su trabajo pendiente, y todo lo que había planeado para presentarlo al día siguiente. Era cierto lo que dice el refrán: "El tiempo pasa muy deprisa", y ese día lo había comprobado.
❍[ NOCHE DE PASTEL]❍Ese día llegó muy tarde a su apartamento, la oscuridad y el silencio le dieron la bienvenida. Encendió las luces, y después de cerrar la puerta se quitó los zapatos. Caminó descalza hasta el sofá en donde dejó su cartera, y su chaqueta. Luego se dirigió hasta la cocina, vio en la encimera una manzana. Su estómago gruñó, fue cuando hizo un pequeño recuento de su día. recordó que no había comido en todo el día. Dando un mordisco a la fruta se fue a su habitación. Se daría una ducha con agua caliente, para relajar toda la tensión que había tenido durante la jornada laboral, y luego estaría lista para verse con su amiga Karen.Sabía Dios qué disparate se le había ocurrido a su amiga, para esa noche. Su cumpleaños número veintiséis. Aún era joven, pero se sentía como de cincuenta. Con tantas cosas que habían pasado en su vida que habían madurado antes de tiempo.No había día en que no mirara al cielo, para exclamar lo mucho que le hacía falta su madre. Tampoco un día
❍[LA LLEGADA]❍Alessa suspiró, era la hora de salir de su cueva de ratón que era su zona de confort. También era ya la hora de arriesgarse. El momento de vivir de una vez por todas. ¡Por Dios! Estaba cumpliendo veintiséis años, y durante todo ese tiempo sus experiencias sexuales habían sido un total y completo desastre. Al punto que decidió renunciar a disfrutar la sexualidad en pareja cuando Karen le regaló un juego de tres consoladores. Ya que eran cien veces mejor que los hombres que la abordaban. Aún no sabía porque le había hecho caso a su amiga. Lo cierto era que no podría decirle que no, desde aquella fiesta de cumpleaños número quince. Karen se había convertido en su organizadora de fiestas personales. Cuando el taxi estacionó en frente del club abarrotado de gente se cuestionó una vez más si era una buena idea arriesgarse. —Conozco esa mirada, Caramelito —soltó de pronto su amiga, jalándola del brazo, para mirarla a los ojos—. Tienes cara de arrepentimiento, Aless —negó co
❍[CAZADOR]❍Él la había estado observando, desde que apareció su imagen por casualidad en una de las cámaras de seguridad. Lo que estaba haciendo en ese momento, se llamaba acoso, él lo sabía, y muy poco le importaba. No era nada atípico para el cazador que él era. No sentía ningún tipo de culpa, ella era preciosa. Aquellas piernas torneadas, que resaltaba en aquel jodido vestido. Eran de infarto, y por un instante se las imaginaba alrededor de sus caderas mientras la chica le encajaba los talones en su trasero.Tomó un sorbo de su trago, sacudió la cabeza. No podía creerlo, tenía una semi-erección, no le quedaba duda que se volvería un problema. ¿Qué lo causaba? Gruñó de malestar, cada vez que observaba ondear aquella maldita falda transparente. Si ella fuera suya, no dejaría de ninguna manera que saliera a la calle vestida así. No permitiría que otro hombre deseara lo que era total, y completamente de él. No podía dejar de mirarla. Menos, cuando el hombre alto y rubio se le acercó.
❍[LO OBVIO] ❍Yasir lo miró entrecerrando los ojos, como si no hubiera entendido bien lo que dijo. —¿Qué quieres decir?—Lo sabes perfectamente —se encogió de hombros—. Lo obvio, sé cuando te atrae mucho una mujer, al punto de jugar al gato y al ratón. Él soltó una carcajada, para luego expresar con sorna:—Nunca podré deshacerme de ti. ¿Cierto, hermano? —Ni en tus más remotos sueños —contestó su amigo y confidente. —Ese hombre que está con ella —señaló con el dedo a la pantalla:— ¿Tienen algo?—Hasta ahí no llego, eso vas a tener que descubrirlo por ti mismo —respondió alzando las manos en rendición, y soltando un resoplido. Yasir de nuevo soltó otra gran carcajada.—¡Definitivamente no, Yasir! —exclamó Camilo.—¡¿Qué?! —preguntó de manera inocente—. Aún no te he pedido nada. —Conozco esa risa —su amigo negó con la cabeza. —Envía a su mesa tres botellas del más fino champagne que tengamos.—Y aquí vamos —replicó su jefe de seguridad.—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Yasi
❍[LA CONFIANZA]❍La mujer caminó hasta él y se dejó caer de rodillas a sus pies; comenzó a acariciarlo. Debería ser un poco más fuerte. Un hombre no se mide por la cantidad de sexo que tenga, si no por la responsabilidad que tenga a la hora de hacerlo.—Ya sabes lo que quiero —respondió ella con un susurro relamiéndose los labios.Yasir descruzó las piernas, para darle más espacio. Con voz gutural expresó:—No —negó con la cabeza—, yo no lo sé ¿Por qué no me lo muestras?Triunfante por haber creído que había ganado sonrió.—Claro que te mostraré —esa vez comenzó a acariciar su paquete con mucha destreza, y habilidad le desabotonó su pantalón. Colocó la cabeza sobre sus rodillas—. Te aseguro que lo vamos a disfrutar más que antes, bebé.No podría quitarle mérito. La mujer tenía conocimiento a la hora de dar una mamada. Tenía apretados los dientes. No quería que ella supiera que le estaba dando placer. Sentía como su miembro entraba, y desaparecía en las profundidades de su garganta. Te
❍[EL PASILLO]❍Todas las cosas absurdas tenían que pasarle a ella. ¡Oh Dios ! Si tan solo el lugar dejara de girar. Las náuseas eran cada vez más fuertes. Quería dirigirse al baño pero al parecer estaba perdida, siempre le sucedía. Caminó por un pasillo oscuro agarrándose de las paredes. Encontró lo que buscaba justo a tiempo. Solo lo necesario para abrir la puerta del cubículo y echar en el inodoro hasta la bilis. Nunca más volvería a tomar licor de esa forma, tampoco era que había bebido demasiado.Se enjuagó la boca y luego se lavó la cara.«¡Gracias, Dios! Ahora me siento un poco más humana», se dijo.Se miró en el espejo, al menos ya le había bajado el alcohol del cerebro. Se acomodó el vestido, bueno en verdad era el pedazo de tela que le cubría el trasero. Salió del cuarto de baño con mejor semblante y sobre todo sobria. Estaba pasando descuidada. Tratando de que sus ojos se acostumbraran de nuevo a la oscuridad. Cuando…—Uff esto se siente muy bien…Escuchó una voz grave y lo
❍[COINCIDENCIA]❍Ella le propinó un golpe en la ingle que lo hizo removerse un poco por el golpe, sin perder tiempo le dio un puñetazo en la nariz. Al ver que se levantó de encima de ella encogiéndose de dolor.—¿Qué cojones ha sido eso? —preguntó mirándola aturdido.—Te lo ganaste por abusador, te dije que no estaba aquí para follar contigo.Le dio una patada en el estómago. Cayó al suelo y aprovechó el momento para salir corriendo como alma que lleva el diablo por el lugar. Como pudo tomó sus zapatos del suelo, y corrió hasta donde estaban sus amigos. John tampoco se veía por el lugar.—Alessss... —gritó su amiga— ¿Dónde te habías metido? —hablo un poco con la lengua enredada. Era obvio que estaba un poco pasada de tragos.—Debemos irnos —le tomó del brazo.—Nena, ¿por qué si lo estamos pasando bien?—Ahora, Karen —dijo casi gritando—. ¡Quiero irme ahora mismo de aquí!Su amiga parpadeó dos veces y negó con la cabeza.—Sabes que te quiero— le dio un beso rozando sus inocentes labios
❍[PRESENTACIÓN]❍Todo el mundo quedó en silencio ante la presentación de Yasir, que nunca dejó de mirar a Alessa. La vida a veces sorprende de manera inesperada. Acarició su nariz de manera sutil sin dejar de mirarla, un recordatorio del puñetazo que le había dado la noche anterior, y que estaba seguro de que no dejaría pasar por alto. Se preguntó si en ese momento iba a escaparse de nuevo.—No creo que su presencia sea relevante —la voz de Mariana lo sacó de sus pensamientos.—Al contrario —habló Alessa—, pienso que la que sobra eres tú. Ella iba a reprochar las palabras, pero ella levantó la mano y la cortó en el acto duciendo: —Tengo entendido que no eres accionista.—Mi madre es la dueña de esta empresa —se defendió.—Te recuerdo Mariana; que tu madre acaba de venderme el treinta y cinco por ciento de las acciones, quedándose con una mínima parte. Lo que significa que ella no tiene la última palabra al respecto, tampoco el control de esta empresa —Yasir estaba dejando claro su a