Clara Fontaine siempre había sido una mujer decidida. Con una altura que alcanzaba los 1.70 metros, su figura esbelta y tonificada reflejaba su compromiso con un estilo de vida activo y saludable. Su piel clara, con un ligero tono rosado, contrastaba con su cabello largo y ondulado, de un rubio cenizo que caía con gracia hasta la mitad de su espalda. Los ojos de Clara eran de un azul vibrante, capaces de transmitir tanto la determinación de una ejecutiva de negocios como la calidez de una amiga leal. Desde pequeña, su belleza había llamado la atención, pero fue su inteligencia y ambición lo que la llevaron a destacarse en un mundo dominado por hombres.
Clara había crecido en una familia que valoraba la educación y el trabajo duro. Su padre, un reconocido ingeniero, siempre había alentado a sus hijos a superar las expectativas, a desafiar los límites de lo que se creía posible. Su madre, una ejecutiva de marketing, había enseñado a Clara el arte de la persuasión y la negociación desde una edad temprana. Este legado familiar la impulsó a estudiar en una de las universidades más prestigiosas del mundo, donde se graduó con honores en administración de empresas. A los 30 años, Clara era la directora de operaciones de una firma de consultoría de renombre, famosa por sus estrategias innovadoras y su enfoque audaz. Había cerrado tratos con grandes corporaciones y ganado el respeto de sus colegas en la industria. Sin embargo, a pesar de su éxito, sentía un vacío que no podía ignorar. La presión constante y el machismo que enfrentaba en su campo a menudo la hacían cuestionar su lugar en el mundo. Pero nunca había sido de las que se dejaban vencer. Clara estaba decidida a hacer su marca en el mundo, y una nueva oportunidad en Dubái parecía ser el siguiente paso perfecto. La llamada que recibió de su empresa sobre la posibilidad de expandir su negocio en el Medio Oriente llegó como un soplo de aire fresco. Dubái, con su reputación de ser un centro de comercio y finanzas, prometía ser un lugar ideal para establecer nuevas conexiones. Sin embargo, el verdadero atractivo del viaje radicaba en la posibilidad de negociar con Zayed Al-Nahyan, un jeque conocido por su astucia y ambición en el mundo de los negocios. Para Clara, esto representaba no solo una oportunidad profesional, sino un desafío personal. Mientras ella se preparaba para su viaje, su mente se llenaba de preguntas sobre Zayed. Había oído hablar de él: un hombre cuya presencia imponía respeto y admiración. Se decía que Zayed era un visionario, un líder en el desarrollo de proyectos innovadores que habían transformado la ciudad de Dubái. Pero lo que más intrigaba a Clara era el hecho de que aún no se había casado, lo que lo hacía aún más enigmático en una cultura donde el matrimonio y la familia son sagrados. Por otro lado, Zayed Al-Nahyan era la personificación del poder y el control. Con una altura imponente de 1.90 metros, su figura atlética y musculosa transmitía fuerza. Tenía la piel bronceada por el sol del desierto, y su cabello negro, corto y perfectamente peinado, acentuaba sus rasgos masculinos. Sus ojos marrón claro eran como un océano profundo, capaces de penetrar en el alma de quien lo mirara, y su expresión a menudo seria escondía un mundo de pensamientos y estrategias. Aunque estaba acostumbrado a la atención, Zayed no buscaba la aprobación de los demás; él sabía que su estatus lo precedía. Era el primogénito de la familia Al-Nahyan, y con eso venía la presión de llevar el legado de su linaje. Desde joven, había sido educado para liderar, para tomar decisiones que afectarían no solo a su familia, sino a toda su comunidad. Zayed había logrado impresionantes contratos de desarrollo en toda la región, posicionando a Dubái como un centro económico global. Sin embargo, el verdadero reto radicaba en encontrar un equilibrio entre sus ambiciones y las expectativas culturales que lo rodeaban. A pesar de su éxito, había algo en su vida personal que parecía estar siempre fuera de su alcance. Las mujeres que lo rodeaban a menudo eran meras sombras, admiradoras de su estatus más que compañeras genuinas. Nunca había encontrado a alguien que realmente desafiara su visión del mundo, hasta que Clara Fontaine apareció en el horizonte. Algo en su confianza y determinación lo atraía, despertando un interés en él que nunca había experimentado antes. Mientras Zayed se preparaba para la llegada de Clara, sentía una mezcla de emoción y curiosidad. En su mundo, siempre había conseguido lo que deseaba. Había dominado el arte de la negociación, de la persuasión, y se había hecho un nombre como uno de los hombres más influyentes de la región. Pero Clara representaba un desafío diferente, uno que lo intrigaba de maneras que no podía explicar. La idea de que una mujer pudiera ocupar un espacio de poder en su mundo le resultaba a la vez fascinante y perturbadora. ¿Cómo podría alguien como ella cambiar su forma de ver las cosas? La atracción que sentía por ella no solo era física; había algo más profundo que lo llamaba. Zayed sabía que debía estar alerta. En su vida, había aprendido a mantener las emociones a raya, a no dejar que nadie interfiriera en sus planes. Pero la llegada de Clara a su vida podría ser un catalizador para algo completamente nuevo, algo que podría desestabilizar el control que había mantenido tan firmemente. Así, mientras Clara se acercaba a Dubái, Zayed se preparaba para la reunión que marcaría un antes y un después en ambos mundos. Era un juego de poder, y ambos estaban listos para jugarlo, aunque sin saber que la partida estaba a punto de volverse mucho más intensa de lo que ninguno de los dos había anticipado.CLARAEl calor me golpea apenas bajo del avión. El viento caliente del desierto roza mi piel como una caricia abrasadora, y me siento invadida por una mezcla de incomodidad y emoción. Siempre es lo mismo cuando aterrizo en un país nuevo: esa ansiedad por lo desconocido, combinada con la adrenalina de saber que estoy a punto de enfrentar otro desafío. No soy de las que se intimidan fácilmente, pero Dubái, con su inmensidad y opulencia, emana una energía que no se puede ignorar.Desde la pista del aeropuerto, puedo ver el horizonte dominado por rascacielos imposibles, modernos y brillantes como espejos gigantes que desafían al cielo. Todo aquí parece haber sido elegido para demostrar poder, y me pregunto si esto es un reflejo de Zayed Al-Nahyan, el hombre al que estoy a punto de conocer. Un hombre del que he oído tantas historias, un hombre que, según dicen, tiene todo bajo control. Incluyendo a las personas que lo rodean.Pienso en los correos y las llamadas que precedieron este viaje.
ZAYEDEstoy sentado detrás de una elegante mesa de mármol blanco, la luz del sol se filtra a través de las grandes ventanas, creando un ambiente que irradia tanto poder como opulencia. Sin embargo, el brillo de la habitación no puede competir con la presencia de Clara Fontaine. Desde que entró en la sala, ha desafiado todo lo que he conocido sobre el comportamiento de las mujeres en mi mundo. Es imponente, como un rayo de sol en medio de una tormenta, y no puedo evitar sentir una mezcla de admiración y frustración.Clara se sienta frente a mí, su postura erguida y decidida. Lleva un traje negro que resalta su figura esbelta, una declaración de su autoridad en un entorno que se siente demasiado masculino. Sus ojos, azules y brillantes, me observan con una confianza que resulta desconcertante. No estoy acostumbrado a que una mujer me mire así, como si supiera exactamente lo que quiere y no tuviera miedo de ir a por ello. He tenido tratos con muchas mujeres, pero ninguna ha tenido el pod
CLARALa noche se despliega sobre Dubái, llenando el aire de misterio y promesas. La ciudad brilla intensamente, un mar de luces que iluminan la oscuridad. Sin embargo, mi mente está en un torbellino. Desde la reunión con Zayed, siento una inquietud que no puedo sacudir. No solo es atractivo, con una confianza que irradia poder, sino que desafía todo lo que creo saber sobre la dinámica de género en los negocios. Su mirada intensa y su voz firme han dejado una huella en mí que no puedo ignorar.Frente al espejo, me miro con determinación. No tengo interés en acercarme a él de una forma que no sea profesional. Decir que tenía otros compromisos fue una mentira. Simplemente no quiero ir más allá.Esta noche, después de cerrar un trato que podría cambiar el rumbo de Fontaine Consulting, quiero celebrar. Me visto de manera seductora con un vestido negro ajustado que resalta mis curvas y unos tacones altos que me hacen sentir poderosa. El escote es llamativo, lo suficiente para captar la ate
ZAYEDLa frustración y el deseo que siento por Clara me trastornan de una manera que nunca antes había experimentado. Es una mezcla de ira y necesidad, un fuego abrasador que me consume desde el interior. No puedo entender cómo esta mujer, una extranjera insolente, osa rechazarme y salir impune. Cada vez que me enfrenta, que se niega a sucumbir a mi voluntad, siento que pierdo el control. No soy alguien acostumbrado a no tener lo que deseo, y lo que siento por ella me desquicia.El recuerdo del pequeño encuentro en el bar me sigue atormentando. La imagen de todos esos hombres observándola, devorándola con los ojos, hace que mi sangre hierva. ¿Cómo puede vestirse de esa manera y esperar no llamar la atención? Es como si quisiera provocarme, hacerme perder la compostura. Cada mirada lasciva que recibe es como una puñalada en mi orgullo, en mi deseo por tenerla solo para mí.La puerta de mi despacho se abre de golpe, interrumpiendo mis pensamientos. Karim entra con la cabeza inclinada, c
CLARALa furia que siento cuando subo al auto no puede compararse con nada que haya sentido antes. La rabia hierve en mi interior mientras me siento en la parte de atrás del auto, el suave cuero me recuerda que estoy en un mundo donde los hombres se sienten con derecho a tocarme sin mi consentimiento. ¿Cómo se atreve a llegar a tanto? Cada fibra de mi ser tiembla, recordando el toque de su mano en mi pierna y su beso que aún quema como fuego abrasador. Ningún hombre jamás va a tocarme sin mi permiso. ¿Quién se ha creído?La ira de lo que ocurrió no me permite pensar con claridad. El trato con Zayed es económicamente jugoso, pero prefiero tirar todo por la borda a permitir que un hombre crea que tiene derechos que realmente no posee. Este trato significa mucho, sí, pero mi dignidad es más valiosa que cualquier contrato.Zayed es el típico hombre caprichoso, acostumbrado a conseguir todo lo que desea sin que nadie se atreva a negarse. Estoy decidida a que, conmigo, chocará contra un mur
ZAYEDLlego a la mansión con Clara en mis brazos, sintiendo el peso de su cuerpo inerte, suave y vulnerable. La droga que Karim ha puesto en su bebida la hará dormir durante un par de horas, lo que me dará el tiempo necesario para prepararme mentalmente. Sé que despertar a mi fiera salvaje no será fácil. No puedes capturar a un león y esperar que se mantenga tranquilo y obediente, mucho menos a Clara, que con cada paso demuestra ser un huracán dispuesto a arrasar con todo.La dejo cuidadosamente sobre la cama, notando cómo sus mechones de cabello se esparcen sobre la almohada. Su respiración es lenta y profunda. Incluso dormida, hay algo en su postura que parece desafiante, como si en cualquier momento fuera a despertarse y atacarme. Sus labios entreabiertos me provocan, pero ahora no es el momento. Me quedo observándola unos segundos más, asegurándome de que está bien asegurada, y cierro la puerta de la habitación tras de mí con un suave clic.Me dirijo a mi despacho, mi refugio, el
CLARADespierto sin mucho ánimo, envuelta en un calor infernal que me hace sentir como si estuviera en medio de un desierto. Mis sentidos se agudizan mientras trato de recordar lo último que sucedió. Las palabras de Zayed resurgen en mi mente como un eco persistente, encendiendo mi furia. No necesito ser adivina para saber que algo raro está ocurriendo, lo supe desde la pérdida de mi pasaporte y teléfono.Me siento en la cama, ignorando el mareo y la debilidad que me provoca. ¿Acaso el maldito fue capaz de drogarme? Puedo sentir los efectos en mi cuerpo, como si una sombra opaca me envolviera. No he llevado una vida de santa, sé exactamente lo que se siente estar bajo el efecto de una droga. Quizás por eso no me cuesta tanto levantarme de la cama.La habitación en la que estoy es tres veces más grande que mi apartamento en Manhattan, un lujo que no necesito y que me resulta insoportable. Las paredes están decoradas con intrincados patrones árabes, y los muebles son demasiado ostentoso
ZAYEDMi entrepierna duele como el maldito infierno. Jamás pensé que Clara fuera a ser un dolor de huevos tan literal. La miro mientras intenta escapar, pero su valentía me sorprende; no sólo logró golpearme, sino que también saltó por la ventana sin pensar ni un solo segundo en su propia seguridad. Es audaz, impulsiva y, en este momento, está en modo de huida.—No voy a quedarme contigo, Zayed. No podrás obligarme —me dice, con esos ojos encendidos de furia que despiertan mis instintos más bajos.La tomo del brazo, acercándola a mí. Ella intenta golpearme de nuevo, pero rápidamente le aprisiono las dos manos por detrás de la espalda. Su mirada sigue desafiándome, lo que hace más excitante este juego de dominio.—Haré lo que quiera y cuando quiera contigo. Este es mi territorio, y en él, lo único que harás es obedecer —miro su rostro, pintado de carmesí por la adrenalina de la huida, y me doy cuenta de que tiene un pequeño arañazo, seguramente causado por el árbol del que bajó.La mol