ZAYEDLlego a la mansión con Clara en mis brazos, sintiendo el peso de su cuerpo inerte, suave y vulnerable. La droga que Karim ha puesto en su bebida la hará dormir durante un par de horas, lo que me dará el tiempo necesario para prepararme mentalmente. Sé que despertar a mi fiera salvaje no será fácil. No puedes capturar a un león y esperar que se mantenga tranquilo y obediente, mucho menos a Clara, que con cada paso demuestra ser un huracán dispuesto a arrasar con todo.La dejo cuidadosamente sobre la cama, notando cómo sus mechones de cabello se esparcen sobre la almohada. Su respiración es lenta y profunda. Incluso dormida, hay algo en su postura que parece desafiante, como si en cualquier momento fuera a despertarse y atacarme. Sus labios entreabiertos me provocan, pero ahora no es el momento. Me quedo observándola unos segundos más, asegurándome de que está bien asegurada, y cierro la puerta de la habitación tras de mí con un suave clic.Me dirijo a mi despacho, mi refugio, el
CLARADespierto sin mucho ánimo, envuelta en un calor infernal que me hace sentir como si estuviera en medio de un desierto. Mis sentidos se agudizan mientras trato de recordar lo último que sucedió. Las palabras de Zayed resurgen en mi mente como un eco persistente, encendiendo mi furia. No necesito ser adivina para saber que algo raro está ocurriendo, lo supe desde la pérdida de mi pasaporte y teléfono.Me siento en la cama, ignorando el mareo y la debilidad que me provoca. ¿Acaso el maldito fue capaz de drogarme? Puedo sentir los efectos en mi cuerpo, como si una sombra opaca me envolviera. No he llevado una vida de santa, sé exactamente lo que se siente estar bajo el efecto de una droga. Quizás por eso no me cuesta tanto levantarme de la cama.La habitación en la que estoy es tres veces más grande que mi apartamento en Manhattan, un lujo que no necesito y que me resulta insoportable. Las paredes están decoradas con intrincados patrones árabes, y los muebles son demasiado ostentoso
ZAYEDMi entrepierna duele como el maldito infierno. Jamás pensé que Clara fuera a ser un dolor de huevos tan literal. La miro mientras intenta escapar, pero su valentía me sorprende; no sólo logró golpearme, sino que también saltó por la ventana sin pensar ni un solo segundo en su propia seguridad. Es audaz, impulsiva y, en este momento, está en modo de huida.—No voy a quedarme contigo, Zayed. No podrás obligarme —me dice, con esos ojos encendidos de furia que despiertan mis instintos más bajos.La tomo del brazo, acercándola a mí. Ella intenta golpearme de nuevo, pero rápidamente le aprisiono las dos manos por detrás de la espalda. Su mirada sigue desafiándome, lo que hace más excitante este juego de dominio.—Haré lo que quiera y cuando quiera contigo. Este es mi territorio, y en él, lo único que harás es obedecer —miro su rostro, pintado de carmesí por la adrenalina de la huida, y me doy cuenta de que tiene un pequeño arañazo, seguramente causado por el árbol del que bajó.La mol
CLARAEl dichoso doctor ha venido a revisar mi tobillo. Aparentemente me lo disloqué al caer. Su voz calma y profesional me pone nerviosa, no por el diagnóstico, sino por la frialdad de todo esto. Como si fuera algo rutinario, como si no estuviera secuestrada. Dice que necesita tomar una placa para descartar una fisura, y trae consigo una máquina portátil de rayos X. Claro, porque Zayed puede permitirse cualquier cosa. Él no solo tiene dinero, tiene control absoluto. Mientras el médico prepara la máquina, mi mente no puede evitar vagar. No me falta el dinero, pero nunca me he dado esos lujos absurdos. Quizás porque siempre he valorado la libertad, algo que ahora no tengo.Zayed sigue allí, observándome. Lo siento, lo noto. Su presencia es abrumadora, una sombra constante sobre mí. Me mira con una intensidad que me incomoda. No es solo el hecho de estar atrapada, es la manera en que me observa, como si ya me tuviera, como si todo esto fuera parte de un juego que ya ganó. Nuestras mirad
ZAYEDEl teléfono yace destrozado en el suelo, una metáfora perfecta de la furia que aún hierve en mi interior. Cómo se atreve a admitir, con tal descaro, que otros hombres han visto su cuerpo, que han tenido acceso a algo que es mío por derecho. Mi mente no deja de retumbar con la idea de que ese maldito aparato, que ahora no es más que fragmentos, estuvo bloqueado. Entonces, ¿por qué llegó a mis manos sin ninguna protección? Eso sólo puede significar que alguien más tuvo acceso a él antes que yo.—¡KARIM! —grito con tanta fuerza que mi garganta arde. Mientras tanto, los gritos de Clara, procedentes de afuera, se filtran a través de las paredes como si fueran cuchillos. Los ignoro deliberadamente; ahora sólo me interesa resolver este problema. ¿Quién fue el bastardo que manipuló el teléfono antes de entregármelo? Si Karim lo desbloqueó, significa que tuvo la oportunidad de ver lo que yo vi, y eso me enciende aún más.—Soy yo, señor —la voz de Karim resuena del otro lado de la puerta,
DÍAS DESPUÉSCLARANo he podido llamar a mi familia. Aún continuo en la villa, y aunque mi tobillo parece estar mejor, no me siento capaz de correr. Cada vez que intento poner más peso sobre él, un dolor punzante me recuerda que todavía no estoy lista para escapar, aunque esa idea cruza por mi mente constantemente.Zayed se ha ausentado durante los últimos dos días, y por extraño que parezca, agradezco su ausencia. Sus constantes insinuaciones me han dejado en una montaña rusa de emociones, y lo peor es que mi cuerpo reacciona de manera traicionera. Siento como si estuviera perdiendo el control de mí misma cada vez que está cerca. El aire aquí es denso, el calor abrasador del mediodía está en su punto más alto, y la villa parece un paraíso que no logro disfrutar del todo.He comenzado a ver este tiempo como unas vacaciones forzadas, encerrada en un lugar de lujo al lado de un hombre arrogante y posesivo. Escuché algo sobre una cena importante con su familia esta noche. Al parecer, su
ZAYEDSu cuerpo tiene una capacidad para embriagarme que jamás había experimentado. Cada curva de su piel, cada temblor en su carne bajo mis manos, me consume de un placer tan profundo que amenaza con hacerme perder la razón. Aferrado a sus glúteos, los aprieto con más fuerza, sintiendo cómo se tensan bajo mi toque. Mi pecho se expande con una respiración pesada, el agua que aún cae sobre nosotros intensifica el calor que se arremolina entre nuestros cuerpos.—Quiero más —jadeo en su rostro, aún empapado por el agua. Mi voz es un gruñido bajo, casi animal, mientras mi cuerpo responde de inmediato al deseo, y mi miembro, ya endurecido, despierta con más fuerza que antes, reclamando lo que es suyo.—Yo... —intenta responder, su voz débil entre jadeos. Pero antes de que pueda completar la frase, Karim llega hasta el borde de la piscina, su silueta una sombra molesta en mi campo de visión.Mi primera reacción es cubrir a Clara con mi cuerpo, evitando que cualquiera, incluso él, pueda cont
CLARA Su boca devorando la mía me hace perder por momentos la voluntad. Lo que sucedió en la piscina hace unos instantes es una muestra de ello. Zayed es sensual, su cuerpo exuda virilidad y poder, y me hace sentir deseos que creía enterrados. Soy una mujer con un apetito sexual voraz, igual que él. ¿Cómo podría resistirme a sus insinuaciones cuando mi cuerpo está ardiendo en deseo? Cada vez que nuestras pieles se encuentran, es como si el mundo desapareciera y solo existiera ese espacio íntimo donde la lujuria gobierna. Zayed es un hombre que sabe lo que quiere y lo toma sin vacilar, y eso me excita, aunque no quiera admitirlo. Las estocadas de su cuerpo se vuelven más certeras, alcanzando lugares profundos que despiertan una cascada de placer en mi interior. Instintivamente, ruedo mi cuerpo hasta estar encima de él, tomando el control. Me muevo con rapidez, con una urgencia primitiva, sabiendo que estamos a punto de desmoronarnos juntos en la intensidad del momento. Cada vez que m