ZAYEDEl puerto Jebel Ali se alza imponente frente a nosotros, una maraña de grúas y contenedores apilados que se extienden hasta donde alcanza la vista. Este es el corazón comercial de Dubái, el lugar donde el mundo entero intercambia bienes, y también el lugar perfecto para esconder actividades ilícitas a plena vista. El carguero de Rashid ha atracado en el muelle 16, un área conocida por su escaso control y vigilancia irregular, una elección idónea para una operación como esta, teniendo la noche como aliado perfecto.Desde la camioneta en la que nos movemos, puedo ver las luces de los contenedores iluminando tenuemente la zona. Karim está al volante, con los ojos fijos en la carretera interna que serpentea entre los muelles. Yo, en el asiento del copiloto, sostengo mi rifle de asalto, un HK416, con el cargador listo y un silenciador montado. En el asiento trasero, las armas cortas están apiladas junto a granadas de humo, por si la situación se complica más de lo esperado.Ibrahim y
ZAYED.Arrastro el cuerpo de Karim hacia el auto, mis manos cubiertas de su sangre, que no cesa de brotar como un río oscuro e interminable. La tensión de la situación me aprieta el pecho, y aún puedo escuchar el eco de las balas de la ráfaga que Samira descargó sobre él. Esas malditas balas que atravesaron su cuerpo. Todo sucedió tan rápido que mi mente aún no alcanza a procesarlo. Jamás imaginé que esa mujer, que alguna vez fue tan cercana, pudiera llegar a hacer algo así. Mi respiración se acelera mientras subo al asiento del conductor, el coche arranca a toda velocidad, deslizándose por las calles de la ciudad como una flecha, sorteando semáforos y esquivando vehículos, mientras Karim sigue en el asiento trasero, cada segundo se siente más crucial.El sonido del motor es lo único que consigo oír, ahogando mi mente que no para de martillar con pensamientos. La sangre se esparce por todo el asiento, empapando la tapicería. El sonido de la respiración entrecortada de Karim me hace mi
DÍAS DESPUÉS.CLARA.No he tenido éxito tratando de comunicarme con Karim. Cada intento fallido me consume aún más. No sabemos nada de él, y la angustia de no saber qué sucedió nos está matando a todos. La incertidumbre es como un veneno lento que se desliza por nuestras venas, robándonos la paz y llenándonos de miedo.–¿Aún nada? –pregunta Ann entrando a la casa. Su voz está cargada de preocupación, aunque intenta disimularlo. Es obvio que mi amiga está interesada en Karim, pero siempre se hizo la desentendida, como si sus sentimientos fueran un secreto que nadie podría notar.–No, aún no –suspiro, sintiendo cómo esas palabras pesan en mi pecho.–¡Ay, Dios! –es lo único que logra decir antes de acercarse a mi madre para saludarla.Mientras ellas hablan, yo camino hacia mi habitación. El aire de la sala me resulta asfixiante, lleno de recuerdos y preguntas sin respuesta. Mis pies se sienten pesados, como si cargar con la ausencia de Zayed me estuviera hundiendo cada día más. Al abrir
ZAYEDEstos días en el hospital han sido una completa tortura. Cada segundo que pasa se siente como una aguja perforando mi pecho, recordándome lo cerca que estuve de perder a Karim. No hay palabras para describir el alivio que sentí al saber que sobreviviría, pero incluso ese alivio viene teñido de miedo, culpa y una angustia constante que no me deja respirar con facilidad. Sé que mi vida está marcada por decisiones difíciles, pero esta situación me pesa más que cualquier otra.Los doctores me han dicho que deberíamos esperar un poco más antes de viajar, que Karim necesita reposo, pero él insiste en volver a Estados Unidos cuanto antes. Y la verdad es que yo también lo deseo. Muero por ver a Clara, aunque al mismo tiempo siento que el peso de mi propia incertidumbre me hunde. ¿Qué pensará? ¿Cómo va a reaccionar? ¿Aún me amará después de todo lo que ha pasado? Miles de preguntas se agolpan en mi mente, y cada una trae consigo un torbellino de emociones que apenas puedo controlar.La a
Clara Fontaine siempre había sido una mujer decidida. Con una altura que alcanzaba los 1.70 metros, su figura esbelta y tonificada reflejaba su compromiso con un estilo de vida activo y saludable. Su piel clara, con un ligero tono rosado, contrastaba con su cabello largo y ondulado, de un rubio cenizo que caía con gracia hasta la mitad de su espalda. Los ojos de Clara eran de un azul vibrante, capaces de transmitir tanto la determinación de una ejecutiva de negocios como la calidez de una amiga leal. Desde pequeña, su belleza había llamado la atención, pero fue su inteligencia y ambición lo que la llevaron a destacarse en un mundo dominado por hombres.Clara había crecido en una familia que valoraba la educación y el trabajo duro. Su padre, un reconocido ingeniero, siempre había alentado a sus hijos a superar las expectativas, a desafiar los límites de lo que se creía posible. Su madre, una ejecutiva de marketing, había enseñado a Clara el arte de la persuasión y la negociación desde
CLARAEl calor me golpea apenas bajo del avión. El viento caliente del desierto roza mi piel como una caricia abrasadora, y me siento invadida por una mezcla de incomodidad y emoción. Siempre es lo mismo cuando aterrizo en un país nuevo: esa ansiedad por lo desconocido, combinada con la adrenalina de saber que estoy a punto de enfrentar otro desafío. No soy de las que se intimidan fácilmente, pero Dubái, con su inmensidad y opulencia, emana una energía que no se puede ignorar.Desde la pista del aeropuerto, puedo ver el horizonte dominado por rascacielos imposibles, modernos y brillantes como espejos gigantes que desafían al cielo. Todo aquí parece haber sido elegido para demostrar poder, y me pregunto si esto es un reflejo de Zayed Al-Nahyan, el hombre al que estoy a punto de conocer. Un hombre del que he oído tantas historias, un hombre que, según dicen, tiene todo bajo control. Incluyendo a las personas que lo rodean.Pienso en los correos y las llamadas que precedieron este viaje.
ZAYEDEstoy sentado detrás de una elegante mesa de mármol blanco, la luz del sol se filtra a través de las grandes ventanas, creando un ambiente que irradia tanto poder como opulencia. Sin embargo, el brillo de la habitación no puede competir con la presencia de Clara Fontaine. Desde que entró en la sala, ha desafiado todo lo que he conocido sobre el comportamiento de las mujeres en mi mundo. Es imponente, como un rayo de sol en medio de una tormenta, y no puedo evitar sentir una mezcla de admiración y frustración.Clara se sienta frente a mí, su postura erguida y decidida. Lleva un traje negro que resalta su figura esbelta, una declaración de su autoridad en un entorno que se siente demasiado masculino. Sus ojos, azules y brillantes, me observan con una confianza que resulta desconcertante. No estoy acostumbrado a que una mujer me mire así, como si supiera exactamente lo que quiere y no tuviera miedo de ir a por ello. He tenido tratos con muchas mujeres, pero ninguna ha tenido el pod
CLARALa noche se despliega sobre Dubái, llenando el aire de misterio y promesas. La ciudad brilla intensamente, un mar de luces que iluminan la oscuridad. Sin embargo, mi mente está en un torbellino. Desde la reunión con Zayed, siento una inquietud que no puedo sacudir. No solo es atractivo, con una confianza que irradia poder, sino que desafía todo lo que creo saber sobre la dinámica de género en los negocios. Su mirada intensa y su voz firme han dejado una huella en mí que no puedo ignorar.Frente al espejo, me miro con determinación. No tengo interés en acercarme a él de una forma que no sea profesional. Decir que tenía otros compromisos fue una mentira. Simplemente no quiero ir más allá.Esta noche, después de cerrar un trato que podría cambiar el rumbo de Fontaine Consulting, quiero celebrar. Me visto de manera seductora con un vestido negro ajustado que resalta mis curvas y unos tacones altos que me hacen sentir poderosa. El escote es llamativo, lo suficiente para captar la ate