ZAYED
Estoy sentado detrás de una elegante mesa de mármol blanco, la luz del sol se filtra a través de las grandes ventanas, creando un ambiente que irradia tanto poder como opulencia. Sin embargo, el brillo de la habitación no puede competir con la presencia de Clara Fontaine. Desde que entró en la sala, ha desafiado todo lo que he conocido sobre el comportamiento de las mujeres en mi mundo. Es imponente, como un rayo de sol en medio de una tormenta, y no puedo evitar sentir una mezcla de admiración y frustración. Clara se sienta frente a mí, su postura erguida y decidida. Lleva un traje negro que resalta su figura esbelta, una declaración de su autoridad en un entorno que se siente demasiado masculino. Sus ojos, azules y brillantes, me observan con una confianza que resulta desconcertante. No estoy acostumbrado a que una mujer me mire así, como si supiera exactamente lo que quiere y no tuviera miedo de ir a por ello. He tenido tratos con muchas mujeres, pero ninguna ha tenido el poder de esta mujer. La reunión comienza, y las palabras fluyen entre nosotros como un baile. Clara me presenta su empresa, Fontaine Consulting, una firma de consultoría internacional que se especializa en asesoría estratégica para negocios en expansión. Ella es la directora de operaciones, y ha demostrado un talento excepcional para cerrar tratos en mercados emergentes. En este momento, está buscando expandirse a Dubái, un movimiento que podría ser mutuamente beneficioso. A medida que avanzamos en la conversación, me doy cuenta de que Clara no es solo una mujer de negocios; es una fuerza a tener en cuenta. Habla con claridad y determinación, presentando su propuesta con datos y cifras que son difíciles de refutar. Pero hay algo más que resuena en su discurso, una pasión que me atrapa a pesar de mis intentos de mantenerme distante. -Señor Al-Nahyan- dice, inclinándose hacia adelante con una sonrisa que parece desafiarme- creo que una asociación entre nuestras empresas puede abrir muchas puertas en la región. Podemos ofrecerte acceso a mercados que quizás no has considerado. -No tengo dudas de su capacidad para hacerlo, Señorita Fontaine- respondo, mi tono de voz controlado- Pero también necesito saber que tu empresa puede manejar la presión del mercado local. No hay lugar para errores aquí. -Nuestra experiencia en mercados difíciles habla por sí misma. Hemos ayudado a empresas como la tuya a adaptarse y prosperar. Estoy segura de que podemos hacerlo de nuevo- Ella no titubea Su confianza es casi irritante. En mi mundo, las mujeres suelen ser más sumisas, complacientes. Pero ella es diferente. Su capacidad de mantener la mirada fija en mí me hace cuestionar si la intimidación es realmente lo que siente. Tal vez, solo tal vez, esta mujer es capaz de provocar algo en mí que nunca he permitido antes. La conversación se desplaza hacia los números. Clara presenta una oferta que es competitiva, pero no puedo evitar jugar mi carta. -Debe entender, señorita Fontaine, que en este negocio, siempre hay espacio para la negociación. Te ofrezco un 10% menos de lo que propones. Eso es lo que puedo permitirme. -¿Le parece que estoy jugando en el patio de recreo, señor Al-Nahyan? Fontaine Consulting no es una empresa de segunda clase. He venido a negociar, no a mendigar- Ella arquea una ceja, y su mirada se vuelve más desafiante. La tensión entre nosotros aumenta. Sus palabras son como dagas, y aunque hay un aire de provocación en su tono, hay también una confianza que me irrita. Estoy acostumbrado a que las mujeres respondan a mis palabras con obediencia, no con desdén. Clara es un nuevo tipo de adversaria, una que no se deja amedrentar fácilmente. -Es un punto válido- digo, tratando de mantener la calma- Pero en los negocios, siempre hay que encontrar un equilibrio. La calidad tiene su precio, y debo proteger los intereses de mi familia. Clara se cruza de brazos, su expresión desafiante. -Entiendo eso, señor Al-Nahyan. Pero también debe entender que mi empresa tiene un valor que no puede ignorar. Si desea ser parte de esta expansión, tendrá que ajustarse a las condiciones del mercado, no a lo que usted considera un buen trato. Hay un destello en sus ojos, como si estuviera disfrutando del tira y afloja. Eso me enoja. No estoy acostumbrado a esto. Las mujeres en mi vida han sido siempre complacientes, han sabido cuál era su lugar. Clara, sin embargo, parece disfrutar de este juego de poder. Después de varios intercambios, llegamos a un acuerdo. Al final, se establece un precio que ambas partes consideramos justo. Ella extiende la mano, y yo la tomo, sintiendo una chispa inesperada en el contacto. -Es un placer hacer negocios contigo, Señor Al-Nahyan- dice, y su voz es firme y decidida-Estoy segura de que esta asociación será beneficiosa para ambos. -Yo también lo creo, señorita Fontaine. Pero debo advertirle: aquí en Dubái, los desafíos no son solo económicos- No puedo evitar una sonrisa -¿Eso es una amenaza?- responde, su tono desafiando mi autoridad. -Solo una advertencia- le aclaro- Este es un mundo donde el poder y la influencia lo son todo. No quiero que se lleve una sorpresa. El ambiente en la sala se siente denso, casi eléctrico. Hay una tensión palpable entre nosotros, una chispa que no puedo ignorar. En ese momento, algo dentro de mí quiere explorar esa atracción, pero me contengo. Esta mujer no es como las demás. No puedo permitir que mis emociones se interpongan en los negocios. A medida que la reunión llega a su fin, Clara se levanta. -He disfrutado esta conversación, señor Al-Nahyan. Su conocimiento del mercado es impresionante. Estoy emocionada por lo que podemos lograr juntos. Mientras ella habla, no puedo evitar analizar su figura, la confianza que emana de cada movimiento. Quiero saber más de ella, pero me contengo. -Podemos hablar más sobre esto mañana. Me gustaría que exploráramos las ubicaciones para la sucursal de Fontaine Consulting aquí en Dubái. Ella asiente, pero antes de que pueda continuar, lanzo la invitación que me ha estado rondando la mente desde que la vi. -Me encantaría llevarla a cenar esta noche. Podríamos hablar sobre el futuro de nuestras empresas. La respuesta de Clara es inmediata y contundente. - No, gracias, señor Al-Nahyan. Tengo otros compromisos esta noche- La frialdad de su respuesta me sorprende. No es solo un rechazo; es un golpe directo a mi ego. -Como desees- respondo, tratando de ocultar mi irritación. Estoy acostumbrado a que las mujeres acepten mis invitaciones sin dudar. Que ella se atreva a negarse me deja descolocado, y una parte de mí se siente profundamente ofendida. -Podemos vernos mañana para discutir más sobre la ubicación de la sucursal- agrega, cambiando de tema con una calma que casi me provoca más frustración- Quiero que el lugar sea estratégico para asegurar el éxito de nuestra empresa. -Claro- respondo, tratando de mantener la compostura- Le contactaré con un par de opciones. Clara sonríe, y por un momento, el hielo entre nosotros se derrite. -Perfecto. Espero su mensaje- Se da la vuelta y sale de la sala con la misma gracia con la que entró, dejando una estela de desafío en el aire. Me quedo sentado en mi silla, sintiendo el peso de lo que acaba de ocurrir. Clara Fontaine es un rompecabezas que no puedo resolver. A medida que miro por la ventana, observando el bullicio de Dubái, me doy cuenta de que este encuentro ha cambiado algo en mí. Nunca antes había encontrado a alguien que me hiciera cuestionar mi control, y eso es lo que me atrae. Sin embargo, la parte de mí que ha sido educada para dominar, para mantener el poder, se niega a aceptar la posibilidad de perderlo. A pesar de mi frustración, no puedo evitar sentir una mezcla de admiración y deseo por Clara. Ella es una mujer que sabe lo que quiere y no se detendrá ante nada para conseguirlo. Y aunque eso me molesta, también me intriga. Mi mente trabaja mientras analizo la situación. Este trato no solo representa una oportunidad de negocio; es una puerta abierta hacia un mundo que no he explorado. No sé qué está detrás de la fachada de Clara Fontaine, pero estoy decidido a descubrirlo. Después de todo, en mi mundo, siempre obtengo lo que deseo.CLARALa noche se despliega sobre Dubái, llenando el aire de misterio y promesas. La ciudad brilla intensamente, un mar de luces que iluminan la oscuridad. Sin embargo, mi mente está en un torbellino. Desde la reunión con Zayed, siento una inquietud que no puedo sacudir. No solo es atractivo, con una confianza que irradia poder, sino que desafía todo lo que creo saber sobre la dinámica de género en los negocios. Su mirada intensa y su voz firme han dejado una huella en mí que no puedo ignorar.Frente al espejo, me miro con determinación. No tengo interés en acercarme a él de una forma que no sea profesional. Decir que tenía otros compromisos fue una mentira. Simplemente no quiero ir más allá.Esta noche, después de cerrar un trato que podría cambiar el rumbo de Fontaine Consulting, quiero celebrar. Me visto de manera seductora con un vestido negro ajustado que resalta mis curvas y unos tacones altos que me hacen sentir poderosa. El escote es llamativo, lo suficiente para captar la ate
ZAYEDLa frustración y el deseo que siento por Clara me trastornan de una manera que nunca antes había experimentado. Es una mezcla de ira y necesidad, un fuego abrasador que me consume desde el interior. No puedo entender cómo esta mujer, una extranjera insolente, osa rechazarme y salir impune. Cada vez que me enfrenta, que se niega a sucumbir a mi voluntad, siento que pierdo el control. No soy alguien acostumbrado a no tener lo que deseo, y lo que siento por ella me desquicia.El recuerdo del pequeño encuentro en el bar me sigue atormentando. La imagen de todos esos hombres observándola, devorándola con los ojos, hace que mi sangre hierva. ¿Cómo puede vestirse de esa manera y esperar no llamar la atención? Es como si quisiera provocarme, hacerme perder la compostura. Cada mirada lasciva que recibe es como una puñalada en mi orgullo, en mi deseo por tenerla solo para mí.La puerta de mi despacho se abre de golpe, interrumpiendo mis pensamientos. Karim entra con la cabeza inclinada, c
CLARALa furia que siento cuando subo al auto no puede compararse con nada que haya sentido antes. La rabia hierve en mi interior mientras me siento en la parte de atrás del auto, el suave cuero me recuerda que estoy en un mundo donde los hombres se sienten con derecho a tocarme sin mi consentimiento. ¿Cómo se atreve a llegar a tanto? Cada fibra de mi ser tiembla, recordando el toque de su mano en mi pierna y su beso que aún quema como fuego abrasador. Ningún hombre jamás va a tocarme sin mi permiso. ¿Quién se ha creído?La ira de lo que ocurrió no me permite pensar con claridad. El trato con Zayed es económicamente jugoso, pero prefiero tirar todo por la borda a permitir que un hombre crea que tiene derechos que realmente no posee. Este trato significa mucho, sí, pero mi dignidad es más valiosa que cualquier contrato.Zayed es el típico hombre caprichoso, acostumbrado a conseguir todo lo que desea sin que nadie se atreva a negarse. Estoy decidida a que, conmigo, chocará contra un mur
ZAYEDLlego a la mansión con Clara en mis brazos, sintiendo el peso de su cuerpo inerte, suave y vulnerable. La droga que Karim ha puesto en su bebida la hará dormir durante un par de horas, lo que me dará el tiempo necesario para prepararme mentalmente. Sé que despertar a mi fiera salvaje no será fácil. No puedes capturar a un león y esperar que se mantenga tranquilo y obediente, mucho menos a Clara, que con cada paso demuestra ser un huracán dispuesto a arrasar con todo.La dejo cuidadosamente sobre la cama, notando cómo sus mechones de cabello se esparcen sobre la almohada. Su respiración es lenta y profunda. Incluso dormida, hay algo en su postura que parece desafiante, como si en cualquier momento fuera a despertarse y atacarme. Sus labios entreabiertos me provocan, pero ahora no es el momento. Me quedo observándola unos segundos más, asegurándome de que está bien asegurada, y cierro la puerta de la habitación tras de mí con un suave clic.Me dirijo a mi despacho, mi refugio, el
CLARADespierto sin mucho ánimo, envuelta en un calor infernal que me hace sentir como si estuviera en medio de un desierto. Mis sentidos se agudizan mientras trato de recordar lo último que sucedió. Las palabras de Zayed resurgen en mi mente como un eco persistente, encendiendo mi furia. No necesito ser adivina para saber que algo raro está ocurriendo, lo supe desde la pérdida de mi pasaporte y teléfono.Me siento en la cama, ignorando el mareo y la debilidad que me provoca. ¿Acaso el maldito fue capaz de drogarme? Puedo sentir los efectos en mi cuerpo, como si una sombra opaca me envolviera. No he llevado una vida de santa, sé exactamente lo que se siente estar bajo el efecto de una droga. Quizás por eso no me cuesta tanto levantarme de la cama.La habitación en la que estoy es tres veces más grande que mi apartamento en Manhattan, un lujo que no necesito y que me resulta insoportable. Las paredes están decoradas con intrincados patrones árabes, y los muebles son demasiado ostentoso
ZAYEDMi entrepierna duele como el maldito infierno. Jamás pensé que Clara fuera a ser un dolor de huevos tan literal. La miro mientras intenta escapar, pero su valentía me sorprende; no sólo logró golpearme, sino que también saltó por la ventana sin pensar ni un solo segundo en su propia seguridad. Es audaz, impulsiva y, en este momento, está en modo de huida.—No voy a quedarme contigo, Zayed. No podrás obligarme —me dice, con esos ojos encendidos de furia que despiertan mis instintos más bajos.La tomo del brazo, acercándola a mí. Ella intenta golpearme de nuevo, pero rápidamente le aprisiono las dos manos por detrás de la espalda. Su mirada sigue desafiándome, lo que hace más excitante este juego de dominio.—Haré lo que quiera y cuando quiera contigo. Este es mi territorio, y en él, lo único que harás es obedecer —miro su rostro, pintado de carmesí por la adrenalina de la huida, y me doy cuenta de que tiene un pequeño arañazo, seguramente causado por el árbol del que bajó.La mol
CLARAEl dichoso doctor ha venido a revisar mi tobillo. Aparentemente me lo disloqué al caer. Su voz calma y profesional me pone nerviosa, no por el diagnóstico, sino por la frialdad de todo esto. Como si fuera algo rutinario, como si no estuviera secuestrada. Dice que necesita tomar una placa para descartar una fisura, y trae consigo una máquina portátil de rayos X. Claro, porque Zayed puede permitirse cualquier cosa. Él no solo tiene dinero, tiene control absoluto. Mientras el médico prepara la máquina, mi mente no puede evitar vagar. No me falta el dinero, pero nunca me he dado esos lujos absurdos. Quizás porque siempre he valorado la libertad, algo que ahora no tengo.Zayed sigue allí, observándome. Lo siento, lo noto. Su presencia es abrumadora, una sombra constante sobre mí. Me mira con una intensidad que me incomoda. No es solo el hecho de estar atrapada, es la manera en que me observa, como si ya me tuviera, como si todo esto fuera parte de un juego que ya ganó. Nuestras mirad
ZAYEDEl teléfono yace destrozado en el suelo, una metáfora perfecta de la furia que aún hierve en mi interior. Cómo se atreve a admitir, con tal descaro, que otros hombres han visto su cuerpo, que han tenido acceso a algo que es mío por derecho. Mi mente no deja de retumbar con la idea de que ese maldito aparato, que ahora no es más que fragmentos, estuvo bloqueado. Entonces, ¿por qué llegó a mis manos sin ninguna protección? Eso sólo puede significar que alguien más tuvo acceso a él antes que yo.—¡KARIM! —grito con tanta fuerza que mi garganta arde. Mientras tanto, los gritos de Clara, procedentes de afuera, se filtran a través de las paredes como si fueran cuchillos. Los ignoro deliberadamente; ahora sólo me interesa resolver este problema. ¿Quién fue el bastardo que manipuló el teléfono antes de entregármelo? Si Karim lo desbloqueó, significa que tuvo la oportunidad de ver lo que yo vi, y eso me enciende aún más.—Soy yo, señor —la voz de Karim resuena del otro lado de la puerta,