Despierto con un fuerte dolor en mi pierna y un mareo que me provoca náuseas. Al abrir los ojos, me doy cuenta de que esta no es la habitación del ruso.-¿Dónde estoy? - Cuando me voy a levantar, siento un dolor punzante en mi pierna que me hace volver a recostarme. - Qué m****a... - Veo mi pierna vendada con un poco de sangre y justo ahí se me vienen las imágenes de todo lo ocurrido. - ¡Luciano... hijo de puta!Como puedo, me levanto y camino hasta la puerta, pero está cerrada. Comienzo a golpearla con fuerza.-¡ÁBREME, HIJO DE PUTA! ¡ERES UN MALDITO LUCIANO! - Una punzada más fuerte me hace caer al suelo y justo en ese momento se abre la puerta, dejando ver a un Luciano con cara de preocupación.-Tú no debes estar parada. - Cuando trata de tocarme, me alejo rápidamente, pero esa punzada vuelve - Déjame ayudarte. - Como siento tanto dolor, dejo que lo haga y este me deposita en la cama con cuidado.-¡¿Cómo pudiste dispararme?! Eres un maldito.-Tú me disparaste primero. Yo solo te roc
No sé quién de los dos está más pálido. Siento como si mi corazón estuviera a punto de estallar por lo rápido que late, y ni hablar del de Luciano, que parece como si se fuera a salir de su pecho.Luciano me tiene tomada de las manos, donde tengo el arma, mientras yo estoy encima de él. Por un momento, me pierdo en el color de sus ojos, y él aprovecha para tumbarme y quitarme el arma. Se sube encima de mí y coloca mis manos arriba de la cabeza.-¡Estás loca, Angélica! - me grita, y veo que está temblando. - ¿¡Qué carajos pensabas hacer!?-Tú qué crees, imbécil - digo, tratando de soltarme.-Te pudiste haber lastimado, Angélica - no se da cuenta de que estuve a punto de dispararle. De la última persona de la que se debe preocupar es de mí.-Solo quería darte justo en la frente - él suelta una risa.-Veo que contigo voy a tener que estar con cuatro ojos. Pensaba darte algo de libertad, pero no te lo has ganado - ¿qué quiere decir?-No me pienso quedar sin hacer nada. Además, el ruso ya m
Por fin, luego de varios días, voy a poder ver a Mila. Estas semanas se me hicieron eternas; todo el tiempo tenía que estar pegada a Luciano, y todavía tengo que dormir con él amarrada por lo sucedido hace algunas semanas.—¿Estás feliz porque hoy llega Mila?—Sí, estoy contenta. No veo la hora de que llegue. —Veo que se queda observándome por un buen rato, lo que me pone un poco nerviosa—. ¿Por qué me miras tanto?—Es que estás preciosa. —Siento cómo se acerca a mi cuerpo y se coloca detrás de mí, pegando mi espalda a su pecho. Pasa su brazo derecho por mi vientre, acercándome más a él, mientras con su mano izquierda deja al descubierto mi cuello y deposita un beso en él. Todo mi cuerpo se eriza; maldito, sigue teniendo efecto sobre mí.—¿Qué haces?—Quiero sentir a mi mujer cerca.—No soy tu mujer, Luciano.—Pronto lo serás —me susurra. Luego me voltea de golpe, quedando frente a él, y junta sus labios con los míos. Juro que ese beso me deja sin aliento; quiero separarme, pero mi cue
Hoy es el día de mi boda. Hoy pierdo mi libertad completamente para unirme en matrimonio con Luciano. Pero, ¿saben algo? Mi pequeña Camila lo ha valido todo. Ella es perfecta: su carita, su sonrisa, todo de ella me enamora. Ahora solo espero con ansias el día en que me diga "mamá".Si me preguntan cómo la trata Luciano, digamos que bien, aunque no se involucra mucho con ella a pesar de que aparece como su padre. Pero no me importa. Mientras me tenga a mí, lo demás no me afecta.—Quedaste hermosa —dice Mila—, pero no estás feliz. Tus ojos no brillan como cuando alguien se va a casar.—Mila, sabes por qué lo hago. Esto lo hago por Camila; yo no quiero que me la quite.—La amas mucho, ¿verdad? —dice ella con una sonrisa.—Con todo mi ser.—Ya es hora.Miro por última vez el vestido que Luciano consiguió, ya que me negué a buscar uno. Es hermoso, no hay duda, pero al verlo solo recuerdo el vestido que encontré hecho añicos al lado de Luciano, ese vestido que tanta ilusión me hacía.Basta,
En algún momento, estaría encantada de que el ruso viniera por mí, pero hoy siento miedo de lo que pueda pasar. Ahora tengo una hija con Luciano, no me puedo ir porque sé que él me la quitará.-¿Qué haces aquí, Ivanov?-¿Tú qué crees, imbécil? Vine por mi mujer.-Ni loco dejaré que te la lleves. - Luciano me coloca detrás, pero yo no dejo de ver al ruso.-Vámonos, Angélica, tú y yo tenemos un trato. - Miro a mi pequeña hija y los ojos se me llenan de lágrimas.-No puedo. - Susurro.-¿Qué dijiste? - Pregunta, sin poder creer lo que le estoy diciendo.-No puedo irme, ruso. - Al escuchar lo que le digo, puedo ver que su rostro se tensa.-Teníamos un trato, Angélica.-Ya te dijo, no se va. Ella es la madre de mi hija y mi hija no puede estar sin su madre. - El ruso lo mira y luego me mira a mí.-¿Cómo que hija?-Ruso, yo... - Dios, no sé cómo hablarle. - Adopté a esta pequeña y no la pienso dejar. - El ruso mira a la pequeña y luego me mira a mí.-Nos la llevamos y listo.-¡¡Ni se te ocurr
LUCIANO DE LUCCASangre... Sangre es lo único que puedo ver en este momento. Mi Angélica acaba de ser llevada al quirófano, pero está muy mal. Ha perdido mucha sangre, y al ver la cara de los médicos no me dieron mucha esperanza.—Amigo, tranquilo, ella estará bien —dice Carlos, tocándome el hombro al verme tan mal.—Sí, mi amiga es fuerte, yo lo sé. Ella tiene que estar bien —decía Mila, pero era como si se lo estuviera diciendo más para ella misma.—Le dispararon tres veces... ni siquiera sé quién fue, pero juro que encontraré a esa persona y la mataré con mis propias manos.—Tienes que calmarte. Después nos encargaremos de eso, por ahora queda esperar a que los médicos nos den noticias de ella.—Mi hija... Dios, ella debe estar esperándonos.—Tranquilo, le dije a la nana que se quedara con ella. Ya le avisé.—Gracias, Carlos.Pasaron las horas y yo ya me estaba desesperando al no tener noticias. Comencé a caminar por todo el hospital para evitar un colapso nervioso. Lo último que qu
ANGÉLICAPasaron los días desde que salí del hospital, pero hay algo que no me tiene tranquila: Luciano ha estado actuando raro desde que salimos. Está más sobreprotector, no deja que haga nada y, en ocasiones, simplemente se pierde en su mundo.-Luciano - le llamo, pero este no me responde. - ¡¡Luciano!! - Al fin sale de su nube y me mira.-¿Pasa algo?-¿Qué te pasa? Desde que salimos del hospital estás raro. - Este me dedica una débil sonrisa y acaricia mi mejilla.-No es nada, hermosa. Solo debo estar cansado.-Entonces vamos a descansar.¿En serio? ¿Dije "VAMOS"? ... Ay, Dios, siento cómo mis mejillas se tornan rojas y Luciano lo nota porque me regala una sonrisa acercándose a mí con su mirada de depredador.-¿Juntos? - dice levantando una ceja con su mirada pícara. Le doy un empujón.-Idiota. - Cuando voy a subir las escaleras, él me toma en brazos, haciendo que suelte un gritito mientras él se ríe.-Estás muy liviana, señora de Lucca.-Mejor cállate y llévame a la cama.-Como órd
Pasó una semana desde que me dieron la noticia de mi tumor. Ahora ya empecé el tratamiento, y vaya que ha sido horrible. Tengo marcas en mi piel, siempre estoy cansada, y cada vez que voy a la radioterapia, vomito durante dos días seguidos.Afortunadamente, he tenido el apoyo de todos, pero especialmente de Luciano, quien no me ha dejado ni un segundo. Inclusive se trajo su trabajo a la casa para acompañarme. Solo sale cuando realmente es importante.-Tranquila, aquí estoy. - Ahora me encuentro vomitando hasta lo que no tengo luego de mi segunda sesión de radioterapia. Luciano está tomando mi cabello y acariciando mi espalda. Cuando acabo, él me ayuda a lavarme los dientes y luego me carga hasta la cama.-Siento ser una carga para ti. - Le digo mientras acaricio su mejilla.-No digas eso, tú no eres ninguna carga. Recuerda, amor, en la salud y en la enfermedad.No sé por qué, pero siempre que citaba sus votos, una sonrisa salía de mi rostro.-Aquí estaré, así me quieras enviar a la m**