Pasó una semana desde que me dieron la noticia de mi tumor. Ahora ya empecé el tratamiento, y vaya que ha sido horrible. Tengo marcas en mi piel, siempre estoy cansada, y cada vez que voy a la radioterapia, vomito durante dos días seguidos.Afortunadamente, he tenido el apoyo de todos, pero especialmente de Luciano, quien no me ha dejado ni un segundo. Inclusive se trajo su trabajo a la casa para acompañarme. Solo sale cuando realmente es importante.-Tranquila, aquí estoy. - Ahora me encuentro vomitando hasta lo que no tengo luego de mi segunda sesión de radioterapia. Luciano está tomando mi cabello y acariciando mi espalda. Cuando acabo, él me ayuda a lavarme los dientes y luego me carga hasta la cama.-Siento ser una carga para ti. - Le digo mientras acaricio su mejilla.-No digas eso, tú no eres ninguna carga. Recuerda, amor, en la salud y en la enfermedad.No sé por qué, pero siempre que citaba sus votos, una sonrisa salía de mi rostro.-Aquí estaré, así me quieras enviar a la m**
Quinta radioterapia, esto es peor de lo que imaginé. Ahora me encuentro vomitando por cuarta vez en el día; si sigo así, me voy a deshidratar-Amiga, ¿estás bien? —pregunta Mila, algo preocupada, detrás de la puerta del baño.Hoy ella se quedó conmigo porque Luciano no pudo quedarse por asuntos pendientes que tenía. No estaba muy feliz de dejarme sola, pero tenía que hacerlo.Bajo la tapa del sanitario y me enjuago la boca, pero siento cómo mi garganta arde y duele por la fuerza que he hecho al vomitar.-Ya salgo —al verme al espejo, veo mi palidez, hasta doy miedo.Cuando salgo, mi amiga se sorprende al ver mi deplorable estado.-¡Por Dios, Angélica! ¿Estás bien? Te voy a llevar al médico —dice preocupada, mientras veo que empieza a tomar cosas, pero yo la detengo tomando su mano.-Mila, cálmate, son los efectos de la radioterapia. Lo sé, me veo horrible, pero es lo que hay —ella suelta un suspiro y acaricia mi mano.-¿Por qué no te das un baño y salimos a tomar un poco de sol? —creo
Efectivamente, la salud mental de Angélica se ha ido desmejorando poco a poco. A veces tiene sus momentos de lucidez y vuelvo a sentir a mi esposa, pero tiene otros momentos en los que me confunde o se queda completamente mirando hacia la pared por horas y horas. De no ser por nuestra hija, que está tan pequeña, juro que ya me hubiera vuelto loco. Lo bueno es que el doctor dijo que en una semana podría operar a Angélica, ya que el tumor bajó un poco de tamaño.-Angélica, mi amor - Cuando entro a la habitación, me espantó al ver a Angélica pintada como un payaso. Eso es otra cosa: las cosas que ella sabía hacer muy bien ahora ya no las hace tan bien.-No quedé bien, ¿verdad? - dice ella con tristeza en los ojos y juro que quiero morir lentamente al verla así.-No, amor, quedaste hermosa, pero sabes cómo te verías mejor.-¿Cómo? - Tomo las toallitas desmaquillantes y comienzo a pasarlas por su bello rostro lleno de maquillaje.-Sin él. - La desmaquillé hasta dejarla sin una gota de maqui
3 meses despuésHan pasado tres meses desde la operación de Angélica. No ha sido nada fácil, ya que al comenzar la terapia le dolía mucho y, además, tuvo que hacer ejercicios para mejorar su memoria. Pero todo el esfuerzo valió la pena. Ahora puedo ver a mi hermosa esposa con Camila en el jardín, sus risas son como música para mis oídos, pero el ruido de la puerta al abrirse lo arruina todo.— Tenemos que hablar —dice Carlos, algo preocupado.— ¿Qué pasa? —Este me extiende un sobre y lo que veo hace que me hierva la piel. — Fue ese desgraciado de Ivanov.— No, hermano. Al parecer, la mafia colombiana quiere tu puesto y sabe de la existencia de Angélica.— M****a, lo que me faltaba, los bastardos colombianos encima mío.— Reúne a toda la gente.— Eso no es todo.— ¿Hay más?— El cargamento que iba para Corea lo robaron y se encargaron de hacernos saber que fueron ellos. —Doy un puño seco al escritorio seguido de una maldición.— Quiero más seguridad para esos cargamentos y necesito que
Llegamos a casa y el primero que nos recibe es Carlos, que al vernos en paños menores queda algo sorprendido.—¿Ahora son exhibicionistas? —dice con humor, pero esto no es nada gracioso.—Trataron de quemarnos —suelta Luciano. La cara de Carlos es de pura sorpresa.—¡Joder! ¿Están bien?—Sí, afortunadamente nos quitamos la ropa antes de que tiraran el encendedor.—Dios, amigo, es tremendo lo que me cuentas. ¿La mafia colombiana quiere ir por nosotros?—Amor —Luciano llama mi atención—. ¿Puedes ir a ver cómo está Camila? —Sé que lo hace para que no escuche su conversación, pero creo que por hoy fue suficiente. Decido hacerle caso, pero solo por hoy.—Los dejo. Te espero arriba —subo las escaleras, pero antes escucho a Luciano decir algo que no me gusta para nada.—Pienso enviar a Angélica y a Camila a España con mi madre. Ahí estarán a salvo.No, no lo dejaré, pero consideraré lo de dejar a Camila con su abuela. No quiero perder otro hijo. Entro a la habitación de mi princesa y veo que
Luciano de LuccaDespierto con un fuerte dolor en mi pecho. Siento como todo me da vueltas, y mi cabeza parece que va a estallar.—¡Joder, cómo duele!—Luciano, amigo —escucho la voz de Carlos, así que me obligo a abrir los ojos. Cuando lo hago, me mira con cara de preocupación—. ¡Joder, al fin despiertas!—¿Qué me pasó? ¿Dónde está Angélica? —¿Por qué mi ángel no está aquí conmigo?—¿No te acuerdas de nada?—¿Qué está pasando? ... Joder, joder.—¡Angélica! ¡Se la llevaron! —Intento pararme, pero Carlos me lo impide—. ¡Déjame, Carlos! Necesito buscar a mi mujer, esos imbéciles la tienen.—Ya Ivánov y yo nos estamos encargando de eso.—¿Ivánov? ¿Qué tiene que ver ese imbécil aquí?—Lo llamé.—¿Lo llamaste?—Él se enteró de lo ocurrido y decidió ayudarnos, pero dijo que era solo por ella.Quiero matarlo, pero no puedo ser idiota. Cuanta más gente me ayude a buscar a mi mujer, más rápido la encontraré.—Tengo que irme —me quito todos los cables y, con algo de dificultad, me pongo de pie.
Estoy acostada mirando hacia la ventana mientras espero que el animal de Miguel Ángel se vaya y me deje sola de una vez por todas.—Estuviste magnífica, eres toda una diosa —dice, dejando un beso en mi hombro desnudo. Juro que quiero vomitar, pero lo haré cuando el maldito ya no esté—. Ahora me tengo que ir, pero nos vemos luego.Escucho cómo la puerta se cierra, y ahí es cuando me permito ir al baño a vomitar. Cuando termino, no paro de llorar porque me siento sucia. Traicioné a Luciano. Yo no quería, pero todo era por salvar a mi hijo. No podía permitir que le hicieran algo.—Señora... —veo en la puerta a la chica del aseo—. El señor dijo que podía salir de la habitación para desayunar. Insistió en que debía cuidar muy bien su alimentación por su estado.¿Quién entiende al imbécil?—Sí, vamos.Bajo con la chica y veo que todo está custodiado. Es imposible salir, pero puede que ella me pueda ayudar.—¿Cómo te llamas?—Me llamo Laura.—Laura, ¿cómo puedo salir de aquí? —pregunto, y ell
AngélicaEstoy acostada en la camilla, acariciando mi vientre aún plano. Los médicos ya me informaron que mi bebé está bien, y no saben la tranquilidad que sentí al escuchar eso. Ahora, mi ansiedad está enfocada en ver a Luciano. Después de enterarse de lo que tuve que hacer para mantener a salvo a nuestro hijo, no sé cómo se lo tomará. Solo espero que me entienda y me ayude a olvidar lo ocurrido.—¿Puedo pasar? —escucho la voz de mi flamante marido mientras lo veo entrar con una bolsa de regalo en las manos.—Pasa.Luciano entra y me dedica una sonrisa cálida.—Te traje un regalo para nuestro hijo o hija.Sonrío como una tonta mientras extiende la bolsa hacia mí. Con algo de curiosidad la abro y, al ver el contenido, mis ojos se llenan de lágrimas.—Luciano... —murmuro emocionada al sostener entre mis manos una pequeña prenda de bebé de color blanco, probablemente porque aún no sabemos el sexo. Mis lágrimas comienzan a correr, y él, rápidamente, las limpia con sus dedos.—Ya no llores