PARTE 3
Al entrar al quirófano, me pongo más nerviosa. Una enfermera me ayuda a desinfectarme, para luego darme una bata, tapabocas y unos guantes.
Cuando la cirugía terminó, pude respirar con tranquilidad.–Listo.–Gritó el doctor al terminar. Tome un pañuelo y le limpie su frente. Al sentir su piel liza, los vellos de mi piel se me erizaron, mientras trago saliva de los nervios.
Él me miró de reojo y mofó de mí, así que de inmediato, quite mis manos de su piel morena y sudada.–Gracias a todos, pueden irse.–Agradece para que todos se vayan del lugar, respirando tranquilamente porque fin haya acabó de la cirugía. Todos salen suspirando del cansancio. Después de todo, yo también suspiro y me dirijo a la puerta con todas las enfermeras, pero el doctor me detiene.
–Jefferson, no le he dicho que se vaya.–Corro hacia él de inmediato, ya que luce molesto al llamarme.
–Lo lamento, creí que lo decía en general.–¿Por qué estoy mirando al suelo otra vez? El hombre me hacía sudar la gota gorda, no sólo porque fuera lindo, sino porque me ha dado la impresión de que es un maldito tirano.
–Señorita Jefferson, usted es mi asistente, tiene que estar conmigo todo el maldito día. ¿En serio quiere que la regrese a Peyton?–Me amenaza como si yo fuera una niña.
–No doctor, lo lamento.–Le dije aferrándome a mi brazos. No quería volver a la universidad, ni a mi pueblo natal. Todo era tan aburrido y de tan poca clase. Era una bendición que me hubieran mandado a Londres, aunque fuera una equivocación de un mal sorteo.
–Bien, sígueme.–Yo solo suspiro cansada, sabía que tendría que hacer mucho al lado de este hombre. Lo que me espera con este doctor con el carácter del infierno.
*
Después de trece consultas y dos puntadas, por fin pude salir a comer.
Y aunque no tenía dinero, pude comer algo gracias a Ross, la jefa de enfermeras, quién me invitó a comer en el comedor de hospital. Ella era muy linda conmigo y no parecía ser tan arrogante como las demás enfermeras.–Tienes suerte, muchas quisieran estar con el doctor Mark.–Me comenta mientras está probando su budín, dentro de la cafetería del hospital.
–Es muy demandante, preferiría estar con alguien más amable.–Solo llevo algunas horas con él y ya estoy agotada.
–El doctor Mark suele ser muy especial y quisquilloso, él suele humillar a la gente, cuando no están en su mismo canal.–Me dice lamiendo su cuchara. – Pero no te lo tomes como si fuera personal, el hombre es bastante perfeccionista, se lo merece ´ha trabajado mucho.
–¿Como que humillar?–Pregunté metiendo la comida en mi boca como fuera posible, también era una bendición comer aun cuando no tenía dinero, así que tenía que aprovechar y comer todo lo que pudiera.
–Nadie es tan buen doctor como él y el hombre lo sabe.–Dijo sin más mientras que podía entender que quizás él mismo se hizo la fama por una razón muy buena.
–Que creído.–Rodé los ojos mientras mastico arroz blanco.
–Pero no me dirás que es un dios griego.–Comentó como una colegiala que hablaba de un chico que quizás era la sensación de la escuela, pero ya no estábamos en el colegio, esto era la vida rutinaria de cualquier persona cuando ya acaba su carrera.
–Si, pero...–Pero me interrumpe, ya que quizás no había peros para esta plática.
–Tienes suerte, él no trabaja nunca con las nuevas, ya que es muy especial y tienes que tener experiencia para trabajar con él.–Supongo que mi racha de buena "suerte", ya no es tan "buena.
–Daré lo mejor para poder llegar a ser, aunque sea un poco buena.–Digo feliz y con algo de optimismo.
–Buena suerte linda.–Me dice la chica mientras me lo dice con tanta sinceridad, mientras siento sus buenas vibras pasando por todo mi cuerpo.
Ross era una mujer de treinta años, hermosa y lista, tenía dos hijos mientras que su marido la dejó cuando nació su segundo hijo. Por suerte ella me dijo que podía quedarme con ella en su departamento, que está en los suburbios, pero es mejor que un hotel de mala muerte.
–Gracias de nuevo.–Le agradezco mientras caminamos hacia los consultorios. Yo estoy con el estómago lleno y la cara llena de felicidad.
–No hay de qué.–Me dice metiendo su termómetro en su bata, pero por causas del destino, una puerta se abre con fuerza, haciendo que me golpeara en el pecho. No pude evitar caer adolorida mientras él hombre de paquetería me mira.
–Como lo siento señorita.–Deja sus cajas y me ayuda a levantar.
–¿Estas bien?–Me pregunta Ross muy preocupada.
–Si.–Les digo levantándome del suelo, pero una mancha roja en mi uniforme dice lo contrario.
–Te has abierto.–Me dice Ross con sus ojos bien grandes, mientras pone sus dos manos en su boca.
–Como lo siento, señorita.–Me dice el joven de paquetería, ya que me ha golpeado con la esquina de una caja grande.
–No se preocupe...–Intenté ser amable con él, ya que yo no era la clase de persona que haría un escándalo por algún error humano.
–Ven, tendrán que checarte.–Ross me lleva a un cubículo y me hace acostarme en una camilla limpia.–Llamare al doctor.–Yo la espero tranquila, aunque me arde el pecho. Y cuando Ross regresa, me empiezo a sentir tranquila, pero mi tranquilidad se va, cuando veo la cara del doctor Mark. De inmediato me incorporó con el susto de mi vida, por otra parte, él me empuja para que me acueste de nuevo a la camilla.
–¿Qué le pasó?–Preguntó cansado y mirando a Ross con frialdad.
–Un torpe entrega cartas la golpeó con una gran caja.–Responde Ross realmente preocupada por mí.
Por otra parte, el doctor suspira una vez más con cansancio, esto era un problema más para el itinerario que el hombre importante tenía.–Sal de aquí.–Le dijo con frialdad a Ross, mientras ella intimidada sale del cubículo, para después cerrar las cortinas.
–Tendrías que ser tú la que haga estas cosas.–Me dice refiriéndose a que revisiones así, las hacemos las enfermeras, no el mejor doctor del hospital.–No alguien como yo.–Escupe sin más.
–Le dije a Ross que estaba bien.–Le contesté molesta de que Ross le llamara a él doctor.
–Abre tu camisa.–Me pide como si me estuviera ordenando.
–¿Qué?–Preguntó atónita, aunque era una persona optimista, era una persona pudorosa y algo tímida con mi cuerpo. A pesar de ser enfermera, me dediqué tanto a esta carrera, que quizás pude dejar a un lado mis relaciones amorosas.
–¡Que la abras!–Gritó con fuerza para luego romper mi camisa, mientras los botones truenan, dejando ver mi cuerpo desnudo.–¿Estabas bien? –Alza la ceja al ver la gran cortada que me hizo una indefensa caja de cartón.–Niña, te golpeo tan fuerte que tengo que darte puntadas.–Él hombre enojado, toma un botiquín y empieza a darme un tratamiento, para después darme tres puntadas que me hicieron sacar lágrimas.
Al terminar, el doctor Mark limpia mi sangre.–Listo.–Me dice tirando una gaza al contenedor de basura.–Tendrás que limpiarlo unas dos o tres veces al día. No te pongas blusas que tengan el cuello muy arriba, usa algo escotado.–Me da indicaciones que son muy pobres para un doctor de tal categoría como él. Eso parecía muy poco creíble para mí, ya que esa no es una indicación de un buen doctor.
–Si.–Le dije mientras intento ponerme mi blusa, pero al ver que no tiene botones me quedo paralizada.
–Tengo que hacer todo por ti.–Escupe enojado mientras resopla enojado. Él toma mi bata y me la quita por completo, dejando mi sostén rojo a los cuatro vientos. Él me mira solo un poco y me dice.–Toma.–Me da una bata que está colgada en medio del cubículo.
–Gracias.–Le digo apenada mientras él solo golpea el suelo con sus zapatos finos.–Gracias, otra vez.–Le digo ya vestida.
–No he acabado con usted señorita Jefferson.–Ahora me sorprende, ya que yo quería salir corriendo del lugar.
–¿No?–Pregunté nerviosa, porque yo solo quería irme. Él me toma con fuerza y con sus labios rojos me besa mientras mete su lengua en mi boca, haciéndome probar su saliva sabor a fresa. Sus manos recorrieron mis caderas, para después tocarme todo el cuerpo.
–Usted es tan torpe.–Escupe mientras se está alejando un poco de mi.– Una idiota.–Pero sus labios me besan de nuevo, mientras su mano derecha se adentra en mi pantalón blanco, haciendo que me aferrara más a su cuerpo.–Una cabeza hueca.–Expresa aún con sus labios en mí. No entendía que pasaba aquí. Hace algunas horas creí que el hombre me odiaba, pero ahora no sé qué está sucediendo
(2)El doctor Mark me había besado. No puedo evitar estar realmente sorprendida por ello, ya que pensé que me odiaba. Sus labios se despegan lentamente de los míos, mientras sus manos salen de mi pantalón sin decir más. Después arregla su bata y sale del cubículo sin decirme nada. Él me deja sola, mientras que mi cabeza intenta procesar lo que acaba de pasar.–¿Por qué permitiste que te besara?–Me regaño a mí misma mientras golpeó mi cabeza con mi mano derecha. Antes de salir del cubículo, me arregle el uniforme para que nadie notará lo que acababa de pasar en el lugar.Y al salir del cubículo, me encontré con Ross, quién lucía bastante preocupada por mí, después de pasar bastante tiempo en el cubículo.–¿Que paso?–Me pregunta la rubia, mirando mi cara pálida.–Parece que viste a una fantasma.–Ella pasa sus manos delgadas por mi frente, tratando de ver si tengo calentura o algún otro síntoma que pueda ser relacionado con la medicina, pero yo solo estaba siendo presa de la excitación y
(3)No volví a saber más del doctor Mark por esa noche.Mi turno termino a las siete de la mañana, así qué muy cansada preparo mi bolso y salgo del hospital rumbo a la casa de Ross. Tome el metro y el autobús para llegar a los pequeños departamentos en donde vivía Ross, en un suburbio. Y al llegar al departamento 34 en Seven Sisters, toque la puerta más de una vez, ya que al primer toque nadie me abrió.Después de esperar algunos minutos, una pequeña niña abrió la puerta. La pequeña aún tenía su pijama de princesas puesta, mientras se miraba soñolienta.–¿Quien eres?–Me pregunta recargándose en la puerta.–¡Lily, déjala pasar!–Escucho la voz de Ross, quién aparece en el lugar para carga de ella, haciéndola a un lado.–Debes de estar cansada.–Me comenta mientras me deja pasar dentro de su departamento de paredes cafés.–Ese es el baño.–Me avisa señalándome a la derecha.–Allí hay toallas limpias, date una ducha y después duerme en la habitación que está al lado del baño.–Me dice apurada,
(4)Era increíble como el doctor Mark me podía hacer como él quisiera. Ese poder que tenía en mi era un peligro, ya que yo fácilmente podría caer en este. Yo solo pensaba en que nos odiábamos mutuamente, pero ahora hay algo más qué me hace sentir realmente atraída a él.Él me sacó de su linda oficina con rapidez, ya que tenía una cirugía programada y tenía que prepararse para está, mientras que yo tenía que revisar a algunos pacientes con una gripe de temporada.Después de hacerlo, me tome un pequeño descanso y fui al jardín que tenía el hospital, donde se pasean a los enfermos que llevan bastante tiempo aquí y mejorar su humor. Desde lejos vi a esa pequeña niña dolor de culo, llamada Liza. Ella estaba leyendo un libro bastante maduro para su edad, llamado "La última elección" y como estaba sola, no dude en acercarme a ella.–Hola.–La salude mientras me pare al lado de su silla de ruedas.–¡Vete!–Resopla al verme mientras se sigue uniendo en ese libro con el tema más duro. La muerte.
(5)¿Liza era la hija del doctor Mark? No podía creerlo, estaba anonadada. Ross se tuvo que ir a atender a un paciente en terapia intensiva, mientras yo tenía mi descanso para poder inundar mi cabeza de pensamientos.Mi cabeza estaba hecha una mierda, ¿cómo era posible que justamente esa niña, que tanto me odia, sea la hija del doctor Mark? Me siento en una mesa en el jardín para tomar un jugo, mientras pienso con profundidad, pero alguien me interrumpe.–¿Parece que estás pensando profundamente?–Me dice el doctor Steward, despertándome de mis pensamientos.–Lo lamento es que he tenido un día muy bizarro.–Dije bebiendo del popote de mi jugo de uva, mientras suspiro algo decepcionada.–Si quieres puedes contarme, soy como un padre de una buena iglesia católica, bueno aunque yo puedo contárselo a todo el mundo, y con el hecho de que soy judío.–Se mofa, después de hacer una broma.–Es broma, jamás lo haría.–Lo sé, no se preocupe doctor Steward, mis problemas no son tan importantes.–Sabía
(6)Estoy cansada y enferma de la seguridad del Doctor Mark. ¿Quién se cree que es? ¿Mi dueño? Así que toda la noche me quede en la estancia de enfermeras, para no verle la cara al doctor Mark.La verdad es que estaba totalmente y completamente confundida, ¿en verdad esto estaba pasando, o solo estaba soñando? Pero mi di cuenta que no estaba soñando, cuando el sol salió de la nada alumbrando mis ojos cansados. Ya eran las siete de la mañana, era hora de irme a casa. Así que me fui a los vestidores y me puse ropa de civil. Al salir del baño, me encuentro con una compañera de cabello rubio, llamada Alice.–Lamento molestarte cuando es tu descanso, pero el doctor Mark me pidió que no te dejara salir del hospital.–Con claridad me molesto, estoy cansada de trabajar sin descanso, me duelen los pies y todo mi cuerpo. Y ahora ese pelmazo me hace esto.–Lo lamento.–Me dice alejándose de mí gran enojo, ya que yo estaba más que furiosa, así que enojada camino hacia su oficina, quería decirle un p
(7)Realmente estaba algo decepcionada, ya que, si quería ganar más dinero, tenía que trabajar con mucho esfuerzo, y tal vez en seises meses, pueda ganar bastante para mandárselo a mi madre. Así que, aunque en este turno no me pagan, seguiría trabajando con todo mi esfuerzo, para no cometer más errores. Tres minutos después.No podía ni con mi alma, estaba exhausta.–Chica, tienes que ir a descansar un poco.–Me dice Ross tomándome de los hombros, mientras caminaba como un fantasma por todo el hospital. Ella me acompaña esta noche, ya que su turno se lo cambiaron, dejando a sus hijos con sus abuelos.–No puedo.–Le digo arrastrando mis palabras y mis piernas.–El doctor Mark me va a correr.–Murmuré intentando tomar aliento y fuerzas para poder seguir en pie.–Solo si te recuestas un poco en las camas vacías, no te pasara nada.–Me dice tratando de convencerme de que descansar, es la mejor medicina para mi fatiga.–Esta bien.–Le digo asintiendo con mi cabeza. Ella me tomó de la mano y me l
(8)En realidad, no me sorprendería que el doctor me despidiera, es más estaba resignada a esperar mi despido después de lo que dije. Ya no tenía intenciones de quedarme aquí, regresaría a mi pueblo natal y trabajaría en un hospital local.Después de la gran pelea que tuve con el doctor Mark, me fui directamente a la estancia de enfermeras con el trasero echando humo, en realidad quería mantener mi orgullo y no dejar que un maldito narcisista me lo quitara.–¿Qué pasa?–Me pregunta Ross sentándose al lado mío, después de ver mi ceño fruncido.–Creo que me despedirán.–Le contesté suspirando hondo, mientras recargo mi barbilla en mis manos.–¿Qué hiciste ahora?–¿Por qué me preguntaba eso? ¿Acaso yo siempre soy la que da problemas?–El doctor Mark, él...–Ruedo los ojos enojada, puesto que no puedo hablar por el coraje que tengo en mi pecho.–Él está actuando como un idiota conmigo.–Murmuré sin más.–¿De qué hablas?–Me pregunta confundida. No le iba a decir sobre todos esos encuentros íntim
(9)Jamás me di cuenta de lo difícil que iba a ser estar con el doctor Mark. No quiero jugar con fuego, así que mejor me retiro antes de ser quemada. Huir de él no fue fácil, pero logré mantenerme a salvo en la cafetería hasta por fin terminar mi jornada de trabajo. Así que empaco mis cosas para ir a el departamento de Ross.Antes de salir por las puertas de vidrio del hospital, Ross llama mi atención.–Puedes comer un poco de sopa que hice ayer.–Ella luce descansada y limpia.–Calienta de esta en el microondas.–Yo solo asiento con mi cabeza cansada.–Te veo en la noche.–Le digo feliz de por fin ir a descansar.Salgo del hospital para tomar el metro. El largo camino hacia el departamento es de más o menos media hora. Al llegar a este, me sentí aliviada ya que me dolían los pies. Al entrar a el departamento, me di cuenta que todo estaba tirado, nada nuevo en la casa de Ross. Camine directo a la habitación para caer dormida.Después de estar dormida un largo tiempo, mis sueños fueron per