Parte 2.
Escuche una voz masculina proveniente de la puerta. Me doy vuelta y veo a un hombre alto, de rasgos finos, pelo rizado y vestido completamente de azul.–Hola Liza.–Dijo el hombre guapo saludando a la pequeña niña, mientras yo miro el suelo algo apenada.
–¡Harry!–La niña expresa amabilidad y dulzura con él joven hombre. Yo solo frunzo el ceño, viendo sus ojos alumbrados. ¿Por qué no me pudo recibir así?
–¿Qué pasa aquí?–Pregunta al ver a Liza enfadada, pero sabía que yo era la que tenía que responder.
–Nada.–No fue mi mejor respuesta, pero la niña me lleva la contraria.
–Me pico y no le dio a la vena, me lastimo. –Dice luciendo indefensa, pero claramente ella podía defenderse con su boca, como lo hizo hace algunos segundos.
–Lo siento.–Agache mi mirada mientras siento mucha pena de haberlo hecho. Después con lentitud, alzo mi mirada y puedo ver que el hombre me mira fijamente, con esos grandes ojos verdes que tiene.
–Tú debes ser la interna, Jane Jefferson.–Yo lo miro con una sonrisa, puesto que sabe mi nombre y eso es agradable.
–Sí.–Le contesté meneando la cabeza luciendo una gran sonrisa.
–Liza debes dejar que la enfermera Jefferson haga su trabajo.–Dice sin más, defendiéndome.–Si no ella no podrá sacarte sangre.–Él toma la aguja y la introduce en su brazo, y como arte de magia la sangre sale. Él llena el muestrario y lo pone en mí carrito.
–Listo.–Le da un beso en la frente a la pequeña, mientras la tapa con una sábana blanca. La niña soñada, suspira como si estuviera enamorada del joven hombre.
Así que yo con la cola entre las patas, salgo de la habitación muy apenada.–Lo siento, si lo moleste.–Ahora me disculpo, mientras camina a mi lado.–Era mi trabajo sacar la sangre de...–Pero él no me deja continuar.
–No, no hay ningún problema.–Él sonríe amablemente.–Yo estoy aquí para ayudar a los nuevos internos.
–¿Usted es enfermero?–Él solo se mofa de mi pregunta, ya que lo he bajado de nivel.
–No soy enfermero, soy cirujano.–Mi boca cayó al suelo, mientras sé que él puede ser mi jefe, así que cometer errores, no me da ventaja con él. Mi respuesta a ese gran error, es porque estaba usando un uniforme azul, que se me hizo parecido a algunos uniformes de enfermeros, con la diferencia de que en su uniforme estaba bordado su nombre, junto con su especialidad.
–Como lo siento, doctor Steward. –Me disculpo de inmediato miento leo su nombre en su uniforme, mientras miro una vez más al suelo, sintiéndome como una completa tonta.
–No hay de qué preocuparte linda, me puedes llamar Harry.–Sus labios rojos resaltan con la poca luz del lugar, mientras que su nariz respingada hacía la diferencia, haciéndolo ver aún más atractivo.–Me tengo que ir, pero dime si quieres que saque más sangre por tí.–Me comenta coqueto, mientras mi estómago se llena de mariposas, ¿acaso me está coqueteando?
–¡Jane!–Escucho mi nombre en el aire, así que algo distraída volteo y me doy cuenta que es Ross la que me está llamando.
–¡Tu jefe ya llegó!–Me grita mientras él doctor Steward desaparece de la escena. Entonces él no es mi jefe, ¡genial! Mi pecho se inflama por lo que acaba de pasar, así que lentamente camino hacia Ross, sin poder quitarme de la mente a ese guapo cirujano.
Pero luego pienso en mi jefe, que quizás sea un viejo cascarrabias de cuarenta años que tiene mucha experiencia. De inmediato deduzco que será un hombre grande, ya que en la medicina es muy difícil ser uno de los mejores, sin haber pasado años y años de estudio.
–Ven.–Ross me tomó del brazo y me jala con fuerza. Ella parecía estar muy nerviosa, mientras me arrastra hacia la sala de enfermeras. –Arregla tu cabello. –Ella pasa sus manos por mi cabello, tratando de acomodarlo. –Ya viene.–Ella suspira nerviosa mientras yo intento entender porque tanto alboroto.
Segundos después comprendo lo que está pasando. Zapatos finos y limpios, traje perfecto, bata demasiado blanca, nariz respingada, ojos que matan, cejas pobladas y esa boca que provocaba un orgasmo al verlo.
–¡Doctor Mark!–Dicen todas las enfermeras que están a su paso.
–Buenos días.–Dijo Ross mientras el pasa a su lado, como si fuéramos invisibles.
–Buenos días.–Contesta con su voz rasposa, mientras ya me siento amenazada por su imponencia tan grande.
–Doctor, su ayudante llegó.–Comentó Ross mientras me tomó del brazo y me pone delante del hombre. Yo muy nerviosa muerdo mi labio inferior, mientras estoy enfrente de su presencia atemorizante. Su mirada era más fría que el hielo, mientras que no expresa nada al verme.
–Tengo una cirugía.–Murmura después de un suspiro de cansancio, mientras que aunque tiene bolsas bajo sus ojos, luce bastante sexy.
–Ella está preparada.–Ross responder por mí mientras claramente no estaba tan preparada como ella comentaba.
–¿Yo?–Pregunté sorprendida mientras miro a Ross con mucho miedo.
–Si, tu.–Dijo el hombre indiferente.–Por eso la universidad Peyton te mando aquí.–El doctor solo rueda los ojos y sigue caminando.
–Sígueme.–Yo con la cabeza hacia abajo, lo sigo mientras las enfermeras del lugar no le quitan la vista a el guapo doctor, que parece ser un modelo de catálogo. Por lo que veo al pasar, él tiene un alto puesto en este hospital, todos lo saludan y él cómodamente no saluda a nadie, solo camina como si nadie se comparara con él y creo que no lo hay, puesto que doctores mayores le saludan con mucha educación mientras él solo los ignora.
Después de un largo camino hacia unas oficinas, abre una puerta de madera, que estaba al final de un corredor. Él me deja pasar primero, pero aún estoy apenada e intimidada, así qué parezco tomate por mis mejillas rojizas.
Él entra después de mí, para sentarse en su silla de cuero negro, toma unos papeles mientras los lee sin mirarme ni una sola vez. Yo me siento en el asiento del frente, pero siendo sincera, no podía ignorar su gran belleza, su nariz respingada y su boca roja, simplemente no podía.
–¿Tu eres Jane?–Me pregunta sorprendiéndome de mis pensamientos, ya qué lo dijo de la nada, ya que no me dirigió la palabra durante muchos minutos.
–Sí.–Le contesté intentando no gritar, ya que me sentía como en la guerra. Yo solo quería poner mi mano sobre mi mano, diciéndole: "Sí, señor" Él solo suspira una vez más mientras niega con la cabeza, al ver lo nerviosa que estaba.
–Solo espero que no seas una tonta incompetente, si no te irás y no trabajarás nunca en este hospital.–Me amenaza mientras apenas lo conozco. ¿Acaso es adivino?
–Haré lo mejor que pueda.–Intento no caer al suelo, mientras pronuncio con miedo que haré todo lo posible por cumplir las expectativas que este hombre tiene.
–Tienes que hacerlo.–Amenaza mientras que para él no es sólo esforzarse, sino que tengo que hacerlo perfecto.– No hay opción señorita Jefferson.–Yo algo tímida asiento con mi cabeza mirando al suelo.
–¡Alce la cabeza, cuando yo le hablo!–Me grita llamando mi atención. Yo lo miro atentamente, mientras nuestros ojos se entrelazan.–¿Entendió?–Me pregunta con rudeza mientras yo solo trago saliva.
–Sí.–Contesté con miedo de que me haga algo, si contestó que no.
Él se levantó de su asiento y caminó hacía la puerta, abriendola para mí. Al fin y al cabo, me demuestra que es un caballero, uno muy exigente pero un caballero.–Venga conmigo señorita Jefferson.–Yo salgo de la habitación aún con las mejillas rojas. Al salir de esta hermosa y grande oficina, otras enfermeras se le acercan con una bata azul para él. Él con prisa se la pone.–¿Ya está mi paciente?–Pregunta con una frialdad en sus palabras, mientras camina con rapidez y las otras enfermeras le seguimos el paso.
–Ya doctor Mark.–Dice una linda enfermera de pelo rubio, mientras ella también lleva una bata azul y un tapa bocas.
–Vamos a cirugía.–Dijo con firmeza, para detener su caminata para mirarme.
¿Ahora que hice mal? Me preguntó.–Señorita Jefferson, ¿qué es lo que dije en la oficina?–Él ve lo temerosa que estoy, siguiéndole el paso sin saber que hacer.–¡No quiero a otra incompetente!–¿Tenía que gritarlo, cuando estamos enfrente del quirófano?
–Sí señor, lo lamento.–Le digo con mucho respeto, a pesar de que somos casi de la misma edad.
PARTE 3Al entrar al quirófano, me pongo más nerviosa. Una enfermera me ayuda a desinfectarme, para luego darme una bata, tapabocas y unos guantes.Cuando la cirugía terminó, pude respirar con tranquilidad.–Listo.–Gritó el doctor al terminar. Tome un pañuelo y le limpie su frente. Al sentir su piel liza, los vellos de mi piel se me erizaron, mientras trago saliva de los nervios.Él me miró de reojo y mofó de mí, así que de inmediato, quite mis manos de su piel morena y sudada.–Gracias a todos, pueden irse.–Agradece para que todos se vayan del lugar, respirando tranquilamente porque fin haya acabó de la cirugía. Todos salen suspirando del cansancio. Después de todo, yo también suspiro y me dirijo a la puerta con todas las enfermeras, pero el doctor me detiene.–Jefferson, no le he dicho que se vaya.–Corro hacia él de inmediato, ya que luce molesto al llamarme.–Lo lamento, creí que lo decía en general.–¿Por qué estoy mirando al suelo otra vez? El hombre me hacía sudar la gota gorda,
(2)El doctor Mark me había besado. No puedo evitar estar realmente sorprendida por ello, ya que pensé que me odiaba. Sus labios se despegan lentamente de los míos, mientras sus manos salen de mi pantalón sin decir más. Después arregla su bata y sale del cubículo sin decirme nada. Él me deja sola, mientras que mi cabeza intenta procesar lo que acaba de pasar.–¿Por qué permitiste que te besara?–Me regaño a mí misma mientras golpeó mi cabeza con mi mano derecha. Antes de salir del cubículo, me arregle el uniforme para que nadie notará lo que acababa de pasar en el lugar.Y al salir del cubículo, me encontré con Ross, quién lucía bastante preocupada por mí, después de pasar bastante tiempo en el cubículo.–¿Que paso?–Me pregunta la rubia, mirando mi cara pálida.–Parece que viste a una fantasma.–Ella pasa sus manos delgadas por mi frente, tratando de ver si tengo calentura o algún otro síntoma que pueda ser relacionado con la medicina, pero yo solo estaba siendo presa de la excitación y
(3)No volví a saber más del doctor Mark por esa noche.Mi turno termino a las siete de la mañana, así qué muy cansada preparo mi bolso y salgo del hospital rumbo a la casa de Ross. Tome el metro y el autobús para llegar a los pequeños departamentos en donde vivía Ross, en un suburbio. Y al llegar al departamento 34 en Seven Sisters, toque la puerta más de una vez, ya que al primer toque nadie me abrió.Después de esperar algunos minutos, una pequeña niña abrió la puerta. La pequeña aún tenía su pijama de princesas puesta, mientras se miraba soñolienta.–¿Quien eres?–Me pregunta recargándose en la puerta.–¡Lily, déjala pasar!–Escucho la voz de Ross, quién aparece en el lugar para carga de ella, haciéndola a un lado.–Debes de estar cansada.–Me comenta mientras me deja pasar dentro de su departamento de paredes cafés.–Ese es el baño.–Me avisa señalándome a la derecha.–Allí hay toallas limpias, date una ducha y después duerme en la habitación que está al lado del baño.–Me dice apurada,
(4)Era increíble como el doctor Mark me podía hacer como él quisiera. Ese poder que tenía en mi era un peligro, ya que yo fácilmente podría caer en este. Yo solo pensaba en que nos odiábamos mutuamente, pero ahora hay algo más qué me hace sentir realmente atraída a él.Él me sacó de su linda oficina con rapidez, ya que tenía una cirugía programada y tenía que prepararse para está, mientras que yo tenía que revisar a algunos pacientes con una gripe de temporada.Después de hacerlo, me tome un pequeño descanso y fui al jardín que tenía el hospital, donde se pasean a los enfermos que llevan bastante tiempo aquí y mejorar su humor. Desde lejos vi a esa pequeña niña dolor de culo, llamada Liza. Ella estaba leyendo un libro bastante maduro para su edad, llamado "La última elección" y como estaba sola, no dude en acercarme a ella.–Hola.–La salude mientras me pare al lado de su silla de ruedas.–¡Vete!–Resopla al verme mientras se sigue uniendo en ese libro con el tema más duro. La muerte.
(5)¿Liza era la hija del doctor Mark? No podía creerlo, estaba anonadada. Ross se tuvo que ir a atender a un paciente en terapia intensiva, mientras yo tenía mi descanso para poder inundar mi cabeza de pensamientos.Mi cabeza estaba hecha una mierda, ¿cómo era posible que justamente esa niña, que tanto me odia, sea la hija del doctor Mark? Me siento en una mesa en el jardín para tomar un jugo, mientras pienso con profundidad, pero alguien me interrumpe.–¿Parece que estás pensando profundamente?–Me dice el doctor Steward, despertándome de mis pensamientos.–Lo lamento es que he tenido un día muy bizarro.–Dije bebiendo del popote de mi jugo de uva, mientras suspiro algo decepcionada.–Si quieres puedes contarme, soy como un padre de una buena iglesia católica, bueno aunque yo puedo contárselo a todo el mundo, y con el hecho de que soy judío.–Se mofa, después de hacer una broma.–Es broma, jamás lo haría.–Lo sé, no se preocupe doctor Steward, mis problemas no son tan importantes.–Sabía
(6)Estoy cansada y enferma de la seguridad del Doctor Mark. ¿Quién se cree que es? ¿Mi dueño? Así que toda la noche me quede en la estancia de enfermeras, para no verle la cara al doctor Mark.La verdad es que estaba totalmente y completamente confundida, ¿en verdad esto estaba pasando, o solo estaba soñando? Pero mi di cuenta que no estaba soñando, cuando el sol salió de la nada alumbrando mis ojos cansados. Ya eran las siete de la mañana, era hora de irme a casa. Así que me fui a los vestidores y me puse ropa de civil. Al salir del baño, me encuentro con una compañera de cabello rubio, llamada Alice.–Lamento molestarte cuando es tu descanso, pero el doctor Mark me pidió que no te dejara salir del hospital.–Con claridad me molesto, estoy cansada de trabajar sin descanso, me duelen los pies y todo mi cuerpo. Y ahora ese pelmazo me hace esto.–Lo lamento.–Me dice alejándose de mí gran enojo, ya que yo estaba más que furiosa, así que enojada camino hacia su oficina, quería decirle un p
(7)Realmente estaba algo decepcionada, ya que, si quería ganar más dinero, tenía que trabajar con mucho esfuerzo, y tal vez en seises meses, pueda ganar bastante para mandárselo a mi madre. Así que, aunque en este turno no me pagan, seguiría trabajando con todo mi esfuerzo, para no cometer más errores. Tres minutos después.No podía ni con mi alma, estaba exhausta.–Chica, tienes que ir a descansar un poco.–Me dice Ross tomándome de los hombros, mientras caminaba como un fantasma por todo el hospital. Ella me acompaña esta noche, ya que su turno se lo cambiaron, dejando a sus hijos con sus abuelos.–No puedo.–Le digo arrastrando mis palabras y mis piernas.–El doctor Mark me va a correr.–Murmuré intentando tomar aliento y fuerzas para poder seguir en pie.–Solo si te recuestas un poco en las camas vacías, no te pasara nada.–Me dice tratando de convencerme de que descansar, es la mejor medicina para mi fatiga.–Esta bien.–Le digo asintiendo con mi cabeza. Ella me tomó de la mano y me l
(8)En realidad, no me sorprendería que el doctor me despidiera, es más estaba resignada a esperar mi despido después de lo que dije. Ya no tenía intenciones de quedarme aquí, regresaría a mi pueblo natal y trabajaría en un hospital local.Después de la gran pelea que tuve con el doctor Mark, me fui directamente a la estancia de enfermeras con el trasero echando humo, en realidad quería mantener mi orgullo y no dejar que un maldito narcisista me lo quitara.–¿Qué pasa?–Me pregunta Ross sentándose al lado mío, después de ver mi ceño fruncido.–Creo que me despedirán.–Le contesté suspirando hondo, mientras recargo mi barbilla en mis manos.–¿Qué hiciste ahora?–¿Por qué me preguntaba eso? ¿Acaso yo siempre soy la que da problemas?–El doctor Mark, él...–Ruedo los ojos enojada, puesto que no puedo hablar por el coraje que tengo en mi pecho.–Él está actuando como un idiota conmigo.–Murmuré sin más.–¿De qué hablas?–Me pregunta confundida. No le iba a decir sobre todos esos encuentros íntim