(5)
¿Liza era la hija del doctor Mark? No podía creerlo, estaba anonadada. Ross se tuvo que ir a atender a un paciente en terapia intensiva, mientras yo tenía mi descanso para poder inundar mi cabeza de pensamientos.
Mi cabeza estaba hecha una m****a, ¿cómo era posible que justamente esa niña, que tanto me odia, sea la hija del doctor Mark? Me siento en una mesa en el jardín para tomar un jugo, mientras pienso con profundidad, pero alguien me interrumpe.
–¿Parece que estás pensando profundamente?–Me dice el doctor Steward, despertándome de mis pensamientos.
–Lo lamento es que he tenido un día muy bizarro.–Dije bebiendo del popote de mi jugo de uva, mientras suspiro algo decepcionada.
–Si quieres puedes contarme, soy como un padre de una buena iglesia católica, bueno aunque yo puedo contárselo a todo el mundo, y con el hecho de que soy judío.–Se mofa, después de hacer una broma.–Es broma, jamás lo haría.
–Lo sé, no se preocupe doctor Steward, mis problemas no son tan importantes.–Sabía que él no le dejaría así.
–Señorita Jefferson.–Dice con su voz grave.–Déjeme decirle que todo lo que tenga que ver con usted, es importante.–Me sonrojo, ya que el doctor Steward es tan atento, dulce y comprensivo. Era posible que sacará en mí una sonrisa, aun cuando los tiempos son de color negro.–Pero si no quieres decirme, ¿qué tal si vamos a caminar?–Yo asiento con la cabeza.
Estar con el doctor Steward es la mejor medicina para cualquier enfermedad mental. Estaba tan feliz de tenerlo a mi lado, me hacía reír tan fuerte, que algunos pacientes que se paseaban por el jardín, me miraban molestos.
–Usted es increíble, doctor Steward.–Le digo riéndome de un chiste que dijo.
–Usted también es linda, increíble, creativa y un poco torpe.–Se mofa de mí, mientras él es más alto que yo, su piel se acomoda bien al clima, haciéndolo ver como un modelo con su cabello castaño despeinado.
–¡Hey!–Le golpeó el brazo mientras seguimos caminando, pero antes de hacer algo más, una enfermera se nos acerca, llamando nuestras atención.
–Doctor Steward necesita ir rápidamente a la sala de urgencias, hay un herido.–Todo el tiempo estamos ocupados, era predecible que esto pasara, los accidentes jamás se hacen esperar.
–Si, Jane acompáñame.–Me dice con rapidez. Yo le sigo el paso, hasta llegar al hospital. Cuando entramos a la sala de urgencias, nos encontramos con un niño quien tenía la pierna algo desviada, se la había fracturado.
–Enfermera Jane, tráigame una anestesia.–Yo de inmediato corro a una pequeña vitrina donde tenemos medicamentos; vierto está en una jeringa y se la doy. Él de inmediato se la inyecta en su brazo, mientras poco a poco el niño empezó a quedarse dormido.–Tenemos que llevarlo de inmediato cirugía, uno de sus hueso se ha roto y necesitamos ponerle algunos tornillos.–Dijo el doctor Steward, al ver las placas de rayos x . La madre del niño estaba tan asustada por su hijo.
–No se preocupe señora, su hijo estará bien, el doctor Steward sabe lo que hace.–Ella toma mi mano con fuerza, mientras decido no quitarla y darle mi apoyo. Los camilleros encaminaron al pequeño niño al quirófano, mientras la madre y yo lo acompañamos hasta llegar a las puertas del quirófano.
–Cuide a mi pequeño.–Le pide la madre sollozando a Harry, ella es joven y supongo que es su primer hijo, así que no sabe cómo lidiar como un problema como este.
–No se preocupe, yo y la enfermera Jane lo haremos bien.–Yo no podía trabajar con Harry, pues él tiene sus enfermeras y mi jefe desgraciadamente es el doctor Mark, así que esto iba a ser un problema, pero me olvide de eso por el pequeño niño.
*
Tardamos tres horas y media operando a ese pequeñito, que se había fracturado por completo su pierna derecha, mientras estaba jugando en un trampolín. Cuando terminamos la cirugía, le limpió la frente a el doctor Steward, y algo sorprendente paso, no sentí que las piernas me temblaban, así que orgullosa les agradezco a todo el equipo que ayudó.
Al salir del quirófano, me encontré con la madre del niño, quien aún sigue muy consternada por su hijo.
–¿Como esta Kyle?–Pregunta mientras está luciendo afectada por su hijo.
–Muy bien, su hijo es un luchador, lo hizo perfecto.–Le dije tomándole de las manos.
–Gracias, usted es un ángel.–Me dice abrazándome con fuerza, pero esto no duró mucho, escuchó una voz fuerte y gruesa decir:
–¿Un ángel trata mal a sus pacientes? ¿es incompetente y no sabe sacar sangre? ¿cree que es un ángel?–De inmediato miro a Dante parado ahí con su porte de superioridad en medio del pasillo, mirándonos con enojo.
–Tal vez sea todo eso, pero no soy una arrogante que solo intenta pisotear a los demás para tener todo el crédito.–Él solo se mofa con las manos metidas en su bata.
–Bien, si eso cree de mi señorita Jefferson, está bien.–Mofa como si no le importara lo que le dije.–Las 500 personas que trabajan aquí, incluyendo los que limpian las habitaciones, piensan que soy el mejor doctor en todo el área y no necesita decirme nada más que eso.–Yo solo gruño molesta, mientras siempre presume de su inteligencia.
–Bueno, tal vez es porque esas 500 personas no lo conocen bien.–Escupí con veneno en mi boca.
–¿Y usted sí?–Pregunta mientras me daba tanta rabia, quería mandarlo por un tubo a ese gran imbécil. Él solo sale de la escena burlón. ¿Cómo es posible que me humille de esa manera enfrente de un paciente?
–Yo no creo lo que ese arrogante doctor dice.–Me dice la madre de Kyle, mientras ve al doctor Mark irse.
–Gracias señora, me encanto haber podido ayudar.–Le doy una sonrisa confortadora. Ella solo sonríe, pero mi sonrisa ya no es tan natural como antes. El hecho de que el doctor Mark me humille de esta manera, me hace querer matarlo. Si en verdad me odia tanto, ¿por qué demonios quiere estar en mis pantaletas? Confundido camino a la estancia de enfermeras y me encuentro con Ross.
–El doctor Mark me dio una mala queja de ti.–Me dice preocupada, mientras veo que está un poco decepcionada.
–¿Qué pasa ahora?–Pregunté cansada de él, mientras ruedo los ojos.
–Dice que ayudaste al doctor Steward, cuando él tiene sus propias enfermeras, ¿quieres que te de una regañiza?–Me pregunta con una ceja alzada.
–¡Ese pelmazo!–Maldigo con fuerza.–¿Que quiere que haga? Tenía que ayudarlo, las enfermeras no estaban ahí, para ayudarle al doctor Steward.–Trató de disculpar mi grave acción.
–Te quedarás doble turno con él.–Me dice viendo su libreta, siguiendo órdenes del doctor Mark. ¿Doble turno? No había dormido nada y ahora me tengo que quedar esta noche con este mal nacido.
*
Cuando todas las enfermeras se despiden para un buen descanso, después de la jornada de trabajo, yo tengo que toma una doble taza de café para no dormir.
–Jane, iré primero a casa.–Me dice Ross poniéndose su ropa de civil.
–Si, ve con cuidado.–Estaba un poco celosas, ya que ella podría ir a dormir.
–Lo haré, cuídate.–Me da un beso en la frente, como si fuera mi madre.
*
Las luces del hospital se apagan y yo tengo que revisar a los enfermos; todos ellos estaban dormido, lo que era bueno, así no tendría que hacer nada exhaustivo. Al terminar mi guardia, voy a la cafetería a tomar otra taza de café, pero estoy tan agotada que me quedo completamente dormida encima de la mesa. Eso fue hasta que sentí algo frio pasar por mi espalda, de inmediato me levanto y miro a ese pelmazo.
–Si estás de guardia, ¿por qué demonios estás dormida?–Alza una ceja, mientras tiene una lata de soda congelada en su mano.
–No he dormido desde hace días.–Le confieso cansada, mientras trato de abrir mis ojos grandes.
–Yo tampoco y estoy dando mi cien por ciento.–Dijo abriendo la lata.–¿No crees que actúas como una holgazana?–Pregunta mientras me sigue haciendo la plática.
–No, yo ya hice lo que tenía que hacer.–Dije mientras recargo mi cabeza en mis manos.
–¡Oh, bien! Venga conmigo. –Me dijo extendiéndome su mano, yo no la tomo, para seguirle el paso. Me lleva hacia su oficina, mis manos están sudando, ¿qué es lo que quiere hacer ahora? Al entrar a está mientras cierra la puerta con seguro, yo respiro lo más hondo, no dejaría que pasara una vez más.–Tome asiento.–Me dice señalándome una silla de cuero. Yo me siento en esta, totalmente incómoda.–Usted ayudo a mi compañero Steward esta tarde, ¿no?–Me pregunta, aun sabiendo que fue así.
–Si, era urgente y sus enfermeras no estaban.–Él se queda callado unos minutos, para luego decirme:
–No sabes cuánto me enfurece que trabajes bien con Harry, pero conmigo eres una fracasada.–Me dice muy enojado y algo frustrado.
–Lamento que piense que soy una fracasada, le pido que no me llame de esa manera, porque no lo soy.–Le contesté poniéndome el orgullo, que encontré tirado en el suelo.
–¿Me estas contestando?–Me pregunta alzando la ceja.
–Si, porque yo defiendo mis ideales y no creo que este bien que me hable de esa manera. Y si le disgustó tanto, ¿por qué demonios no pide un cambio? Así su calvario terminaría.–Le digo furiosa, él solo se ríe estirando los brazos –¿Le da risa?–Preguntó alzando una ceja.
–Mucha.–Muerde su labio y de la nada tira con fuerza todo lo que hay encima de su escritorio, se recarga en está, impulsándose para tomar de mi cara y besar mis labios. Su boca olía tan bien, mientras su saliva era como probar del santo grial, mi cuerpo entero se llenó de una curiosidad por saber qué hay debajo de todo ese uniforme blanco, pero después recuerdo que esto no está bien y lo empujó.
–¿Que haces?–Intentó limpiar su saliva de mi labios, pero es deliciosa.
–Que le puedo decir, esta es la Jane que tanto me gusta, respondona y demasiado sexy.–Mi corazón late con fuerza, mientras él dice esas cosas tan elocuentes de mí.
–¡Deje de hacer eso!–Gritó con fuerza.
–¿Qué es lo que hago?–Me preguntó alzando la ceja, como si no supiera lo que está haciendo.
–¡Deje de jugar conmigo!–Grité una vez más con fuerza. Él me tomó del brazo a la fuerza dejándolo rojo, yo intenté zafarme pero él me acuesta en su escritorio, para besar mis labios con más comodidad, pero yo no abro la boca. Él me mira unos segundos y yo le escupo en la cara.
Él me suelta mientras yo intento alejarme, para tomarme una vez más y me pone en la mesa. Intenta besarme una vez más pero no puedo evitar abrir la boca y dejar pasar su lengua hasta mi garganta. Mis manos se posan en su espalda, frotando está con fuerza y sintiendo su calor de hombre.
Él se aleja un poco de mi boca para intentar quitarme el uniforme, pero yo lo empujo y le doy una cachetada con fuerza.
–¡Váyase a la m****a!–Grité mientras me levanto de la mesa, tratando de no verme desalineada para salir de la habitación, pero Dante me toma una vez más del brazo con fuerza, haciendo que este quedara más rojo de lo que estaba. Él inesperadamente me da una cachetada, que ni él ni yo esperábamos.
–¡Deja de actuar como una perra, nadie me golpea!–Grita con furia, mientras qué es la primera vez qué le veo fuera de sí, es como si su racionalidad se esfumara de su cuerpo tan bien uniformado.
–Es un poco hombre.–Él solo sonríe y me levanta del suelo para llevarme contra la pared.
–¿Sabes que eres la primera mujer que me ha abofeteado?–Yo lo odio tanto, siento tanto dolor en mi estómago.–Y usted es a la primera mujer que le he abofeteado.–Susurra con algo de pena de ser la única mujer, a la que abofetea.
–¿Y por qué me elijo a mi?–Le pregunte mientras aprieto mis dientes.
–Porque nunca había conocido a una mujer como usted, nadie en este hospital me gusta. Son como hormigas pequeñas qué me miran como si fuera un depredador. Yo soy el oso hormiguero qué se come todo a su paso. Tú no eres una hormiga qué me sigue, sino una mosca que rodea al oso y hace que se moleste por el horrible sonido de su voz.–Pone sus dedos en mi boca, apretando de mis labios con fuerza.
–¿Está diciendo que le gusto?–Pregunté después de tantos ejemplos que me ha dado.
–Se puede decir que quiero entrar en usted, para sentir su profundidad.–Me dice susurrándome aún.–Nunca había deseado la carne de alguien, como la de usted.–Me confiesa, mientras yo sudo en mis interiores.
–Yo no soy solo carne.–Lo empujo.–¡Doctor Mark, no quiero convertirme en su juguete!–Le expreso mi preocupación.
–Claro que lo harás, lo estás haciendo ahora.–Él baja sus manos hacia mi feminidad, haciendo un movimiento que me hace jadear y abrir más las piernas.–Lo ves, no puedes resistirte a mí, y tengo que decir qué yo tampoco a usted, señorita Jefferson.
–¡Déjeme salir ahora!–Le grité intentando quitar sus manos venosas de mi cuerpo.
–No hasta que hagamos algo que disfrutemos, después te puedes ir, pero recuerde pediré más de usted.–Me exige como si tuviera que en tragarme cada vez que el me lo pida.
–No soy su p**a ni la de nadie más, déjame ir, si no gritaré.–Amenazó que lo haré.
–Grite si quiere, nadie aquí le hará caso, ya que tiene prohibido entrar a mi consultorio.–Él me estaba matando. Me carga en sus brazo, para quitarme las medias y los zapatos, después me pone en la mesa, mientras abre mis piernas en par en par, mientras pasa sus labios peligrosos por mi piel, haciéndome sentir algo singular.
–Tu piel es tan tesa–Me dice, mientras siento que su lengua es rasposa y inquietante.
–No quiero hacerlo.–Le contesté al ver su hombría demasiado notable.
–¿Por qué no? ¿Te da miedo que sea duro contigo o que te haga daño?–Preguntó mientras me hace sentir como una niña tonta.
–Yo nunca he...–Él ni siquiera me deja terminar y me dice:
–¿Nadie te han cogido nunca?–Lo dijo de broma, obviamente.
–¡No!–Grite molesta.
–Es imposible que seas virgen, eres hermosa.–Ahora me siento alagada y ofendida al mismo tiempo.– ¿Qué fue lo que pasó? Pensé que solo era una broma pesada, o para hacerla ver a un más deseable a mis ojo.–Yo froto mis manos algo culpable, ¿pero por qué tengo qué sentirme culpable?
–No tengo porque contestar, ahora déjeme ir.–Él asiente con la cabeza, mientras me pone las medias y los zapatos, para luego ayudarme a levantar. Cuando estoy por abrir la puerta él me dice.
–Esto es más divertido para mí.–Ahora expresa, mientras sonríe.–Ser el primero, ¿ah? Es como si fuera mía para siempre.–Sus palabras son tan egoístas, él no quiere nada conmigo y ahora quiere ser el único en mi vida, ¿qué demonios está pensando?
–Yo no le pertenezco a nadie.–Dejó su oficina sin más, no podía recibir más puñaladas, en mi corazón sensible. Mi corazón palpita a mil por hora, pero es porque sigo siendo algo joven e inexperta.
¿Por qué juega conmigo, sin importarle cómo me siento? ¿Acaso solo piensa en su egoísta corazón?
(6)Estoy cansada y enferma de la seguridad del Doctor Mark. ¿Quién se cree que es? ¿Mi dueño? Así que toda la noche me quede en la estancia de enfermeras, para no verle la cara al doctor Mark.La verdad es que estaba totalmente y completamente confundida, ¿en verdad esto estaba pasando, o solo estaba soñando? Pero mi di cuenta que no estaba soñando, cuando el sol salió de la nada alumbrando mis ojos cansados. Ya eran las siete de la mañana, era hora de irme a casa. Así que me fui a los vestidores y me puse ropa de civil. Al salir del baño, me encuentro con una compañera de cabello rubio, llamada Alice.–Lamento molestarte cuando es tu descanso, pero el doctor Mark me pidió que no te dejara salir del hospital.–Con claridad me molesto, estoy cansada de trabajar sin descanso, me duelen los pies y todo mi cuerpo. Y ahora ese pelmazo me hace esto.–Lo lamento.–Me dice alejándose de mí gran enojo, ya que yo estaba más que furiosa, así que enojada camino hacia su oficina, quería decirle un p
(7)Realmente estaba algo decepcionada, ya que, si quería ganar más dinero, tenía que trabajar con mucho esfuerzo, y tal vez en seises meses, pueda ganar bastante para mandárselo a mi madre. Así que, aunque en este turno no me pagan, seguiría trabajando con todo mi esfuerzo, para no cometer más errores. Tres minutos después.No podía ni con mi alma, estaba exhausta.–Chica, tienes que ir a descansar un poco.–Me dice Ross tomándome de los hombros, mientras caminaba como un fantasma por todo el hospital. Ella me acompaña esta noche, ya que su turno se lo cambiaron, dejando a sus hijos con sus abuelos.–No puedo.–Le digo arrastrando mis palabras y mis piernas.–El doctor Mark me va a correr.–Murmuré intentando tomar aliento y fuerzas para poder seguir en pie.–Solo si te recuestas un poco en las camas vacías, no te pasara nada.–Me dice tratando de convencerme de que descansar, es la mejor medicina para mi fatiga.–Esta bien.–Le digo asintiendo con mi cabeza. Ella me tomó de la mano y me l
(8)En realidad, no me sorprendería que el doctor me despidiera, es más estaba resignada a esperar mi despido después de lo que dije. Ya no tenía intenciones de quedarme aquí, regresaría a mi pueblo natal y trabajaría en un hospital local.Después de la gran pelea que tuve con el doctor Mark, me fui directamente a la estancia de enfermeras con el trasero echando humo, en realidad quería mantener mi orgullo y no dejar que un maldito narcisista me lo quitara.–¿Qué pasa?–Me pregunta Ross sentándose al lado mío, después de ver mi ceño fruncido.–Creo que me despedirán.–Le contesté suspirando hondo, mientras recargo mi barbilla en mis manos.–¿Qué hiciste ahora?–¿Por qué me preguntaba eso? ¿Acaso yo siempre soy la que da problemas?–El doctor Mark, él...–Ruedo los ojos enojada, puesto que no puedo hablar por el coraje que tengo en mi pecho.–Él está actuando como un idiota conmigo.–Murmuré sin más.–¿De qué hablas?–Me pregunta confundida. No le iba a decir sobre todos esos encuentros íntim
(9)Jamás me di cuenta de lo difícil que iba a ser estar con el doctor Mark. No quiero jugar con fuego, así que mejor me retiro antes de ser quemada. Huir de él no fue fácil, pero logré mantenerme a salvo en la cafetería hasta por fin terminar mi jornada de trabajo. Así que empaco mis cosas para ir a el departamento de Ross.Antes de salir por las puertas de vidrio del hospital, Ross llama mi atención.–Puedes comer un poco de sopa que hice ayer.–Ella luce descansada y limpia.–Calienta de esta en el microondas.–Yo solo asiento con mi cabeza cansada.–Te veo en la noche.–Le digo feliz de por fin ir a descansar.Salgo del hospital para tomar el metro. El largo camino hacia el departamento es de más o menos media hora. Al llegar a este, me sentí aliviada ya que me dolían los pies. Al entrar a el departamento, me di cuenta que todo estaba tirado, nada nuevo en la casa de Ross. Camine directo a la habitación para caer dormida.Después de estar dormida un largo tiempo, mis sueños fueron per
(10)A la mañana siguiente.Era hora de ir a trabajar, así que me levantó junto con Ross y sus niños.–Come bien, Jane.–Me dice Ross mientras desayunamos cereal.–Estas adelgazando mucho.–Me repite una vez más, mientras que yo siento que he comido bastante estos días.–Compraré un suplemento alimenticios.–Le digo tomando mi bolso y viendo que me quedaba poco dinero, ya que la mayoría de esté se lo envié a mi madre.–Será para la siguiente semana.–Murmuré guardando mi cartera en mi bolso.–Bien, es hora de irnos.–Me dice levantando todos los platos de cereal de la mesa, para amontonarlos en el lavaplatos.–Adiós niños.–Le digo a sus par de hijos, Lily y Sam. Después de que el autobús se llevará a los niños, las dos corrimos hacía el subterráneo.*Al llegar al hospital, corrimos apuradas a nuestros puestos de trabajo. Como siempre yo tendría que ir a la oficina del doctor Mark. Y al llegar a esta, me di cuenta que estaba charlando con la siempre elegante doctora Miller. Ella le estaba ro
(11)–¿Puede ser más infantil?–Le preguntó colmada, mientras frunzo mi ceño.–Ve a dormir.–Me ordena, mientras yo empiezo a temblar.–¿D–dormir? ¿Aquí?..–Ni yo misma podía imaginarme tal cosas.–Puedes quedarte con el vago de afuera, pero será más cómodo quedarte aquí.–Él también luce desconcertado, mientras se escucha hablar.–En realidad está actuando dulce.–Le digo moviendo mi boca.–Es extraño.–Murmuré mientras siento un escalofrío pasar por mi cuerpo.–Señorita Jefferson, aprovéchese de que estoy siendo lindo con usted, así que suba.–Él me señaló las largas escaleras color vino. Lentamente subo cada una de ellas, para encontrarme con tres puertas de madera, y él me señala la primera que es blanca.–Ese es mi cuarto, te prohíbo entrar a esta.–Me dice dándome un golpecito en la cara.–Ese.–Me señala la puerta roja.–Es el baño.–Para después señalar la última que es color chocolate.–Esa es el cuarto de huéspedes, dormirás ahí.Yo asiento con mi cabeza, el solo gruñe y me empuja a ellas
(12)En realidad, no sé en qué momento mi corazón empezó a trabajar tan rápido. Esa noche que me quede en la casa del doctor Mark, en realidad no pude pegar ni ojo; estaba cansada y mucho más, pero pareciera que mi cerebro y mi corazón ahora están trabajando juntos.Siento un enorme cosquilleo pasar por mi estómago, al pensar en el doctor Mark. Se que es malo estar enamorada, de una persona tan fría como él, pero no puedo dejar de pensar en él cada segundo.Cuando mi reloj dio las siete en punto de la mañana, era hora de preparar el desayuno. Me pongo una linda bata, que esta en el closet de esta habitación, para luego bajar a la cocina.Prepare huevos con judías negras, tocino, habas, pan tostado y salchichas. Era un perfecto desayuno británico. El departamento olía bastante bien, así que escuche los paso de alguien bajando las escaleras; al verlo le sonrió abundantemente.–Buenos días.–Le dije, mientras pongo la comida en un plato blanco.–Buenos días, señorita Jefferson.–Me dice se
(13)–¿¡Un hotel!?–Le gritó con fuerza.–¿Quién demonios cree que soy?–Le pregunté ofendida. Él solo sonríe con esa cara de diablo que tiene.–Soy tu jefe.–Me susurra al oído.–Y si quieres ganar más dinero, tendrás que tirar todo esté apestoso orgullo que crees tener.–Él me hace sentir emocionada y al mismo tiempo ofendida.–No lo creo tener.–Le contesto alejándome un paso de él.–Lo tengo, y si me permite, me iré.–Le aviso saliendo del consultorio, mientras estaba completamente enojada. No podía ser tan desvergonzado, en realidad quería matarlo o castrarlo. Al salir del hospital rumbo al departamento de Ross, mi celular sonó con la intensidad de un demonio. Yo aún muy molesta por lo del doctor, contesto de mala gana.–¿Hola?–Conteste mientras el aire caliente sale de mi boca.–¿Hija?–Era mi madre.–¿Ahora qué?–Le contestó molesta, mientras que ya me ha dado muchas molestias.–Tu hermano.–Me dice llorando.–Kyle se rompió la pierna.–¿Está bien?–Le preguntó preocupada, mientras me siento