(10)A la mañana siguiente.Era hora de ir a trabajar, así que me levantó junto con Ross y sus niños.–Come bien, Jane.–Me dice Ross mientras desayunamos cereal.–Estas adelgazando mucho.–Me repite una vez más, mientras que yo siento que he comido bastante estos días.–Compraré un suplemento alimenticios.–Le digo tomando mi bolso y viendo que me quedaba poco dinero, ya que la mayoría de esté se lo envié a mi madre.–Será para la siguiente semana.–Murmuré guardando mi cartera en mi bolso.–Bien, es hora de irnos.–Me dice levantando todos los platos de cereal de la mesa, para amontonarlos en el lavaplatos.–Adiós niños.–Le digo a sus par de hijos, Lily y Sam. Después de que el autobús se llevará a los niños, las dos corrimos hacía el subterráneo.*Al llegar al hospital, corrimos apuradas a nuestros puestos de trabajo. Como siempre yo tendría que ir a la oficina del doctor Mark. Y al llegar a esta, me di cuenta que estaba charlando con la siempre elegante doctora Miller. Ella le estaba ro
(11)–¿Puede ser más infantil?–Le preguntó colmada, mientras frunzo mi ceño.–Ve a dormir.–Me ordena, mientras yo empiezo a temblar.–¿D–dormir? ¿Aquí?..–Ni yo misma podía imaginarme tal cosas.–Puedes quedarte con el vago de afuera, pero será más cómodo quedarte aquí.–Él también luce desconcertado, mientras se escucha hablar.–En realidad está actuando dulce.–Le digo moviendo mi boca.–Es extraño.–Murmuré mientras siento un escalofrío pasar por mi cuerpo.–Señorita Jefferson, aprovéchese de que estoy siendo lindo con usted, así que suba.–Él me señaló las largas escaleras color vino. Lentamente subo cada una de ellas, para encontrarme con tres puertas de madera, y él me señala la primera que es blanca.–Ese es mi cuarto, te prohíbo entrar a esta.–Me dice dándome un golpecito en la cara.–Ese.–Me señala la puerta roja.–Es el baño.–Para después señalar la última que es color chocolate.–Esa es el cuarto de huéspedes, dormirás ahí.Yo asiento con mi cabeza, el solo gruñe y me empuja a ellas
(12)En realidad, no sé en qué momento mi corazón empezó a trabajar tan rápido. Esa noche que me quede en la casa del doctor Mark, en realidad no pude pegar ni ojo; estaba cansada y mucho más, pero pareciera que mi cerebro y mi corazón ahora están trabajando juntos.Siento un enorme cosquilleo pasar por mi estómago, al pensar en el doctor Mark. Se que es malo estar enamorada, de una persona tan fría como él, pero no puedo dejar de pensar en él cada segundo.Cuando mi reloj dio las siete en punto de la mañana, era hora de preparar el desayuno. Me pongo una linda bata, que esta en el closet de esta habitación, para luego bajar a la cocina.Prepare huevos con judías negras, tocino, habas, pan tostado y salchichas. Era un perfecto desayuno británico. El departamento olía bastante bien, así que escuche los paso de alguien bajando las escaleras; al verlo le sonrió abundantemente.–Buenos días.–Le dije, mientras pongo la comida en un plato blanco.–Buenos días, señorita Jefferson.–Me dice se
(13)–¿¡Un hotel!?–Le gritó con fuerza.–¿Quién demonios cree que soy?–Le pregunté ofendida. Él solo sonríe con esa cara de diablo que tiene.–Soy tu jefe.–Me susurra al oído.–Y si quieres ganar más dinero, tendrás que tirar todo esté apestoso orgullo que crees tener.–Él me hace sentir emocionada y al mismo tiempo ofendida.–No lo creo tener.–Le contesto alejándome un paso de él.–Lo tengo, y si me permite, me iré.–Le aviso saliendo del consultorio, mientras estaba completamente enojada. No podía ser tan desvergonzado, en realidad quería matarlo o castrarlo. Al salir del hospital rumbo al departamento de Ross, mi celular sonó con la intensidad de un demonio. Yo aún muy molesta por lo del doctor, contesto de mala gana.–¿Hola?–Conteste mientras el aire caliente sale de mi boca.–¿Hija?–Era mi madre.–¿Ahora qué?–Le contestó molesta, mientras que ya me ha dado muchas molestias.–Tu hermano.–Me dice llorando.–Kyle se rompió la pierna.–¿Está bien?–Le preguntó preocupada, mientras me siento
(14)A la mañana siguiente, desperté como en un cuento de hadas. Nunca en mi vida me había sentido tan bien. Me estiro entre las sábanas mientras intento ver donde salir, al salir de estas, me doy cuenta que el doctor Mark no está a mi lado. De inmediato me molesto, volteo mi cabeza algunos centímetros para darme cuenta que en la mesa de café hay una nota.La tomó y lo único que dice es."Toma esta pastilla, toma otra cada 5 horas por 4 días"En si me dejo solo una receta, yo tomo la pastilla intentando creer que el sigue en el cuarto, así que salgo a la sala y a el comedor, para encontrarme con nada. No había señal del doctor Mark. Pero luego pensé ¿por qué demonios se quedaría? sí solo fue un negocio.Por una parte, me sentí tan mal, avergonzada de mí misma, no podía creer lo que había hecho por proteger a mi familia. Lo primero que hice fue darme una ducha en ese hermoso baño. Después me puse mi uniforme para irme a trabajar, pero antes de irme, hago una llamada a casa. De inmediat
(16)A la mañana siguiente, un hermoso sol me despierta deslumbrando mi cara deslavada. Yo me siento muy feliz y completa. A mí lado ya no está el doctor Mark, así que me levanto y me pongo sus pantuflas y su suéter de lana que me tapa lo suficiente como para salir hacia la sala.Yo lo busco como una loca y al llegar a la sala, me doy cuenta que está sentado ahí con un nuevo traje color azul marino y su bata. Parece tranquilo leyendo el periódico, con una sonrisa me acerco a él mientras mis piernas desnudas son más atractivas con este suéter.–Buenos días.–Le dejo un beso en su mejilla inesperadamente, mientras me siento en el sillón y trató de atraer el calor, pasando mis manos por mis brazos. Él me mira muy poco, parece frio y no el de anoche.–Tomate una ducha y puedes llevarte algo de mi armario.–Me dijo con frialdad.–¿De qué hablas?–Le digo sin entender, mientras lo miro.–Quiero que te largues.–Me dice con furia.–No te quiero en mi casa más, hasta que te necesite. ¿Entiendes? –
(17)Se que Liza definitivamente no es mi hija, pero la quiero como si lo fuera. Su padre era demasiado egoísta con esa pequeña, que no podía dejarla sola, así que me ocupe de que ella estuviera cómoda.Llene su habitación de cosas que compre con el dinero de su padre, bueno el que me gane acostándome con él. Adorne su cuarto como si fuera el de una princesa, desde las sabanas hasta las cortinas, también le compre una pequeña mesa blanca donde podría poner todas sus medicinas, y también un pequeño espejo para que se mire cuando ella quiera.Las enfermeras que cuidan de ella, me ayudaron a persuadirla, en cuanto yo armaba todo esto. Después la trajeron con una venda cubriendo sus lindos ojos avellana. Ella entró al lugar con una sonrisa en su boca, y al desatarle la venda, sus ojos se alumbraron de felicidad, e incluso tapó su boca y dio un grito ahogado.–¿Qué es esto?–Preguntó incrédula, mientras se le ve feliz.–¡Sorpresa!–Le digo sonriente.–¿Tú lo hiciste?–Me pregunta con lágrimas
(18)Al siguiente día todo era diferente, los labios del doctor Steward se quedaron conmigo como un sticker. Ya nada era igual o eso creía, tal vez porque aún conservaba el sabor de sus labios en mí. Toda la noche me quedé con Ross en el hotel, para cuidar un poco de ella y de sus hijos.A la mañana siguiente, me levante temprano para prepararme para ir a trabajar, claro que, sin despertar a la pobre de Ross, quien aún seguía dormida. Me daba gusto ver que descansara, ya que por lo que se, Ross jamás se ha tomado vacaciones; siempre es responsable y trabajadora.Después de arreglarme, salí de la habitación en silencio para no perturbar el sueño de nadie. Después tomé un taxi que me llevó al hospital. Era la primera vez que podía costear un taxi, era bastante cómodo viajar en éste, mientras que no tengo que preocuparme de los ladrones o de perder el autobús correcto. Al llegar al hospital, me encuentro con las enfermeras reunidas en la sala, viendo un pequeño cartel color rosado.–¿Qué