(2)
El doctor Mark me había besado. No puedo evitar estar realmente sorprendida por ello, ya que pensé que me odiaba. Sus labios se despegan lentamente de los míos, mientras sus manos salen de mi pantalón sin decir más. Después arregla su bata y sale del cubículo sin decirme nada. Él me deja sola, mientras que mi cabeza intenta procesar lo que acaba de pasar.
–¿Por qué permitiste que te besara?–Me regaño a mí misma mientras golpeó mi cabeza con mi mano derecha. Antes de salir del cubículo, me arregle el uniforme para que nadie notará lo que acababa de pasar en el lugar.
Y al salir del cubículo, me encontré con Ross, quién lucía bastante preocupada por mí, después de pasar bastante tiempo en el cubículo.
–¿Que paso?–Me pregunta la rubia, mirando mi cara pálida.–Parece que viste a una fantasma.–Ella pasa sus manos delgadas por mi frente, tratando de ver si tengo calentura o algún otro síntoma que pueda ser relacionado con la medicina, pero yo solo estaba siendo presa de la excitación y la sorpresa.
–Él me...–Le iba a decir lo sucedido, pero mi cabeza me grito interiormente: ¡No lo digas!.–Me dio algunas puntadas.–Termine diciendo mientras mi cabeza está dándome vueltas. En realidad, yo no era una buena mentirosa, no me gustaba hacerlo porque simplemente no era algo que solía hacer, así que sabía que estaba empezando con en el pie izquierdo en Londres.
–Debió dolerte, deberías de tomarte el día.–Me aconseja mientras se preocupa mucho por mí bienestar.
–Es mi primer día Ross, no quiero hacer eso.–Aún cuando mi mente está en la nubes y está pensando en ciento de cosas, tengo que seguir y dejar pasar todo lo que pasó en ese cubículo.
–Esta bien, ve con tu jefe, tiene una paciente en pediatría, habitación 304.–Era la habitación de esa pequeña malhumorada de sangre pesada, pero sabía que tenía que seguir con mi trabajo a pesar de que ella me odiara tanto como pensé que él doctor Mark me odiaba.
Y al llegar a la habitación, me encontré que el doctor Mark ya estaba en el lugar, sentando sobre la cama de la pequeña de ojos cafés y piel pálida. Él parecía ser bueno con los niños, ya que la niña le sonreía abundantemente, lo que no hace con los demás. Era extraño verlos juntos, ya que parecía que allí había algo más que sólo una paciente y un doctor. Parecía que tenían una buena relación.
–Doctor Mark.–Dije anunciando mi llegada.
–¿Otra vez ella?–Pregunta la pequeña, rodando los ojos al verme.
–Ella es mi ayudante Lizzy.–Hasta la llama Lizzy, como si fueran buenos amigos.
–Ella es una tonta.–Escupe la maleducada.–¿Por qué no mejor me dejas ser tu ayudante?–Dante mofa dulcemente al oírle hacer esa pregunta, para luego pasar su mano por su cabello negro y delgado.
–Me encantaría que fueras mi ayudante, pero primero tenemos que curarnos.–Le deja un beso en sus mejillas y se pone enfrente mío.–Ponle una solución de Bifosfonatos.–Me indica.
–Sí.–Le respondí asintiendo con la cabeza, pero me doy cuenta que la pequeña niña no deja de mirar a Dante, ¿acaso está enamorada de él? Aunque no la culpo, es bastante guapo, pero eso no borra su mal carácter y que bese a sus enfermeras descuidadamente.
Pero como no encontré el medicamento en los estantes del cuarto de la niña, tuve que salir de la habitación, para poder buscar la medicina. Después de tomar el medicamento de nuestro cuarto de medicamentos, llegué a la habitación con la medicina en mano, para después pasar la solución por su intravenosa.
–Ya está linda.–Le avise al acabar, sonriendo y tratando de ser dulce con la pequeña.
–Gracias.–Me dice sin mirarme, mientras se le ve distante ante mi dulzura, por otra parte el doctor Mark solo se burla de mí, apareciendo en la habitación sin avisar. Después me indica que salga de la habitación, así que hice lo que él me pidió.
–Adiós.–Le dije a Liza antes de salir por su puerta, pero por su parte, ella me ignora mientras qué se ve que está sintiendo como pasa la medicina por sus venas, ya que hace algunas caras.
Y al salir de la habitación, el doctor Mark me estaba esperando para tener una conversación conmigo sobre la pequeña.
–Esa pequeña tiene cáncer de huesos y de sangre.–Yo de inmediato me siento mal por la niña, así que suspiré con tristeza. –Así que espero que entiendas su comportamiento.–Me dice con sus manos detrás de la espalda, mientras camina con un porte junto a mí.–Ella es algo dura con todo el mundo, pero tengo que decirle, que tiene algo de razón en que usted es una tonta.–Me dice mofando, después de disculpar el mal carácter de la pequeña. Yo por mi parte, no me puedo sentir más que ofendida. ¡Es un idiota! Pero después recapacito conmigo misma, ¿por qué estar enojada con una niña que está tan enferma? Así que me doy cuenta que tal vez pueda ser una idiota, tal y como dijo ella.
–¿Disculpe?–Llame su atención mientras me detengo en medio del pasillo.–Tal vez usted sea mi jefe y todo eso, pero no tiene que ser tan grosero conmigo. Y...–Miro mis dedo con nervios, ya que aun pensaba en su labios tan húmedos sobre los míos.–Usted me beso.–Lo tenía que decir, me estaba molestando mucho el hecho de que fuera un idiota y que a pesar de ser un idiota, fuera tan increíble para besar, llenándome de sentimientos que quería sacar de mi tonto corazón.
–¿Y hay algún problema?–¡Vaya que este idiota, necesita que le den una buena paliza!–Yo puedo hacer lo que quiera con usted.–Termina de decir mientras que mi cuerpo deja de tener pena y se empieza a llenar de enojo
–¿Y lo hace con todas la enfermeras?–Le pregunté mientras el de inmediato gruñe, al oír mi pregunta mientras que su cara bellísima se torna diferente, era como si mi pregunta lo hubiera ofendido demasiado.
–¿Quién crees que soy? ¿Un maldito canalla?–Ahora dice agresivo, tratando de defenderse. Pero para mí lo era.
–Déjeme pensar... sí.–Le contesté enojada mientras cruzo mis brazos, molesta por el simple hecho de recibir una respuesta sin fundamentos.
–Debes de estar loca al pensar que soy de esa manera, y si no te has dado cuenta, tienes manchado tu pantalón desde hace a unos minutos.–Rueda los ojos y se va muy ofendido por el largo corredor, dejándome sola con mi mancha.
Yo me miro atrás sobre el cristal de un extinguidor, reconociendo que tengo una gran mancha de color azul en mi pantalón. ¿Cómo es que llego esa mancha de tinta a mi trasero? Así que confundida, camino a la sala de enfermeras, tratando que la mancha no se viera, pero al entrar a la habitación me encuentro con el doctor Steward, quién estaba hablando con sus enfermeras a cargo.
–¡Hola!–Me dice feliz de verme en cuanto termina de hablar con sus enfermeras, aunque no podía negar que el lucía unas ojeras tremendas, que eran tan visibles que se podrían ver desde otro continente, pero se veía tan atractivo.
–Hola.–Le contesté apenada y tratando de ocultar mi pantalón, mientras me escondía detrás de una mesa.
–Te ves pálida, ¿pasa algo?–Preguntó el hombre realmente preocupado por mí. Claramente todos me estaba preguntando por mi estado, me debía de ver tan mal que es por eso que causó tanta preocupación entre mis nuevos compañeros.
–No, solo tengo que entrar a ...–Pero él me interrumpe antes de dejarme hablar.
–¿Quieres comer conmigo?–Pregunta mientras luce tan encantador con su sonrisa tierna y amable, pero él de inmediato nota que estoy escondiendo mi trasero, así que me da la vuelta inesperadamente y mira mi desafortunado pantalón.
De inmediato y con una reacción rápida, se quita su bata y me la pone en la cintura, haciendo que la mancha no se viera más.
–Te llevare al cuarto de servicio, allí hay uniforme de enfermeras esterilizados.–Toma de mi mano con confianza, mientras que en el camino hacia el cuarto de uniformes, me encuentro a él doctor Mark, quién estaba platicando con unos doctores. Él solo me ve como si yo fuera una pequeña hormiga que no valiera nada, mientras que frunce el ceño al verme con el doctor Steward. Su mirada no para de ver la mano del doctor encima de la mía, mientras que el doctor Steward no demuestra ninguna emoción, mientras que el sigue camino sin mirar a nadie.
Y al llegar a la habitación de servicio, Harry me da un uniforme limpio, que está envuelta en plástico junto a un estante, que estaba lleno de ellos.
–¿Mal día?–Me pregunta aun cuando es obvio que era el peor día de mi vida. Las enfermeras tenemos que ser impecables, no podemos andar por ahí sucias.
–Bastante.–Resople entrando al baño del lugar, mientras él está aún hablando conmigo.
–Bueno, si te hace sentir mejor, yo derramé café sobre mi jefe en mi primer día.–Yo mofe ya qué sé que intenta hacerme sentir mejor, y eso es bastante valioso para mí, no todas las personas son tan consideradas como él.
–¿En serio?–Pregunté incrédula, ya que él lucía bastante perfecto y sin ningún defecto.
–Es normal novata.–Me responde mientras yo salgo del baño sintiéndome mejor por las palabras de aliento del doctor, y también por tener pantalones limpios.
–Gracias.–Le digo dándole su bata, pero el niega con la cabeza al yo mostrarsela.
–Mi bata ahora está manchada de tinta.–Yo de inmediato miro su bata, haciéndome sentir mal, ya que las batas para los doctores eran muy importantes, como para nosotros los enfermeros nuestros uniformes. Así que me sentí mal por la pobre bata, que hasta lleva su nombre grabado.–Puedes quedartela, pero tienes que acompañarme a comer si quieres que te perdone por ensuciar mi bata favorita.–Mis mejillas se ponen rojas, al ver la ternura que esconde el joven doctor.
Harry era un joven de veintisiete años y era el vicepresidente de la estancia de cirujanos, ya que el presidente era claramente Dante Mark, quién además era jefe del área de internistas, pero aún qué tiene un menor puesto que el doctor "todopoderoso", él tenía un papel muy importante en el hospital también.
Por otra parte, él también era una persona muy linda conmigo, a pesar de que solo soy nueva e inexperta.
Gracias a que me ayudó con el uniforme, lo pude acompañar a un restaurante muy fino cerca del hospital, en donde los doctores suelen venir, así que no me sorprendí al ver a algunos doctores que conozco de vista. Pero no pude evitar caer sorprendida al ver al doctor Mark. Quería irme de inmediato, al ver su cuerpo bien formado, entre tanta bata blanca.
Él estaba sentado junto a unos doctores, en una mesa redonda. Todos parecían importantes, ya que portaban esas grandes batas con sus nombres y especialidades marcadas.
–¡Mira allí están mi colegas!–Me dice Harry mientras que yo sólo niego con la cabeza, intentando ir a otro lado.–¡Vamos!–Me obliga a ir tras de él contra mi voluntad.
–No Harry.–Trato de pegar mis pies bien en el suelo, pero él no me hizo caso y me lleva a esa mesa tan imponente y llena de color blanco.
–Hola.–Harry saludó a todos los doctores, mientras que todos lo saludan a él con amabilidad, menos él doctor Dante, quién está entretenido en una plática con un doctor de edad avanzada.–Ella es Jane, la nueva chica de enfermería.–Él me presente ante de todos como si fuera importante.
–Mucho gusto, señorita.–Me dice un joven fornido y atractivo.–Soy Lee Austin, soy doctor en pediatría.–Me dice con una sonrisa muy linda, mientras me estrecha la mano.
–Mucho gusto.–Le respondí apenada, mientras tomo su mano con fuerza.
–Yo soy Noah Simons, soy doctor geriátrico.–Dice un joven rubio y muy apuesto. Todos se presentaban por lo que decían sus títulos de la universidad. Era gracioso, pero así era la vida profesional de doctores y enfermeras.
–Mucho gusto.–Dije apenada de que él me obligará a este acto tan intenso e importante, como era hablar con la gente más importante del hospital. Los doctores.
–Yo soy Leo Brown y soy internista.–Dijo un hombre con cabello castaño y ojos azules.
–Mucho gusto a todos.–Les dije de nuevo, mientras siento que un balde de agua fría cae por mi espalda recta.
–Siéntate.–Me dice Harry con confianza, pero por mala suerte, me tocó sentarme al lado del petulante y grosero doctor Dante, quién seguía hablando con él hombre de edad avanzada, sin intenciones de presentarme como su ayudante.
Después de sentarnos, una mesera se nos acerca, para venir a tomar nuestra orden.
–¿Que van a pedir?–Nos pregunta la chica con una sonrisa, mientras yo miro a Harry sin saber que pedir, ya que todo es costoso y algunos platillos tienen nombres franceses, qué no se pronunciar.
–Dos costillas y dos limonadas.–Contesta el joven Harry, quién parece conocerme bien, ya qué es algo que yo pediría.
–Gracias.–Le dije aliviada con una sonrisa, pero después siento como una mano pasa por mi pierna, yo de inmediato sé que es el doctor Mark, quién me está tomando debajo de la mesa, haciéndome sentir extraña.
Yo miro debajo de la mesa y miro la mano del desvergonzado doctor Dante. Él por otra parte, hace como si estuviera metido en una charla importante, pero sus manos se están paseando por mis piernas. Mis ojos se entrecierran, para después quitar sus traviesas manos de mí. Mi mirada se posa en él, mientras lo miro con enojo. Él se mofa de mí con arrogancia.
Cuando la comida llega, estoy dispuesta a comer, pero una vez más, siento como pasa su mano por mi pierna. Yo quito sus manos de mí, para luego mirarlo con mucha decisión. Estoy realmente enojada, pero él se sigue mofando de mí como si esto fuera un juego.
Pero después el dejó de hacerlo y pude comer a gusto, solo cuando el doctor Lee llamó su atención, para distraerlo un rato.
Al acabar la comida, me di cuenta que todos los doctores eran buenos y muy graciosos, meno el doctor Dante, que era una roca y solo hablaba de medicina o de nuevos estudios que salieron a la luz, para ayudar a los enfermos de ciertas enfermedades.
Él no era nada sociable, pareciera que nada le hacía feliz. No pude evitar mirarlo algunas veces, dándome cuenta que era imposible no estar interesado en su aspecto de perfección.
–¿Nos vamos?–Me pregunta Harry, viendo qué estoy hundida en mi propio mundo.
–Sí.–Le contesté nerviosa para después mirar a el doctor Dante, quién me mira con una media sonrisa. Yo corro tras Harry, intentando no caer en las garras del doctor. ¿Por qué Dante tiene que ser tan sexual, cuando aparenta ser educado y reservado?
*
Al llegar al hospital sabía que tenía que volver a mi realidad, así que me puse a hacer mi trabajo, sacar sangre, bañar a los pacientes, poner soluciones y tomar algunos datos importantes de los pacientes para después ir haciendo un expediente de cada uno de ellos. Las horas se pasaron tan rápido, hasta llegaron las diez de la noche. Yo en ese punto ya estaba cansada y se notaba al arrastrar mis piernas, por los pasillos del hospital.
–Me voy primero.–Me dice Ross tomando sus cosas.–Como eres nueva debes duplicar tu turno, así que tendrás que quedarte en el turno de la noche, pero ven a casa por la mañana, date una ducha y regresas.–Ella es tan dulce, era como la madre que jamás me dio ese ánimo, que ahora está Ross, así que estoy orgullosa. Era una persona realmente extraña, pero al mismo tiempo tan amable, estaba tan agradecida con ella.
–Sí, te veo mañana.–Le contesté despidiéndome de ella, para después verla partir con una sonrisa reconfortadora.
Y cuando se fue, me di cuenta que ahora sería yo y algunas enfermeras, cuidando a los pacientes de noche. Así que me senté en la mesa de nuestro cuarto de descanso, para tomar un poco de café, ya que estaba agotada. Mientras me preparo un café bien cargado, veo entrar a alguien más, que toma una taza de café y se sirve.
Mi mirada pudo ver su cara pero estaba distraída, así que después de unos segundos de estar poniéndole azúcar a mi taza, volteo y lo veo sin poder creer que esté al lado de mí. Él me mira con una media sonrisa, mientras se empieza a reír de lo distraída que soy.
–¿Le tocó el turno de la noche?–Le pregunté, tratando de romper el hielo.
–Todo el día estoy aquí señorita Jefferson.–Me contesta mientras le está dando un sorbo a su café, para saber si está lo suficientemente cargado.–Yo soy el mejor cirujano de este hospital, no puedo dormir ni descansar, es mi regla.–Me dice con arrogancia, mientras yo siento pena por el pobre hombre. Es incluso mucho trabajo, para una persona aparente hecho de piedra como él.
–Bien.–Dije tratando de desviar la plática, ya que estaba un poco confundida, mientras paso mi cuchara por toda la taza, tratando de disolver el azúcar.
–¿Y usted? Viene de Bibury, ¿ah?–Me pregunta, mientras se recarga en la mesa.
–¿Acaso me está acosando?–Le pregunté, alzando una ceja, tal vez queriéndome sentir un poco más importante, ya que siempre hace que me sienta menos.
–No tienes tanta suerte.–Escupe después de mofar, así que lo hizo de nuevo, me hizo sentir menos.–Tengo que saber eso, ya que tus papeles los tengo yo y no eres tan buena enfermera como pensé.–Yo siento mis manos sudar, ya que él sabe que no soy buena.–Pensé que serias astuta, ya que aparentemente lograste venir a un hospital tan importantes, con las notas más bajas de tu colegio.–Me comenta mientras yo empiezo a sentir un balde de agua fría sobre mi cuerpo, ya que no podía creer que él supiera de mis bajas calificaciones en la escuela.–Tal vez pensé en un hacker o algo parecido, pero mírate, eres un desastre.–Él me hace sentir como basura, así que dejé mi taza sobre de la mesa y decidí tomar mis cosas e irme, pero él me detiene.
–Pero tengo que reconocer una cosa.–Ahora me pone enfrente de él, para mirarlo a los ojos.–Es una chica muy hermosa.–Yo de inmediato empiezo a temblar mientras me acorrala hacia la máquina de snacks. –Y con un buen cuerpo.–Me toma con fuerza y lentamente me va desabotonando mi traje, mientras que estoy tan sorprendida, ya que él es tan extraño.–Te dije que dejaras que tu piel se oxigene.–Yo solo trago saliva, al tenerlo tan cerca de mi boca.–Eres jodidamente hermosa y se nota que tu culo está bien formado.–Sus manos se pasan por mi pantalón que es tan delgado, que siento su toque sobre mí.
Después y sin esperarlo de nuevo, sus labios me besan con mucha sensualidad, dejando rastros de su ADN por mis labios, para después alejarse lentamente, mientras me mira con tanta intensidad, que pude jurar que me podía ver desnuda con su mirada. Pero por mala suerte, él no hizo más, ya que después me dejó en esa habitación sola sin saber qué demonios había pasado.
Yo misma no puedo creer lo que estaba pasando, así que quedé con la boca abierta por algunos minutos. ¿Qué juego está jugando este hombre? ¿Y por
qué quiere jugar con una tonta como yo?(3)No volví a saber más del doctor Mark por esa noche.Mi turno termino a las siete de la mañana, así qué muy cansada preparo mi bolso y salgo del hospital rumbo a la casa de Ross. Tome el metro y el autobús para llegar a los pequeños departamentos en donde vivía Ross, en un suburbio. Y al llegar al departamento 34 en Seven Sisters, toque la puerta más de una vez, ya que al primer toque nadie me abrió.Después de esperar algunos minutos, una pequeña niña abrió la puerta. La pequeña aún tenía su pijama de princesas puesta, mientras se miraba soñolienta.–¿Quien eres?–Me pregunta recargándose en la puerta.–¡Lily, déjala pasar!–Escucho la voz de Ross, quién aparece en el lugar para carga de ella, haciéndola a un lado.–Debes de estar cansada.–Me comenta mientras me deja pasar dentro de su departamento de paredes cafés.–Ese es el baño.–Me avisa señalándome a la derecha.–Allí hay toallas limpias, date una ducha y después duerme en la habitación que está al lado del baño.–Me dice apurada,
(4)Era increíble como el doctor Mark me podía hacer como él quisiera. Ese poder que tenía en mi era un peligro, ya que yo fácilmente podría caer en este. Yo solo pensaba en que nos odiábamos mutuamente, pero ahora hay algo más qué me hace sentir realmente atraída a él.Él me sacó de su linda oficina con rapidez, ya que tenía una cirugía programada y tenía que prepararse para está, mientras que yo tenía que revisar a algunos pacientes con una gripe de temporada.Después de hacerlo, me tome un pequeño descanso y fui al jardín que tenía el hospital, donde se pasean a los enfermos que llevan bastante tiempo aquí y mejorar su humor. Desde lejos vi a esa pequeña niña dolor de culo, llamada Liza. Ella estaba leyendo un libro bastante maduro para su edad, llamado "La última elección" y como estaba sola, no dude en acercarme a ella.–Hola.–La salude mientras me pare al lado de su silla de ruedas.–¡Vete!–Resopla al verme mientras se sigue uniendo en ese libro con el tema más duro. La muerte.
(5)¿Liza era la hija del doctor Mark? No podía creerlo, estaba anonadada. Ross se tuvo que ir a atender a un paciente en terapia intensiva, mientras yo tenía mi descanso para poder inundar mi cabeza de pensamientos.Mi cabeza estaba hecha una mierda, ¿cómo era posible que justamente esa niña, que tanto me odia, sea la hija del doctor Mark? Me siento en una mesa en el jardín para tomar un jugo, mientras pienso con profundidad, pero alguien me interrumpe.–¿Parece que estás pensando profundamente?–Me dice el doctor Steward, despertándome de mis pensamientos.–Lo lamento es que he tenido un día muy bizarro.–Dije bebiendo del popote de mi jugo de uva, mientras suspiro algo decepcionada.–Si quieres puedes contarme, soy como un padre de una buena iglesia católica, bueno aunque yo puedo contárselo a todo el mundo, y con el hecho de que soy judío.–Se mofa, después de hacer una broma.–Es broma, jamás lo haría.–Lo sé, no se preocupe doctor Steward, mis problemas no son tan importantes.–Sabía
(6)Estoy cansada y enferma de la seguridad del Doctor Mark. ¿Quién se cree que es? ¿Mi dueño? Así que toda la noche me quede en la estancia de enfermeras, para no verle la cara al doctor Mark.La verdad es que estaba totalmente y completamente confundida, ¿en verdad esto estaba pasando, o solo estaba soñando? Pero mi di cuenta que no estaba soñando, cuando el sol salió de la nada alumbrando mis ojos cansados. Ya eran las siete de la mañana, era hora de irme a casa. Así que me fui a los vestidores y me puse ropa de civil. Al salir del baño, me encuentro con una compañera de cabello rubio, llamada Alice.–Lamento molestarte cuando es tu descanso, pero el doctor Mark me pidió que no te dejara salir del hospital.–Con claridad me molesto, estoy cansada de trabajar sin descanso, me duelen los pies y todo mi cuerpo. Y ahora ese pelmazo me hace esto.–Lo lamento.–Me dice alejándose de mí gran enojo, ya que yo estaba más que furiosa, así que enojada camino hacia su oficina, quería decirle un p
(7)Realmente estaba algo decepcionada, ya que, si quería ganar más dinero, tenía que trabajar con mucho esfuerzo, y tal vez en seises meses, pueda ganar bastante para mandárselo a mi madre. Así que, aunque en este turno no me pagan, seguiría trabajando con todo mi esfuerzo, para no cometer más errores. Tres minutos después.No podía ni con mi alma, estaba exhausta.–Chica, tienes que ir a descansar un poco.–Me dice Ross tomándome de los hombros, mientras caminaba como un fantasma por todo el hospital. Ella me acompaña esta noche, ya que su turno se lo cambiaron, dejando a sus hijos con sus abuelos.–No puedo.–Le digo arrastrando mis palabras y mis piernas.–El doctor Mark me va a correr.–Murmuré intentando tomar aliento y fuerzas para poder seguir en pie.–Solo si te recuestas un poco en las camas vacías, no te pasara nada.–Me dice tratando de convencerme de que descansar, es la mejor medicina para mi fatiga.–Esta bien.–Le digo asintiendo con mi cabeza. Ella me tomó de la mano y me l
(8)En realidad, no me sorprendería que el doctor me despidiera, es más estaba resignada a esperar mi despido después de lo que dije. Ya no tenía intenciones de quedarme aquí, regresaría a mi pueblo natal y trabajaría en un hospital local.Después de la gran pelea que tuve con el doctor Mark, me fui directamente a la estancia de enfermeras con el trasero echando humo, en realidad quería mantener mi orgullo y no dejar que un maldito narcisista me lo quitara.–¿Qué pasa?–Me pregunta Ross sentándose al lado mío, después de ver mi ceño fruncido.–Creo que me despedirán.–Le contesté suspirando hondo, mientras recargo mi barbilla en mis manos.–¿Qué hiciste ahora?–¿Por qué me preguntaba eso? ¿Acaso yo siempre soy la que da problemas?–El doctor Mark, él...–Ruedo los ojos enojada, puesto que no puedo hablar por el coraje que tengo en mi pecho.–Él está actuando como un idiota conmigo.–Murmuré sin más.–¿De qué hablas?–Me pregunta confundida. No le iba a decir sobre todos esos encuentros íntim
(9)Jamás me di cuenta de lo difícil que iba a ser estar con el doctor Mark. No quiero jugar con fuego, así que mejor me retiro antes de ser quemada. Huir de él no fue fácil, pero logré mantenerme a salvo en la cafetería hasta por fin terminar mi jornada de trabajo. Así que empaco mis cosas para ir a el departamento de Ross.Antes de salir por las puertas de vidrio del hospital, Ross llama mi atención.–Puedes comer un poco de sopa que hice ayer.–Ella luce descansada y limpia.–Calienta de esta en el microondas.–Yo solo asiento con mi cabeza cansada.–Te veo en la noche.–Le digo feliz de por fin ir a descansar.Salgo del hospital para tomar el metro. El largo camino hacia el departamento es de más o menos media hora. Al llegar a este, me sentí aliviada ya que me dolían los pies. Al entrar a el departamento, me di cuenta que todo estaba tirado, nada nuevo en la casa de Ross. Camine directo a la habitación para caer dormida.Después de estar dormida un largo tiempo, mis sueños fueron per
(10)A la mañana siguiente.Era hora de ir a trabajar, así que me levantó junto con Ross y sus niños.–Come bien, Jane.–Me dice Ross mientras desayunamos cereal.–Estas adelgazando mucho.–Me repite una vez más, mientras que yo siento que he comido bastante estos días.–Compraré un suplemento alimenticios.–Le digo tomando mi bolso y viendo que me quedaba poco dinero, ya que la mayoría de esté se lo envié a mi madre.–Será para la siguiente semana.–Murmuré guardando mi cartera en mi bolso.–Bien, es hora de irnos.–Me dice levantando todos los platos de cereal de la mesa, para amontonarlos en el lavaplatos.–Adiós niños.–Le digo a sus par de hijos, Lily y Sam. Después de que el autobús se llevará a los niños, las dos corrimos hacía el subterráneo.*Al llegar al hospital, corrimos apuradas a nuestros puestos de trabajo. Como siempre yo tendría que ir a la oficina del doctor Mark. Y al llegar a esta, me di cuenta que estaba charlando con la siempre elegante doctora Miller. Ella le estaba ro