Capítulo 3

Molly

Veo como me da la espalda el "supuesto" padre de mi hijo y cierra la puerta de un portón. Yo siento mi corazón palpitar a toda velocidad bajo mi blusa. Aún no puedo creer esto. 

Lo bueno es que estoy bajo el control del sedante sino estuviera dando gritos otra vez. Realmente mis manos me sudan y siento una gran presión en mi nuca. Me dejo caer en la camilla  me pongo las manos en la cabeza y todo me empieza a dar vueltas.

«Comienzo a pensar: Mi hijo va a tener padre. Tohbías McAdamas padre de mi hijo. Estar con él por unos nueve meses y vivir bajo su mismo techo por ese tiempo» 

Siento que tocan la puerta y enseguida recupero mi posición pero poniéndome a la defensiva, es mucho para un solo día. Pienso que es él otra vez, pero no, es Mesly. Al verla mi rostro se suaviza y ella me da una sonrisa nostálgica. 

Se sienta junto a mí y sus ojos me miran.

—Quería venir a pedirte disculpas personalmente. Te considero algo más que una paciente, hace meses que nos conocemos y lo siento mucho —dice ahora torciendo los ojos hacia la puerta—, por todo esto.

—El director me mando a decirte que estas en todo derecho de hacernos una denuncia por violación de privacidad y por negligencia médica —responde  y de verdad se le nota preocupación en toda su cara.

Llevo meses viéndome con ella en las primeras inseminaciones artificiales y consultas de fertilidad que he tomando. Realmente la aprecio y es con una de las pocas personas que me he abierto un poco sobre mi vida.

—No te preocupes no lo haré. Nadie es perfecto, creí escuchar que ya habían despedido a la enfermera. Yo creo que con eso será suficiente para ella. Y no te preocupes tú no tienes la culpa de nada de lo que esta sucediendo —hablo y veo como suspira junto a mí.

—¿Qué harás? —pregunta preocupada la doctora.

—Ahora mismo no tengo idea. Ni siquiera lo conozco y quiere que me vaya a vivir con él. Si te digo la verdad tengo miedo —confieso mientras me corren lágrimas en las mejillas.

Sé que con ella puedo desahogarme un poco.

—Lo siento Molly. Me pongo en tu lugar y la debes estar pasando muy mal, pero debes recordar que ya no eres solo tú —verbaliza señalando mi panza—, ahora hay otra personita creciendo aquí y Tohbías puede tener miles de defectos, pero sé que no va a dejar que nada malo le suceda a su hijo. Creo que por eso te dijo lo de vivir con él y algo que reafirmó su pensar fue verte en esa crisis. Sabes que no debes tomar esas pastillas, llevas dos semanas de embarazo y una pastilla en específico no le hará daño, pero grandes cantidades.... , ya lo habíamos hablado debes evitarlas.

—Lo sé y no sé que hacer, me siento muy mal ahora mismo, nada de esto era lo que tenía planeado para mi futura familia, siempre hay algo que me arruina todos los planes. Nunca puedo ser feliz, cada vez que veo la luz al final del túnel, es como si algo me jalara hacia atrás nuevamente y me obligara a estar en la oscuridad. Y ya te digo no lo conozco, sé que es bastante popular y que es bastante rico también pero solo eso, y sabes en parte cómo me ha ido con los hombres y que sea adinerado realmente no me impresiona.

—Se asustó mucho cuando te vio en el estado que te pusiste, pero ni siquiera preguntó nada en lo absoluto. Ya verás que algún día llegarás al final del túnel y te cegará tanto la luz que tendrás que usar lentes. Dale una oportunidad, déjalo ser padre también, no lo prives de su derecho. Conócelo, aunque lo veas tan serio y distante, nada es lo que parece ser.

—¿Es que acaso lo conoces? —digo curiosa debido a todo lo que dijo antes.

—Vamos a decir que un poco. 

Se levanta ahora y yo hago lo mismo, me da un fuerte abrazo y me dice:

—Felicidades futura mamá. —A lo que sonrío sintiéndome un poco más tranquila ahora.

Antes de salir de allí, Mesly me da el próximo turno, que es dentro de dos semanas y me pide que vaya acompañada de Tohbías. No le respondí nada, solo tomé la orden y me marché a mi casa.

Ya ahí recibo a un feliz Pelusas que viene a por sus caricias. Pongo el buzón del teléfono y escucho los mensajes que tengo mientras preparo algo de comer. 

Uno es de mi tía diciéndome que pase por su casa que hace mucho rato no voy por allá. Otro de mi amiga Lori explicándome sobre su perro Spike, un pitbull de seis años que siempre está enfermo y esta vez al parecer no es la excepción. 

Paro de pronto lo que estoy haciendo al escuchar la voz de la persona que envió el mensaje siguiente:

—Emm ...Hola hija..... creo que ya es tiempo de que tengamos una conversación. Han pasado ya.... dos años y no es justo que sepa de ti por Kendall. Soy tu madre y eres mi hija, te di tu tiempo, pero por favor ya no más, llámame sí, para hablar cuando escuches esto. Te quiero hija aunque no lo creas.

Y ahí estoy aún estática después de escuchar el mensaje de voz de ella. Esa mujer que dice ser mi madre. La que siempre iba a estar ahí para mí, la que me iba a amar en todo momento, la que me dio la vida. 

Y pues para mí ella es solo eso: "La mujer que me dio la vida".

Aunque pasen los años la sigo odiando como aquel día que de verdad me demostró quién era ella aquel día, ese horrible día.

Me palpita el celular en el delantal con un mensaje que me entró. 

Lo miro y es de un número desconocido y dice: Mañana a las 7:30 am, solo tienes que traer tu ropa.

Sé quién es así que ni respondo. Enseguida voy y preparo las cosas que llevaré. No tengo ganas de discutir ni de huir de nadie, aceptaré lo que me tocó y por lo que he escuchado de él, no es alguien que acepte un NO por respuesta.

Espero poder seguir trabajando en la clínica veterinaria con Max. Hecho mis pastillas y entra Pelusas a la habitación y lo miro. Amo a mi gatito, es de un color blanco y con el final de la cola y las patitas negras, tiene sus ojitos verdecitos y me ve con ternura desde su camita. 

¡Obvio que voy a llevarme a Pelusas!

Caigo muerta en la cama debido al agotamiento mental que tuve hoy. 

Al otro día, tras sonar la alarma a las siete, me ducho y arreglo con un simple vestido color rosa que llega a mis rodillas y se entalla por todo mi cuerpo y unos tacones color carne. También dejo mi cabello suelto caer por mi espalda y llevo las cosas que preparé a la sala.

Voy a por mi café y siento que tengo un nudo en el estómago, y las manos me sudan todo el tiempo. Pude dormir debido al calmante que me dieron en la clínica. He decidido dejar de darle vueltas al asunto y no poner resistencia, mientras menos mente le dé mejor será poder evitar tomar pastillas.

Serán solo nueve meses, he pasado por peores cosas, así que... ¡Que más da!

Siento el timbre de la casa sonar y salgo enseguida a abrirlo. Veo tras la puerta al pelirrojo, con un par de gafas, un traje negro diferente al de ayer y con su porte característico.

¡Joder esta bueno el tipo!

Baja los lentes, me mira con unos penetrantes ojos verdes y me dice:

—¿Todo listo?

—Hola, sí ya podemos irnos —digo tímidamente.

Veo que le indica a unos hombres de traje negro que tomen mis maletas y yo salgo a buscar a Pelusas bajo su mirada. Veo a mi gato al final de la sala, lo tomo y camino hasta el pelirrojo que mira sorprendido lo que llevo entre mis manos.

—¿El gato va? —bufa cortante.

—Sí, no puedo dejarlo es una parte de mí —hablo casi poniendo ojitos y el pone los ojos en blanco.

Ahora me da la espalda indicándome que me suba al auto que es un MERCEDES rojo descapotable.

Ya en el auto y con Pelusas en mi regazo adormitado veo como él me mira por el retrovisor, ya que va conduciendo. Es un hombre guapo aunque no sabes que esperar de él, no esta de más decirlo. Tohbías es él tipo de hombres que lo tienen todo, que no necesitan de nada, si quieren un auto lo tienen, quieren una casa y la tienen, quieren una mujer y la tienen. 

Odio a los hombres así, ya que nunca le dan importancia a nada porque todo es reemplazable para ellos, siempre les he huido toda mi vida.

Para restar tensión en el auto y despejar mi mente decido abrir G****e y mirar cosas sobre embarazos y demás. Ahora que lo pienso me intriga buscar su nombre y al encontrar información sobre él, al instante entreabro mi boca por todo lo que veo.

Sin pelos en la lengua le suelto de pronto:

—¿Estás comprometido? —interrogo en un tono bastante alto y exigente.

Tohbías frena de pronto el auto debido a mi pregunta.

¡Joder y lleva años comprometido! 

¿Luz, luz por favor? ¿Cuándo llegaré a ti?

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