Capítulo 49

Tohbías

«¿Es que acaso no piensa dejar de lloverme problemas?»

Subo al primer auto que veo y arranco con rapidez. Nadie me sigue porque eso fue lo estipulado por el gilipollas de Scott.

Esos malditos italianos no paran de joder, piensan que los tratos nunca tienen fin y si no quiero seguir vendiéndoles mercancía, no se las vendo y punto.

Pero no, tienen que ir a por mi mujer solo para llamar mi atención, sabe que le tengo el perímetro rodeado aunque él la tenga a ella. Ese cabrón es demasiado egocéntrico como para atropellarse con la muerte de por él y sabe que yo no juego, que soy directo y claro.

Está en mis terrenos y con mis cosas no se juega. Bajo al llegar al sitio y los grandes almacenes inhabitados acaparan mi vista. De lejos veo a todos y cada uno de mis tíos, esperando mi señal, pero sé que esto es puro teatro.

Están desesperados los italianos porque los Castellanos tienen casi todo el control en Estados Unidos y aún así quieren joderlos.

Es como meterte en el hábitat
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