42. Deber familiar

Andrea salió al jardín después del mediodía, aún somnolienta, como si no hubiera dormido en mucho tiempo. Y encontró a su madre leyendo su libro favorito: La Biblia.

De vez en cuando, su mirada se perdía en dirección a las flores en el enorme jardín, pero luego volvía a su lectura, como en una escena estudiada de toda la vida.

Andrea aguardó un momento, recordando cuánto disfrutaba verla tan fuera de la realidad, absorta en la lectura, en lugar de acudir al lado de Sara cuando se quejaba de dolor después del accidente esquiando en Europa. O con Efraín al irse de casa con su novia de aquel entonces.

Se preguntó muchas veces si siempre había sido así. Si cuando era tan joven como ella, se la pasaba con su Biblia en la mano en lugar de vivir, de hacer otras cosas. Sus abuelos fueron estrictos, pero los recordaba cariñosos con ella y siempre dispuestos a aconsejarla antes de que fallecieran.

Andrea se acercó a la silla y depositó un beso en su blanca cabellera, captando la atención de
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