20. Mío

Andrea se detuvo en seco frente a la puerta del baño de la universidad al escuchar un sollozo. Su mano quedó congelada sobre el picaporte al reconocer la voz de su amiga Lucía, y se inclinó cerca de la puerta, presionando su oído contra la fría superficie.

—Qué voy a hacer, Lu. Ya se nota. —La voz entrecortada de Susan Rangel era inconfundible—. Mamá me interrogó en el desayuno y los nervios me traicionaron.

—Shhh, cálmate. No es posible que…

—¡Me amenazó con llevarme al médico esta tarde! —exclamó Susan—. Me matará.

—Tu madre es un amor, no temas —el tono maternal de Lucía crispó los nervios de Andrea—. Necesitas el apoyo de tu familia. Habla con Brandon.

—Lo sabe y dijo que no quiere tener nada que ver con el bebé —la voz de Susan se quebró.

El corazón de Andrea se aceleró. Un bebé. Sabía que no debería seguir escuchando, pero no podía moverse. La conversación continuó, aunque Andrea ya estaba formando una idea brillante y peligrosa en su mente, pensando en el poder que esta informa
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